“La pandemia pinchó”: advierten que los adolescentes de la ciudad de Buenos Aires toman cada vez menos recaudos frente al coronavirus

La curva epidemiológica está en descenso, pero hay especialistas que se preguntan si la caída de los indicadores no debería ser mayor. El verano, el cansancio y la vacuna: los factores que alentaron la distensión de los cuidados. “Que el verano no sea la hipoteca del invierno y del otoño”, alertó el infectólogo Eduardo López

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La caravana de River del 9 de diciembre y el velatorio de Maradona mostraron poco distanciamiento (Nicolás Stulberg)
La caravana de River del 9 de diciembre y el velatorio de Maradona mostraron poco distanciamiento (Nicolás Stulberg)

“La pandemia pinchó”, suele escucharse cada vez con más frecuencia entre los adolescentes de la ciudad de Buenos Aires. El diccionario argentino del lenguaje coloquial y juvenil dice que cuando algo se “pincha”, se cancela, se termina, se disuelve, se abandona. Lo que “pinchó” fue la tensión por el distanciamiento, la obediencia a las medidas de prevención, el respeto por las normas de convivencia ciudadana en tiempos pandémicos. El relajamiento es evidente: se percibe en las calles, se distingue en los lugares cerrados y se traduce en las preocupaciones de las autoridades y los infectólogos. Con una salvedad, el coronavirus ya no es tema.

Lo fue durante nueve meses. Cuando el invierno concluyó, el pico pasó y la curva epidemiológica empezó a caer, el asunto perdió trascendencia. Los políticos dosificaron sus intervenciones. Los ministerios de Salud, el nacional y los jurisdiccionales, espaciaron sus reportes. Las sociedades flexibilizaron los recaudos. Sus contagiados y sus muertos parecieran que, ahora, importan menos. Pero los hay -en menor medida, con indicadores más gratos, con la estacionalidad como compañera, con el fin del aislamiento estricto y la asfixia económica-, los sigue habiendo.

“Es cierto -dijo el infectólogo Ricardo Teijeiro-, estamos en franco descenso. Pero hoy estamos recibiendo muchísimo más casos para hisopar que hace quince días”. En el hospital Pirovano, en el barrio de Coghlan donde trabaja, las consultas crecieron. “El 80% de los casos que vienen a hisoparse es por contacto estrecho, porque hicieron una reunión familiar, porque tuvieron un cumpleaños”. Teijeiro asume que el crecimiento de los hisopados voluntarios responde al relajamiento de las conductas preventivas: nombró específicamente el uso del tapabocas y la falta de higiene frecuente.

Desde la página web del Ministerio de Salud sostienen que si bien el número de casos está en descenso, todavía hay transmisión comunitaria del virus en la mayoría de las jurisdicciones del país (Reuters)
Desde la página web del Ministerio de Salud sostienen que si bien el número de casos está en descenso, todavía hay transmisión comunitaria del virus en la mayoría de las jurisdicciones del país (Reuters)

“Es preocupante. Esto nos está diciendo que no tomamos conciencia de que estamos en el medio de la pandemia, de que el problema no se resolvió”, advirtió el infectólogo que suele ser voz escuchada en los comité de expertos. “Con solo recorrer la calle, con solo ver las condiciones de las manifestaciones que se hacen habitualmente notamos el relajamiento. Es un problema cultural, de educación”, comprendió.

La Ciudad de Buenos Aires informó su último reporte con fecha domingo 13 de diciembre: 254 contagios y una tasa de positividad de 9,5 por ciento. Los fines de semana los estándares se revuelven porque se combinan menos consultas, menos test realizados y menos cargas de datos. El domingo pasado, el 6 de diciembre, los casos fueron menos: 224 y una tasa de positividad de 13,7 por ciento. En la comparación de un día de semana, también se evidencia el crecimiento de la curva: 466 contagios del viernes 11 contra 310 infectados del viernes 3 y contra 160 casos -tres veces menos- del martes 8.

