Don Pedro Troncoso tenía 96 años y se dedicaba a la cría de animales, principalmente de ovejas, en el inhóspito Paraje Yahuincolo, que ni siquiera figura en el mapa y tampoco puede ser rastreado por Google Maps. Está ubicado a 70 kilómetros de la ciudad de Las Coloradas, al sudoeste de la provincia de Neuquén, y la única forma de acceder a este sitio es gracias a las coordenadas de algún lugareño.
En Yahuincolo las casas están hechas con paredes de adobe y techos de chapa. No hay señal de celular y mucho menos conexión a Internet. La posta sanitaria más cercana está a dos horas a pie y allí apenas viven tres familias. Don Pedro era el más longevo y el más querido de esa comunidad rural. Y a pesar de su avanzada edad, trabajó hasta el último día que fue internado de urgencia, el 7 de octubre.
“Ese día, Esteban llamó al hospital de Las Coloradas para informarnos que su papá presentaba problemas respiratorios. Imaginate que para concretar esa comunicación tuvo que caminar hasta una lomita para captar la señal y poder hablar”, contó a Infobae el médico Diego Riquelme, que fue quien lo asistió en el paraje.
“Nos subimos a la ambulancia con la enfermera y nos fuimos hasta allá. Por suerte, el chofer conocía la zona y cuando escuchó que el apellido del paciente era Troncoso nos llevó directamente hasta la casa de Don Pedro”, relató el médico.
Al llegar a Yahuincolo se encontraron con que el anciano estaba postrado en su cama, agitado y sin poder respirar. “Estaba en un cuarto chiquito, sin ventanas, todo oscuro, era un lugar cerradísimo y con poca ventilación; típico de vivienda de campo”, describió el profesional de la salud. “Al examinarlo, noté que tenía sus pulmones comprometidos y que estaba oxigenando bajo. Me imaginaba una gripe común, pero no que podía tener coronavirus”, se sorprendió el médico al observar el resultado del test rápido de COVID-19 que le practicó en esa habitación ante la atenta mirada de su hijo, su mujer y sus nietos.
La primera pregunta que se hizo fue: “¿Cómo va a llegar el virus hasta este lugar tan inhóspito donde las familias casi no tienen contacto con gente de afuera?”. Y hasta el día de hoy es un misterio. “Quedé asombrado porque se trata de un virus que se gestó del otro lado del mundo y terminó acá, en el medio de la nada. El recorrido fue inmenso. Era ver el resultado del test y no poder creerlo”, admitió el doctor Riquelme.
Don Pedro fue trasladado de inmediato al Hospital Ramón Carrillo, de San Martín de Los Andes. “Fue muy triste tener que sacarlo de su casa y meterlo en una ambulancia mientras sus nietitos lloraban. En el fondo, toda la familia sabía que iba a terminar mal porque era hipertenso, diabético y sufría EPOC”, contó. “Me partía el alma porque nadie lo podía acompañar. Ellos, incluso, tuvieron que aislarse también por prevención, en ese lugar donde ya de por sí viven aislados”, se lamentó.
Para bajar la ansiedad de sus familiares, el médico se encargó de pasar dos partes telefónicos diarios: uno por la mañana y otro por la noche. “Desde el Hospital de Las Coloradas me comunicaba con el Hospital de San Martín de Los Andes para interiorizarme en su estado de salud y contarle a su nieta María, que era la encargada de transmitir la información a los demás”, recordó Riquelme.
“Todo esto fue posible gracias a la ayuda de los residentes de medicina general y las enfermeras que me hicieron de nexo con Don Pedro y quienes le mostraban las fotos y videos que les enviaba su familia”, remarcó el médico, quien contó que el anciano festejó sus 96 años en el hospital, el 16 de octubre, rodeado por sus cuidadores.
Don Pedro falleció el 21 de octubre, tres semanas después de haber sido internado. “Él siempre estuvo vigil y despierto. Contaba que extrañaba a sus animales y preguntaba cuándo iba a volver para darles la comida. Y se dejó la boina puesta hasta el último día. Fue un paciente muy querido”, afirmó Riquelme, quien nunca se imaginó vivir una situación así.
Tal fue su asombro que hasta se animó a compartir en las redes su inédita experiencia, que lo marcará para siempre en su carrera profesional. “Tuve que recorrer 70 km campo adentro para buscar a un abuelo. Lo retiré de su lugar, de su gente. Lo saqué así, disfrazado de astronauta, y me pregunté cómo un virus que se gestó a millones de kilómetros terminó en este rincón del planeta”, posteó en su Facebook.
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