Pilar Riesco tenía 21 años, vivía con sus padres en Almagro y estaba feliz porque acababa de entrar a trabajar al mismo banco que sus dos hermanos. Desde 2017, estaba de novia con Patricio Leonel Reynoso, de 31 años. Sin embargo, la relación siempre fue intermitente y la pareja estuvo distanciada en varias ocasiones, aunque volvían a reconciliarse.
En una entrevista con Infobae, su madre Adriana Chiaverano contó que nunca estuvo de acuerdo con ese noviazgo: le preocupaba la adicción a las drogas de Reynoso y su exagerada insistencia para recomponer la pareja cada vez que se peleaban. Refiere a que “la relación era ultra enfermiza” y le llamaba la atención que -en los tres años que salió con su hija- nunca quiso ir a conocerla, ni a ella ni a su familia.
“Nunca vino a mi casa. ¡Jamás! La única vez que lo vi fue porque me presenté en la heladería donde trabajaba como encargado, cuando hacía pocos meses que salía con mi hija. Yo sabía que era 10 años más grande que ella y eso me provocaba miedo. A mi hija la notaba distinta, la alejaba de casa, siempre estaba con la familia de él... Veía cosas que no eran normales. Por eso, fui a la heladería en la que trabajaba como encargado -que era de la familia del padrastro- pregunté por Patricio y él mismo me dijo: “Acá no hay ningún Patricio”. Pero yo sabía que era él. Entonces, pedí un café, me senté en una mesa y cuando fui a pagar le dije que sabía que era él y que salía con mi hija. ¡Se quería morir! Me pidió perdón, me dijo que no sabía yo era la madre y que por eso se había negado... como si escondiera algo”, recuerda Adriana.
Pilar estudiaba recursos humanos en la Universidad de la Marina Mercante y había entrado a trabajar al Banco Galicia, donde dos de sus hermanos cuentan con una larga trayectoria; mientras que su pareja trabaja en la heladería que pertenece a su familia.
Patricio Reynoso tiene como antecedente penal una “probation” y protagonizó un video viral en abril de 2019, frente a un colectivo en pleno barrio porteño de Once. A bordo de una Renault Captur de color gris, detuvo su vehículo delante del colectivo, se bajó y tomó un palo de su baúl. Primero insultó al chofer, después le pegó con su mano al espejo retrovisor del lado del conductor, luego arremetió contra el vidrio: los restos llegaron a ingresar al ómnibus. “Sacá foto gordo ortiba, gordo ortiba”. “Vos no tenés que andar por ahí”, le gritó Reynoso al chofer.
Pero la agresión aún no había terminado: caminó por el frente del colectivo para destruir el otro espejo, guardó el palo en el baúl y se marchó sin mirar atrás. La violenta escena quedó registrada en el celular de uno de los pasajeros y se hizo viral en las redes sociales, por lo que se le inició una causa de oficio por daño.
-¿Cómo era la relación entre su hija y Reynoso?
-Toda la relación fue ultra enfermiza: mi hija andaba mal y no era la misma persona que antes. Por ella, me enteré que él tenía problemas con las drogas y me dijo que había tenido una causa por ese tema. Descubrí que Pilar estaba consumiendo y, en dos oportunidades, la interné en una clínica para adicciones para curarla. Después, mi hija empezó a andar muy bien. No se veía con él porque me dieron que la tuviera controlada, así que estaba conmigo constantemente y no se encontraban. Pero él no dejaba de llamarla por teléfono, no dejaba de andar por los lugares que ella frecuentaba... no la dejaba tranquila. Si empezaba a salir con un chico, la molestaba, le mandaba regalos fastuosos... Nunca la dejaba en paz. Pilar se fue a Alicante, en España, pero también la seguía llamando. A los 3 meses volvió y ya estaba todo el tiempo detrás suyo. Pilar se puso a trabajar en un call center, hasta que en diciembre tuvo una entrevista para trabajar en el Banco Galicia. A su hermana le dijo por WhastApp que lo quería dejar, que quería que él desapareciera de su vida porque no iba a cambiar nunca. Ella había intentando ser su salvadora por su adicción a las drogas y lo había llevado a Narcóticos Anónimos, pero no le dio resultado. Pilar le decía que, si no lo podía reformar, no podía proyectar nada con él porque iba a ser una desastre... Y fue un desastre... Siempre le decía que ese chico no le convenía, que no era bueno... Pero ella estaba enamorada u obnubilada... y no me escuchaba.
