El desesperado ruego de una madre: “La Justicia quiere que mi hija vuelva a Francia, donde ella y yo sufrimos la violencia de su padre”

Sofía Troszynski conoció en París al padre de hija, que hoy tiene 2 años y 10 meses. Cuenta que a su lado vivieron maltratos. A principios de 2019 volvió a la Argentina. El viajó con ambas, pero la mujer decidió quedarse y denunciarlo por amenazas y hasta activó una investigación por presunto abuso sexual. En primera instancia, el Juzgado Nacional en lo Civil N° 4 dijo que la menor debía regresar. Un caso que recuerda al de Gabriela Osswald, que paralizó al país en 1994

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La lucha de Sofía Troszynski por su hija

El 30 de enero del 2018 fue un día feliz para Sofía Troszynski. En París, Francia, nació su hija. “Fue a las 40 semanas de parto, con un peso de 3.500 kg, 50 cm de alto y un índice Apgar de 10/10. No tenía ningún problema”, cuenta la madre. Fue, apenas, una luz en medio de una vida atormentada por la violencia que -según señala hoy, instalada en Buenos Aires- ejercía su pareja, de nacionalidad francesa, sobre ella y la pequeña. La situación -que se repite desde el sonado caso Wilner vs. Osswald, que detuvo a nuestro país en el año 1994-, tiene un nuevo capítulo: esta vez, el hombre reclama que la menor regrese a su país de origen, ya que estaría siendo retenida en forma indebida por su madre en la Argentina. En este caso, las denuncias de la madre abundan en la justicia: en la Penal hay por amenazas y hasta se activó una investigación por abuso sexual. En la Justicia Civil es otra la situación.

Hasta el momento, el magistrado de primera instancia a cargo del Juzgado Nacional en lo Civil N° 4, Alejandro Hagopian, le otorgó la razón al padre en esta causa, caratulada “P.F. c. T.S. sobre Restitución”. Sofía apeló, pero la Defensora de la Cámara en lo Civil letra H, dice quien la patrocina legalmente, “sigue la misma línea que el de primera instancia. No acreditan el grado de peligrosidad para evitar que la nena vuelva a Francia”, y agrega: “No resolvió con perspectiva de género, por supuesto. Se basó en el dictamen del Defensor de Menores de la Nación, que cometió el mismo error”.

Como sucedió en el mencionado caso Wilner vs. Osswald, para los jueces prima el acuerdo sobre restitución de menores que se celebró en La Haya en 1980 (Convenio sobre los Aspectos Civiles de la Sustracción Internacional de Menores) y firmó tanto la Argentina como Francia, entre otros países. Y, por el resultado de la sentencia, eso pesaría más, en los estrados judiciales, que una mirada de género.

En el fallo, el Juez Hagopian señala que el pedido de Sofía de no entregar a su hija por un peligro no tiene sustento: “la posible constatación del presupuesto fáctico (‘riesgo grave de que la restitución del menor pudiere exponerlo a un peligro físico o psíquico’) que, de configurarse, impediría la restitución, lo que no se advierte de los informes elaborados y de la señalado precedentemente con relación al no inicio e interrupción de los tratamientos prescriptos a la niña”.

En pocos días, la situación debe definirse. Si los jueces de la Cámara (José Benito Farje, Liliana Abreut de Begher y Claudio Kiper) vuelven a fallar en contra de Sofía, la sentencia estaría en condiciones de ser ejecutada y la niña deberá retornar con su padre.

Sofía en París durante su
Sofía en París durante su master, cuando nada le hacía imaginar este presente

Antes de comenzar su relato, Sofía pone dos condiciones: no nombrar ni a su niña (que ya tiene 2 años y 10 meses) ni proporcionar el nombre del padre de la menor. Lo mismo solicita su abogada. El motivo, dicen, es que si son publicados, de inmediato recibirán el pedido de bozal legal por parte de la letrada de la parte contraria.

Sofía, hoy, asegura sentirse “angustiada y desesperada por lo que está pasando. Me costó mucho pedir ayuda. Logramos salir de una situación de violencia muy fea, pero mi hija tiene un trastorno del desarrollo. Y pese a eso, la justicia quiere que mi hija vuelva al lugar donde ella y yo sufrimos violencia”.

