Cada piloto tiene su indicativo. El de Lorenzo Greco cae de maduro. Es “el Tano”. Nacido en Florencia hace 42 años, es uno de los que, a bordo del avión hidrante Air Tractor 802, colabora en combatir el fuego en Córdoba.
Antes de cada vuelo, el imperativo está resumido en la frase: “evitar que lo que podría ser, no sea”, explicó con su acento italiano a Infobae. Temprano por la mañana, se comunica con el coordinador, que es el enlace entre los pilotos y los brigadistas de tierra. Se evalúan las prioridades y se sale a trabajar. La jornada de vuelo se extiende a seis horas, durante las cuales se efectúan hasta cinco aterrizajes por hora.
El piloto, luego de cargar con agua su avión en pista, despega hacia la zona del fuego. Es guiado desde tierra por los bomberos que llevan la peor parte, al estar cara a cara con las llamas.
En permanente comunicación con los brigadistas, el piloto debe estar atento a los obstáculos y las trampas que ofrece la orografía cordobesa, las cortantes de viento, o las cuestas de cerros escondidas por el intenso humo.
“Se debe atacar de a poco el fuego, evitando entrar en el humo, y se van abriendo las compuertas a distintos grados para derramar el agua en lugares específicos”, cuenta este piloto, que trabaja para una empresa privada de alquiler de aviones hidrantes que fue contratada por el Estado.
Pero el piloto deberá estar atento a otros parámetros. La velocidad al momento de arrojar el agua es importante. En el mismo sentido, la altura resulta clave, porque si se lo hace desde muy arriba, se corre el riesgo de que el agua se evapore como producto del calor de las llamas. Dependiendo del follaje, se calcula la altura. Más allá del instrumental a disposición, el cálculo visual del piloto es fundamental. Luego, dar la vuelta, dirigirse a recargar de agua y volver al infierno.
El avión que pilotea Greco es un monoplaza y los pilotos se turnan para descansar. Saben que tienen por delante una tarea complicada. “Los pronósticos no son para nada alentadores”, comentó. “Se calculan que habrá pocas lluvias en los próximos meses. Además, el viento no ayuda. Hubo momentos en que el fuego avanzaba un metro por segundo como consecuencia de los fuertes vientos”.
Greco tiene experiencia tanto en el país, donde participó en trabajos en Misiones, Mendoza, La Rioja, en la Patagonia como también en el combate de incendios en Chile. Insiste en subrayar que el ABC de su tarea es el trabajo en conjunto y la confianza entre los miembros de un numeroso equipo, donde el factor más importante es el tiempo, que siempre es escaso.
“Trato de evitar el riesgo; para este tipo de trabajos, donde cada uno de nosotros tiene una misión que cumplir, los héroes, en estos casos, no sirven”, reflexiona.
Aviones se alquilan
La mayoría de los países no cuentan con aviones hidrantes propios, sino que los alquilan a empresas privadas. Este tipo de máquinas son muy caras, es muy elevado su mantenimiento y también es oneroso sostener a la tripulación, la que que debe estar siempre convenientemente entrenada. Para cada avión de porte, o bien un helicóptero la dotación ideal debería formarse por un piloto, un copiloto, un operador y por lo menos dos mecánicos, uno para dedicarse al avión y otro al equipo que contiene el agua. Ante el cálculo que hacen los países, en mantenerlos inactivos la mayor parte del año, les resulta más práctico alquilarlos ante situaciones específicas.
De todas formas, hay provincias que poseen máquinas pequeñas. En Córdoba, operan el Air Tractor, un turbo hélice que puede transportar 3000 litros de agua. Tiene su versión anfibia, el Fire Boss, al que le adosaron dos flotadores y posee una importante capacidad de recarga. Este avión va rozando el espejo de agua y así carga el tanque. También se utiliza acá y en muchos países el Dromader, una de las máquinas precursoras en este tipo de tareas.
