“Destacado combatiente de la Leyenda Negra”, así lo describió el diario español ABC en su necrológica. Joseph Pérez murió el pasado jueves 8 de octubre, a los 89 años, en Burdeos, sudeste de Francia.
Deja una extensa obra que recorre todos los temas centrales de la Edad Moderna de España: La revolución de las comunidades de Castilla, La España del siglo XVI, Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, La expulsión de los judíos de España, Carlos V, soberano de dos mundos, Los comuneros y La España de Felipe II, entre otros títulos.
Pero su libro más destacado y en cierta forma emblemático de aquello a lo cual consagró buena parte de su carrera es el ensayo La leyenda negra, en el cual repasa y desmonta todos los prejuicios de la hispanofobia.
La ensayista e historiadora María Elvira Roca Barea, autora de Imperiofobia y Leyenda negra, citada por Luis Alemany en el diario El Mundo, reconoce el papel pionero de Pérez en este campo de la historiografía: “El tema de la leyenda negra es una ciénaga, un asunto desagradable para investigar. A Pérez, igual que a Charles Powell y a Sverker Arnoldsson hay que agradecerles que se enfrentaran al tema, que no quisieran mirar para otro lado, aunque eso les pudo condenar a cierto ostracismo. Si no hubiesen abierto esa puerta, hoy no podríamos debatir esa parte de la Historia”.
Discípulo de Pierre Villar y con influencia de la Escuela de Annales, Pérez se doctoró con una investigación sobre las revueltas de los comuneros, los rebeldes castellanos. En adelante, todos los temas conflictivos de ese período de la historia española fueron abordados por él, sin excepción -Inquisición, expulsión de los judíos, conquista y colonizacion de América...-, analizados, contextualizados y dimensionados en su justa medida.
Nacido en Laroque-d’Olmes, el 14 de enero de 1931, Joseph Pérez era hijo de emigrantes valencianos que dejaron España por motivos económicos y se instalaron en Francia en 1923 donde se emplearon como obreros textiles. Gracias a la educación pública y gratuita, Joseph llegó a la universidad, se doctoró en historia y fue rector de la Universidad de Bordeaux III. Eran tiempos en que Francia daba una educación rigurosa e integradora de los extranjeros. Pérez se definía como “un ejemplo de asimilación sin ruptura con las raíces”. “Siempre he sentido mucha curiosidad por todo lo español, pero nunca he dejado de sentirme francés”, dijo al diario El Mundo, al recibir, en 2014, el Premio Príncipe de Asturias a las Ciencias Sociales que le fue concedido por haber revolucionado “la forma de interpretar episodios decisivos para la comprensión de la historia de Occidente y la independencia de Hispanoamérica”.
La leyenda negra, el ensayo que resume sus argumentos contra el prejuicio antiespañol, es un trabajo bastante tardío en el recorrido de Pérez -se publicó en 2009-, casi el corolario de una obra dedicada a desmontar prejuicios y verdades a medias sobre la historia de España y sus protagonistas, y a exponer a los promotores de estas distorsiones, contribuyendo a formar una imagen mucho más ajustada y a la vez matizada del Imperio español.
“Además escribía muy bien”, dijo uno de sus editores, Javier Santillán, promotor de que Pérez escribiera ese ensayo sobre la leyenda negra antiespañola: “Es un libro excelente, ameno, breve, está muy bien escrito y da muchas claves sobre un tema que se ha seguido profundizando últimamente. Lo que hace Joseph es desmontar los argumentos de la leyenda negra y viene a concluir que esos argumentos ya no tienen vigencia para la historiografía seria”.
A propósito de la muerte de Pérez, un amigo y colega, el historiador Alfredo Alvar escribió: “¡Qué deleite la lectura de sus escritos políticos sobre los Reyes Católicos, al tiempo que qué grandes reflexiones alrededor de la vida de los judíos, los conversos y la Inquisición; qué importantes sus biografías de Carlos V y de Felipe II, y qué bien analizados el humanismo o el erasmismo en la búsqueda de la libertad; cómo se ocupó de Santa Teresa, de San Juan, de fray Luis en medio de la ortodoxia española; qué soberbia –por deliciosa– su biografía de Cisneros, su gran revolvedor social; qué intensos sus escritos sobre las brujas! ¿Y cómo dejar de lado su conocimiento de la independencia de Hispanoamérica?”
Las acusaciones de fanatismo, intolerancia y oscurantismo hacia España se gestan en el siglo XVI, pero tienen consecuencias hasta el día de hoy, proyectando una visión negativa de lo español que muchas veces es aceptada y promovida por ellos mismos.
“Que una nación se considere no reconocida, injustamente criticada y condenada nada tiene de excepcional. Si algunos españoles se sienten ofendidos por ello es porque tienen la sensación de que, en el caso de su país, los prejuicios y la ignorancia van acompañados de mala fe. Ese punto de vista merece que nos detengamos a examinarlo”, decía Joseph Pérez en el prólogo de la obra.
La leyenda negra se componía según su análisis de tres elementos. Por un lado, era “una reacción contra el imperialismo de España o, más exactamente, de la Casa de Austria, cuya rama principal se encontraba en España”. Un recelo natural hacia la potencia dominante del momento. Las naciones que se sintieron amenazadas por España en su existencia o en sus posiciones desataron una campaña de propaganda negativa, de desprestigio, de una amplitud en tiempo y espacio que no tiene igual.