Los hechos:
El 15 de marzo de 2020, Pilar Riesco murió al caer del balcón del departamento ubicado en el cuarto piso de Alagón 305 en el que vivía Reynoso, en Nueva Pompeya. Fue trasladada en grave estado al Hospital Penna, pero ya no había nada que hacer. Desde entonces, la Justicia investiga si la joven habría caído en medio de un forcejeo con su pareja o si se habría suicidado. Su novio fue detenido y, posteriormente, excarcelado. La causa tramita ante el Juzgado Criminal y Correccional Nº 51, a cargo de la Dr. Graciela Angulo de Quinn, e interviene el fiscal, Dr. Martín López Perrando.
Una fuente con acceso al expediente explicó a Télam que, “si bien la autopsia reveló que la causa de la muerte fue un traumatismo de cráneo producto de la caída, en ella se advirtieron signos de defensa, como amarraduras en los brazos”. Según esa fuente, en la superficie corporal del acusado se hallaron “rasguños, que son signos de la defensa ejercida por la víctima”.
En su fallo, la jueza indicó que “existieron agresiones físicas y quien tuvo las de mayor relevancia fue la víctima, no sólo en antebrazos y brazos, sino también en el cuello, que implicó que sufrió presión en el mismo”. En primera instancia, la magistrada procesó a Patricio Reynoso por el hecho, pero luego la sala V de la Cámara Nacional Apelaciones en lo Criminal y Correccional revirtió la medida por “falta de mérito”.
-¿Qué pasó el 15 de marzo?
-Mi hija estaba en la casa del novio, parece que hubo una pelea y ella cayó del balcón. La policía recabó el testimonio de alguien que dijo que él la habría empujado, pero esa persona se escabulló y se fue. Hubo otro testigo que dijo que la vio caer, pero también desapareció. Finalmente, un tercer testigo se presentó en la comisaría y dijo que vio todo. Se trata de una mujer que dijo que estaba en un colegio, ubicado en diagonal al departamento del muchacho. Declaró que Pilar sacó una de sus piernas por el balcón y luego la otra, mientras se sostenía de la baranda y miraba hacia el interior del departamento. “A continuación, gira y se lanza, cayendo a la vereda”, así lo declaró en el expediente. La mujer dijo que, antes de tirarse, escuchó a mi hija decir “No querés que esté en tu vida, no te importa”. Pero en la causa reveló que hace 10 años que es amiga del novio de mi hija... Justo dio la casualidad que estaba en ese lugar y tuvo esa vista privilegiada.
-¿Qué explicación dio Reynoso?
-Declaró que tuvo una pelea muy fuerte con mi hija, que toda la culpa era de ella, que lo agredió y le pegó y que él la empujó. Después, según su relato, mi hija se fue al balcón, pasó una pierna afuera de la baranda, él le gritó “¿Qué hacés?”, ella pasó la otra pierna y él dijo que estaba shockeado. Pilar se agachó, se agarró de la baranda mirando hacia adentro, no lo miró y se tiró. No sé qué estaba haciendo él en ese momento... El vecino de al lado estaba en el balcón, pero nadie lo citó... Hay una serie de incoherencias en las declaraciones testimoniales de él y en las de los testigos, porque hay muchas cosas que no coinciden. La excarcelación se basa en que no había pruebas suficientes para que él quedara en prisión. Estuvo 45 días preso, pero la Cámara Nacional Apelaciones en lo Criminal y Correccional consideró que no había pruebas suficientes, porque la jueza no había ordenado pruebas, salvo la pericia que se hizo en el departamento el día que mi hija cayó”.
-¿Cuándo fue la última vez que vio a su hija?
