Estaban en situación de calle, se conocieron en un parador, y juntos cumplieron el sueño de hacer música

Leonardo, Clemente, Víctor, Nicólas vivían en la calle cuando comenzó la pandemia. Fueron llegando a uno de paradores que la Ciudad dispuso para tratar la emergencia, y allí se conocieron. Junto a Veronica, una de sus coordinadoras, cumplieron un deseo profundo: grabar juntos un tema escrito por uno de ellos. A su banda la llamaron “Los Guerreros”

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La banda de músicos que se formó en el Parador Roca 1, creado para recibir personas en situación de calle en medio de la pandemia

Leonardo se enamoró de la Argentina. Llegó desde Uruguay a poco de haberlo perdido todo: un matrimonio de 24 años, una casa, un auto, una moto, una familia. Estaba quebrado anímicamente y sufría una adicción a la cocaína. “Y vine a este país y me quedé sin nada. A empezar de cero. Y me encontré durmiendo en la Plaza Congreso y fue horrible”.

Leonardo nunca había estado en situación de calle. Según se define, en Uruguay era un ciudadano más de clase media. Allí quedó su hija, que le dice que “hay pila de argentinos” yendo para allá. Él sin embargo repite que se enamoró de la Argentina y que no piensa irse, aunque desde hace dos años ya no tiene un lugar donde vivir. La pandemia sin embargo le ofreció una nueva oportunidad: desde marzo que no sale del predio de la ciudad en Parque Roca, donde se encuentran los tres paradores de emergencia que se dispusieron para gente en situación de calle durante la crisis.

“Fue horrible la primera vez que no tuve dónde dormir, porque te vienen mil cosas a la cabeza: que no tenés dónde ducharte, no conocés, estás todo mugriento, barbudo, con la ropa arriba a cuestas... Y la gente, en vez de darte una mano, te mira como diciendo ‘sacalo a un costado’. Y muchas veces no saben que uno no es ningún delincuente, que uno no anda robando ni anda haciendo ninguna macana. Uno es un laburante que lamentablemente se equivocó en la vida y llegó a donde está. Cada ser humano tiene que hacerse responsable de los errores que se manda, por eso llegás a donde llegás. Todo se paga”, dice ahora, desde el Parador Roca 1, en Villa Soldati.

Leonardo Piñeiro, 50 años, uruguayo.
Leonardo Piñeiro, 50 años, uruguayo. Es el autor de la canción que grabaron, en la que reflexionan sobre ser una persona en situación de calle. La Biblia es hoy para él uno de sus principales refugios.

-¿Cuáles fueron tus errores?

-Yo tuve un problema muy grande que fue que cuando me separé, en vez de decir vamos a salir adelante y va a venir otra mujer y van a venir otras cosas, no sé si por costumbre o por amor -llamale H- me incliné hacia la droga. Y empecé a consumir cocaína. Y fue una cosa que yo la veía linda, porque aparte me aparecía de todos lados... y a quién no le gustaba y tal. Pero llegó un momento en que me di cuenta de que la cocaína te saca todo, te roba todo. Porque no solo te roba tu dignidad sino tu orgullo, tu ego, todo. Perdí también el trabajo, perdí al resto de los familiares que me querían, las puertas se cerraron, los amigos se fueron. Y me encontré con un mundo muy diferente acá en la Argentina.

Leonardo trabaja con las manos. En construcciones, en panaderías, haciendo reparaciones. Pero su talento irrevocable dice que es la escritura. Siempre busca un espacio donde sea que esté viviendo y hace canciones. Así fue que surgió “Frío, lluvia sed y mucha hambre, una plaza es nuestro techo y la cama algún cartón”, el primer verso de su última canción.

“Ninguna persona se merece dormir en un cartón en la calle , por más malo o bueno que haya sido en la vida. No hay cosa más despreciable, desagradable, y que te rebaje más que quedarte a dormir en la calle, que estar arriba de un cartón. Nada es tan humillante como eso. Y son cosas que a uno le duelen mucho, ¿viste? Yo no quisiera nunca más volver a la calle. Es algo que te pega muy fuerte, lo que soporté ahí no lo quisiera vivir nunca más. Hay cosas que pasan por la autoestima, por el respeto de haber sido un hombre que trabajó y uno tiene que empezar de cero”, dice.

