El año 2021 será “Año Santo Jacobeo”. Hace 11 años que no tiene lugar. Se considera así cuando la festividad de Santiago apóstol, cae en domingo. Esto ocurre cada 6-5-6-11 años, excepto cuando el último año de un siglo no es bisiesto. De modo que, cada siglo, se celebran catorce años santos jacobeos.
Es costumbre acceder a la catedral compostelana atravesando la “puerta santa” que se abre únicamente con ocasión de esta solemnidad y permanece abierta por un año. El primer “año jubilar jacobeo” fue establecido por el papa Calixto II en 1122 para su celebración el 25 de julio del año 1126. Los últimos han sido 1993, 1999, 2004 y 2010. Dado que ya estamos muy próximos de comenzar esta celebración jubilar haremos un recorrido por algunas de las curiosidades de la catedral de Compostela.
Apertura de la puerta santa de la catedral de Santiago de Compostela
El sepulcro de Santiago el apóstol fue indicado de manera milagrosa al eremita Pelayo en el año 825. Él observó una luz “como una estrella” por sobre una colina del bosque de Libredón, cercana a su ermita. Pelayo dio aviso al obispo Teodomiro de Iría Flavia, que era la sede de la Diócesis en ese momento.
Isidro García Tato, teólogo e historiador gallego, nos explica que una de las interpretaciones del nombre “Compostela” deriva de la expresión latina campus stellae, que significa “campo de la estrella” por la estrella que indicó el lugar del sepulcro del apóstol al obispo Teodomiro y al eremita Pelayo. Pero en 1953. el Rdo. P. Ricardo García Villoslada SJ. retomará otra teoría sobre el topónimo del lugar narrada en el Cronicón Iriense, el cual trata sobre una breve crónica latina medieval redactada en la diócesis de Iria Flavia y abarca entre los años 561 y 982.
En este escrito se hace una derivación del latín como compositum tellus, “tierra compuesta o hermosa”. Esta teoría estuvo durante mucho tiempo en vigor porque en las Crónicas de Sampiro (escrito redactado por el obispo Sampiro que era titular de la diócesis de Astorga al principio del s. XI) dice: Compostella, id est bene composita y también se le da la misma explicación en la Crónica Najarense obra del último cuarto del S. XII.
Sepulcro del obispo Teodomiro, en la catedral de Santiago de Compostela
El Camino de Santiago posee siglos de existencia. Existía mucho antes del milagroso hallazgo de la tumba del apóstol Santiago y que tomara ese nombre. Fue el canal de cultura que unió y se podría decir que creó la Europa que nosotros conocemos. Los peregrinos no solo eran devotos, sino que también traían y llevaban consigo novedades de las regiones de las cuales venían; su arte, su arquitectura, etc… pero también hay muchas curiosidades en dicho camino, pero vamos a detenernos sólo en algunas de la catedral de Santiago de Compostela, vale aclarar que es solo un muy pequeñísimo resumen, porque no se agotan libros sobre este tema.
El Botafumerio que salio volando
El famoso turibulo (incensario), llamado y conocido como “El Botafumeiro” (en gallego: “que bota o fume” es decir, “que hecha el humo”), pesa 54 kilos y se eleva a unos 20 metros, alcanzando una velocidad aproximada entre 70 u 80 km por hora en su balance por los cruceros de la catedral-basílica y es accionado por los también famosos “tiraboleiros”. En 1499, en presencia de los reyes católicos y de su hija, Catalina de Aragón salió volando por la ventana que da a la plaza de Platerías. Ese hecho no es más que un mito. Sí es cierta la presencia de los reyes Católicos y de su hija en la catedral los cuales fueron a solicitar al apóstol la bendición para el próximo casamiento de su hija con el rey de Inglaterra Enrique VIII, paladín y guardián de la fe católica. Pero ese día, el “Botafumerio” no salio volando, sino que golpeó con una de las columnas del crucero norte, lo que fue rápidamente interpretado como una señal de mal augurio por sus graciosas y serenas majestades. No estaba errada su interpretación. No solo su hija fue repudiada, sino que Enrique VIII formó una nueva Iglesia, rompiendo la unidad con Roma y la Iglesia católica.
La torre de la carraca
Las torres de la basílica catedral de Santiago no son gemelas. Poseen una diferencia de 5 metros entre ambas. La torre izquierda 75 metros y la derecha 80 metros. Pero no es esa la única diferencia; la torre de la derecha posee un total de trece campanas; la de la izquierda “la carraca”. La “carraca” es una matraca gigante accionada por “Os carraqueriros” que la activan durante el tiempo de cuaresma y el viernes santo. Tiempo litúrgico que callan las campanas de la catedral. En el 2010 se instaló la nueva carraca y vuelve a convocar a los fieles durante el tiempo cuaresmal y la semana Santa con su lúgubre y extraño sonar, que se escucha por toda la ciudad de Compostela. También se solía tocar en el día de difuntos.
