Muchos templos religiosos -sean católicos, reformistas o sinagogas- tuvieron donantes. Algunos son verdaderas e imponentes obras de arte las cuales quedaron para toda la comunidad sean de cualquier culto. Pero hoy casi nadie recuerda, lamentablemente, quien los donó. Por supuesto, enumerar a todos ellos excedería el propósito de este artículo y la paciencia de sus lectores. En la iglesia católica casi siempre el donante ponía el santo patrono de su nombre al templo. Podían ser hombre o mujeres, de allí que hayan templos con nombres de santos que no son muy comunes entre nosotros.
Durante el periodo virreinal en lo que es hoy Argentina los únicos templos eran católicos, y en su gran mayoría eran construidos por las congregaciones a las que pertenecían los mismos: franciscanos, dominicos, agustinos, betlemitas, mercedarios, entre otros. O capillas conventuales de monjas clarisas, dominicas, carmelitas., y demás... Alguna familia, gremio o persona donaba algún altar u objeto a un templo. Por ejemplo Manuel Belgrano pagó de su peculio el púlpito de la iglesia de Nuestra Señora de Belén de Buenos Aires (mayormente conocida como San Telmo) en 1805 el cual fue realizado por el artista español Manuel Gaspar Hernández. El gremio de los orfebres costeó el retablo de San Eloy en la capilla de Santa Catalina de las monjas de Santo Domingo de Buenos Aires. Doña Gregoria Matorras (la mamá de San Martín) donó a la Iglesia de la Santa Trinidad (la catedral de Buenos Aires), la imagen de la Dolorosa que hoy podemos observar en la capilla del testero de la nave izquierda de dicho templo. La esposa del Almirante Guillermo Brown, Elizabeth Chitty donó a la iglesia anglicana del San Juan Bautista tres vitrales.
Hubieron excepciones. El acaudalado comerciante Domingo de Acassuso donó el templo del entonces pueblo de San Isidro, provincia de Bs. As., luego de que tuvo un sueño en el cual el santo le solicitaba una iglesia para las personas de ese lugar. Más tarde, como era devoto de San Nicolás, prometió construirle una ermita en la ciudad de Bs. As. y -por un evento que Acassuso consideró milagroso- la ermita se convirtió en un inmenso templo. Cuentan que había solicitado a Lima clavos dorados y cuando llegó el pedido, no eran clavos sino barras de oro. Acassuso inmediatamente deseó devolver ese envío (le olía a trampa de algún competir del rubro) pero le respondieron que no, que el envió estaba bien y es lo que le remitieron desde Lima. Él consideró que era un signo del santo que le enviaba ese oro para construir un lugar de oración más grande, y así lo hizo. Construyó la desaparecida iglesia de San Nicolás de Bari (la cual se ubicaba dónde está el Obelisco de la ciudad de Bs. As.). También construyó la torre faltante de la Iglesia de Ntra. Sra. Del Rosario del Convento de Santo Domingo por pedido de su esposa, que prometió llevar un solo pendiente hasta que no estuvieran terminadas las dos torres. Los Acassuso vivían frente al convento.
Al emanciparse las Provincias Unidas del Sud e ir gestándose poco a poco el actual territorio de nuestro país, muchas familias -por diversos motivos- comenzaron a poseer grandes fortunas. Ya entrando a fines del S. XIX y principios del XX la Argentina estaba constituida como hoy la conocemos. La ciudad de Bs. As. pasó de ser la “gran aldea” a ser una “prominente metrópoli” y la moda era emular a Francia. Cabe recordar que la alta sociedad porteña vivía “De la Catedral al Sur” y fue el cólera y la fiebre amarilla que hicieron que abandonaran sus palacetes y huyeran hacia la Recoleta, al pueblo de Belgrano o al pueblo de San Isidro, (mientras más lejos de Bs. As., más ricos…) quedando la zona totalmente despoblada y los imponentes templos, sin fieles.
Lo español sabía a poco, a primitivo, a austeridad… no iba bien con los nuevos movimientos estéticos. Entonces muchas de estas familias comenzaron a poner al día en gusto arquitectónico a los templos. Pasaron de una simpleza colonial y austera de cal y canto a un neo-barroco o a un eclecticismo fenomenal.
