De una pileta hecha con chapas al Parque Olímpico: la increíble vida de película de un nadador hipoacúsico

Sebastián Galleguillo fue convocado para entrenar en el Parque Roca. Debido a su ranking, el chico que entrenaba en un andarivel improvisado en su casa, ahora tiene un lugar entre los mejores del país

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De la pileta con chapas al máximo nivel: Sebastian Galleguillo comenzó a entrenar en el Parque Olímpico

¿Qué otra cosa linda le puede pasar a Sebastián Galleguillo en este 2020 pandémico y letal? Cuando se le pregunta el nadador de 18 años hace lo segundo que mejor le sale, después de correr carreras en una pista de agua: ríe. Y responde, con las comisuras casi colgando de sus orejas: “Ya no sé, es espectacular”.

Sebastián encontró en la natación una conexión con su propio sentido de la existencia. Afuera del agua se sentía un niño aislado por su hipoacusia de nacimiento, contenido por el amor de Marta y Edmundo, mamá y papá. Cuando se tiró al agua por primera vez a los 12 años, por recomendación médica, y flotó por instinto con la técnica natural del “perrito” se dio cuenta que allí estaba su elemento.

“En el agua soy otra persona, soy una persona completa", nos dijo en julio pasado, cuando este medio contó la historia de él y sus padres, quienes materializaron el amor con un andarivel hecho con chapas y ramas en el jardín de la casa y agua calentada con leña: una pileta de 12 metros de largo y 2 de ancho para que él pudiera mantener su contacto con el agua en el momento más rígido de la cuarentena, cuando el club municipal que lo contenía en Florencio Varela cerró y Marta vio que Seba retrocedía en su proceso de mejorar la calidad de vida.

Sebastián Galleguillo fue convocado para
Sebastián Galleguillo fue convocado para entrenar con los mejores nadadores del país debido a su buen ranking en 200 metros pecho

La identidad acuática despertó su talento para practicar este deporte. Su tenacidad, su voluntad para entrenar y su agradecimiento al cobijo del agua lo convirtieron en un joven nadador de categoría. El andarivel casero le sirvió para depurar su técnica de giro y mejorar sus tiempos.

Sebastián es actualmente uno de los tres mejores nadadores de 200 metros en la especialidad pecho del país en su categoría. Es candidato a llevarse una medalla en las Sordolimpíadas del año que viene en Brasil y, ahora que la nueva normalidad se expande, pegó un salto de calidad en su condición de deportista argentino que asombra a todos menos a él: fue convocado para entrenar en el Parque Olímpico de Capital Federal y en el Cenard, una de las pocas piscinas abiertas.

“Es muy lindo. Es el que hicieron para los Juegos Olímpicos de la Juventud. Es inmensamente grande. Hay espacio, es muy abierto. La pileta es hermosa. Me imagino nadando con mucha gente. Es muy lindo el lugar, el ambiente. Me la cruzo a Delfina Pignatello, a todos los chicos y chicas que son top”, cuenta Sebastián, tan ilusionado como compenetrado en su ambición de ser todos los días un poco más rápido en el agua.

Sebastián tiene 18 años y
Sebastián tiene 18 años y nació con hipoacusia

Cada martes y jueves, entonces, Ariel, un chofer que le puso a disposición la Municipalidad de Florencio Varela, abuelo de un chico con hipoacusia (“así que desde el primer día tuvimos buena onda”, cuenta Seba), lo pasa a buscar por la ruta y también a Guillermo, su entrenador, y los lleva y trae del Parque Roca, en el barrio porteño de Villa Soldati.

Nadador y entrenador trabajan de 12 a 14 y luego regresan con Ariel. La combi deja a Seba en la ruta y él camina de vuelta, como lo hace de ida, unas 10 cuadras por una calle de tierra que lo adentra en el campo, donde vive en una casa grande y humilde con Marta, Edmundo, hermanos, primos y sobrinos y perros. Más el andarivel de chapas y ramas y una pileta de fibra de vidrio que un empresario le regaló, conmovido después de conocer su historia por el video de Infobae.

La verdad que significa que todo lo que hice no se olvidó y me dieron la oportunidad para nadar en las piletas grandes. Es algo muy lindo volver a la pileta”, cuenta Galleguillo, que allí nada en piscinas olímpicas, de 50 metros; el doble de extensión de la pileta de La Patriada, donde entrena en Varela, y cuatro veces más que el andarivel que hicieron Marta y Edmundo. De hecho, los primeros días sintió la diferencia. “Me costó bastante porque la pileta era larga. Era más fácil porque tengo que dar menos vueltas pero es más cansador. Igual ya estoy recuperando el ritmo de antes”, explica, confiado y sólido.

