El 20 de septiembre de 1955, Perón se presentó en la Embajada del Paraguay en Buenos Aires para solicitar asilo político. Tras permanecer en esa sede diplomática y en la residencia del embajador Juan Chaves, aquel mismo día se alojó a Perón en la cañonera “Paraguay”, fondeada en Puerto Nuevo de Buenos Aires, pues se consideraba al buque un lugar más seguro y menos expuesto a la violencia de aquellos inciertos momentos.
Cabe destacar que Perón no era una personalidad extraña para Paraguay, sino todo lo contrario: además de sus diversos encuentros con presidentes y políticos de aquél país, en agosto de 1954 Perón visitó Paraguay (gobernado por el presidente general Alfredo Stroessner) para devolver las banderas paraguayas tomadas durante la guerra de la Triple Alianza (1865-1870), un fuerte gesto político y emocional que le significó la gratitud y el afecto del pueblo paraguayo.
La cañonera “Paraguay” constituía uno de los principales buques de guerra de la Armada paraguaya. Construida en Italia en 1930, tuvo gran participación en la guerra del Chaco contra Bolivia (1932-1935). Desde 1942 viajaba a Buenos Aires para reparaciones y mantenimiento en sus talleres navales. Durante la guerra civil paraguaya de 1947, se encontraba para esos trabajos en el Puerto Nuevo de Buenos Aires, se sublevó allí y navegó a su país para luchar contra el gobierno, pero, ante la derrota rebelde, se entregó en Ituzaingó, Corrientes.
Los enfrenamientos del 16 al 20 de septiembre de 1955 encontraron a la cañonera “Paraguay” fondeada en el Puerto Nuevo porteño para sus trabajos de mantenimiento y reparación. El 20 de septiembre de 1955 el depuesto presidente Perón fue trasladado por autoridades de la Embajada paraguaya a la cañonera “Paraguay”, y allí se alojó hasta el 2 de octubre de 1955.
Dramático y pintoresco fue el paso de Perón por la cañonera: amenazas de asalto, hundimiento y ataques aéreos y submarinos; buques de la Armada Argentina controlando el Río de la Plata; guitarreadas y romerías a bordo para entretener a Perón. Toda la atención de un país concentrada sobre el buque que albergaba al líder del Justicialismo.
Contra lo que habitualmente se dice, Perón no viajó a Paraguay en la ya célebre y legendaria cañonera, sino que lo hizo por vía aérea. El 2 de octubre de 1955 se lo trasladó a un avión militar anfibio paraguayo “Catalina”, enviado desde Asunción para transportarlo a la Capital paraguaya. No faltaron momentos críticos: para llevar a Perón desde la cañonera al avión se utilizaron una lancha patrullera de la Armada y un bote; todas esas maniobras se realizaron en un río muy picado y con fuertes vientos, que casi arrojan a Perón al agua a causa del oleaje (salvado gracias al providencial manotazo de Mario Amadeo, canciller del breve gobierno de facto de Eduardo Lonardi), y que también complicaron el despegue del “Catalina” que, recién al tercer intento, logró despegar y abandonar Buenos Aires.
Durante el vuelo a Asunción, el “Catalina” de Perón fue escoltado por aviones Gloster Meteor de nuestra Fuerza Aérea hasta la frontera paraguaya. Un brigadier argentino recordó que, hallándose a cargo de ese operativo, recibió instrucciones de derribar al “Catalina”: “Veinte minutos antes del rescate de Perón recibimos la orden de suspender la acción. Estábamos armados con ametralladoras para derribar el anfibio paraguayo”.
El 2 de octubre de 1955 el “Catalina” aterrizó en la Base Aérea Militar paraguaya de Ñu Guazú. Perón fue trasladado a Asunción y alojado en la residencia de la familia de Ricardo Gayol, comerciante argentino que desde hacía varios años vivía en Paraguay. Perón se entrevistó ese día con el presidente Stroessner para agradecer el asilo político.
Perón permaneció en la residencia de Ricardo Gayol desde el 2 al 17 de octubre de 1955. Sin llegar a niveles de legendarias residencias como “Puerta de Hierro” y Gaspar Campos 1065, la casa Gayol concentró la atención de la población paraguaya, del gobierno de Stroessner y del régimen argentino de la autodenominada Revolución Libertadora (presidido por el general Lonardi). Periodistas de varios países que montaban guardia todo el día y la vigilancia policial y militar caracterizaron el ambiente de aquel alojamiento de Perón.
En torno a la residencia Gayol se vivieron escenas festivas y alegres: el 8 de octubre de 1955 Perón cumplió allí 60 años, siendo saludado por numeroso público y diversas instituciones sociales y deportivas, con acompañamiento musical de polkas, guaranias y hasta de la tradicional Marcha Peronista. Sin embargo, una entrevista de Perón al representante de United Press provocó un cortocircuito diplomático con Argentina.
Fuentes de la Embajada estadounidense en Paraguay señalaron que la presencia de Perón en ese país podría ocasionar inconvenientes en su política interna y sus relaciones exteriores, por la acción de influyentes funcionarios paraguayos afines al peronismo (como Epifanio Méndez Fleitas) y la reacción antiperonista, como así también por las presiones del gobierno argentino y la potencial incidencia de Perón en la política regional.
Las relaciones diplomáticas de suavizaron con la aceptación del asilo político de Perón y el reconocimiento al régimen del presidente Lonardi. Además, Paraguay accedió al pedido del gobierno argentino de enviar a Perón al interior de Paraguay para alejarlo de la frontera y evitar fricciones políticas entre ambos países. El 17 de octubre de 1955 Perón fue trasladado a la ciudad de Villarrica (170 kilómetros de Asunción), y alojado en la quinta de Rigoberto Caballero, dirigente del Partido Colorado.
En Villarrica, Perón ofreció una nueva entrevista al representante de United Press, a la vez que circularon versiones sobre una audaz operación contra el líder exiliado; según el periodista, “en medios diplomáticos circulaba la versión de que un sector militar de la Argentina preparaba el secuestro de Perón. El plan consistía en el ingreso al Paraguay de un grupo comando y el operativo se ejecutaría en un helicóptero que bajaría en la quinta donde residía Perón, en Villarrica. Una fanática partidaria de Perón que viajó expresamente de Buenos Aires a Villarrica le entregó a Perón el plan completo del operativo”.
Ante tantas presiones y para evitarle problemas al pueblo y gobierno del Paraguay, Perón decidió abandonar ese país. El 2 de noviembre de 1955, en un avión facilitado por el gobierno paraguayo, Perón despegó del Aeropuerto de Asunción rumbo a Nicaragua, destino reemplazado por Panamá. Según un despacho de la Embajada estadounidense en Paraguay, ante la partida de Perón, “funcionarios del gobierno, incluyendo al Presidente Stroessner, se sienten, obviamente, aliviados”.
Así culminó el breve, pero intenso, asilo político de Perón en Paraguay, una estadía cargada de pintorescas y difíciles alternativas, fiel a la atmósfera que sólo una persona como él era capaz de provocar. Su paso por la cañonera “Paraguay”, Asunción y Villarrica constituyó el primer capítulo del prolongado y cinematográfico exilio de una de las figuras políticas más importantes de la Argentina del siglo XX.
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