Algunas familias argentinas, pocas ciertamente, amasan grandes fortunas y también padecen tragedias. Una de ellas son los Guerrero. La trágica memoria de Felicitas Guerreo de Álzaga (considerada por el poeta Guido Spano “la mujer más hermosa de toda la República” y asesinada por Enrique Ocampo, un amante despechado) será inmortalizada con la construcción de un templo en Barracas donde ocurrió la desgracia que se llevó su vida. La iglesia de Santa Felicitas inaugurada en 1876 construida por los padres de Felicitas Guerrero de Álzaga la cual posee la peculiaridad que es el único templo porteño que tiene dos estatuas de laicos en su interior, la de Felicitas Guerrero con su hijo Félix y la de Don Martin de Álzaga. De estilo ecléctico alemán, fue diseñada por el arquitecto Ernesto Bunge y guarda el espíritu de su trágico fin, fantasmas incluidos.
El caso de Mercedes Castellano de Anchorena es conocido. Nació en Rosario en 1840, tuvo 11 hijos y enviudó muy joven. Con su inmensa fortuna donó el retablo de Nuestra Señora del Milagro de la catedral de Salta, el templo parroquial de la Inmaculada Concepción del barrio de Devoto en Bs. As., parte del Seminario de Bs. As., la Parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes en el barrio de Belgrano y la capilla anexa dedicada a Santa Teresita de Liseux, la primera construida en el país a esta santa francesa. Y la iglesia más esplendorosa que posee la ciudad de Buenos Aires: La basílica del Santísimo Sacramento. Sobre la construcción de este templo exclamó: “Si mi Dios me ha permitido vivir en un palacio, yo quiero que también Él tenga el suyo en esta ciudad”. Y cumplió su palabra. Sobre esta iglesia y el edifico que se ubica frente a ella -el emblemático Kavanagh- surgió una pintoresca leyenda urbana. Mercedes Anchorena poseía su palacio frente a la plaza San Martin en Retiro. Desde el balcón de su dormitorio podía ver, plaza por medio, las torres de la iglesia y escuchar las campanas del templo que su munificencia había donado. Corina Kavanagh también era una dama catoliquísima, pero a los ojos de Mercedes era una “nueva rica”. Se dice que estuvo noviando con uno de los hijos de Mercedes. Para la matriarca del clan eso era intolerable, por tanto no dio su bendición para ese noviazgo y éste se desvaneció. Corina nunca olvidó el desaire y en cuanto pudo, adquirió un pequeño terreno ubicado frente al templo el Santísimo Sacramento y allí construyó el proverbial “Edifico Kavanagh” de tal modo que la altura de este tapaba exactamente la visual que Mercedes Anchorena tenía desde su dormitorio hacia templo. Ahora cada vez que Mercedes abriera las ventanas no vería más “Su” iglesia, sino el edificio Art Decó. Corina se había vengado de Mercedes. Y sigue la leyenda diciendo que Mercedes nunca más abrió las ventanas de su dormitorio. Eso sí es cierto. Al concluir la construcción del “Kavanagh” en 1936 (el edificio más alto de América Latina en su momento) Mercedes Anchorena no habría podido abrir nunca las ventanas de su dormitorio porque estaba muerta desde hacía 16 años, desde 1920. Es decir que es solo un pintoresco mito urbano. Mercedes Anchorena está sepultada en la cripta de la Basílica y Corina Kavanagh en la Recoleta.
María de los Remedios Unzué Gutiérrez Capdevila había nacido en 1861. Contrajo matrimonio con Ángel Torcuato del Corazón de Jesús de Alvear Pacheco el 8 de julio de 1885. Presidente de varias sociedades filantrópicas en el pueblo de Rojas hizo construir su Iglesia, un asilo de ancianos y huérfanos; también ayudó a la concreción del Congreso Eucarístico Nacional del año 1934. En el partido de General Arenales donó 500 hectáreas para el pueblo de Ferré y el Colegio Salesiano y en Bs As construyó la basílica de Santa Rosa de Lima, que finalizó su construcción en 1928, a cargo del arquitecto Alejandro Christophersen, quien le dio un estilo que él mismo catalogó como “románico-bizantino de Perigord”. Para ello se inspiró en dos construcciones francesas: la Catedral de Saint Front en Perigueux y el Sacré Coeur de Montmartre. La iglesia fue solemnemente inaugurada el 12 de octubre de 1934 y bendecida por el cardenal Eugenio Pacelli, futuro Papa Pío XII. El acto contó con la presencia del presidente de la Nación, general Agustín P. Justo, y del arzobispo de Lima monseñor Pedro Farfán, quien donó un relicario con reliquias de los santos latinoamericanos: Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres.