-El viernes 14 de marzo fuimos a un cumpleaños familiar y estuvimos en la casa de unos amigos de toda la vida. Se quedó hasta tarde, estaba feliz y salió con unos amigos. Al otro día, una pareja le iba a presentar un chico nuevo, así que estaba contenta. Pero el sábado se fue a la casa de él, no se por qué. Estaba drogado, porque los tests dieron que tenía cocaína y cannabis en la sangre. El domingo Pilar tenía que volver a casa, pero no volvió nunca más... Reynoso dice que el sábado llegó de bailar y que Pilar no lo quiso saludar, porque había visto que tenía a otras chicas en el celular. Pero se fueron a acostar, durmieron y al otro día pidieron comida en McDonald ‘s. Reynoso dijo que mi hija lo atacó porque vio una foto en su teléfono y que le empezó a pegar. Habló de ella como si fuera un monstruo. Dijo que Pilar agarró un cuchillo y está demostrado que eso no es verdad, porque no se encontraron huellas. Su cartera apareció tirada al lado de la puerta, con lo que puedo presumir que alguien la tironeó y sus cosas cayeron al piso. Había fotos rotas. Después, Reynoso cuenta que ella fue al balcón y que se agarró de la baranda, cuando allí no se encontraron huellas de mi hija.
-¿Pidieron los cruces de llamadas entre Reynoso y la testigo que dice que estaba en diagonal al edificio? ¿Qué resultado arrojó la pericia de Gendarmería sobre la baranda del balcón?
-Sí, como querellantes pedimos los cruces de llamadas entre el novio de mi hija y su amiga, quien es la testigo principal de la causa. Ellos hablaron cuando mi hija estaba tirada en el suelo, muriéndose, pero la mujer no se encontraba en el lugar en el que dijo que estaba. Estaba cerca, porque lo dicen los informes de la compañía telefónica, pero no pudo ver lo que dice que vio y que pasó. Aparte de eso, hay un montón de incoherencias. Los dos testimonios principales, que son el de ellos dos, sostienen que mi hija se agarró de la baranda y se tiró. Pero, cuando Gendarmería hizo la pericia -en la que se pone un producto sobre la baranda y los vidrios para saber si había huellas y transpiración- el resultado dio negativo. No había ninguna huella de mi hija, ni siquiera en los vidrios. Entonces, no sé cómo hizo para agarrarse de la baranda y darse vuelta, sin dejar una sola huella.
-¿Qué otras medidas de prueba se presentaron?
-La jueza no nos ordena las medidas de prueba. El pedido para que se vean las filmaciones de las cámaras de seguridad que nosotros hicimos en marzo, lo ordena en junio o julio. Pero las cámaras registran sólo durante 45 días y después vuelven a regrabar. Por eso, los negocios de la zona le respondieron que era lamentable, pero que no podían ayudar porque ya no contaban con esa información. El fiscal, Martín López Perrando, no participa del expediente... No lo hizo en ningún momento. No pide que se ordene ninguna medida... Es como si no existiera. Yo tengo que ser mi propia defensora, presentar pruebas y hacer todo, pero el fiscal -que está para proteger a la víctima- no hizo nada y no pidió una sola medida de prueba en un homicidio. Si yo no hubiese tenido plata para pagarle un abogado, esta causa estaría cerrada. No le importa a nadie y, como yo, hay muchísima gente que no le puede pagar a un abogado. La causa continúa pero está como retenida, como parada. Todo lo mandan a destiempo. Las pericias de sangre que le hicieron a Reynoso las dejaron mucho tiempo, así que no podía salir si había alcohol en sangre, porque ya se había coagulado. La autopsia muestra que hubo violencia previa a la caída, que hubo golpes que no se condicen con la caída y lesiones en el cuello, como si Pilar hubiera sufrido ahorcamiento. Solo se citaron a los testigos de la otra parte y se ve una diferencia notoria en el tratamiento que se nos da. Lamentablemente, mi hija ya no puede hablar porque está muerta.
-¿Reynoso se comunicó con usted para contarle lo que había sucedido? ¿En algún momento pudo hablar con él después de la muerte de su hija?
