Nicolás Pachelo y los vigiladores José Ortiz y Norberto Glennon ingresaron al chalet de Carlos Carrascosa y María Marta García Belsunce alrededor de las 18:10 del domingo 27 de octubre de 2002. Había empezado a llover y estaba fresco. Entraron por alguna de las cuatro puertas de la vivienda porque el matrimonio, en general, no solía cerrar con llave su casa si estaban adentro del country. Los tres conocían los movimientos de los vecinos y la geografía del lugar, y sabían que a esa hora María Marta y su esposo no estaban. Subieron las escaleras y, con mucho cuidado, empezaron a revisar la habitación matrimonial en busca de dinero. Entre cinco y diez minutos después, escucharon que alguien entraba y se escondieron. María Marta, que había suspendido su partido de tenis con una amiga por el mal tiempo, entró, se sacó la campera y la dejó en la baranda de la escalera. Subió y fue directo al baño, abrió la canilla de la bañera y cuando se dirigió a su habitación para desvestirse se dio cuenta que no estaba sola. Reconoció a los intrusos y se desató una acalorada discusión. Ella, que tenía un carácter fuerte, probablemente amenazó con denunciarlos. Todo se descontroló. Hubo una pelea que se trasladó al baño mientras el agua seguía llenando la bañera. María Marta se resistió con todas sus fuerzas hasta que Pachelo sacó un arma, un revólver calibre 32, y vació el cargador en la cabeza de la mujer. Los asesinos vacilaron. Tal vez discutieron entre ellos por lo que acababa de suceder. El cuerpo inerte de la socióloga quedó con el torso en la bañera y las piernas afuera, y ellos escaparon. Eran las 18:30.
Esa es la conclusión a la que llegaron los fiscales María Inés Domínguez y Andrés Quintana, que heredaron la causa Belsunce luego de que la Sala I de la Cámara de Casación Penal bonaerense revocara en 2016 la condena a Carrascosa por el crimen de su mujer y la Corte bonaerense confirmara ese fallo dos años después. Los nuevos investigadores apuntaron entonces los cañones a la hipótesis del homicidio en ocasión de robo, la misma que la familia Belsunce sostiene desde que se supo que la mujer había sido asesinada, y el 13 de septiembre de 2018 solicitaron la elevación a juicio de los tres imputados. Poco más de un año después, a principios de noviembre de 2019, la fiscal María Inés Domínguez falleció.
El tercer juicio por el crimen de María Marta iba a comenzar el 3 de agosto, pero la pandemia lo puso en stand by y por ahora la fecha de inicio es incierta. Los jueces del Tribunal Oral 4 de San Isidro, muchos de los testigos y Roberto Ribas, el abogado de Pachelo, son personas de riesgo. Pero además hay otras causas por robo contra Pachelo que los fiscales no lograron unificar para tratarlas en un mismo debate y por las que el sospechoso está con prisión preventiva. “Como viene la mano es más probable que se hagan los otros juicios antes, mientras se espera una decisión de la Corte Suprema en cuanto al recurso de queja que presentó la Procuración bonaerense por la absolución del viudo”, especuló una fuente judicial.
El punto determinante de esta línea de investigación que tiene a Pachelo, Ortiz y Glennon como acusados fue la pericia que realizó el médico forense Héctor Moreira, que determinó que las fracturas costales que presentaba la víctima “se correspondían con maniobras de resucitación, no tenían carácter vital y debieron haberse producido cuanto menos una hora luego del fallecimiento”. De esta manera, Moreira estableció la data de la muerte entre las 18:30 y las 18:35, ya que el médico Juan Ramón Gauvry Gordon, el primero en llegar a la casa del country Carmel, intentó reanimarla a las 19:30. Esa prueba, a su vez, también fue clave en la absolución a Carrascosa ya que derribó la línea de tiempo que había establecido el fiscal Diego Molina Pico que sostenía que el crimen se produjo alrededor de las 19:00.
En el requerimiento de elevación a juicio, los fiscales presentaron una serie de pruebas que tirarían abajo la coartada de Pachelo. Si bien el vecino díscolo del country Carmel, que cargaba un pasado sórdido sobre sus espaldas, había declarado que ese día y a esa hora estaba en en el shopping Paseo Alcorta, en Capital, comprando un regalo para uno de sus hijos junto a su madre, los investigadores establecieron que recién abandonó el Carmel a las 18:59, pero se mantuvo por lo menos más de media hora en zona de Pilar, hasta las 19:30, cuando su teléfono celular fue captado por las antenas de la zona. “Mintió sobre los horarios en que se encontraba en Carmel, pues intentó ponerse fuera del barrio en el momento del hecho, pero fue captado por las cámaras que su salida tuvo lugar en el mismo momento en que (la masajista) Beatriz Michelini estaba ingresando, 18:59”, redactaron los acusadores.
Otra prueba que lo ubica en el Carmel a esa hora es el testimonio de tres jóvenes, Pedro Azpiroz, Marco Cristiani y Santiago Asorey, que lo vieron trotando bajo la lluvia adentro del country pocos minutos después de la finalización del partido que Boca le ganó a River, es decir, alrededor de las 18: 10 o 18:15. Uno de ellos declaró también que la vio pasar a María Marta en su bicicleta rumbo a su casa.
Con esas pruebas, que Molina Pico ignoró en su investigación, Domínguez y Quintana no sólo determinaron que Pachelo estaba adentro del Carmel cuando había dicho que no, sino que establecieron que, como sostiene el fallo de Casación, Carrascosa todavía estaba en lo de Guillermo Bártoli e Iriene Hurtig viendo el comienzo del partido que seguía, Independiente-Rosario Central, o bien en el Club House a la hora en que mataron a su esposa. Además, sumaron una serie de contradicciones del sospechoso y también sus antecedentes por robos adentro del country antes del crimen, y los que cometió en otros barrios cerrados tiempo después y por los que está preso y será juzgado. En todos los casos, la modalidad delictiva fue la misma.