Doña Adelia María Harilaos de Olmos. Fue, lejos, la persona que de manera individual más obras eclesiásticas y sociales ha dejado en la república, muy injustamente y vergonzosamente olvidada. Nació en Buenos Aires en 1865. Al quedar viuda y dueña de una inmensa fortuna, fue declarada “demente” por sus familiares e internada en París. Pocos meses después se recuperó milagrosamente. Regresó al país, recuperó su fortuna y se dedicó a la beneficencia. A ella se deben la iglesia castrense Nuestra Señora de Luján (Belgrano), Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa del Parque Chacabuco (muy conocida por todos los que van por la autopista A1 de Bs. As.), el altar y camarín de Nuestra Señora de Pompeya, la iglesia de las Esclavas del Corazón de Jesús, sobre la calle Montevideo, la capilla de Nuestra Señora de La Paz en la catedral metropolitana de la Santísima Trinidad, el hoy denominado Pabellón “Ambrosio Olmos” del Hospital de Río Cuarto, en Córdoba; la capilla Nuestra Señora de la Salud de la calle Talcahuano; la parroquia de San Pablo en Turdera, provincia de Buenos Aires y el palacio que adquirió en 1934 para que se alojara el Cardenal Pacelli (luego Papa Pío XII), hoy sede de la Secretaría de Cultura de la Nación; en Villa Lugano el templo del Niño Jesús, la parroquia Santa Elisa, que construyó en recuerdo de una sobrina y ahijada fallecida muy joven. Su mayor contribución fue tal vez, el magnífico palacio de la Av. Alvear que donó por testamento para sede de la Nunciatura Apostólica. Tanta entrega fue premiada por S.S. Pío XI al concederle el título de Marquesa Pontificia. Falleció en septiembre de 1949 y sus restos fueron depositados en la iglesia del Corazón Eucarístico de Jesús (de las Hermanas Esclavas) frente a la plaza Vicente López, junto a su esposo. Fue sin lugar a dudas la persona que más obras dejó a la comunidad y para ello vendió el 80% de sus posesiones. Construyó 27 iglesias, colegios, asilos de ancianos, hogares para niños, casas religiosas, seminarios, centros obreros, talleres, hospitales, hogares obreros, escuelas, ayudas directas, etc… Su encuentro con Juan Domingo Perón y Evita fue proverbial y por ese encuentro fue despreciada por “la sociedad porteña”. Ni una calle en ningún lugar, ni una monumento, absolutamente nada recuerda la bondad de esta mujer para con la Nación Argentina.
La familia Pereyra Iraola. Donaron el templo más grande de la ciudad de Bs.As. que contiene, también, el órgano más grande de la ciudad: la basílica del Sagrado Corazón de Jesús de Barracas. Don Leonardo Pereyra deseaba “construir en sus tierras una capilla dedicada al Sagrado Corazón de Jesús”, pero falleció sin concretarlo, y fueron su viuda Antonia Iraola y sus seis hijos quienes cumplieron con el sueño en su memoria. Convocaron al arquitecto Rómulo Joaquín Ayerza para el diseño del templo y no construyeron una “capilla” precisamente. La coronación del campanario fue destrozada por un tornado y nunca más fue repuesta.
Antonio Devoto. Nació en 1833 en Lavagna, Italia y falleció el 30 de julio de 1916. Empresario, banquero y filántropo, emigró hacia Argentina, en donde desarrolló su actividad y en la que sobresalió como presidente del Banco Inmobiliario. En 1889 adquirió las tierras en donde planificó un nuevo pueblo, que es el actual barrio de Villa Devoto, en Bs. As. Allí construyó la Iglesia que lleva como titular al Santo de su nombre: San Antonio. Pero acá otra historia curiosa (la cual no es un mito, como la de Corina y Mercedes…): Don Antonio Devoto era monárquico y una vez, hablando con el rey de Italia, le preguntó: "Majestad: ¿cuál iglesia le gusta más a usted? Y el Rey le contestó: “La catedral de Superga” entonces Devoto le prometió que en sus tierras construiría a escala la copia de dicha catedral en su honor y así lo hizo, la Basílica de San Antonio de Devoto es la copia de la Catedral de Superga. El rey le otorgó el título de conde en enero de 1916, sólo unos meses antes de su fallecimiento. También construyó varios asilos de niños, como el Colegio San Vicente de Paul de Villa Devoto o el hogar del “patronato de la infancia” el cual se incendió ́, escuelas, bibliotecas, etc... . Al fallecer, las obras del templo las continuó su segunda esposa Elina Pombo de Devoto.