Cuando llegó al parador, a finales de marzo, todavía hacía calor. Los meses más duros del año los pasó en el refugio. El año 2020 dejó, perdido entre fatalidades, un dato para celebrar: fue el primer año en muchos en que no murió ni una sola persona por frío en la Ciudad de Buenos Aires.

La controversia por la cantidad de personas en situación de calle nunca fue tan pequeña como este año: en medio del caos, el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad coordinó con las organizaciones sociales y tuvieron un despliegue diferente al de los años anteriores. Al sumar los paradores de emergencia, hubo espacio para muchas más personas. En Roca hay tres refugios: uno para familias (mixto), otro para hombres solos, y un tercero para los recién llegados que deben ser aislados. Entran cerca de 200 personas en cada uno. Qué pasará con ellos después de la pandemia todavía es una incógnita. El desafío es claro: lograr que cuando ya no amenace el COVID-19, no vuelva a hacerlo el frío.

El Parador Roca 1 llegó
El Parador Roca 1 llegó a alojar más de 170 personas (todos hombres). La gente se fue yendo y hoy hacer cerca de 100. Además, hay dos refugios más en el mismo predio: uno para familias y otro para personas aisladas por COVID.

Carlos Nicolás Gaetano tiene 33 años y llegó al Roca 1 en abril. Hacía pocos meses que estaba en situación de calle por primera vez en su vida. Primero perdió su empleo: el taller de telas en el que trabajaba cerró. Al poco tiempo ya no tuvo con qué sostener el alquiler. Le pidieron que dejara sus cosas y se fuera, sin importar la prohibición de desalojo que dictó el Gobierno Nacional.

“Lo que estamos viviendo a mí me cambió mucho la cabeza, miro todo con otros ojos. Si bien tuve que terminar en situación de calle por un montón de motivos, no solo porque dejé de laburar y no tenía un ingreso, sino porque vengo arrastrando un montón de cosas que me llevaron en un momento a tirarme al abandono”, dice.

-¿Qué cosas?

-Problemas… Yo perdí a mi viejo hace muy poco, perdí a mi vieja en el 2011. Yo vivía acá enfrente antes, en los monoblocks de Soldati, mi hermana ahora está viviendo en ese lugar. Y bueno, también tuve un poco de cárcel, y la calle y la delincuencia y todo eso viene mezclado con la adicción. Son un montón de cosas que vengo acumulando y llegó un momento en que la cabeza no me aguantó más y me tiré al abandono. Pero en un tranco de luz que tuve en la calle traté de pedir ayuda y de salir de la situación en la que estaba y vine acá. Gracias a dios existen estos lugares.

-¿Cuando entraste al parador estabas consumiendo?

-Sí. Estaba consumiendo alcohol. Sí, porque en la calle si no tomás algo es como que es una mierda estar en la calle. Es re feo. Yo no se lo deseo a nadie. Pero al llegar acá lo dejé, dejé todo.

Carlos Nicolás Gaetano, 33 años,
Carlos Nicolás Gaetano, 33 años, argentino. Hizo los coros en la canción. Este año fue la primera vez que estuvo en situación de calle.

Nicolás pasó ocho años preso en total. La última vez estuvo dos años y seis meses. No le gusta hablar de ese tiempo, pero cuando escucha a algunos de sus compañeros decir que se sienten presos, asegura que no es lo mismo que el encierro relativo que estamos viviendo todos hoy al encierro verdadero de estar en prisión. “La libertad está en la cabeza”, dice.

Quienes entran al parador, por protocolo no pueden salir. No tienen permitido irse a recorrer la ciudad durante el día o hacer changas. Es una manera de mantener el lugar protegido de posibles contagios. La contracara es que ninguno de ellos puede generar ingresos. Es una situación compleja: si no buscan un trabajo, ¿cómo pueden salir adelante cuando salgan del parador?

Los propios habitantes del refugio
Los propios habitantes del refugio se encargan de mantenerlo limpio. Una de sus tradiciones es que cada vez que alguien sale de bañarse, lo aplauden.