La semana pasada, Fernán Quiros, ministro de Salud porteño, celebró que la tasa de positividad promedio osciló entre el 12 por ciento: “Los valores más bajos de toda la serie”. Lo anunció como una noticia de alivio: la Ciudad de Buenos Aires había superado a mediados de año el 45% de positividad. Quiros, un mes antes, había convocado a “evitar al máximo lugares cerrados, mal ventilados o con mucha gente”. Habló de trabajar para mitigar o prevenir el rebrote, para no repetir “la foto europea”, y de enfocarse en los “súpercontagios”. “Tenemos que aprender a hacer lo que hacíamos antes pero de manera diferente”, fue su propuesta.

En la vigilia por la interrupción voluntaria del embarazo, en las manifestaciones de los movimientos sociales y en la celebración de River a dos años de ganar la Copa Libertadores en Madrid, las conductas de prevención fueron difíciles de sostener (Lihueel Althabe)
En la vigilia por la interrupción voluntaria del embarazo, en las manifestaciones de los movimientos sociales y en la celebración de River a dos años de ganar la Copa Libertadores en Madrid, las conductas de prevención fueron difíciles de sostener (Lihueel Althabe)

“La curva viene bajando pero muy lentamente, tendría que estar bajando más rápido”, interpretó el pediatra, infectólogo y asesor del gobierno nacional Eduardo López. “El hecho de que no tenga un número más bajo de casos significa que el virus sigue circulando en la comunidad, tanto en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) como en el resto de las provincias”.

López asumió una vocación de servicio: su colaboración en el comité de expertos le enseñó a dar información útil, didáctica, y a propagar conciencia. Por eso nombró -reforzó- una serie de conceptos de carácter distinto sobre una preocupación común: el rebrote. Enumeró: “Aquel que piensa que porque vino el verano y la curva está en bajada el virus no contagia es un error”; “el aire libre no genera inmunización”; “el coronavirus en el verano tiene menos capacidad de viabilidad y menos riesgo de contagio, pero el mejor ejemplo es lo que pasó en Europa, que tuvo muy pocos casos en verano pero cuando volvieron el otoño y los primeros fríos volvieron a subir los casos”; “si repetimos lo que está pasando en Europa, no aprendimos nada”.

No se reconoce profundamente optimista de la disciplina preventiva de los argentinos: se sabe neutro o esboza, apenas, un optimismo cauteloso. Quiere convencerse que la sociedad aprendió y que va a respetar los protocolos de verano: “El rebrote no ocurre de un día para el otro, se va instalando de a poco. Va a ser crucial cómo se comporten los que salgan a veranear. Es indispensable evitar los brotes en las playas, en los paradores, en los hoteles y en los restaurantes”. Su percepción de la cotidianeidad le impide vislumbrar un 2021 promisorio: “Veo en la calle una enorme flexibilización de las pautas de cuidado personal y a la comunidad: menos uso del barbijo, las distancia entre las mesas de los restaurantes no se mantienen”.

El calor también influye en el uso incorrecto del barbijo (EFE)
El calor también influye en el uso incorrecto del barbijo (EFE)

Reparó en las conductas distendidas de las personas en lugares cerrados: insistió en que es menester mantenerse alerta en la higiene, la ventilación, el distanciamiento, el comportamiento, la mesura en el diálogo y el uso correcto y extremo del barbijo. Y dijo también que “las manifestaciones son un riesgo que no llegan a aumentar los casos pero que sí favorecen a que los contagios no bajen”. Encontró un patrón de ejemplo en la última coyuntura: “El otro día veía la votación por el aborto. La gente que estaba fuera del Congreso no tenía barbijo o lo usaba en la pera, y cantaba, gritaba. Cuando canta y grita se exhala o inhala mucha más cantidad de partículas que cuando se habla”.

López cree, o quiere creer, que el verano va a promover la caída paulatina de casos. Pero no lo dimensiona como una garantía. “Hay que evitar que el verano sea la hipoteca del invierno y del otoño”, sostuvo. Teijeiro tampoco vislumbra un panorama alentador: “Vamos a tener un 2021 difícil. No se termina el 2020 y ya está. Tenemos que comprender eso”. El infectólogo advirtió la potencia del rebrote del COVID-10 en Europa y se preguntó por qué será distinto lo que pase en Argentina el año próximo. “Salvo que tengamos una capacidad de vacunación antes del invierno que se materialice en muchísimas dosis, la segunda ola va a tener un impacto fuerte. Todo va a depender de cómo trabajemos en este tiempo”. La misma idea del calor de la hipoteca.