Todo comenzó, cuenta, en el año 2013. Recibida en Ingeniería Industrial en la UTN, Sofía obtuvo una beca gracias a sus notas altas. Viajó a Francia para hacer master en desempeño energético y energías renovables, que incluía la estadía en la Casa Argentina de la Ciudad Universitaria de París, la misma donde vivió Julio Cortázar.

“Luego de ese master y una pasantía comencé a trabajar en Lafarge, una cementera francesa”. Hasta ahí, todo iba de maravillas. “Por una amiga en común conocí al padre de mi hija, que al principio parecía alguien gentil, pero siempre fue muy celoso. De a poco me empezó a hacer sentir más insegura, me alejó de los amigos que había hecho en la ciudad universitaria. Incluso cuando venía mi familia a visitarme me aislaba de todo. Y si yo me rebelaba y salía con amigos, cuando regresaba lo encontraba borracho o drogado. Esa era su forma de manipularme. ‘Vos te vas con tus amigas, mirá lo que me pasa a mí’... Todo era mi culpa, hasta el hecho de no poder salir de las drogas y el alcohol”.

Sofía cuenta que quiso cortar la relación. Pero algo sucedió -sostiene- que la dejó en un grado mayor de vulnerabilidad. “En diciembre del 2016 me encontraron un quiste en el ovario derecho. A los 15 días pasé por el quirófano. Cuando me desperté me dijeron que me habían sacado un ovario, parte del otro y la trompa. La primera reacción de quien era mi pareja fue decirme que congelara óvulos, que iba a perder la posibilidad de ser madre, que él ya estaba listo para ser padre. Y que si no me decidía pronto, nunca más iba a poder ser mamá. Fue ponerme presión para tener un hijo, como si yo fuera un ente reproductor”.

Finalmente, contra todos los pronósticos, quedó embarazada en mayo de 2017. “Cuando me enteré fue la noticia más linda de mi vida. Pero el embarazo fue horrible… La situación fue cada vez más violenta. Lo mismo con la familia de él. La madre me decía que me había embarazado para no trabajar nunca más, cuando yo tengo una carrera universitaria, que es lo que me permitió ir a Francia, y siempre seguí trabajando. Me hizo muy mal ese comentario. Y también otros racistas, diciendo que era una invasión de argentinos en París, que qué hacía yo en Francia. Todo muy feo. A los controles fui siempre sola. Hasta que nació A., y ya la violencia fue mayor. Contra mí y contra mi hija. Ya no podía soportarlo”.

La madre está desesperada por
La madre está desesperada por el riesgo que según ella corre su hija si la Justicia finalmente decide enviarla de regreso a Francia

-¿Era sólo verbal?

-Verbal y física. Recibía empujones con A. en los brazos, contra los muebles de casa. Rompía cosas. Había gritos, desvalorizaciones. Cuando A. tenía tres meses fuimos a una fiesta familiar y él estaba muy alcoholizado. Le pedí que me de a la nena, que se le iba a caer. Me respondió que era el padre y hacía lo que quería. En eso levantó las manos y tiró o se le cayó mi hija al piso de cemento, de cabeza. Me desesperé y pedí que me llevaran al hospital. Nadie quería, decían que estaba exagerando. Mi hija no paraba de llorar, estaba toda roja. Al final él aceptó llevarme, y mi hija quedó hospitalizada. Pero la condición para llevarme fue que él hablaría, que me quedara callada. El temía que la policía interviniera. Dijo que la había golpeado una pelota de fútbol. La nena quedó con un temblor en las manos, que pasó con los meses. Fue horrible.

-¿Vos le tenías miedo?

-Mucho miedo. Muchísimo. Más con las amenazas. Yo comencé a trabajar cuando A. tenía siete meses. Estuve con licencia médica hasta lese momento porque tuve una hemorragia post parto. Después él dejó de trabajar con la excusa de que iba a cuidar a nuestra hija. Y me amenazaba, me decía que si yo no hacía lo que él quería durante el tiempo que la cuidaba, “cuando vuelvas del trabajo, A. no va a estar nunca más”. Amenazaba con desaparecer con mi hija mientras yo me iba a trabajar. Pero no la cuidaba. Se la pasaba alcoholizado, jugando a los jueguitos.

