Corría el año 1992, para variar el país estaba patas para arriba como un perro demente.
Menem-Cavallo, el 1 a1, no existía Internet , los teléfonos celulares eran del tamaño de un diccionario, aparecía incipientemente la TV por cable y los jóvenes de ayer empezábamos a asomar un poco la cabeza después de unos años aterrorizados por el SIDA.
Mas allá de semejanzas y diferencias, en Argentina los jubilados estaban en problemas y había una mujer jubilada corajuda, vieja y valerosa que se les ponía enfrente a quien la cruzara, desde funcionarios a periodistas, dejándolos a veces en vergonzosos off sides. Se llamaba Norma Plá y juntaba apoyo y seguidores en cualquier aparición mediática que la expusiera. Así fue que nosotros, los jóvenes de ayer, rockers y amantes de las revoluciones, encontrábamos en Norma y sus actitudes mucho de lo que le estaba faltando al rock por estas latitudes.
Otro de los íconos mayores de esos jóvenes de ayer era el genial Tato Bores, humorista político que aun hoy se extraña. Nunca habrá otro igual, aunque mas de uno regalaría su brazo derecho por una pizca de su gracia y precisión al actuar. Obviamente en esos días Tato dedicaba gran parte de sus monólogos a la gesta de Norma y esos programas del domingo a la noche eran vistos por toda la sociedad. Un prodigio de discurso y producción que estaba en manos de sus hijos Sebastián y Alejandro Borensztein, a la sazón dos de los mas creativos y trabajadores de la televisión argentina, que ahí estaban sosteniendo intelectualmente a su padre. No porque Tato Bores necesitara apoyo intelectual, sino porque los hijos lo acercaban a la muchachada que andaba medio huérfana de referencias.
Una de las referencias juveniles por esos años era la radio, la Rock and Pop ya llevaba 8 años al aire y se había convertido en una caja de resonancia que impresionaba. Era seguro de las emisoras mas escuchadas y todos los que estábamos haciendo programas allí empezábamos a tener trato de celebridad en cuanto evento se inventara. En lo personal estaba haciendo Guardias a Mi, que empezaba a las 14 -creo- y estaba bastante de moda. Mas allá de esto, cultivábamos con los hermanos Borensztein una amistad que se acrecentaba con el hecho de que éramos vecinos. Así que almorzábamos bastante seguido juntos por la zona del Pasaje El Lazo y se sumaba a esas mesas el querido Eduardo Frigerio, un compositor impresionante que era el autor de las canciones del programa. De manera que todos los lunes me mandaban a la radio la canción que había sonado el domingo en el show y yo las ponía como una forma de sumarme a los elegantes reclamos de Tato para con las autoridades.
Una vuelta el monólogo de Tato giró en torno a la señora Plá y sus esfuerzos por ser escuchada en sus carencias jubilatorias. ¿Les suena? Ok. Bueno, cuestión que en cada programa los Borensztein Brothers invitaban a algún músico para participar cantando y ese domingo fue Pappo. Básicamente porque Sebastian y Frigerio habían compuesto una canción bastante infantil dedicada a Norma, pero decidieron incluirle acordes al tema muy cercanos al heavy metal como para contrarrestar. Así que se les ocurrió invitar a Pappo a cantarla esa noche.
Pappo acababa de desarmar Riff y encaraba como solista. Estaba exactamente terminando la grabación del divino Blues Local para el sello Radio Trípoli, así que entre toma y toma se hizo un rato y fue a Good Show, que así se llamaba el programa de Tato. Secundado por las bailarinas y por Los Prepu -que eran parte del elenco estable-, Pappo hizo lo suyo con mucha gracia... ¡y adiós!
Ese lunes, Iván Velazco -que era productor de nuestro programa- me avisa que había llegado la música de Tato y yo, que había visto el programa la noche anterior, recordaba el estribillo que decía: “Nadie se atreva a tocar a mi vieja, porque mi vieja es lo mas grande que hay...”. Cuando se lo comento a Iván, este me recordó una tarde que habíamos ido a la casa de Pappo con Peter Deantoni -su amigo y productor- por no sé qué asunto con un Mustang que tenía Iván. Cuando apareció Pappo y empezó a mirar el auto escuchamos la voz de la madre, que lo llamaba a tomar la leche. El Carpo se limpió las manos en mi campera y entró. Allí pensé en algo que me había contado Black Amaya, el mas encumbrado baterista del rock argentino. “Sucio y desprolijo”, ese himno de Pappo´s Blues Vol III, dice en su letra: “Todas las mañanas son iguales, lindas novedosas y especiales. Siguen reprochándome morales, todo lo que hago esta mal. No cambia nada estar un poco sucio si mi cabeza es eficaz...”. El Carposaurio se lo había escrito a su vieja. O sea, había un hilo rojo entre Pappo y esa canción hecha en broma que debía desentrañar para presentarla en mi programa sin que desentonara. Pero Pappo es Pappo, Frigerio/Boreztein eran Frigerio/Boreztein y Rock And Pop era eso justamente, así que fue ponerla al aire y empezar a recibir mensajes de la gente pidiendo mas de eso. Uno de los llamados que recibimos fue el de Walter Kolm, uno de los capos de Radio Tripoli, preguntándonos que estábamos pasando de Pappo, que lo estaban llamando a él preguntando. Le conté la historia y le dije: “Tenés el hit del año”.
Y como pasa siempre en el rock, la secuencia que parecía aceitada se tuerce y comienzan los problemas. El conflicto acá fue que en cuanto Walter le dijo a Pappo que iban a incluir ese tema en Blues Local. Al Carpo le agarró un ataque de esos que le agarraban a él y que hacia que todos a su alrededor salieran corriendo. Decía que esa era una canción para nenas, que ni siquiera era de él, que estaba hecha en joda y que no tenía nada que ver con el resto del disco, lo cual era cierto. Pero estaba él, así que eso terminaba cualquier discusión al respecto.
Estuvieron días dando vueltas con el asunto, nos llamaron a nosotros, a Sebastián y a Alejandro, a Frigerio y no se a cuántos mas, tanto Kolm por un lado para convencer a Pappo de lo que había generado el tema y tanto del lado de Pappo para pedirnos que no jodiéramos mas. Obviamente ahí nos abrimos de la discusión y dejamos todo en manos de la providencia. Con esa canción o no estábamos todos esperando que saliera de una vez por todas Blues Local, que era el primer disco solista de la trayectoria de Pappo Napolitano. Hacia ya un tiempo que Riff era historia, así que se extrañaba su música y sus letras en las radios.
Finalmente el disco apareció con “Mi Vieja” incluido. Es más, además de ser el segundo tema del disco era el elegido para difundirlo, aunque a pedido del mismísimo Pappo también se difundía el hermoso Una casa con diez pinos de Javier Martinez de Manal. Con el tiempo me contó Black que Pappo había aceptado incluirlo como bonus track en Blues Local, pero a regañadientes terminó aceptando que había salido muy linda la canción y se olía el éxito en las ondas radiales y en las disquerías. Algo que en esas circunstancias de su primer lanzamiento como solista vendría muy bien.
Obviamente también vino a presentar el disco a mi programa de cable, en el inolvidable Music 21. En cuanto entró me dijo con esa voz de ultratumba que tenía: “Escuchá Bobby, voy a tocar Blues Local y Saco Italiano, no me vengas a joder con la de la vieja ok?”
Si Pappo, todo bien, claro.
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