La torre del Reloj y cómo ponerlo en hora
Si de curiosidades hablamos no podemos dejar de citar dos en un mismo lugar, en “la torre del reloj”: su reloj y su campana la famosa “Berenguela”. La torre se levanta frente a la plaza de Platerías. El reloj de la catedral posee una sola aguja. Motivo: solo marca la hora, los cuartos y la media son marcados por campanadas. Pero como todo reloj mecánico puede atrasar o adelantar a la hora solar y ¿cómo se remediaba eso? en uno de los balcones; hay un reloj de Sol el cual marca la hora solar exacta y con él se calibraba el reloj. En esa torre se encuentra la famosa campana llamada “Berenguela” en honor al Obispo Berenguel de Landoria, que logró llegar a la ciudad (la que se resistía a que ingresara y buscó ayuda en los nobles de Padrón…) en 1318 un año después de su nombramiento. Es la campana más grande de España, pero la actual es una copia de la original que se encuentra en el Museo catedralicio. La campana posee un peso de 11 toneladas, y un diámetro de 2,10 metros.
El Retablo de piedra
Sobre la plaza de la Quintana, se abren dos puertas: la puerta real, y la puerta santa o puerta del perdón. La puerta real, es obvio, es por donde ingresaban los monarcas, pero la verdadera “Puerta Santa” se encuentra atravesando un pequeño patio y se abre sobre el ábside de la catedral. Dicho ábside es la parte más antigua de la construcción de la basílica. La puerta que todos llaman erróneamente “puerta santa” es en realidad una de las puertas menores de la basílica denominada “puerta de San Pelayo” por encontrarse frente al monasterio dedicado a ese santo y pertenece a las monjas benedictinas. Se podía observar en esa puerta el primitivo retablo de piedra del maestro Mateo con sus 24 figuras de los profetas y los apóstoles, Santiago y sus discípulos, Teodoro y Atanasio a su lado. Dicho retablo fue suplantado por el retablo barroco de luce la catedral hoy día.
El monje de Piedra
La plaza de la Quintana está dividida en dos: la parte superior conocida como “Quintana dos vivos” -Quintana en antiguo significa: Plaza- y la parte inferior separada por una escalinata es “la Quintana dos mortos” porque debajo de ella se encuentra el “cementerio dos peregrinos” que funcionó hasta 1780. Aún descansan allí, a la sombra de la catedral, cientos de peregrinos. Está delimitado por el inmenso muro del monasterio de San Paio Antealtares. En ese lugar todas las noches aparece el monje de piedra. Cuenta una leyenda que la sombra pertenece a un sacerdote que, habiéndose enamorado de una religiosa que moraba en el convento de San Paio antealtares, solía reunirse en secreto con ella cruzando un pasadizo, teóricamente ubicado bajo la escalinata que divide ambos niveles de la plaza. Su amor por la religiosa era tal que en una de sus citas secretas le propuso a su amada huir de Santiago a un lugar lejos de miradas censoras de modo que pudiera vivir su romántica aventura sin esconderse.
Así pues, decidieron que se encontrarían en la Quintana al anochecer. El sacerdote se disfrazó de peregrino para pasar desapercibido entre los viajantes. Tras mucho esperar, su amada no se presentó a la cita y al poco tiempo es sacerdote murió. Desde entonces acude cada noche a la plaza con la esperanza de que ella por fin aparezca algún día y se rompa el hechizo que lo mantiene atrapado en las piedras de la Quintana de Mortos. Pero nunca vendrá por él, porque la monja en cuestión había fallecido esa misma noche.
También hay quien mantiene que la aparición podría ser la manifestación de alguna de las almas de aquellos que reposan en el cementerio público que ocupó el espacio de la plaza; otros apuntan a que se trata del alma de uno de los desdichados que fueron condenados a morir quemados en la hoguera en alguno de los autos de fe -juicios de la inquisición- que tuvieron lugar en ese mismo lugar y que jamás se arrepintieron de sus faltas y están condenados a intentar llegar al altar de santo para pedir perdón sin conseguirlo nunca. En realidad, es algo más prosaico, es la sombra que derrama la base del pararrayos de la torre de la Berenguela. Pero las leyendas son más interesantes y románticas que la cruda realidad.
Abrazar al apóstol
Por detrás del retablo se sube por una pequeña escalera que llega hasta la espalda de la estatua sedente del apóstol Santiago, la que viste una esclavina de plata con piedras semipreciosas que fue renovada solo hace algunos años. La tradición marca que debes abrazarlo. ¿Por qué? Porque el Apóstol es un amigo que te recibe en su casa y como todos los amigos, cuando se encuentran luego de mucho tiempo, se dan un gran abrazo. Este hecho se toma del mismo Evangelio cuando Jesús dice: “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre…” (Evg. San Juan 15.15) El apóstol fue abrazado por todos, Reyes, Papas y todos los peregrinos que concurren a la Catedral… Con excepción del Primer Ministro del Gobierno de España José Luis Rodríguez Zapatero, que decidió no seguir la milenaria tradición.