Según cuenta Sofía, cada vez que ella le preguntaba a su pareja cómo estaba su hija, recibía una fotografía de ésta durmiendo. “Tengo un montón de fotos que me enviaba. Me enviaba fotos de mi hija directamente desmayada en el sillón… todo el tiempo durmiendo. Le preguntaba cómo puede ser que estuviera en ese estado si cuando yo la cuidaba era una bebé muy activa. Dormía todo el día, desde que yo me iba a las 8 de la mañana hasta que volvía a las 7, 8 de la tarde, y me costaba muchísimo despertarla. El me decía que así estaba tranquila, que no me perdía de nada. Yo tenía muchísimo miedo. Hasta tenía miedo de hablar con el pediatra para contarle la situación, porque él venía conmigo…”

-¿Supiste por qué dormía tanto?

-Él me lo dijo. En una reunión con amigos había una torta borracha, que tenía alcohol. Mi hija quiso probar la torta y le dije “no, tiene alcohol”, y él respondió “que pruebe, total ella ya está acostumbrada a tomar alcohol. Yo siempre le pongo alcohol en el puré y es la forma en que ella está tranquila. Como diciendo que era algo común en Francia darle alcohol a los niños para que estén tranquilos. Le hice una denuncia en Francia. Pero él nos amenazaba con dejarnos en la calle. Después fui a decir que no lo llamen porque tenía terror a lo que me podía hacer. Gente de mi trabajo allá me quisieron ayudar, pero yo pensaba adónde me iba a ir, porque no tenía familia, nadie. Me podía seguir adonde fuera. Además, él tiene un arma. Varias veces me amenazó de muerte. Y yo no podía más. Era llorar todos los días, todos los días tener miedo por mi hija, cualquier cosa que yo podía hacer repercutía sobre ella. Si yo no hacía todo lo que él decía, desaparecía con mi hija. Volvía a las tres de la mañana con A. dormida y yo no sabía qué había pasado en el medio.

Una de las fotografías que,
Una de las fotografías que, según cuenta Sofía, su ex le enviaba con su hija dormida cuando ella estaba trabajando

Finalmente, el 25 de enero de 2019 decidió regresar a la Argentina, “pensando que acá iba a encontrar un poco más de paz”. Pero no contó con un detalle: “Él se compró un pasaje y viajó con nosotras. Y acá fue peor”

“Yo había alquilado un departamento para que no haya problemas con mi familia -retoma Sofía-. Ese departamento no le gustó, me empujó contra uno de los sillones. Tuve que llamar desesperada al dueño, que escuchó los gritos de él, para pedirle por favor si podía anular ese alquiler. ‘A mi este departamento no me gusta, yo me voy al aeropuerto y me llevo a nuestra hija’, me amenazaba. El propietario aceptó anular todo, pero con los gritos que escuchaba me dijo que él no iba a venir, que le deje las llaves adentro del departamento, que lo cierre y pasara a buscar el dinero del alquiler. Me hicieron la devolución y alquilé uno que le gustara. Lo tuve que pagar yo, obvio”.

Los maltratos acá no se detuvieron, señala Sofía. “Hubo amigas mías que lo vieron gritándome, sacudiendo a nuestra hija. Me hacía escenas de celos frente a ellas. Un día se pinchó la rueda del auto y era mi culpa. Otro me acusó diciendo que venía de vacaciones, cuando lo único que deseaba era descansar de toda su violencia. También decía que Argentina era un país de mierda y que era toda mi culpa. Y que cuando volviéramos a Francia iba a tener mi merecido. Que me acuerde que tenía un arma, que yo no iba a existir más….”

El 15 de febrero, lo denunció en la Oficina de Violencia Doméstica. A partir de ese momento, al padre de su hija le pusieron una perimetral. “Fue de máximo riesgo para nuestra hija y de mediano riesgo para mi. También me dieron un botón antipánico. Pero él a la perimetral no la cumplió. Lo tenía acá en la puerta a las 4 de la mañana, dando vueltas por la cuadra. Hasta que él no se iba, yo no salía de casa. Tenía muchísimo miedo. La gente de seguridad de mi edificio me decía ‘no podemos creer que esta persona tenga una perimetral porque está acá todo el tiempo’.