Luego, el catolicismo, del que España era abanderada en una Europa ya impregnada por la Reforma protestante. “La leyenda negra representa la hostilidad de las naciones del norte de Europa hacia las naciones del sur. Las primeras, protestantes y anglosajonas, se consideraban superiores a las otras, católicas y latinas y, en particular, a la más representativa de ellas: España”, decía Pérez.
Por último, en opinión del hispanista, fue el complejo de inferioridad y la frustración de los propios españoles lo que los hizo encarnar esos estereotipos. Así lo explicaba: “Muchos españoles —en muchos casos algunos de los mejores— se convencieron de que las desgracias de España se explicaban por la historia de su país, culpable de haber descubierto y colonizado a América, haber expulsado a los judíos y a los descendientes de los musulmanes, haber creado la Inquisición, haber perseguido a los protestantes...”.
Pérez concluía: “El tiempo transcurrido desde el siglo XVII ha vuelto obsoletas las razones que permitieron la constitución de la leyenda negra; los historiadores han condenado las exageraciones, las malas interpretaciones y las acusaciones mendaces. Los españoles no eran objeto de ellas como pueblo, sino como potencia dominante; en la actualidad ya no se teme el imperialismo de España, por lo que no se tienen reparos en admirar sus glorias y sus éxitos”.
Una conclusión tal vez demasiado optimista, porque no es cierto que la leyenda negra se haya disipado; la tiranía de la corrección política le ha insuflado una nueva energía. Baste pensar que en 2019 el gobierno de España renunció a conmemorar la conquista de México y a Hernán Cortés, es decir, el hecho histórico que dio origen a la nación mestiza que es hoy ese país. Y hasta se deja interpelar por la demagogia de un Andrés Manuel Lopez Obrador que le exige arrepentimientos y pedidos de disculpas por genocidios imaginarios.
“Lo del genocidio es una barbaridad. Para empezar porque a los españoles les interesaba la mano de obra, ¿cómo iban a matar a la gallina de los huevos de oro? -decía Pérez en una entrevista con el diario ABC en julio de 2017- Murieron muchos indígenas pero por enfermedad y no tanto por la guerra. Un catarro cualquiera era mortal para un indio porque no tenía la inmunidad necesaria. Los españoles se comportaron de una manera salvaje en muchos casos, pero no diferente a lo que los ingleses y franceses hicieron luego en el siglo XIX, salvo porque ellos no tuvieron a un Bartolomé de las Casas para denunciar los horrores. Los daños que conocemos de la colonización los sabemos porque lo escribieron así los españoles, mientras que de los otros no supimos nada hasta hace poco”.
Como se ve, en un clima culposo, de arrepentimientos y extemporáneos pedidos de perdón, Joseph Pérez proclamaba alto y claro que España no había cometido un genocidio en América y que sus reyes no eran más intolerantes que otros soberanos europeos de su tiempo: “No existía la tolerancia religiosa en ninguna parte de Europa. No admitían la pluralidad en ese tiempo. (...) No fue algo único de los Habsburgo, los reyes ingleses tampoco permitían que hubiera católicos en su reino. Los católicos ingleses tuvieron que esperar hasta 1830 para tener los mismos derechos que los anglicanos.”
En un último desafío a la corrección política, Pérez se dedicó ni más ni menos que a rescatar la figura del inquisidor general, en la biografía Cisneros, el cardenal de España, último libro que publicó, en 2014.
En la citada entrevista con ABC, Pérez decía: “Está la idea de que España es un buen exponente del catolicismo romano y la leyenda negra es, sobre todo, una reacción contra las naciones católicas. La falsa idea de que las religiones protestantes representan el progreso y los que se mantuvieron fieles al catolicismo fracasaron por el fanatismo y el atraso económico es algo presente en esta intoxicación histórica”.
Gracias a la labor de este y otros exponentes de la corriente hispanista francesa, la leyenda negra ha retrocedido fuertemente en el ámbito académico, aunque pervive en otros ámbitos.
“Actualmente -decía Joseph Pérez en 2017- los historiadores están de acuerdo en su mayoría en que la leyenda negra no corresponde a la realidad. (...) Entre historiadores hemos dado un salto de gigante, si bien quedan resquicios de la leyenda por culpa de la prensa, el cine y los novelistas malos. Les interesa montar sensacionalismo. Hace cinco años la televisión francesa me entrevistó para un documental de Isabel La Católica. Al final me enfadé con las preguntas, ‘ustedes que quieren ¿que diga que era una asesina con las manos manchadas de sangre?’, les increpé. Como cualquier jefe de Estado con responsabilidades, ella fue responsable de muchas muertes pero no voy a presentarla como una reina sanguinaria e inquisitorial. La idea de los españoles como los malos de la película ha estado presente hasta hace poco y ahora empieza a cambiar poco a poco”.
No sólo la prensa, el cine y los malos novelistas son responsables de la persistencia de clichés negativos sobre el pasado de España y su vínculo con Hispanoamérica: también lo son, y no en menor medida, los Pedro Sánchez, los AMLO y otros políticos demagógicos sin conciencia histórica.
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