Techos de la Catedral
El acceso se realiza por el palacio de Gelmírez, considerado una de las principales construcciones civiles del románico en España y centro del poder feudal que ejercieron los pastores espirituales de Santiago y su comarca. Debe su nombre al arzobispo que lo mandó a construir cuando su primer palacio fue destruido hasta tres veces en el mismo año de 1117 por las revueltas populares contra el poder real y religioso. El nuevo edificio, con acceso a dos plazas, se convertiría en alojamiento para recibir con dignidad a los reyes, príncipes y magnates que visitaban Santiago. Tras el ascenso por las estrechas escaleras de la torre, aparecen las impresionantes cubiertas escalonadas de la Catedral, que se recorren en toda su extensión. Este cielo de piedra ofrece la oportunidad única de entender las distintas etapas de construcción del templo; tener sus torres, cúpulas y pináculos al alcance de la mano y gozar de inmejorables perspectivas sobre las plazas monumentales a 30 metros por encima de la Plaza del Obradoiro y con un campo de visión de 360 grados la mirada se desliza por los tejados y se pierde en los montes circundantes en una visión inolvidable.
Descenso a la ciudad de los muertos
Cincuenta años después de las excavaciones arqueológicas de la Catedral, el cabildo catedralicio ofrece al público la posibilidad única de bajar al subsuelo del templo y contemplar la historia antigua de Santiago de Compostela. Este descenso a las entrañas de la catedral es en realidad un descenso a la historia del monte sagrado en que el obispo Teodomiro reconoció la tumba del apóstol en el año 813. En los estrechos espacios, el visitante encontrará el cementerio romano y la necrópolis sueva con docenas de tumbas y lápidas de entre 13 y 19 siglos de antigüedad. También se topará con parte de la primera muralla y las defensas del núcleo urbano crecido en torno a la basílica prerrománica del siglo IX. Un viaje imprescindible para conocer los fundamentos históricos de la ciudad y su templo.
El santo dos Croquès
El maestro Mateo es el artífice y creador del “pórtico de la Gloria”. Obra genial del arte románico celta que era la entrada principal de la catedral, antes que sea cubierto por la actual entrada, y que estaba profusamente coloreada por vivos y llamativos dorados y ocres y platas (no como lo vemos hoy, color piedra…), aunque fue recientemente restaurada y algo logró rescatar de la policromía primitiva. Cuenta la leyenda que ya casi terminada su obra, el maestro Mateo se la muestra al arzobispo, luego de una descripción minuciosa de cada elemento de la obra, el arzobispo le pregunta por una escultura que se encontraba del lado derecho de la imagen de Cristo y no había sido descripta. El Maestro le comenta que es él mismo que se había retratado en piedra a la derecha del Señor porque consideraba que su obra era de gran cuantía. El arzobispo lo reprendió con gran severidad por su falta de humildad ante el Señor. Días después, vuelve el arzobispo y ve que en ese lugar hay un ángel, y con gran asombro, observa que el maestro Mateo se había vuelto a representar a él mismo, pero esta vez, en la parte posterior del parteluz, de rodillas y mirando eternamente hacia el altar y a esa estatua nunca le daría el sol. Solicitando al Señor, eternamente; el perdón por su falta de humildad. La estatua se convirtió en objeto de veneración y es conocida como el “Santo dos Croques” por la costumbre de los peregrinos de chocar la cabeza con la estatua, rito también popularizado por los estudiantes de la universidad compostelana como propiciador del desarrollo del buen entendimiento y la sabiduría. Desde el año 2005, ese rito fue prohibido para preservar la escultura.
La vieira, símbolo del Peregrino
¿Porque una ostra es el símbolo del peregrino? Son varias la teorías que se mezclan con leyendas, pero tomemos la más tradicional. El camino culmina en el cabo de “Finisterre” (El fin de la tierra, ahí culminaba el mundo conocido…) en ese sitio los peregrinos deben (hasta el día de hoy…) quemar el calzado con el que llegó hasta Santiago simbolizando un cambio de vida y de actitud. En ese sitio, y al cumplir con ese rito, se entregaba una vieira, símbolo del renacer, y esa viera le servía al peregrino como salvoconducto para volver a su tierra y ser alojado gratuitamente en las posadas que se encontraban en el camino. Se colgaba del bastón o del sombrero y de una capa, y era la demostración de que había cumplimentado el camino del peregrino.
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