-¿Estaba en la puerta de la calle o de tu departamento?

-En la puerta del departamento también, porque logró subir dos veces. Eso lo dije en la comisaría, porque tuve que activar el botón antipánico. Lo tuve acá un día a la madrugada y otro a la tarde, golpeando con todo. Y después de esta denuncia él le dio un poder a una abogada, y ella comenzó el juicio de restitución internacional. Empezó en mayo del 2019. En ese juicio, a mi hija la vio el Cuerpo Médico Forense y también el Consejo de los Derechos del Niño, Niñas y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires.

Precisamente, Sofía cuenta que al llegar comenzó a preocuparse por el estado de salud de su hija. “Cuando veía a otros nenes de un año y los comparaba, notaba que mi hija no balbuceaba, no gateaba, le tenía mucho miedo a todo el mundo. No tenía el desarrollo de otros niños de la misma edad. Era consecuencia de lo que estábamos viviendo. La llevamos al Hospital Garrahan. Los médicos dijeron que estaba con un subdesarrollo, como si fuera un bebé de siete meses, que es justo la edad a la que yo la dejé de cuidar. Ahora está con fonoaudiología, terapia ocupacional, psicomotricidad y psicóloga. Con todos esos tratamientos ella está saliendo adelante, aunque le cuesta toda la parte vinculatoria, porque le sigue teniendo mucho miedo a las personas. Antes se ponía a llorar nomás con la presencia del otro, y más cuando eran hombres. Yo no podía bajar en el ascensor si había un hombre. Y la gente no entendía porqué un bebé tan chiquito podía tener tanto miedo. Lo mismo si venían visitas a mi casa. Empezó a cambiar recién a los dos años”.

Según un informe presentado a la justicia por la Dirección Operativa de la Dirección Operativa de Programas Centralizados y Articulación Interinstitucional, junto a la Dra. Samanta Ronconi, abogada del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, “La niña presenta un diagnóstico de ‘Trastornos específicos del desarrollo del habla y del lenguaje, trastorno generalizado del desarrollo no especificado’”. Allí cuentan que se tramitó, para realizar las diferentes terapias, un Certificado de Discapacidad. Actualmente, cuenta Sofía, su hija concurre 5 veces por semana a una fonoaudióloga, 2 veces por semana practica psicomotricidad, otro tanto hace terapia ocupacional y una vez cada siete días va a la psicóloga.

Sofía y su pequeña hija
Sofía y su pequeña hija

Las conclusiones son las siguientes: “Este Organismo, en virtud de las consideraciones supra mencionadas, entiende pertinente que deberá garantizarse primordialmente el derecho a la salud de la niña A., hasta tanto estén dadas las condiciones para modificar aquellas medidas y tratamientos de salud que actualmente resultan efectivos. Deberá retomar de forma urgente las terapias indicadas, con la modalidad que resulte adecuada. Deberán, asimismo, valorarse las situaciones de violencia relatadas por la Sra. Sofía Troszynski y la realización de un tratamiento profesional idóneo para el Sr. F.. Se deberá garantizar el derecho de A. a vincularse con su progenitor, conforme criterio y según las indicaciones de los profesionales a cargo de su tratamiento.