Doña Carolina Pombo, hermana de la esposa de Devoto, se casó con el Almirante Emilio Barilari, y en memoria de su Marido donará a la Sierva de Dios Madre Isabel Fernández, la capilla y el colegio de Nuestra señor del Carmen de Villa Raffo, actual partido de Tres de Febrero, la que está declarada monumento histórico Provincial y Municipal. También construirá la casa de retiros espirituales “San Ignacio de Loyola” en San Miguel, Prov. De Bs. As. y allí está sepultada.
El Arzobispo de Bs. As. Cardenal Santiago Luis Copello asumirá la guía del arzobispado en 1932. Tuvo el honor de ser el primer cardenal de la Iglesia católica que nació y ejerció el sacerdocio en la América hispana. Durante su gestión pastoral creó 72 parroquias nuevas. De esas 72 la mitad fueron diseñadas por el Arq. Carlos Massa, y son todas muy similares unas a otras y fácilmente identificables, de un estilo Neo-románico y con sub divisiones: Lombardo-Catalán; tardío, Económico, y Calchaquí; también utilizó estilo Neo-colonial; y algunas con campanario central. Y para cada una de ellas se buscaba alguien que aportara para la construcción de las mismas y de acuerdo al aporte de los donantes sería el estilo. Así que en cada una de estas 72 hubieron familias, individuos o congregaciones aportantes.
Don Saturnino Unzué. Pagó de su bolsillo la culminación de la Iglesia, hoy catedral, de la ciudad de Mercedes provincia de Bs. As. y la construcción de la casa parroquial. Al morir su esposa la Sra. Inés Dorrego de Unzué, inició la construcción de la cripta para albergar los restos del matrimonio. Los mausoleos de los Unzué están hechos con mármol traído de Etiopía, lo cual hace que este lugar sea único en la República.
Don Ramón López Lecube. De todas las mencionadas quizá la más extraña por su ubicación geográfica sea la del Ntra. Sra. Del Carmen de López Lecube, Prov. De Bs. As. Una imponente construcción ecléctica neoclásica se ubica en medio del campo. Se levanta como un templo grandioso que se recorta contra la suave ondulación de la llanura Pampeana. Pero ¿Cómo es que se construyó semejante edificio en medio del campo? Nos ubicamos en 1887. Don Ramón López Lecube era dueño de 50.000 hectáreas y salió a recorrer sus posiciones, un malón se acercaba rápidamente, él llegó a esconderse en unas vizcacheras. Ramón le prometió a la Virgen del Carmen que si salía con vida, construiría en ese mismo lugar una iglesia en su honor. Y así lo hizo, en 1900 comenzó a construir este imponente templo que finalizó en 1913. Los retablos son de mármol de Carrara hechos en Italia por el gran escultor Vittorio Caradossi y sus 14 vitrales proceden de Austria. En una de sus campanas se lee: “Confortado con la fe cristiana, llegué a estos campos el 8 de noviembre de 1880, en los que labré mi felicidad”. Don Ramón cumplió su promesa y el templo sigue allí.
Podríamos mencionar también Doña Justa Lima de Atucha y la parroquia del Carmen de Zarate y el convento de San José de Buenos aires de las Hnas. Carmelitas donde está sepultada; Doña Petronila Rodríguez y la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de la calle Rodríguez Peña; Doña Mercedes Baudrix de Unzué y la parroquia de San Agustín de la Avenida Las Heras; la familia Unzué – Díaz de Vivar y el actual santuario a Jesús Sacramentado en la Av. Corrientes. Doña Gracia Leanza y su marido Alfio, donantes del Templo de Ntra. Sra. Del Líbano del municipio de Gral. San Martin –declarado patrimonio cultural de la Prov. De Bs. As-, donde están sepultados. La lista es enorme. Tanto como el aporte al acervo arquitectónico y religioso de nuestro país.
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