-No. No me llamó nunca, ni siquiera para decirme lo que había pasado. Se comunicó con una amiga de mi hija, le dijo que Pilar había tenido un accidente y que estaba grave en el Hospital Penna. Cuando llegué, me rodearon unos diez médicos para atajarme, pero ninguno se animaba a decirme que mi hija había fallecido ¡No me decían nada! ¡Fue espantoso y es espantoso vivir sin mi hija! Nunca lo pude conocer, solo lo vi esa vez que fui a la heladería y me dijo que él no era Patricio, cuando yo sabía que sí. Nunca vino a mi casa, ni me llamó por teléfono... Ni siquiera me llamó para decirme que mi hija se estaba muriendo en un hospital Su familia jamás se comunicó con la mía... Nunca, nunca. Mientras Pilar estaba muriéndose en el suelo, Reynoso hizo cinco llamadas desde su celular, pero ninguna fue al SAME o al 911. La testigo principal dijo que trabaja en el 911 y que es oficial, por lo cual tenía la obligación de haber llamado. Pero tampoco lo hizo.
-¿Confía en la Justicia?
-Yo no creo en esta Justicia y no puedo creer que nadie haya hecho nada porque apareció la pandemia: no se hizo ni lo lógico e indispensable que se hace en cualquier causa. El tiempo es fundamental y acá lo dejaron pasar. El fiscal nunca me llamó. Siento que la Justicia nos abandonó. En un homicidio hay que ordenar rápidamente todas las pruebas, porque si no se diluyen. Por otro lado, si en el expediente dijeron que mi hija se agarró de la baranda, tiene que haber huellas y la pericia arrojó que no hay una sola. Entonces, qué me expliquen cómo se agarró de la baranda. Que me expliquen por qué él tenía rasguños en el cuello, por qué mi hija tenía apretado el suyo y por qué tenía golpes. No es que pasa el tiempo y te sentís mejor. Pasa el tiempo y te sentís peor. No puedo creer que nadie se haya sentado a leer el expediente y que no se hayan citado a las personas que dijeron varias cosas. Reynoso hizo cinco llamados, que no fueron ni al 911 ni al SAME, y nadie le preguntó a quiénes llamó cuando mi hija estaba muriéndose en la vereda. La testigo de su parte dice que estuvo ahí, pero no fue así. Mi abogado me dice que la Justicia tendría que pedirle la prisión preventiva. Por eso, pido que la Justicia accione y que pida todo lo que falta. Con las pruebas que hay, ya se debería haber pedido la prisión preventiva.
-¿Cómo recuerda a su hija?
-Mi familia era una belleza y ella era mi hija menor. Siento que nos abandonaron porque no hicieron nada. Nunca me pude imaginar que esto iba a pasar. Era muy familiera y estaba feliz de haber logrado su objetivo de haber entrado a un buen trabajo como el que tienen los hermanos en el Banco Galicia. Empezó a trabajar el 1 de enero y estaba muy contenta. Mi hija no se suicidó porque estaba en el momento más feliz de su vida. Mi hija era un cascabel, cualquiera de sus amigas se lo puede decir; tanto las del banco, como las del call center en el que trabajó y las compañeras que estudiaron con ella para ser comisaria de a bordo. Con mi tarjeta, Pilar había comprado un acolchado y un juego de sábanas para regalarle a Reynoso. Lo compró en 12 cuotas y todavía las estoy pagando. No sé qué persona que está pensando en suicidarse compra ese tipo de cosas para su novio y en 12 cuotas. Mi hija no me contaba mucho sobre él porque sabía que yo no lo quería. Pilar creía que, porque había podido salir de la adicción a las drogas, iba a ser su salvadora. Quería sacarlo de ese mundo, era muy chica y creía que iba a poder lograrlo.
-¿Qué piensa cada noche cuando se acuesta?
-Siempre pienso en mi hija, en que no la tengo más... Destruyeron a mi familia, a mis hijos, a mi marido y a mí. ¡Todos estamos destruidos y él está en su casa! Pienso que esto le puede pasar a otra familia. Pienso que hay personas que no pueden pagarle a un abogado y que están sufriendo desde hace años, que piden justicia y que nadie los escucha. Si a mí, que le estoy pagando a un abogado para que siga la causa, me hacen esto, ¿qué le hacen al que no tiene nada? Estamos abandonados, en manos de nadie... Las víctimas no tienen derechos y, como ya no pueden hablar, dicen cualquier barbaridad de ellas. Estoy desilusionada, angustiada, siento impotencia... A mi hija no me la van a devolver nunca más y mi familia va a seguir destruida. Pero todo eso, ¿a quién le importa?
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