“Hubo que filmar veinte noches en los basurales. Venían los canas y veían actores famosos, Norma Aleandro, Carlos Carella, Walter Vidarte, y para ellos era como si uno se encontrara con Carlitos Gardel. Nos preguntaban: ¿qué andan haciendo muchachos? Y les decíamos: Una película de publicidad”, le contaba Jorge “El Tigre” Cedrón a Eduardo Galeano a fines de 1972.
“Operación Masacre” se basada en la investigación que Rodolfo Walsh había hecho 15 años atrás sobre los fusilamientos de civiles en in basural de José León Suárez de la madrugada del 10 de junio de 1956 cometidos por la llamada “Revolución Libertadora” luego del fracasado levantamiento militar comandado por los generales Raúl Tanco y Juan José Valle. En plena dictadura, con la participación del propio Walsh en el guión y sin saber cuándo terminarían los días en la Casa Rosada del general Alejandro Agustín Lanusse, Cedrón se lanzaba a proyectar su película -de manera tan clandestina como la filmación- en cuanto lugar de la Argentina fuera posible.
La dictadura de Lanusse agonizaba, pero no renunciaba a la represión. Sin embargo –de la misma manera que el documental “La Hora de Los Hornos”, de Fernando “Pino” Solanas y Octavio Getino– “Operación Masacre” se vio en casas particulares, iglesias, facultades y sindicatos.
-Yo era muy chico, pero me acuerdo de que la película se usó en la campaña de (Héctor) Cámpora y también recuerdo haber acompañado a mi viejo a villas y fábricas donde la pasaban. Una vez fuimos a una villa desde donde se podía ver el río y que la proyección la había organizado un cura rubio. Con los años me di cuenta de que había sido en la Villa 31, desde donde en esa época todavía se veía el Río de La Plata, y que el cura rubio era Carlos Mugica –recuerda Julián Cedrón, el hijo mayor del “Tigre” en una charla con los cronistas.
Por entonces, Julián tenía cuatro años y cada vez que proyectaban la película buscaba la escena donde aparecía como “extra”, dormido en una cama de su propia casa. Hizo el papel de hijo de Nicolás Carranza, uno de los fusilados en José León Suárez.
-Todos los interiores se hicieron en la casa donde yo vivía. Hasta las escenas de la comisaría, que se filmaron en la cocina –cuenta.
Una filmación clandestina
“Operación Masacre” fue la primera película de ficción filmada de manera clandestina en la Argentina. Casi todas las tomas se hicieron de noche, con la excepción de la escena del comienzo de la película donde Julio Troxler – sobreviviente de los fusilamientos y actor que se encarna a sí mismo en el film – recorre el basural donde, de milagro, logró escapar al igual que otros fusilados que salvaron la vida a puro coraje, escapando de las balas policiales.
Casi la totalidad de los interiores se hicieron en distintos ambientes de una casa en Belgrano R, en Plaza y La Pampa, donde vivía Julián con su madre, Susana Firmo, recién separada de Cedrón.
-Mi viejo había empezado a militar (en las Fuerzas Armadas Revolucionarias – FAR) y mi vieja, que era una señora de San Isidro, no quería saber nada con eso. Él se había ido a un conventillo en La Boca, donde también vivían su hermano “El Tata” (Juan Cedrón, músico) y ahí se juntaban con Juan Gelman y con Paco Urondo – dice Julián, veterinario de profesión casi medio siglo después de estas historias ocurridas en su infancia.
Pese a la separación y a las diferencias por la actividad política del “Tigre”, la madre de Julián accedió a prestar la casa para el rodaje. Si bien el proyecto de “Operación Masacre” se mantenía en secreto, la filmación en sí no podía ocultarse, por el despliegue que requería y por la presencia de actores famosos. La excusa preparada era la misma que se utilizó en el basural: la producción de cine publicitario, una actividad en la que “el Tigre” era un director reconocido.