Sebastian Galleguillo - Nadador hipoacusico
Sebastian Galleguillo - Nadador hipoacusico - Florencio Varela - Argentina - Cuarentena Obligatoria (Foto: Franco Fafasuli)

“Estoy entrenando para mí mismo. Para estar bien en el Mundial de Sordos en Brasil, el año que viene”, agrega Seba. Es que, según cuenta, este año ya no habrá competencias de natación.

Guillermo Nobre, su entrenador, explica que el entrenamiento en el Parque Olímpico porteño es un suplemento, algo extra que pudieron conseguir gracias al ranking de Sebastián. “Por más que vayas dos o tres días por semana nada más, estás en pileta olímpica y eso favorece el entrenamiento. Nadar en pileta larga es una conveniencia. A veces entrenábamos en la pileta olímpica de Avellaneda, que inauguró (el intendente Jorge) Ferraresi hace poco”, detalla el entrenador. Pero las piscinas del conurbano bonaerense están cerradas todavía por la pandemia, tanto la de Varela como la de Avellaneda.

La historia de Sebastián Galleguillo de "La Capilla", Florencio Varela. Tiene 18 años y es nadador hipoacúsico y paraolímpico

Y entonces Sebastián y Guillermo tienen la chance de elegir entre los lugares donde entrenan los mejores del deporte nacional, el Parque Roca y el Cenard. “Esperemos igual que vuelvan los natatorios del conurbano bonaerense”, suplica Nobre, para poder entrenar más días. Sin embargo, parece difícil que Sebastián vuelva a La Patriada pronto, ya que ese club municipal se transformó en un hospital móvil para atender casos de Covid-19.

El Parque Olímpico para deportistas de alto rendimiento de Capital abrió a principios de septiembre, luego de seis meses de estar cerrado por la pandemia. La pileta del Parque Olímpico abre de lunes a viernes de 8 a 18 y su funcionamiento es bajo protocolos que limitan la cantidad de nadadores por andarivel a no más de dos, con asignación de turnos fijos de dos horas para cada deportista. Y su capacidad máxima es de 44 nadadores por turno, en acuerdo con la Confederación Argentina de Deportes Acuáticos (CADDA).

“El está bien rankeado, por eso lo convocaron. Puede ir al Cenard por la Selección de Hipoacúsicos y Sordos. Pero al Cenard podría ir él solo de mis nadadores. Y a Parque Roca también está yendo Santiago Moreno, que está bien rankeado a nivel nacional. Por una forma también de cumplir con la Federación de Natación de Buenos Aires todos los nadadores bien rankeados comenzaron a nadar en el Parque Roca. Sirve mucho pero nos cuesta ir todos a Capital. Estamos muy lejos”, cuenta Nobre.

Seba es un privilegiado que le pusieron una pileta en la casa y mal o bien toca el agua todos los días. Yo le armo un entrenamiento para la casa y el resto en la pileta olímpica”, describe. Su capacidad le permite nadar incluido en la modalidad de los deportistas convencionales.

Guillermo Nobre, el entrenador, junto
Guillermo Nobre, el entrenador, junto a Sebastián, en la pileta del Parque Olímpico de Capital

“Seba es carismático. Tiene mucha voluntad, mucha fuerza interior. No es necesario motivarlo, tiene una motivación propia que me alienta a seguir entrenando con él. Lo he paseado desde aguas abiertas a acuatlón. Te corre todo. Pero a medida que se hace más grande se encasilló en su disciplina, que es pecho. Los mejores logros los tuvimos ahí y ahora compite con los mejores, es un orgullo”, se emociona su entrenador.

“Estoy re contento”, admite Seba. “Los martes y jueves me levanto bien tempranito, desayuno, armo las cosas, camino hasta la ruta, me pasan a buscar, entreno re bien, con mucha alegría. Me levanto 7.30. Ariel pasa a las 10 y llegamos a las 11.30. Entro a las 12 y salgo a las 14. No vuelvo tan cansado", sonríe Galleguillo.

Cuando llega a casa, después de estar un rato con Marta, Edmundo y sus hermanas, incluso le quedan ganas de volver a su andarivel artesanal. “Siempre voy a calentar el agua y siempre la voy a usar”, jura el chico.

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