Tenía apenas 21 años cuando se consagró en Londres como la primera Miss Mundo argentina. Sucedió en 1960, en el famoso concurso de belleza creado por el conductor de televisión británico Eric Morley. Un título que, asegura Norma Gladys Cappagli (82) fue pura casualidad.
Como sea, a partir de ese reconocimiento global, las puertas del mundo se abrieron para esta joven porteña que solo quería viajar. Lo logró: recorrió los cinco continentes, en épocas donde volar en avión era algo poco frecuente.
Creció criada por sus tías y su padre entre Buenos Aires, Córdoba, Mar del Plata. Era una gran lectora, y todo lo que había leído alguna vez lo quería vivir. En los 50 estudió para ser contadora, algo que ejerció hasta que el destino le presentó otros planes.
- ¿Le interesa ese mundo del modelaje y la publicidad?
-El modelaje me terminó gustando. pero no fue algo que busqué. Yo solo quería viajar, hasta pensé en ser azafata, pero luego lo descarté. Estudié para ser contadora, y un día en una peluquería una hermosa mujer, Maria Fernanda, esposa del diseñador frances Jean Cartier, se me acercó y me ofreció ser mannequin. Me dijo: “Por favor llamame que me gustaría presentarte a mi marido”. Recién cuatro meses más tarde lo hice. Nunca imaginé que sería Miss Mundo.
-¿Al concurso internacional tampoco se anotó?
-Me llevaron. Fui a la convocatoria por pedido de una amiga, ella quería participar, y terminé seleccionada y ganadora. Lo recuerdo como una maravillosa experiencia.
Entonces voló sola a Londres, en representación de Argentina. Y ganó. Después le siguieron Norma Nolan, Mirta Massa y Silvana Suárez, la última compatriota que se calzó la corona
-¿Por qué cree que la eligieron como la mujer más linda del mundo ?
-No lo sé. Nunca le di importancia al título porque la belleza de una persona no se mide por el aspecto físico, sino del interior. Jamás me aferré a la imagen.
El título, además de la proyección global, vino acompañado de un premio de cinco mil esterlinas británicas y un auto de lujo que nunca le entregaron. “Una vez pregunté por el coche, y me dijeron que la automotriz había quebrado, pero no era algo que me preocupaba”, admite. También le valió un importante contrato con la industria del cine. “Renuncié a eso, sabía que no me interesaba la carrera de actriz, así que se lo cedí a otra de las chicas que lo iba a saber aprovechar”.
Título en mano pisó el suelo argentino, después de visitar París durante 10 días, y en Ezeiza la esperaba una caravana autoconvocada de fanáticos, incluido el equipo de bomberos voluntarios de La Boca, que la nombraron Madrina. “Me deslumbre al ver tanto recibimiento. Los bomberos me invitaron a subirme al camión hidrante y recorrimos la ciudad saludando a la gente. Una experiencia bellísima”.
También estuvo en la Casa Rosada, donde se reunió con el presidente de aquel entonces, Arturo Frondizi. “Nos juntamos en su despacho, hablamos bastante y me pareció un hombre brillante”.
El mundo de la moda en los ’60
Fascinados por su belleza, elegancia y sobre todo su estilo singular, Norma atrajo la atención de los grandes renombres. “Trabajo no me faltó nunca, reconozco que todo era más fácil aunque también laborioso, no tenía un equipo de estilistas solo me entregaban la ropa y tenía que peinarme, maquillarme y prepararme para la presentación.... eran largas horas”, recuerda.
Después de casi dos años como mannequin decidió bajarse de las pasarelas, y volcarse en el mundo de la publicidad. “Eran todas en vivo para marcas de autos, perfumes, joyas… Eso era más fácil porque tenía un equipo que me preparaba todo”.
Cambio de vida
A fines de los 60, se casó con un empresario italiano, dejó de lado el universo fashion, y se instaló en Milán. Siempre inquieta quiso seguir relacionada con ese mundo y fue redactora de la revista italiana Men' s Bazaar. “Me gustaba mucho estar en la redacción preparar las colecciones masculinas de Armani por nombrar algunos tuvo un suceso extraordinario”, dice. También tuvo programas de televisión en la industria italiana donde se ocupaba de producir, realizarlas e inclusive hacer los montajes. “La vida hay que aprovecharla al máximo, pero en aquella época todo era más fácil”..
Pasó unos años en Rio de Janeiro donde alquiló un departamento frente a la emblemática playa de Ipanema, y más tarde Copacabana. Hasta que no resistió la distancia, “extrañaba mi casa, la Argentina, la gente, las medialunas y la facultad”. En 1989 regresó de manera definitiva.
Su falsa muerte
Hay poca biografía y escaso material fotográfico de Norma. “En una mudanza lo perdí todo”, dice. Sin embargo, hasta hace unos años, en Wikipedia confirmaban su muerte. Su sobrina Carla se encargó de hacer el reclamo para que modificaran el infausto yerro. Actualmente la información fue corregida aunque poco se sabe de sus logros.
Hoy, esta primera reina de belleza lleva una vida como la que planeó. Reside en su departamento de la Recoleta, junto a su gata blanca de 22 años. Se la ve por el barrio siempre alimentando a los perros callejeros, incluso llevándolos al veterinario: “Amo los animales”. Sale a pasear por los cafés de la zona, se reúne con sus sobrinos, primas y amigos.
-Después de tantos años de trabajo en la moda, ¿cómo la ve hoy?
-Me gusta que la gente pueda salir a la calle vestida como quiere según su cuerpo, estilo, sin seguir las tendencias. En mi tiempo era impensado ver gente en zapatillas.
“Maquillaje, ropas caras...nada de eso”, dice. Desde que dejó el mundo de la moda, le da poca importancia a esos accesorios. “Claro que soy coqueta, me cuido, camino diariamente, como sano, y disfruto del aire libre...pero nada más”.
El paso del tiempo no es algo que la preocupa, al contrario, lo ve como una experiencia rica de todo lo vivido. Tiene una mirada libre, y auténtica ...."La vida se afronta siempre adelante, no para atrás, adaptandote a las cosas, con garra, con optimismo. Gocé de la vida, y lo sigo haciendo. Estoy agradecida, y eso es lo que me gustaría transmitir a los jóvenes de hoy, Si se lo toman así, la edad eso solo una cronología".
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