La primera vez que escuchó un rap fue mientras caminaba por la peatonal de Las Toninas, durante una temporada de verano. Marcos Mateu (28), que en ese momento tenía poco más de diez años, se detuvo ante dos artistas callejeros que estaban compitiendo con sus canciones. “Cuando los escuché pensé que podía hacer lo mismo y empecé a practicar en casa”, cuenta a Infobae.
Su debut fue a los 16 años en un acto escolar, con un tema que él mismo había compuesto. Lo que siguió -dice- jamás lo hubiera imaginado. “Me invitaron a un evento donde había como 30 mil personas. No venían a verme cantar a mí, pero estaban ahí. Fue muy fuerte”, recuerda Marcos que, al principio, tomó el rap como un hobby. “Mucho tiempo después entendí que podía cantar y con eso ganar dinero”, agrega.
Tras esa experiencia multitudinaria, comenzó a rapear en su ciudad natal. El entusiasmo, sin embargo, le duró poco. “Para tener una buena cantidad de público y juntar algo de dinero, tenía que esperar el verano”, dice.
Fue entonces que decidió instalarse en Capital Federal y empezó a cantar en la peatonal de la calle Florida. “A diferencia de lo que me pasaba en la costa, ahí había un flujo mayor de gente, pero nadie frenaba a escucharme: pasaban de largo porque tenían que irse a trabajar”, recuerda. Finalmente, encontró una estrategia para tener público cautivo: se le ocurrió hacer rap en el tren.
Del vagón a la televisión
Arrancó en el ramal Retiro-Tigre. Al principio, cuenta Marcos, “quería dar mi mensaje y cantar mis letras, que hablaban sobre problemáticas sociales”. Pero una vez más, intuitivamente, decidió virar el rumbo.
“Muchos de los pasajeros del tren volvían cansados de trabajar. Si yo me ponía a cantar acerca de mis problemas, se iban a tirar por la ventana. Entendí que necesitaban despejarse un ratito. Entonces empecé a improvisar pidiéndoles una palabra o haciéndoles algún chiste”. La respuesta fue unánime. “Terminaba de cantar y empezaban a darme dinero. Ni siquiera tenía que decir: ‘Voy a pasar la gorra’”, cuenta.
En una de esas improvisaciones, en noviembre de 2017, un pasajero lo filmó rapeando, el video se hizo viral y llegó al programa de Marcelo Tinelli. “Para la señora que me veía en el vagón, le dije que algún día estaría en la televisión. Gracias Marcelo por ser como sos, yo te saludo con la improvisación. Personas como vos hay una en un millón, con tremenda cabeza y tremendo corazón”, decía Marcos en su rap.
Pero todo no fue de color rosa. Para cantar en el tren, Marcos tuvo que abrirse paso y atravesó algunas situaciones límites. “Una vez, mientras iba cantando, notaba que en cada estación se subía un vendedor para agarrarme a las piñas. Cuando llegué a la última estación había como quince tipos que me estaban esperando para darme mal. Justo estaban los de Gendarmería y me salvé”, recuerda.
Con los años, dice, se ganó su lugar. “Fue demostrar que necesitaba estar ahí de verdad, porque a veces cualquiera va y ocupa un lugar que es de otro. De a poco me fueron conociendo y me dejaron tranquilo”.
-¿Se puede vivir de rapear en el tren?
-Cuando arranqué me alcanzaba para costear el alquiler de un departamento en Caballito. Después mi mujer quedó embarazada y, para reducir gastos, nos fuimos a vivir a una habitación en el barrio de Belgrano. Siempre pude mantener a mi familia, pero a medida que fue aumentando la crisis, se complejizó. No quiero decir que fue por culpa de uno u otro Gobierno, pero durante la presidencia de Mauricio Macri, por ejemplo, yo empecé a ganar la mitad de lo que ganaba. Tuve que dejar de alquilar la habitación y me fui a vivir a la casa de mi suegra.
-¿Pensaste en dedicarte a otra cosa?
-Lo que pasa es que la música es lo que me gusta y, a nivel económico, ganaba lo mismo que en cualquier otro trabajo. Por eso preferí seguir apostando ahí. Igual, nunca me quise quedar en el tren. Como en cualquier empleo, mi idea era ir escalando. Entonces cantaba en los vagones y, mientras tanto, trataba de sacar alguna canción. Pero bueno, para pagar un videoclip súper profesional se necesita mucho dinero.
Cruzar el charco
En 2019, Marcos viajó a España a visitar a su padres, que hace tiempo se radicaron allá. Para no perder la costumbre, cuenta, probó rapear en un tren. Quedó fascinado. “En dos horas saqué muy buena plata. Dije: ‘Me quedo y pruebo. Tal vez acá le puedo dar un futuro mejor a mi señora y mi nena’”.
Además, se presentó en el programa Got Talent España y empezó a pensar en montar su propia productora: Up-Últimos primeros. En eso estaba, cuando empezó la cuarentena y tuvo que dejar de rapear en los trenes de Madrid. “Como no podía dejar de generar ingresos me fui a trabajar al campo”, apunta Marcos.
-¿Qué hacías?
-Juntaba uvas. Arrancaba a las 6 de la mañana y terminaba a las 7 de la tarde. Me pagaban 30 euros por día. En el tren, en cambio, llegaba a juntar el triple. Fueron meses duros. Estaba como rendido y trataba de convencerme de que por ahí lo que tenía que hacer ya lo había hecho y que podía continuar rapeando pero como un hobby. Sentía que no me quedaba nada, hasta que un día me llegó el mensaje de Oscu.
-Para los que no están familiarizados con el mundo del rap, ¿quién es Oscu y qué te propuso?
-Oscu es Nicolás Odetti, un reconocido artista y YouTuber. Me propuso hacer el remix de “Fin de año”: una canción que yo había escrito en 2019, pero con la que la gente se siente más identificada este 2020. “Este año se me fue volando/Tan rápido que ni me di cuenta”, dice la letra.
Tras la convocatoria de Oscu, Marcos regresó a la Argentina para grabar el video del tema. “Nunca había trabajado con productores de semejante nivel: fue alucinante. Lo mejor es que el tema se estrenó y, a la semana siguiente, ya tenía más de un millón de reproducciones. Estoy muy feliz”, sintetiza.
Antes de despedirse, reflexiona y se anima a pensar de acá a cinco años. “Mi sueño es que mi música se escuche en todo el mundo. Estoy trabajando en mi productora ‘Últimos primeros’. Pensé en ese nombre porque cuando estoy en el tren, siento que estoy como en el último lugar. Muchas veces, cuando estás ahí, es muy difícil que alguien te quiera dar una mano de verdad, como la que me dio Oscu, que es un número uno, un primero. Por eso, la idea de la productora sería ayudar a los que están últimos para que puedan estar primeros”.
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