Para combatir los incendios en Córdoba, y asistir a los 300 bomberos de tierra, hay una docena de aviones afectados y dos helicópteros, que llevan una especie de bolsa de lona, llamada Bambi Bucket, que tiene una capacidad de 1000 litros. Existen otros tipos de helicópteros, como el Aire Crane, que transporta un tanque interno y son de uso para incendios forestales.
Hay lugares donde aviones fumigadores fueron convenientemente adaptados para combatir incendios, colocándoles tanques con una capacidad de 500 o 600 litros. Durante el gobierno anterior, se estudió la posibilidad de hacer lo mismo con los aviones Hércules, adaptando en su espaciosa bodega un tanque interno con dos tubos de salida que se habilitarían al bajar la rampa del avión. Pero esta máquina fue diseñada para el transporte de tropas y material y no para realizar maniobras bruscas; debido a la posición de las alas, éstas corren el riesgo de desprenderse.
Ante el desastre ambiental declarado en Córdoba, el gobierno nacional envió seis aviones hidrantes y uno vigía. De ellos, cinco fueron contratados producto de una licitación y el restante debió ser alquilado debido al avance del fuego, según explicaron a Infobae desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Chile, más previsor
El país trasandino, que también sufre incendios en distintos puntos del país donde las lluvias suelen ser escasas organizó, en el 2018, una suerte de convención internacional en la ciudad de Sacramento, en Estados Unidos. Convocó a las principales empresas privadas dedicadas al alquiler de aviones hidrantes y así armó, con las que les pareció más conveniente, un plan de lucha contra los incendios. Aún así, aviones contratados, como el Supertanker B 747 fue evaluado por la Corporación Nacional Forestal con un escaso 13,61% de efectividad, dado que arroja el agua en modo de spray, y mucha de ella se evapora al contacto con las llamas.
El mejor catalogado por la CONAF, con un 100% de efectividad, fue el helicóptero Sikorsky S64, conocido popularmente como Elvis. Este carga 10 mil litros en 45 segundos y -dijeron- los descarga con mucha más precisión.
Hay otros países, como el caso de España, que armaron una flota mixta de propios y alquilados de alrededor de 200 aparatos.
Según contó a Infobae Ezequiel Sicardi, piloto civil y consultor aeronáutico, existen dos aparatos, que son verdaderos tanques volantes, fabricados en Estados Unidos y que son aviones comerciales especialmente reformados. Uno es un Jumbo 747, que posee diez tanques internos, dos de ellos de aire comprimido. El agua es despedida a presión por tres salidas ubicadas en su cola, y que es el que la Corporación Nacional Forestal de Chile lo evaluó con una baja efectividad. También existe un DC 10, que lleva un tanque externo con capacidad de 36 mil litros, y arroja el líquido en forma más directa y contundente. Estas aeronaves tienen la capacidad de rociar con agua un trayecto de dos kilómetros.
Un millón de dólares
“Para contratar, por ejemplo, un DC 10 durante dos semanas, unas tres horas por día, se calcula un desembolso de alrededor de un millón de dólares, que incluye cuatro pilotos, diez mecánicos, repuestos y seguros, porque lo que se cuida es que el avión no sufra ningún desperfecto”, destacó Sicardi, que pertenece a la empresa 10Tank.
El especialista remarcó que “lo ideal es combatir el fuego con agua, mezclada con un supresor. Este componente aumenta en un 40% la resistencia de evaporación del agua frente a las altas temperaturas del incendio. Es un producto que se fabrica en el exterior y en el país se están llevando adelante los primeros desarrollos para fabricarlo. Hubo casos en que el avión arrojó solo líquido supresor por delante de la línea del incendio, con el objetivo de frenarlo y ayudar a los bomberos”.
Frente a la implacabilidad de las llamas, están esos héroes que, en silencio, arriesgan sus vidas. Como lo hace “el tano” Lorenzo Greco que, risueño, se define como un “revolucionario”, porque en tiempos en que muchos buscan una nueva vida en el exterior, él decidió quedarse en el país. Le resta importancia a su trabajo y sí destaca la labor en equipo, como el único camino para ganar esta batalla en la que aún queda mucho por luchar.
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