Según Transparencia Internacional, Dinamarca (junto con Nueva Zelanda) es hoy el país menos corrupto del mundo. Sobre 180 países estudiados tiene el índice más bajo. También es el segundo país más feliz del mundo, una del “World Happiness Report” de 2020.
¿Qué lo ubican en esos puestos? Una serie de cuestiones como la calidad de vida, las ayudas sociales, el alto PBI, el bajo fraude fiscal, la libertad individual e igualdad de género y el diverso ecosistema político entre otras.
Borgen, la serie danesa del momento -que emite su tercera temporada- refleja varios puntos del estilo de vida de este singular país, que muchas naciones toman como ejemplo, y que para un argentino parece una realidad lejana, mucho más que los 11.953 kilómetros de distancia que nos separan.
Mariana Cagnoli (30) es oriunda de Puerto Madryn, actriz (@marianacagnoli), y se casó en 2015 con Henrik Lundorff, danés, en Buenos Aires. El flechazo internacional se dio por casualidad, en octubre de 2013, cuando él se ofreció como voluntario para construir viviendas de emergencia en La Matanza con la ONG Un Techo. Entre las personas que integraban su grupo estaba Mariana. Vivieron varios casi seis años en la Argentina, y en 2019 decidieron instalarse en Copenhague. “Yo fui varias veces de visita antes, para ver si era viable el cambio de vida, porque era consciente del choque cultural”, le cuenta a Infobae.
Si bien Mariana ya tiene la mitad del camino resuelto -un lugar para vivir, amigos de su marido, familia- aún no obtuvo la residencia, ya que los requisitos son muy estrictos para los inmigrantes. Puede estar en el país gracias a la visa Work & Holiday. Conseguir trabajo tampoco le fue tarea fácil: “entre las vacaciones de Navidad y la pandemia, tardé varios meses en encontrar. Finalmente, conseguí como asistente en una empresa de insumos odontólogicos. El ambiente es agradable, la gente es amable, son flexibles en cuanto a los horarios y pagan muy bien, algo así como 20.000 coronas (3.100 dólares).”
Es que la verosimilitud de Borgen es contundente. En la ficción queda plasmado que tienen los salarios más altos del mundo, al igual que los impuestos más caros de Europa (desde 35 %) .“No hay barrios vulnerables, las personas de bajos recursos disponen de viviendas sociales. Tampoco existe la inflación, ni las fluctuaciones de precios. Los impuestos son elevados pero nadie duda en pagarlos porque valen cada centavo y se reflejan en los espacios públicos, la seguridad, la salud pública y la educación”, describe.
Coincide con ella Delfina Pabón, que reside en un barrio de Copenhaguen llamado Osterbro desde febrero de 2020. Accedió con la visa Work & Holiday y comparte el departamento con un danés de 57 años. La nacida en Banfield trabaja en un coffee shop expendiendo café y además tiene un emprendimiento de fotografía (@delfipabon) . "El verano sin lugar a dudas es la mejor estación del año por su clima cálido, sus playas cercanas y los canales integrados a la ciudad”, relata en los videos que sube a su cuenta de Youtube.
Un trabajo no calificado -como puede ser el de barista en un café- paga entre 110-160 coronas danesas la hora (17-25 usd).
Claro que en contrapartida la vida es cara. Alquilar solo es casi imposible: una habitación cuesta entre 4500 y 7000 coronas danesa (629-1101.15 Usd) y comer afuera arriba de los 16 dólares. Por eso muchas personas comparten vivienda. “La moneda es fuerte y rinde”, reconoce Delfina Pabon, que ya vivió en otros seis países. “Por la estabilidad económica, además, se puede hasta ahorrar”, completa Mariana.
En muchos aspectos, la Argentina está en las antípodas, sobre todo en materia de seguridad. “Aquí se vive tranquilo, sin sobresaltos. Desde chico nos enseñaron a estar alerta al salir a la calle, me costó habituarme a eso. Claro que pasan hechos delictivos pero todos dejan las bicis afuera a la noche, te olvidas el teléfono en la mesa de un bar, volvés y sigue allí.. es surrealista”, admite la actriz.
Otro punto que hace a Dinamarca única es el balance entre el trabajo y el tiempo libre. “Se trabajan ocho horas por día, e igual el día rinde, tenés tiempo para juntarte a tomar un café, una cerveza o comer algo”, resaltan.
El transporte de elección es la bicicleta, con todos los beneficios que eso conlleva, tanto para la salud, el medioambiente y el ahorro de dinero. “Copenhague (1.230.728 habitantes) está preparada con bicisendas, los autos y los peatones los respetan. En quince minutos estás en cualquier lado, eso hace que también tengas tiempo extra”, le cuenta Delfina a Infobae.
Dinamarca es una monarquía constitucional. Eso significa que oficialmente la jefatura del estado es la Casa Real, mientras el poder político reside en manos del parlamento unicameral, el Folketing.
El sistema partidario político también es diverso. La actual primera ministra es Mette Frederiksen, socialdemócrata, y su antecesor fue líder del partido Venstre, el Partido Liberal Danés.
Los daneses están involucrados e informados en los temas de actualidad política. “Todo se comunica de manera transparente, y exigen explicaciones. Hay una necesidad de resolver conflictos y no dejar los temas para después. No veo grandes militancias ni gente cortando la calle, sí manifestaciones por el cambio climático”, dice Mariana.
Delfina destaca la multiculturalidad que hay en ciertas zonas, que crece año tras año. “Los daneses están a favor de ser un país receptor de refugiados, y se movilizan para que eso suceda, hay un gran movimiento a favor de los Derechos Humanos” sostiene.
El sistema de salud es gratuito. “Nunca lo necesite, salvo para hacerme los tests de Covid-19, que fueron sin costo”, explica Mariana. Delfina sí lo necesito y cuenta que “es excelente”.
Hygge, un concepto 100 % danés
Se pronuncia “hu-ga” y a menudo se le traduce como “lo acogedor”. Tiene un significado claro y conciso: crear una agradable atmósfera y disfrutar de las buenas cosas de la vida con las personas que uno elige. Es decir, pequeños momentos de plenitud.
Ambas argentinas coinciden que eso se vive en Dinamarca. “Son personas sociables que se reservan algo del día para practicarlo, inclusive en el trabajo, donde todos los viernes tenemos un desayuno grupal, es como un ritual”, reconoce Mariana. Algo similar ocurre con la cerveza post laboral. “Los daneses le dedican tiempo a ese momento: jamás van hacer algo espontáneo, porque quieren estar presentes sin interrupciones”.
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