“La Carta por la muerte del Che no la escribió Perón. Es más, Perón se enteró de ‘su’ carta cuando se publicó. No sabía nada. Ese texto lo escribió Alicia Eguren en Buenos Aires, después de consultar con su marido, John William Cooke, y un grupo de compañeros que estuvimos de acuerdo en darla a conocer como si fuera de Perón”, dice Manuel Justo Gaggero.
A los 80 años recién cumplidos, Gaggero, abogado y periodista, exdirector del diario El Mundo y del semanario Nuevo Hombre, tiene la memoria intacta. Cuenta el desarrollo de los hechos con precisión y no escatima detalles.
Para 1967 –tras una estadía en Cuba donde por iniciativa de Cooke y Eguren recibió entrenamiento en la guerra de guerrillas y conoció a Ernesto Guevara- Gaggero militaba junto a ellos en Acción Peronista Revolucionaria (APR), un grupo de izquierda que entendía que la lucha por el socialismo en la Argentina debía aprovechar la fuerza del peronismo.
La carta a la que se refiere, fechada en Madrid el 24 de octubre de 1967 –15 días después del asesinato de Guevara en Bolivia – y firmada por Juan Domingo Perón, tiene una prosa que en algunos párrafos se emparenta con el estilo del expresidente en el exilio, pero en otros desarrolla ideas que no se encuentran en Perón, ni antes ni después.
-¿No pensaron que Perón podía desmentirla? – le pregunta Infobae a Gaggero.
-Estábamos seguros de que no la iba a desmentir y no la desmintió nunca. A él lo dejaba bien posicionado porque era un momento que había un clamor mundial por el Che y a él lo ponía al lado de los líderes del Tercer Mundo. Así que se quedó en el molde - responde.
La “Carta de Perón”
La carta fue entregada en las redacciones de los principales diarios argentinos, algunos de los cuales la reprodujeron total o parcialmente, sin que nadie dudara de su autenticidad. Lo mismo sucedió los días siguientes en medios europeos, de los Estados Unidos y de varios países latinoamericanos.
El texto, de unas 660 palabras, decía entre otras cosas:
"Compañeros:
Con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos que, en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera, luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación. Nos sentimos hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la voracidad insaciable del imperialismo, que con la complicidad de las oligarquías apátridas apuntaladas por militares títeres del Pentágono mantienen a los pueblos oprimidos.
Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el Comandante Ernesto “Che” Guevara.
Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazó, le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir.
He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del peronismo. Nada más absurdo. (…)
Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América Latina. (…)
La hora de los pueblos ha llegado y las revoluciones nacionales en Latinoamérica son un hecho irreversible. El actual equilibrio será roto porque es infantil pensar que se pueden superar sin revolución las resistencias de las oligarquías y de los monopolios inversionistas del imperialismo.
Las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que ella tenga. Por eso y para eso, deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales, en la misma forma en que son solidarios entre sí los usufructuarios del privilegio. La mayoría de los gobiernos de América Latina no van a resolver los problemas nacionales sencillamente porque no responden a los intereses nacionales. Ante esto, no creo que las expresiones revolucionarias verbales basten. Es necesario entrar a la acción revolucionaria, con base organizativa, con un programa estratégico y tácticas que hagan viable la concreción de la revolución. Y esta tarea, la deben llevar adelante quienes se sientan capaces. La lucha será dura, pero el triunfo definitivo será de los pueblos. (…)
El peronismo, consecuente con su tradición y con su lucha, como Movimiento Nacional, Popular y Revolucionario, rinde su homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto “Che” Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en Latinoamérica".
Debajo, la firma y la fecha: Juan Domingo Perón, 24 de octubre de 1967.
Razones para escribir
Manuel Gaggero cuenta que la redacción estuvo a cargo de Alicia Eguren, que hizo circular el borrador entre otros miembros de Acción Peronista Revolucionaria y dirigentes de sectores afines. El primero en leerla fue John William Cooke y entre los consultados estuvieron el propio Gaggero, como dirigente de APR; Ricardo Obregón Cano, luego gobernador de Córdoba; el abogado Gustavo Roca, defensor de presos políticos y amigo del Che; el dirigente de los estatales Haroldo Logiurato; el militante histórico de la Resistencia Peronista Carlos Lafforgue y varios integrantes del antiguo grupo desprendido del Partido Comunista que dirigía Rodolfo Puiggrós.
-¿Por qué decidieron escribir la carta y adjudicársela a Perón?
-Nosotros estábamos en el Peronismo Revolucionario y considerábamos que era importante que “el Viejo” tuviera alguna expresión que acercara a los trabajadores argentinos a la figura del Che. Sabíamos que, obviamente, Perón no la iba a desmentir porque, vieron cómo era el Viejo, su péndulo giraba de la izquierda a la derecha permanentemente. Eso estaba claro, pensamos que cuando se enterara iba a decir: “Bueno, está bien”.
Cooke, Eguren, Perón y el Che
La “Carta de Perón por la muerte del Che” quizás haya sido el último intento de John William Cooke y Alicia Eguren para acercar al líder justicialista y al movimiento peronista a la Revolución Cubana.