-Muy clandestino no era, porque en la cuadra de casa había parado un camión de filmación enorme y venían todos los días actores muy conocidos. Una vez cayó “la cana” a preguntar qué estaban haciendo, pero no pasó nada – recuerda Julián.
Aportes y trampas para una película secreta
Como en la actualidad, a principios de los ’70 hacer un largometraje de ficción sin el aporte económico del Estado era una misión imposible. Para poder concretarla, todos los involucrados en la película – actores, técnicos y director – formaron una cooperativa. Eso ayudó un poco, pero no alcanzaba, pero un ardid ideado por “El Tigre” permitió conseguir los fondos necesarios.
Jorge Cedrón ya era un cineasta conocido y de prestigio, con cuatro películas en su haber. El Instituto del Cine de la dictadura le había otorgado un préstamo para la filmación de “Por los senderos del Libertador”, una película sobre San Martín que el dictador Alejandro Agustín Lanusse había querido que se realizara durante su gobierno. Cedrón utilizó parte de esos fondos para la filmación de “Operación Masacre”.
No fue el único “favor” involuntario que Lanusse le hizo al “Tigre”. El film “Por los senderos del Libertador” se hizo y su estreno –antes de que saliera a la luz “Operación Masacre”- contó con la presencia de un entusiasta Lanusse. Cedrón se hizo la foto de rigor con el dictador y esa imagen era un salvoconducto para el buen trato con la policía: en el vestuario de la película eran imprescindibles uniformes y armas de la Bonaerense, de modo que Cedrón pudo conseguirlos sin recurrir a una costosa producción de sastres o valerse de armas de utilería.
Imágenes de un montaje
El montaje de la película se hizo también clandestinamente en los Laboratorios Alex, uno de los más grandes de la Argentina.
-Me acuerdo que íbamos a la moviola, en los Laboratorios Alex, que estaban en el Bajo Belgrano. Yo lo acompañaba a mi viejo y veía como cortaban la película y la iban compaginando. Venía también siempre un pelado, que hablaba mucho con mi viejo y se llamaba Rodolfo. Con el tiempo supe que era Rodolfo Ayala y que se había ocupado personalmente de compaginarla. Otro que estaba casi siempre ahí era Rodolfo Walsh, que había escrito el guion. Walsh era amigo de mi viejo, además. Creo que incluso en algún momento “lo guardó” a Rodolfo –recuerda Julián.
Las proyecciones clandestinas
Terminada en la segunda mitad de 1972, “Operación Masacre” comenzó a exhibirse inmediatamente de manera clandestina. Para eso, se hicieron la mayor cantidad de copias posible.
-Se hicieron muchas copias, para difundir sobre todo en la campaña de Cámpora. Se pasaron mucho “La Hora de los Hornos” y “Operación Masacre”, donde se podía. Se hacían copias de todo tipo, por eso se pueden encontrar en 16 milímetros e incluso en blanco y negro –dice Lucía Cedrón, hija menor del “Tigre” y también directora de cine.
Entre las realizaciones de Lucía Cedrón se encuentra la muy conocida y multipremiada “Cordero de Dios”.
Las proyecciones clandestinas de “Operación Masacre” exigieron una participación y logística militante muy fuerte, porque también implicaba riesgos. Además de las organizaciones políticas y sindicales que se comprometieron en ese trabajo, hubo también personas del mundo del cine que se ocuparon de difundirla en los lugares a su alcance.
-A lo largo de los años me he cruzado con gente que estuvo en proyecciones o era proyectorista. Por ejemplo, Norman Briski iba con el proyector y la pasaba; otro que lo hacía era el “Bebe” Kamin. Se comprometió un montón de gente, con esa concepción de esa época de la política y el arte como un todo. El arte como manera de expresar ideas políticas – dice Lucía.
Y agrega:
-Hay un cálculo, a la baja, de que en esa época la vieron en la clandestinidad un millón y medio de personas. Un número imponente.