En dicho informe figura un resumen de la declaración del padre de A. Contó que “A la edad de 3 meses A. sufrió un golpe en la cabeza, que motivara su visita a un centro de salud... la relación de Sofía con su madre, abuela paterna de A., no era la mejor… que debió dejar su trabajo para dedicarse al cuidado de A., ya que su madre, Sofía, no lo hacía... En el mes de mayo de 2018, el grupo familiar viajó a la Argentina, por el término de un mes para visitar al padre de Sofía. Que este viaje fue aprovechado para tramitar el DNI y pasaporte argentino de la niña, para que tuviera la doble nacionalidad.... Relata que la familia de Sofía llegaba de sorpresa a Francia y se instalaba en su casa... Durante las fiestas de fin de año (diciembre 2018) la madre y hermano de Sofía se instalaron en su domicilio, debiendo asumir los gastos de su alojamiento… Con el fin de recomponer la relación de pareja, viajan a Buenos Aires del 25 de enero al 25 de febrero, luego de este mes regresarían a Francia.... Al llegar el pasaporte de la niña desapareció, manifiesta que Sofía y su familia son los responsables... Al poco tiempo Sofía se muda al domicilio de su madre, formulando la “falsa” denuncia, en su contra por violencia de Género, por la cual se dictó una prohibición de acercamiento respecto de ella y de su hija... Considera que Argentina es un país inseguro, porque cualquiera puede presentarse a la OVD (Oficina de Violencia Doméstica) y formular una falsa denuncia... En relación a los controles pediátricos de la niña manifiesta que el último informe elaborado por el pediatra es del 4 de marzo del 2019, el cual indica que se encuentra en perfecto estado de salud, su crecimiento es normal y las vacunas están al día…”.

En la sentencia que firma el juez Hagopian existe un párrafo del extracto de la declaración del padre de A. donde señala que “con relación al viaje que realizaron las partes a la Argentina el 25 de enero de 2019, sostienen que con el argumento de recomponer la relación, Sofía convenció al actor de viajar, ya que este luego de la separación había desistido de acompañarla”.

En otro párrafo, el magistrado desestima que las denuncias de violencia que relata Sofía sean motivo para evitar que la niña regrese a Francia: “habiéndose tomado en forma urgente e “in audita parte” las medidas necesarias para la protección de la Sra. Troszynski y su hija, no encontrando en la denuncia efectuada por la nombrada, pruebas determinantes que permitan hacer operativa la excepción invocada, y teniendo en cuenta la apreciación rigurosa y prudente que debe efectuarse del material probatorio destinado a acreditar la misma, no corresponde admitir el argumento materno en el punto”.

A partir de esos elementos, Sofía no puede entender la decisión que en primera instancia tuvo el tribunal Civil N° 4. Las lágrimas de impotencia le brotan cuando habla de quienes imparten la Ley: “…La justicia argentina dice que tiene que volver a ese ambiente violento. A Francia. Allá el padre está pidiendo la tenencia exclusiva y que yo pueda verla 5 días al año. Hablaron con los terapeutas que seguían a mi hija y dos médicos concluyeron que tiene que seguir el tratamiento en la Argentina. Que cualquier cambio, por la patología que tiene, le va a generar consecuencias muy graves y trastornos respecto a su discapacidad. Necesita un entorno que la ayude a continuar y no un entorno violento. Siempre se especificó que lo que tiene A. es algo adquirido, no de nacimiento. Y fue adquirido por todo el horror que vivió. No entiendo porqué no consideran la opinión de los médicos ni las denuncias que hay en la Justicia Penal, donde hay una denuncia por violencia de género que va a ir a juicio oral y una denuncia por averiguación de abuso sexual sobre mi hija”.

La averiguación por abuso sexual
La averiguación por abuso sexual que presentó Sofía contra su ex pareja

-¿Eso cuándo sucedió?

-Es una averiguación que hay. Mi hija fue vista por el cuerpo médico forense. Tuvo mucha resistencia, no la pudieron revisar. Y por todas las pautas que ella demostraba -tanto miedo a los hombres, mucha resistencia a cambiarse el pañal, cerraba las piernas muy fuerte, desde que empecé a trabajar no le podía cambiar los pañales-, hay una investigación que está en etapa de averiguación.

-¿Qué pedís?

-Que la justicia nos ayude a recuperar un poco la paz con mi hija. Que escuche lo que nos pasó, porqué estamos acá. Que escuchen a los médicos también, que hicieron un informe de todo lo que le pasa a nuestra hija. Que ella necesita estar en un ambiente que le sirva para poder salir adelante… Los médicos dijeron que cualquier cambio puede ser muy perjudicial. Si ya está intentando salir adelante, ¿por qué tenemos que seguir arruinándole su vida? Tiene 2 años y 10 meses. Que nos dejen vivir en paz…

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