“Se han ido, han vuelto. Y a nosotras se nos hace un nudo en la garganta, porque no sabés a dónde se van a ir. Ellos te dicen: voy a ir a trabajar, pero todavía la calle no está buena. No hay lo que ellos piensan”, dice Verónica Abeldaño, una de las coordinadoras del parador.

“Es una tristeza muy grande cuando se van, porque una se encariña. Yo me prendo un cigarrillo y salgo a caminar, agacho la cabeza y los saludo desde lejos, porque me cuesta”, agrega.

Nicolás todavía no piensa en irse sino en recuperarse. Está haciendo un tratamiento con psiquiatras y psicólogos y convencido de dejar atrás algunas cosas. “Si estuve en situación de calle es porque decidí en un momento caer en eso”, dice.

Verónica Abeldaño (38), es una
Verónica Abeldaño (38), es una de las coordinadoras del parador. La coordinadora principal es su pareja, Majo. Son dos mujeres al mando de un un refugio solo de hombres

Al poco tiempo de llegar al parador, un día vio a un grupo haciendo un poco de música. Él mismo tuvo tres bandas de cumbia en el pasado, y se tentó de sumarse. Luego también fue a un taller que dan los miércoles. Ahí se enteró de que se estaban armando una banda para grabar una canción y quiso participar. Fue invitado a hacer los coros y al tiempo cumplió el sueño de grabar en un estudio. “Te toca porque lo que estás cantando es lo que viviste unos meses atrás. Y de repente ese día que estaba grabando y haciendo los coros fue muy lindo, porque yo no podía entender lo que estaba pasando... Fue una hermosa experiencia”, dice.

La idea de grabar la canción no fue de ninguno de ellos sino de María Migliore, la Ministra de Desarrollo de la Ciudad, que en una visita al parador escuchó que Leonardo la cantaba. Le hizo la propuesta de grabarla pero Leo no le creyó.

“Estaba en mi cama y me dice Majo (la coordinadora principal a cargo del parador): ‘Mirá que mañana grabás a las diez’. Me estás jodiendo, le dije. ‘No, mañana grabás a las diez’. Y así salimos, con un montón de preguntas e incertidumbres. No sabíamos qué iba a pasar. Y salimos a grabar, y fue una experiencia muy linda”, cuenta Leonardo, el Uru, como le dicen.

Canción personas en situación de calle

“Ese tema tiene algo especial. Yo en mi vida de músico toqué en muchos grupos y orquestas, orquestas sinfónicas, y he tenido la oportunidad de estar en estudios un par de veces, y nunca había visto algo que fluyera tan rápido, tan natural. He compartido con gente con muchos años de trayectoria, y no sale tan fácil. No es así como fue. Parecía cosa de una novela, de una serie de Netflix”, agrega Clemente Espinoza, venezolano de 29 años que llegó al parador en abril.

Está en la Argentina desde hace casi dos años y con la pandemia se quedó sin lugar donde dormir (estaba en lo de unas amigas venezolanas, pero el dueño del departamento exigió que se fuera). “Al principio era todo muy lúgubre. Era una situación completamente nueva, en mi país no existen paradores así, y al principio tienes aquel temor de qué va a pasar, cómo es, quiénes están ahí… Y con el tiempo nos fuimos conociendo”, dice.

Nicolás, Victor Hugo Valenzuela (guitarrista),
Nicolás, Victor Hugo Valenzuela (guitarrista), Leonardo, Clemente Espinoza (percusión) y Verónica. Juntos formaron la banda "Los Guerreros", cuyo primer tema es "Hombre de Calle".

La formación de la banda que grabó el tema se completa con Verónica Abeldaño, que se sumó como coro femenino, y Víctor Hugo Valenzuela, de 52 años, paraguayo viviendo en la Argentina hace 20 años. Todos, salvo Verónica, saben lo que es vivir en la calle. Todos comparten la ilusión de que tener que volver a pasar por eso.

Al mundo, por desgracia, poco le importan las ilusiones. Pero esta es una historia feliz, al menos por un rato, al menos por unos minutos, todos en el Parador Roca 1 tienen una canción para soñar que el futuro y el pasado cuenten dos historias diferentes.

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