“Pachelo vivía en el lugar, conocía la zona geográfica, los movimientos de los vigiladores y sus vecinos, de modo que el nivel de riesgo que asumía no era tal; pues contaba con dos elementos esenciales: uno era la posibilidad de resguardarse en su hogar, dentro del mismo barrio; el otro, que podía salir del mismo sin ser revisado, dada su condición de socio”, detallaron los fiscales.
Y añadieron: “Llamativamente, a partir del 27 de octubre de 2002, no se registró otro hecho de robo dentro del barrio cerrado, cuando nadie sabía -sólo su autor- que en la casa de la víctima hubo un delito contra la propiedad y un homicidio”.
Domínguez y Quintana comprobaron que el día del crimen fue robada de la vivienda de María Marta García Belsunce una caja metálica de color gris que contenía “una pequeña suma monetaria, cheques y documentación de la asociación benéfica de la que formaba parte la víctima (Missing Children Argentina)”, algo de lo que el viudo dijo que se dio cuenta varios días después cuando desde la asociación se la reclamaron.
Otra prueba que validaron fue la palabra de dos testigos que trabajaban en una estación de servicio ESSO, ubicada en Colectora de Panamericana y Tratado del Pilar, quienes sostuvieron que el 28 de octubre de 2002, a primera hora de la mañana, Pachelo les preguntó si sabían algo de la mujer que habían matado en el country, es decir, a menos de 24 horas de producido el hecho, él ya sabía que María Marta había sido víctima de un homicidio, algo que se supo tras la realización de la autopsia, el 2 de diciembre de 2002.
Y también, en base a la declaración de otro testigo, constataron que Pachelo había estado detrás del secuestro del perro de María Marta, un labrador negro llamado Tom, por el que Carrascosa no quiso pagar los 5.000 pesos que le exigieron por el rescate. El cuidador de perros Florindo Cometto describió con lujo de detalles que el acusado le llevó al animal para que se lo cuidara por 15 días y que nunca más lo fue a buscar.
El caso tomó estado público el 11 de diciembre de ese año y una semana más tarde, de manera abrupta, Pachelo vendió su casa a un precio muy inferior y se mudó.
Con relación a Ortiz y Glennon, quienes estaban atrás de una serie hurtos que se habían producido en el Carmel, los fiscales dieron por probado que ese día ingresaron al country minutos después de las 18:00, aunque no se sabe que hicieron durante la hora siguiente. De hecho, Carrascosa declaró que Ortiz estaba en la puerta de su casa cuando él llegó y que el vigilador le dijo que había ido hasta allí en el Melex porque la masajista estaba esperando para ingresar al country y nadie respondía el teléfono en la casa. Habían pasado minutos de las 19:00.
¿Pero por qué los fiscales consideran que fue Pachelo y no alguno de los guardias quien disparó contra María Marta? El perito Raúl Torre, que fue contratado por la querella, sostuvo que el crimen “fue un acontecimiento precipitado, intempestivo, que no le demandó al agresor más que pocos segundos en cometer el hecho. Los disparos realizados en su cabeza -a muy corta distancia- acaecieron con gran velocidad, uno tras otro. La única excepción es el disparo que no ingresó en su cabeza, que presenta otra posición tanto del agresor como de María Marta”. Por la mecánica del hecho, Torre argumentó que la sangre de la víctima salpicó “en sentido contrario, o sea, hacia el arma o hacia el tirador, por lo que es probable que sí, que el criminal transportara sangre de la víctima en sus manos, en su rostro o en sus prendas”.
“No se advirtió por testigo alguno en los imputados Glennon ni Ortiz la presencia de restos de sangre en sus ropas, siendo que ambos debieron permanecer en el barrio hasta la mañana del día siguiente. Por el contrario, quien sí tuvo tiempo de bañarse y hasta tomarse el trabajo de lavar su ropa fue Nicolás Roberto Pachelo (según se lo reconoció en una conversación telefónica privada al periodista Jorge Lanata); aún, cuando esa misma noche llegaba la empleada doméstica, quien permanecía en la finca durante la semana”, explicaron en su presentación Domínguez y Quintana.
El abogado de Carrascosa, Gustavo Hechem, tiene otra teoría, aunque con los mismos sospechosos como protagonistas. “Los cómplices de Pachelo estaban en la casa robando y él estaba afuera merodeando y haciendo de campana. Cuando vio que María Marta iba hacia su casa se anticipó y fue a avisarles. Es por eso que los chicos lo vieron trotando bajo la lluvia cuando ella volvía en bicicleta”.
Hechem cree que adentro de la casa, además de los vigiladores, estaba la por entonces esposa de Pachelo y madre de sus tres hijos, Inés Dávalos. “Pachelo entró porque en la casa estaba alguien con quien él tenía mucho compromiso”. De todas maneras, Dávalos fue sobreseída porque presentó una coartada que para los fiscales es sólida. Otros tres vigiladores, que también habían sido acusados, siguieron su misma suerte.
Las cartas están echadas y con este renacer del caso por el éxito del documental de Netflix “Carmel ¿Quién mató a María Marta”, un jugador compulsivo como Pachelo sabe que ahora tiene las de perder, aunque no todas sus cartas son malas: nunca apareció el arma homicida, la línea de tiempo que plantean los fiscales es tan fina como la de Molina Pico, los otros dos involucrados no se quebraron y sostienen su inocencia, y el paso del tiempo, en este caso 18 años, juega siempre a favor de la impunidad.
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