El 1 de diciembre de 1913 se inauguró la Línea A de subterráneos. El hecho fue trascendental para Buenos Aires, ya que se convirtió en la primera ciudad de Latinoamérica en contar con este medio de transporte. A partir de entonces, se crearon líneas nuevas y se sumaron estaciones hasta llegar a la configuración actual.
Hoy se cumplen 107 años desde el estreno y para celebrarlo, desde Subterráneos de Buenos Aires S.E. (SBASE) lanzaron una convocatoria: que los pasajeros envíen anécdotas, recuerdos, encuentros y casualidades que tengan de su paso por el subte para crear una historia colectiva de este ícono porteño.
La propuesta es que los usuarios compartan sus vivencias en las redes sociales con el hashtag #nuestroSubte. El material será compartido en la cuenta de Instagram @basubte. Puede ser a través de un texto, foto o video corto (no más de un minuto) y hay tiempo para enviarlo hasta el 11 de diciembre. Quienes no se animen a hacerlo de forma pública pueden enviar el testimonio por privado a la misma cuenta o por mail a basubte@sbase.com.ar.
Por su parte, el Subte decidió comenzar el anecdotario contando algunas curiosidades que muchos no conocen.
Restos fósiles
En cada obra de extensión se descubrió que sus túneles guardaban millones de años más. Quizá los hallazgos más destacados fueron los restos fósiles de gliptodontes que se encontraron durante la extensión de la Línea D, en 1999, y de la B, en el 2000.
La mañana del 26 de mayo de 2000 una cuadrilla realizaba excavaciones debajo de la Avenida Triunvirato al 2900, en el barrio porteño de Chacarita, pero los obreros tuvieron que frenar la obra hallaron restos fósiles de un gliptodonte de un millón de años de antigüedad. Según estimaciones de técnicos paleontólogos, el gliptodonte medía dos metros de largo y 1,20 de alto, y pesaría unos 800 kilogramos. Hoy, esos restos se encuentran resguardados en el Museo Argentino de Ciencias Naturales, Bernardino Rivadavia.
Un año antes la Línea D se hallaron restos en pleno Belgrano, a nueve metros de profundidad, debajo de la avenida Cabildo (entre las calles Olazábal y Blanco Encalada, a unos 70 metros de la cuenca del arroyo Vega). Uno de los obreros relató que estaban trabajando como siempre cuando golpearon contra algo muy duro que no se rompía. Era el caparazón del gliptodonte que actualmente se exhibe en una vitrina en la estación Juramento.
Galerías comerciales
Debajo del Obelisco, hoy se albergan 48 locales comerciales, bibliotecas digitales y obras de arte, que conectan con las líneas B, C y D, y fueron construidas en 1949. Su origen, sin embargo, nada tuvo que ver con el subte.
En esa época no había semáforos en la ciudad y cruzar la avenida 9 de Julio era toda una dificultad. Por eso se construyeron estos pasajes cuya creación respondió a una necesidad urbanística y de seguridad peatonal.
Diez años pasaron para que el pasaje Juan de Garay se abriera al público como la Galería Obelisco Norte, y recién en 1964 el pasaje Pedro de Mendoza se inauguró como la Galería Obelisco Sur. Los mitos sobre sus orígenes señalan como el impulsor de las obras a Raúl Barón Biza, un escritor multimillonario y latifundista.
Hoy los vecinos de la ciudad pueden evitar el tránsito, bajar a las galerías y encontrar todo tipo de negocios: desde gastronomía hasta peluquería, lustrado de calzado, venta de relojes y joyería y, sobre todo, muchas antigüedades.
Estación más profunda de la red
A 22 metros bajo tierra, la estación Once-30 de diciembre de la Línea H es la más profunda de la red. Por ser la más nueva, esta línea cruza por debajo a las A, B, D y E, pero no corre a igual distancia de la superficie a lo largo de sus 8,2 kilómetros. Interferencias como conductos cloacales de gran diámetro, conductos de agua potable, sótanos de edificios no declarados (o muy antiguos) y la calidad del suelo obligan, muchas veces, a trabajar a mayor profundidad.
El ingreso de los coches y materiales
El Primera Junta hay una rampa que se conecta con el taller Polvorín, es el más utilizado porque, bajo tierra, las líneas A, C, D y E están conectadas por enlaces que se usan únicamente con fines operativos. Por allí ingresan formaciones, escaleras mecánicas y maquinarias de mantenimiento, como también las alineadoras de vías, esmeriladoras, etcétera, para las diferentes líneas, principalmente por la noche. En tanto, en Parque Patricios se corta la avenida Colonia, se levanta la calzada y con una grúa se mete un coche bajo tierra.
Las únicas líneas que no están conectadas con el resto son la B y la H. En cuanto a la primera, el ingreso de formaciones y materiales se hace desde una conexión con el ferrocarril Urquiza. Y en la segunda, por la “puerta trampa” de Avenida Colonia.
Sustentabilidad
Este transporte contribuye a disminuir la contaminación y el impacto en el medio ambiente. Por ejemplo, once personas en subte contaminan el mismo CO2/Km recorrido que una sola en auto.
¿Desde dónde se controla la operación?
El Puesto Central de Operaciones (PCO), ubicado debajo de la estación Moreno de la línea C, es el punto neurálgico de la red de subte. Desde allí se dirigen las funciones necesarias para la operación del servicio como la ejecución, control, comunicación interna y externa. La conexión a los trenes es mediante el sistema de señales de cada línea. Como una especie de mapa, en tiempo real se monitorean las formaciones y se actualizan todos los canales de información al usuario, las 24 horas, los 365 días del año.
Bajo tierra también hay semáforos
En la punta de los andenes y dentro de los túneles hay semáforos que sirven de señal visual para los conductores y permiten operar el servicio de manera segura. Están conectados al sistema de señales de cada línea y utilizan una tecnología LED que, gracias a unas placas ubicadas en el PCO, le indican al conductor si puede continuar la marcha o no, si debe circular a velocidad reducida o qué vía tomar en caso de movimientos de maniobras.
Pasco sur y Alberti norte: el mito de las estaciones “fantasma”
Se trata de dos estaciones de la Línea A que fueron inauguradas en 1913 y clausuradas en 1953 por cuestiones operativas. Actualmente, son andenes fuera de servicio que sirven de apoyo a la línea y tienen diferentes funciones: en Pasco sur se almacenan materiales y en Alberti norte, hay una subestación que suministra energía para las formaciones.
Detrás de las clausuras de estas estaciones existen leyendas y mitos urbanos. Se dice que por allí deambulan los fantasmas de los obreros muertos durante su construcción, que fueron abandonadas luego de un terrible ataque que incendió la Casa del Pueblo (sede del Socialismo) y hasta que fueron cerradas porque una de ellas tenía proximidad con una bóveda del Banco Nación.
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