Al mismo tiempo que se proyectaba clandestinamente en la Argentina, se sacaron del país copias para presentarlas en festivales internacionales como el de Pessaro, en Italia. De esa manera no sólo se hacía conocer, sino que era una manera de preservarla.
Un mes en las salas
Terminada la dictadura de la llamada “Revolución Argentina”, la película se estrenó comercialmente en septiembre de 1973, luego de que Jorge Cedrón aceptara hacer cambios en la parte final, donde se llamaba explícitamente a la lucha armada.
Por entonces dirigía el Instituto del Cine el co-director de “La Hora de los Hornos”, Octavio Getino, quien en 2009 recordaría: “Se le sugirió (a Cedrón) eliminar unas tomas del final donde se convocaba a la lucha armada, entendiendo que tal consigna no se correspondía con el momento que se estaba viviendo. Él aceptó y al día siguiente eligió los cortes, advertido de que eso era elección personal suya, ya que si no quería hacerlos, la película sería autorizada en los términos que él eligiera.”
El elenco estuvo integrado por Víctor Laplace, Norma Aleandro, Walter Vidarte, Ana María Picchio y Carlos Carella, y la participación del sobreviviente Julio Troxler (como sí mismo y en la narración en off) permaneció un mes en las salas.
-Mi viejo era medio un delirante, en el sentido que la filmó, le puso mucho esfuerzo con la exhibición clandestina y la llevó a los Festivales de afuera. Pero por el estreno comercial no se preocupó – dice Julián Cedrón.
Salvar la película
La represión de la última etapa del gobierno peronista y la instalación de la dictadura con el golpe del 24 de marzo de 1976 no sólo implicó persecución, amenazas y muerte para las personas sino también el peligro concreto de destrucción de bienes culturales.
Frente a ese oscuro panorama, Jorge Cedrón decidió quedarse en el país pero comenzó a sacar copias de sus películas – entre ellas “Operación Masacre”- para preservarlas.
-Mi viejo fue sacando las películas de a rollos, le daba un rollo a uno, otro a otro, para que se los llevaran afuera. En el ’75, “El Tata” (Juan Cedrón) ya estaba en París, así que algunas fueron allá. Toda la obra de mi viejo salió así. Tenía miedo de que quemaran las copias – dice Julián.
-Empezó a repartir las latas de las películas en las valijas de los amigos que se estaban yendo de la Argentina, con nombres falsos y sin hacer ningún inventario. Entonces de repente estaba el “acto uno” que se había ido con Guevara, no el Che sino Alfredo –amigo de Fidel Castro y primer director del Instituto de Cine Cubano tras el triunfo de la Revolución de 1959- con destino a la isla; el acto dos fue con Fernando Birri a Roma, el “acto tres” a Holanda, el “acto cuatro” a Londres, etcétera. Entonces la película tenía cuatro o cinco actos, todos con nombres falsos – coincide su hermana Lucía.
Haroldo Conti, exilio y muerte
Jorge Cedrón permaneció en el país hasta dos meses después del golpe. En un primer momento pensó en quedarse, porque tenía un proyecto en marcha: el guion de Mascaró el cazador americano, la novela de su amigo Haroldo Conti, con quien estaba trabajando para concretarlo. El 5 de mayo de 1976, el secuestro de Conti en el barrio porteño de Villa Crespo le puso fin a todo.
-Mi viejo se pensaba quedar, a pesar de que habían empezado a matar a algunos amigos de él. El hecho determinante fue el secuestro de Conti, cuando estaban trabajando juntos en el guion de Mascaró. Se juntaban a escribir en la casa de Conti y una noche, cuando iba para allá, encontró todo el tránsito cortado por los milicos. Se lo estaban llevando a Haroldo. Ahí decidió irse – explica Julián.
“El Tigre” se radicó en Paris, donde ya estaban exiliados sus hermanos. Lo recibió Juan, “El Tata”, que se había ido de la Argentina antes del golpe, luego de que intentara matarlo la Alianza Anticomunista Argentina, un grupo parapolicial de la ultraderecha peronista.
