Una vez más, la comunidad armenia de Buenos Aires volvió movilizarse. Esta vez en el marco de una misa por la Paz que se llevó a cabo en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires. La actividad, que contó con la presencia del Cardenal Mario Aurelio Poli y del Arzobispo de la Comunidad Armenia en Argentina y Chile, Kissag Mouradian, se dio tres días después del acuerdo firmado el 9 de noviembre que puso fin a un conflicto bélico que duró un mes y medio.
Son casi las 18 horas y sobre la Avenida Rivadavia asoman los colores de una bandera armenia. Quien la sostiene es Gagik Ananyan (45). Llegó con tiempo, dice a Infobae, para encontrarse con el resto de los integrantes de la diáspora. Hay una necesidad de estar más unidos que nunca. Es que, para el pueblo armenio, el acuerdo del cese de Guerra firmado el 9 de noviembre fue una sorpresa. “Estamos consternados. Perdimos todo. No solo nos toca lamentar la pérdida de muchísimas sino que, además, tuvimos que ceder parte de nuestro territorio”, lamenta Ananyan.
Frente al templo un grupo de, aproximadamente, quince personas enciende velas de luz de led y las coloca en el piso en forma de cruz. A unos metros, alguien extiende un par de carteles con imágenes en blanco y negro. “¿Quien me devuelve a mi hijo?”, se pregunta uno. Otro dice: “No más chicos sin padres”.
Roxana Banklian (60) y María Cristina Calfaian (68) se acercan a ayudar con las velas. “Nosotros traemos el dolor en los genes”, se quiebra Roxana. Detrás de su tapabocas con la bandera de la Republica de Artsaj, la mujer repasa la historia de sus ancestros y se le caen las lágrimas. Ella tampoco está contenta con el acuerdo que se firmó.
En diálogo con Infobae, el presidente del Centro Armenio de la República Argentina, Carlos Varty Manoukian, sostiene que la ceremonia estaba programada antes de la firma que puso fin a las operaciones militares en Armenia y Artsaj. “El objetivo era pedir por la Paz y por el descanso de todas las víctimas caídas en el conflicto. Como es de público conocimiento, nos encontramos con una finalización abrupta y bastante extraña de la Guerra. Previamente hubo, al menos, tres intentos de cese y ninguno se llevó a cabo con éxito”, explica Manoukian, minutos antes de la concentración.
Asimismo, sostuvo que la diáspora va a continuar realizando distintas actividades, “hasta que la Paz sea definitiva y se respete el derecho de autodeterminación de la República de Artsaj”. “Por un lado tenemos que estar agradecidos de que se frenó el conflicto bélico porque iba a terminar siendo otro genocidio. Por el otro, nos preocupa el rol de Turquía y su plan para desestabilizar la zona. Esto se podría haber evitado”, sintetiza el presidente del Centro Armenio de la República Argentina.
Para las 18.20 horas ya son cerca de 200 personas que están de pie frente a la Catedral Metropolitana. La sensibilidad en cada uno de ellos está a flor de piel. Mientras proyectan un video, a Susana Vaneskeheian (63), mamá de dos, corredora y martillera inmobiliaria, se le caen las lágrimas. “Siempre la injusticia. Siento una impotencia y un desamparo enorme. Mi padre escapó de la Guerra, a mi tío lo mataron y otra vez se repite la historia. ¿Nadie puede hacer nada?”, se pregunta.
Cerca de las 19 horas, antes de que comience la ceremonia, se reparten imágenes de los soldados que, desde el 27 de septiembre, fueron a poner el cuerpo a la trinchera. “Son mártires. Dejaron su vida para defender nuestras tierras”, dice a este medio Anush Tarverdian (58) acerca de las más de tres mil víctimas.
Marcelo Ashob Balian tiene 50 años. Lleva puestas unas bermudas negras y una remera blanca. De su espalda cuelga una mochila y, además, la bandera de Armenia. Dice que vino a rendir homenaje a los que cayeron por defender su patria, que es un momento duro y que por están unidos haciendo fuerza por el pueblo armenio.
Frente a la Catedral, de saco y corbata impecable, Sergio Nahabetian (67), Presidente de las Instituciones Armenias de la República Argentina, refuerza el objetivo de la misa por la Paz y explica acerca de la firma del acuerdo de cese del conflicto bélico.
“Estamos acá para homenajear a todos los caídos en la Guerra. Y si hablamos de Guerra es porque, lamentablemente, hubo un fracaso en las instancias de negociación. Como descendientes de armenios estamos muy dolidos y con una sensación de impotencia muy grande. Fueron 43 días de ataques con armamentos prohibidos y tres intentos de alto al fuego que no fueron respetados. Estamos esperando que Azerbaiyán reciba las sanciones correspondientes”, apunta Sergio en charla con Infobae.
“Nosotros somos un pueblo de paz, un pueblo que quiere paz y que necesita paz. Tras la firma del acuerdo, del que aún desconocemos detalles, Armenia se ha reducido o a su mínima expresión histórica. El dolor es muy grande”, agrega el titular de IARA.
En el interior del templo, que debido a las normas de seguridad e higiene por el COVID-19 sólo permitió el ingreso de 20 personas, a las 19.15 horas el Cardenal Mario Aurelio Poli pronunció unas palabras. Luego se le pidió y rezó a la “Santa Madre” por las almas difuntas.
Hacia el final de la vigilia habló el Arzobispo de la Comunidad Armenia en Argentina y Chile, Kissag Mouradian. “Quiero pedir a Dios que el cese del fuego lleve a una solución definitiva y que termine la hostilidad definitivamente”, dijo. Mientras tanto, frente a la Catedral, los integrantes de la comunidad armenia de Buenos Aires sostenían velas blancas junto a las imágenes de los caídos en la guerra.
Al concluir la ceremonia, los allí presentes colocaron en silencio las velas en el piso, alrededor de una cruz blanca gigante un habían armado al llegar. Luego sumaron las fotos de los caídos en la Guerra. Al salir del templo, Kissag Mouradian se sumó a la multitud y, entre todos, rezaron un Padre Nuestro en armenio. “Que el dolor sirva para algo. A estar unidos”, dijo uno mientras agitaba una bandera. Hubo aplausos y abrazos sentidos.
El acuerdo firmado, según explicó el medio Diario Armenia, es muy similar a los Principios de Madrid de 2009, pero con tres mayores concesiones por parte de Armenia: la pérdida de Shushí, el corredor Najicheván-Azerbaiyán en Armenia y la no especificación del estatus de Artsaj. “Los desplazados internos y los refugiados regresarán al territorio de Nagorno Karabaj y distritos adyacentes bajo los auspicios del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Además, se intercambiarán prisioneros de guerra, detenidos y cadáveres”, informaron.
Para Florencia Zanikian, miembro del Consejo Nacional Armenio de Buenos Aires, lo que se firmó no es un tratado de Paz sino el fin de la Guerra. "Nosotros vamos a seguir denunciando los crímenes y atrocidades cometidas por Azerbaiyán y Turquía en Artsaj porque entendemos que siguen siendo un peligro para el mundo. A lo largo de estos 43 días, han violado sistemáticamente los derechos humanos atacando a la población civil en un plan de continuación del Genocidio Armenio. Nada garantiza que esto no se vuelva a repetir”, dijo a Infobae.
Fotos: Gustavo Gavotti.
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