Cuando la pandemia de coronavirus todavía no había irrumpido en nuestras vidas, el mes de octubre solía ser el elegido para empezar a planificar las vacaciones de verano y muchos aprovechaban el fin de semana largo por el feriado que conmemora el Día del Respeto de la Diversidad Cultural para conocer de antemano el destino y señar un alojamiento.
Si bien este año el panorama sigue siendo incierto, y muchos prefieren esperar hasta último momento para ver qué es lo que sucede con los vuelos y con las restricciones a los turistas que impondrá cada provincia, hay familias que ya se animan a planificar su merecido descanso.
Según un análisis de las búsquedas realizadas en las diferentes plataformas de viajes, los argentinos ya sueñan con escapadas locales y en familia o con pequeños grupos de amigos este verano. En la actualidad, más del 85% de los viajes que los argentinos que compraron por Despegar tienen como fecha enero y febrero 2021, principalmente hacia los destinos nacionales. Sin embargo, en un relevamiento hecho por Infobae se impone la necesidad de organizar viajes de cercanía, a casas de familiares y en auto para abaratar costos.
Previsora como pocas, Pamela Pomo (39) comenzó en agosto a averiguar precios para alquilar una casa en un barrio cerrado de zona norte debido a que su marido tiene que seguir trabajando y ella quiere tener todo resuelto cuanto antes. “Inicialmente nos pidieron entre USD 1000 y USD 1200 para enero y USD 3000 para toda la temporada pero ahora por la misma propiedad te cotizan USD 3000 el mes”, contó la mujer a Infobae, indignada por cómo se dispararon los precios y porque los dueños exigen el pago con “dólar billete”.
Por más que Pamela buscó casas más chicas y barrios con menos amenities, las tarifas no bajaban. “Gastarnos los pocos dólares que pudimos comprar en medio de tantas restricciones no se justifica así que si los precios no se acomodan un poco a la realidad tenemos como Plan B irnos a la costa”, se resignó.
“Nos tortura el tema de no saber qué hacer con las nenas. Por lo general, a esta altura del año ya las tengo anotadas en la colonia y como esta temporada no va a haber estamos viendo la forma de que la pasen bien sin tenerlas encerradas entre cuatro paredes tres meses más con tanto calor ya que venimos de una larga cuarentena en nuestro departamento de Villa Urquiza”, recordó la mujer.
“El peor escenario sería ir a la casa de mi mamá, que vive en San Miguel, y armar la pelopincho en el jardín. Pero eso no sería un plan vacacional y mi marido se divorcia... La verdad es que estamos bastante bajoneados porque lo venimos planificando con tiempo y cada vez se torna más inaccesible”, se lamentó.
Soledad Giovanacci, con dos hijos de 6 y 3 años y un esposo bancario, atraviesa una situación similar. “Si bien mis suegro tienen casa en Mar del Plata y está la posibilidad de irnos unos días para allá, no me copa mucho la idea de estar todos amontonados en la playa y que me digan qué es lo puedo o no hacer”, admitió la mujer, quien hasta dos meses atrás tenían planeado viajar a Playa del Carmen y luego cambiaron por la idea de alquilar en Nordelta debido a la demora en la apertura de las fronteras.
“Nos encontramos que con lo que nos quieren cobrar por un mes nos hacemos dos viajes al exterior. Los propietarios se aprovechan de la situación, nos pidieron USD 4000 más expensas y no estamos hablando de un all inclusive”, detalló Soledad un poco desconcertada porque le llegaron a pedir también ese precio por una casa vacía, sin muebles.
Incluso, hasta habían pensado en la posibilidad de alquilar todo el año ya que ella está haciendo home office y su esposo va pocas veces por semana al banco. Pero frente a este panorama decidieron esperar hasta último momento para ver si ante la falta de oferentes bajan las tarifas: “Si no bajan los precios va a ser muy difícil alquilar”.
Con hijos pre adolescentes que ya se involucran en las tomas de decisiones, a Lara Mujica (40) le hubiera gustado repetir la experiencia del verano pasado en Pinamar y compartir la estadía junto a familias amigas. “Hace 20 días nos llamaron de la inmobiliaria para decirnos que teníamos prioridad para alquilar el mismo departamento. Es un edificio que está buenísimo pero como tiene muchos amenities no tiene sentido pagar ese dinero si no vamos a poder usar ni la pileta ni el gimnasio ni los demás espacios comunes por el tema del distanciamiento social. Sería un despropósito”, contó la mujer, que terminó de desistir cuando le cotizaron $210 mil por la primera quincena de enero contra los $93 mil que había pagado este año.
Como sus padres viven en Villa La Angostura y hace casi 7 meses que no los ve, la propuesta más firme es irse a pasar fin de año al sur y quedarse las primeras dos semanas de enero. “El problema es que a los porteños nos ven como a los que llevamos el virus y no sabemos con qué restricciones nos vamos a encontrar cuando lleguemos allá, si nos van a pedir hisopado para poder ingresar. También me daría un poco de culpa que mis viejos se lleguen a enfermar más allá de que son conscientes de que el virus está por todos lados”, admitió Lara mientras aguarda que pueda concretarse ese reencuentro.