Jorge Aliaga, secretario de Planeamiento de la Universidad Nacional de Hurlingham, físico, ex docente en Exactas y Decano durante ocho años de la Universidad de Buenos Aires, e Investigador del CONICET, tiene 61 años: es población de riesgo. Su percepción del comportamiento ciudadano lo comprobó cuando volvió a hacer compras presenciales en un supermercado. Necesitaba artículos de navidad y desconfiaba del mercado digital. En las góndolas constató el relajamiento de las normas: “Me sorprendió que no había medición de temperatura ni control de aforo, no importaba cuántas personas entraran. Estaba completamente relajado el control de ingreso a un lugar cerrado y masivo”.

"El virus sigue circulando y que la curva cae de manera muy lenta. No podemos dejar de no mantener el buen uso del barbijo y el distanciamiento social. Estos dos puntos son críticos en los lugares donde hay mayor número de personas y en ambientes cerrados", advirtió López (EFE)
"El virus sigue circulando y que la curva cae de manera muy lenta. No podemos dejar de no mantener el buen uso del barbijo y el distanciamiento social. Estos dos puntos son críticos en los lugares donde hay mayor número de personas y en ambientes cerrados", advirtió López (EFE)

“Me parece preocupante. Son los lugares que más contagian y se va generando en la gente una idea de falsa normalidad. Porque la realidad es que los casos continúan. Es cierto, tenemos menos contagios pero seguimos teniendo todavía una cantidad importante. No estamos en una situación donde no haya transmisión. Sin casos ya no queda ninguna provincia. Estamos lejos de una situación en la que siquiera tengamos una parte del país con el virus controlado”, distinguió.

Dijo que los indicadores, a veces, dan sorpresas. Las curvas pueden pronunciarse o alterarse. Su duda tiene síntomas de escala regional. “En estos últimos días vimos que en la Ciudad dejaron de bajar los casos: no sabemos si se trata de un descanso o si en algún momento van a empezar a subir. Ya hemos visto muchos ejemplos de situaciones en muchos lugares donde, aún con clima favorable, ha habido aumento de casos. Está pasando en toda Sudamérica: en Chile, en Brasil, en Paraguay y Uruguay, es cierto que en estos dos países con poca gente inmunizada cualquier rebrote prende muy fuerte. Pero en Brasil, donde hubo muchísimos casos, ahora están subiendo de nuevo”.

Ayer, Brasil superó las 181.000 muertes por coronavirus luego de registrarse un aumento superior al 30% de la cantidad de víctimas fatales diarias. Los casos ya pasaron el umbral de los siete millones de infectados y la alerta de una segunda ola más severa y mortífera que la primera provoca riesgo de colapso sanitario en algunos estados e incertidumbre en los turistas extranjeros. En Argentina, la situación es distinta. Pero delicada.

Es delicada por esta falsa sensación de seguridad. La gente está cansada del coronavirus, entonces toma cualquier mensaje de alivio porque necesita tener tranquilidad. El hecho de que se haya el anuncio de una vacuna da la sensación de que ya se acabó. Y recién se adquiere inmunidad quince días después de la segunda dosis: los que se vacunen en enero van a tener inmunidad para mediados de febrero”, informó Aliaga, quien razonó sobre el sentido de la oportunidad: “Si no logramos aprovechar la situación favorable climática para extremar los cuidados y bajar los casos, la situación va a estar muy complicada”.

Considera que la inmunidad de rebaño es solo un deseo y pronostica, indefectiblemente, la llegada de un rebrote. Lo mismo vaticinó López: “La vacuna no va a evitar el rebrote, pero va a minimizar la hospitalización, la mortalidad y el pasaje a terapia intensiva. No va a inmunizar al 70% de la población en el primer semestre, creo que solo alcanzará al 35 por ciento”. Teijeiro coincidió: “Vamos a tener rebrotes porque los fuimos a buscar”.

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