Primer delegado de Perón en el exilio, Cooke había viajado varias veces a La Habana, había organizado con el Che el entrenamiento de guerrilleros argentinos –marxistas y de todas las vertientes del peronismo– en Cuba e, incluso, había intentado que Perón dejara su residencia y Madrid para radicarse en la isla y dirigir desde allí la lucha por el retorno.
-Habíamos tenido una experiencia anterior en ese sentido cuando estábamos nosotros en Cuba, en 1962, armando el proyecto del Frente de Liberación, donde estaban El Che, Cooke y Alicia. A fines de ese año, “El Bebe” Cooke y Alicia convencieron a la dirección cubana y al Che, que eran reticentes, de que había que lograr el apoyo de Perón a este proyecto de Frente de Liberación. Era fundamental – relata Gaggero.
El proyecto exigía dos condiciones que se complementaba: lograr que Perón dejara España –un país gobernado por una dictadura– para vivir en La Habana y darle los recursos económicos que no tenía, una situación que, según Cooke, lo tenía bajo el dominio del empresario Jorge Antonio. Para esto último, los cubanos le ofrecerían a Perón la comercialización del tabaco de la isla en Europa.
-Los cubanos también le ofrecían a Perón, a través del Gordo, recibirlo con los honores de un presidente en el exilio, o sea que le iban a hacer todos los reconocimientos públicos y le iban a otorgar un lugar para vivir en La Habana bajo la protección de la Revolución – dice Gaggero.
“¿A dónde me quiere llevar, Bebe?”
A fines de 1962, John William Cooke voló a Madrid, vía Praga, para llevarle al líder exiliado la propuesta de los cubanos. La primera dificultad con la que se enfrentó fue que María Estela Martínez de Perón –Isabel, que no podía ni verlo– convenció a Perón de que no lo recibiera en la residencia. Finalmente, el encuentro se produjo en un hotel de Navacerrada, un municipio de las afueras de la capital española. Cooke le contó el proyecto, le explicó de qué se trataba el Frente con los cubanos y finalmente le propuso ir a vivir a la isla.
El resto de su vida, Cooke contaría sin poder evitar la risa la respuesta de Perón:
-No, de ninguna manera. Usted me está invitando a que me vaya a vivir en una isla que hace poco casi la hunden con bombas nucleares… ¿A dónde me quiere llevar, Bebe?
Al general exiliado no le faltaba razón. Hacía poco más de un año, en octubre de 1961, la llamada “crisis de los misiles” había llevado a la Unión Soviética y los Estados Unidos al borde de una guerra nuclear, cuando Washington descubrió que Moscú había instalado secretamente misiles balísticos de medio alcance P-12 en Cuba.
-Además –sigue relatando Gaggero-, Perón le dijo algo que era totalmente cierto. La isla estaba aislada por el bloqueo, sólo se podía llegar a ella en vuelos desde México o Praga, lo cual dificultaría mucho la comunicación con los compañeros del movimiento en la Argentina.
Tabaco sí, revolución no
En cambio, Perón aceptó de buena gana la segunda parte de la propuesta cubana y designó a Héctor “el Pájaro” Villalón para que viajara a La Habana y se hiciera cargo de la comercialización del tabaco cubano en Europa. El viaje de Villalón resultó fatal para las aspiraciones de armar un Frente entre peronistas y cubanos.
-Al final el que aparece en la Habana es Villalón, que lo primero que hace es reunirse con el grupo de derecha del peronismo, que estaba ahí junto con nosotros. Habían participado de la Resistencia pero eran furibundamente anticomunistas. A estos compañeros, Villalón en una cena en un restaurante llamado 1830, en La Habana, muy elegante, les dice que Perón no respalda este proyecto. Les dice que no está de acuerdo con lo que dice Cooke y Alicia, y que tampoco tiene coincidencias con el régimen cubano. Eso quiebra el grupo del Frente, que ya estaba quebrado, pero ahonda las diferencias, y finalmente el proyecto queda en la nada – recuerda Gaggero.
El apodo de “el Pájaro” no era en vano: Villalón tenía tanta velocidad como reflejos.
La historia no oficial
Para octubre de 1967, la dictadura de Juan Carlos Onganía le había permitido a John William Cooke retornar de su exilio a la Argentina por razones de salud. Aunque enfermo, el primer delegado de Perón seguía lúcido y activo, pero su relación y la de Alicia con el expresidente se había deteriorado definitivamente.
Ese fue el contexto en el que Alicia Eguren –luego de una serie de consultas con otros dirigentes de la izquierda peronista– decidió escribir “la carta de Perón” y difundirla.
Como se dijo, Perón no supo de ese texto supuestamente firmado por él hasta que lo vio publicado y decidió, en uno de sus desconcertantes movimientos tácticos, que todo el mundo creyera que era auténtico.
-Ahora todo el mundo dice que es “la carta de Perón” pero la verdadera historia, la historia no oficial, es esa – remata Gaggero.
Colaboró: Gerardo Walsh
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