“Nuestro plan es viajar en avión, pasar las fiestas de fin de año en el sur y quedarnos las primeras dos semanas de enero. Estuvimos averiguando precios y los pasajes salen $15 mil para esa fecha cuando dos meses atrás compramos tickets flexibles por $5 mil. La única contra es que no sirven para viajar en temporada alta y recién podremos utilizarlos después de las vacaciones”, contó Lara, entusiasmada con la posibilidad de volver a visitar a sus padres en el corto plazo.
Consciente de que será una temporada atípica y para evitar posibles complicaciones al desplazarse con su familia, Pablo Marhaba optó por veranear la segunda quincena de enero en Mar del Plata, donde tiene una propiedad.
Dueño de Amenitiy Travel, una agencia de turismo situada hace 9 años en San Isidro, Pablo suele hacer dos viajes por año al exterior (uno junto a su mujer en abril o mayo al Caribe y otro en familia durante el receso escolar de septiembre a EE.UU o Brasil) y tomarse unos días en la costa antes que sus hijos arranquen con el ciclo lectivo.
Los Marhaba viven en una casa con jardín y pileta y prefieren disfrutar del verano en Buenos Aires. “No nos desespera vacacionar en plena temporada. Y como estoy en el rubro del turismo siempre estoy atento a las promociones y pude sacar precios súper acomodados para viajar en 2021 a Cartagena de Indias. Pagué menos $40 mil por cada aéreo dos meses atrás. Si en ese momento lo pasabas a dólares te daba menos USD 300 y con esa plata ni siquiera te podías ir a Río antes de la pandemia”, ejemplificó Pablo, que apuesta a que se reactive el turismo internacional a partir de abril.
Acostumbrada a pasar sus veranos en Punta del Este, la familia Ferraro decidió cambiar la costa uruguaya para disfrutar de la pesca deportiva en el Paraná. “Unos amigos tienen un complejo de cabañas en Gualeguaychú y ya reservamos para la segunda quincena de enero. Es la primera vez que vamos y los chicos están muy entusiasmados porque quieren conocer otro lugar”, remarcó Gonzalo, que viajará con su mujer y tres hijos de 7, 11 y 13 años.
Asegura que después de meditarlo con su esposa, consideraron que la mejor opción en medio de la pandemia sería pasarlo alejado de las principales ciudades turísticas e inmersos en la naturaleza. “Ir al costa y tener que hacer cola hasta para tomar un café es un embole, sumado a que no sabés con qué panorama te vas a encontrar en la playa y si la gente podrá respetar el distanciamiento social. La verdad, no me veía haciendo varios kilómetros por día buscando un lugar alejado para poder armar la sombrilla con tranquilidad”, se sinceró al momento de explicar los motivos que lo llevaron a elegir ese destino.
“En este complejo, los chicos tienen varias hectáreas para recorrer, pileta, juegos, playa privada y la posibilidad de aprender a andar en kayak o hacer paddle surf, que es lo que más los motivó”, admitió Gonzalo.
La tendencia de vacaciones dentro del país es prácticamente unánime, aunque también están aquellos que no quieren resignar el viaje de sus sueños que el coronavirus les frustró y ahora van por la revancha. De hecho, una encuesta realizada por Usina Turística reveló que apenas el 7% de los consultados está dispuesto a tomarse un avión con rumbo al exterior.
En este grupo se encuentra Patricia Iglesias (36) y su novio, quienes tenían todo listo para irse un mes a Europa a principios de mayo y tuvieron que reprogramar su viaje para antes del 31 de marzo para no tener que pagar ninguna penalidad.
“Veníamos planificando nuestras vacaciones desde octubre del año pasado y ya teníamos todo comprado, desde los hoteles hasta los tickets de tren y los aéreos internos. Hubo empresas que nos devolvieron el dinero, otras que nos dejaron el saldo a favor pero también perdimos algunos alojamientos porque compramos barato y no tenían reembolso”, recordó Patricia, quien decidió concretar el viaje en febrero y así evitar que los costos se sigan encareciendo. “Hoy el euro, con el impuesto del 35%, cotiza a $170 pesos”, se indignó.
La hoja de ruta indica que tomarán un vuelo directo a Madrid y de ahí se irán a recorrer Barcelona, Valencia, Alicante, Roma, Milán, Venecia, Florencia, Positano y París. “Nuestro único miedo es que no sabemos qué puede pasar de acá a febrero. Como ya va a ser invierno, esperamos que no haya otro rebrote y nos exijan una cuarentena obligatoria porque sino vamos a tener que reorganizar todo el itinerario. Es algo que tenemos que contemplar”, contó la pareja en medio del entusiasmo que les genera emprender una travesía de este tipo y la incertidumbre que se vive a nivel mundial, sobre todo en el sector del turismo.
A pesar de los miedos que genera vacacionar en tiempos de COVID, la implementación de los protocolos sanitarios harán que los turistas puedan disfrutar de las distintas experiencias sin tener que pausar su tan anhelado descanso. Distanciamiento social obligatorio, contacto personal reducido, mayor higiene y sanitización y chequeos de temperatura serán tan sólo algunas de las medidas de las nueva normalidad del viajero; porque la pasión de los argentinos por viajar sigue intacta.
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