En Francia, filmó sus últimas dos películas, “Resistir” –con el seudónimo de Julián Calinki – y “Gotán”.
Jorge Cedrón fue asesinado en París el 1° de junio de 1980 en un confuso episodio que se intentó hacer pasar por un suicido. Tenía cinco puñaladas en el torax.
-Había un comando de la Armada ahí dando vueltas, sabíamos que eran ellos. Lo quisieron hacer pasar por un suicidio. Imaginate, un suicidio con cinco puñaladas en el corazón. Después de la primera, ¿cómo hacés para darte las otras? – dice su hijo Julián.
Efectivamente con el resguardo de la embajada argentina y la conducción del temible Almirante Cero –Emilio Eduardo Massera- había un grupo de expertos torturadores y fusiladores de la ESMA.
Lucía, la memoria y la recuperación
La obra cinematográfica de Jorge Cedrón quedó fragmentada, con sus pedazos repartidos en diferentes países del mundo, como un rompecabezas muy difícil de armar. Hasta que su hija Lucía emprendió el trabajo de rearmarlo, recuperando las piezas.
-Aquello mismo que había salvado a las películas de las garras de la dictadura, sacándolas en pedazos. Así que empecé un trabajo de hormiga para rastrear dónde estaban y recuperarlas -cuenta.
Corría 2002 cuando, impulsada por el crítico Fernando Peña, empezó a hacerlo.
-Había vuelto a la Argentina y quería quedarme. Era 2001, veía lo que pasaba en el país y quería volver a la militancia, pero no sabía bien cómo. Se lo conté a Fernando y entonces ahí me dijo: “¿Sabés qué? Hasta que encontrés dónde, el arte es la militancia. Ocupate de las películas, porque nadie más que vos lo puede hacer” – recuerda.
Durante meses rastreó y recuperó películas y fragmentos para traerlos a la Argentina. Al mismo tiempo filmaba su primera película como directora, el cortometraje “La ausencia”, con el que ganó un Oso de Plata en el Festival de Berlín. Corría 2003.
-Para ese momento hicimos una retrospectiva en el Bafici con el material recuperado de mi viejo. Eso fue muy impactante para mí porque el festival se cerraba con mi corto, “La ausencia”. Y terminé compartiendo el cartel con mi papá en la sala del Malba – dice, orgullosa, Lucía.
La restauración
Las películas estaban en mal estado, hacía falta restaurarlas pero no había medios para hacerlo. Sin embargo, Lucía no abandonaba el proyecto de hacerlo. En 2008 filmó su primer largometraje “Cordero de Dios”, con el que ganó El Cóndor de Plata. En la ceremonia, la directora del Instituto Nacional de Cine, Liliana Mazure, le entregó el premio, la abrazó y en medio del abrazo le preguntó:
-¿Qué vas a hacer con las películas del “Tigre”?
-¿Qué me estás queriendo decir? Yo estoy para salir a la cancha ya –le contestó Lucía.
-Bueno, hagámoslo. Llamame y vení a verme a la oficina.
Con el apoyo del Instituto, Lucía Cedrón emprendió el trabajo de restauración de las películas de su padre.
-Empezamos un trabajo artesanal que se hacía por primera vez en la Argentina. Trabajamos fotograma por fotograma, los digitalizamos y los restauramos. Y no sólo lo hicimos con la imagen sino también con el sonido. Con “Operación Masacre” tuvimos la suerte de que su director de fotografía, Jorge Duclaquet, se vino de Chile para ayudarnos. Cuando terminamos, Julio, que es como un tío para mí, me dijo casi a los gritos: “Ni tu padre ha visto la película así”.
Hoy, las copias de todas las películas restauradas de Jorge “El Tigre” Cedrón forman parte de una edición especial de tres DVD realizada por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, que además incluye un libro de Fernando Peña sobre su obra.
-Es totalmente gratuita, con fines exclusivamente culturales y de difusión. No se puede comprar ni vender. Siempre quise que fuera así – dice Lucía.
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