Guillermo Masnata (64) es piloto de Aerolíneas Argentinas y a lo largo de casi 40 años de trayectoria tuvo el orgullo de vivir momentos históricos dentro de la empresa que no sólo quedaron guardados para siempre dentro su corazón sino también en la memoria colectiva de nuestro país.
Ingresó a trabajar en 1981, con apenas 25 años y muy poca experiencia. Un año después vio partir desde la pista a los aviones que llevaban provisiones y soldados a Malvinas, vivió en carne propia la privatización que hizo Carlos Menem en 1990 y la debacle de la compañía hasta terminar en manos del Grupo Marsans, y luego la reestatización que la entonces presidenta Cristina Kirchner puso en marcha en 2012.
Acumuló miles de horas de vuelos al exterior y conoció las principales ciudades del mundo en tiempos en que los aeropuertos estaban abarrotados de turistas, pero también le tocó ahora padecer el silencio y la soledad piloteando aviones prácticamente vacíos para ir a repatriar a argentinos varados a causa de la pandemia. El comandante Masnata fue también uno de los elegidos para comandar una de las aeronaves que viajó a China a traer los insumos que necesitaban los hospitales para hacerle frente al COVID-19.
“Mi verdadera formación aeronáutica la tuve en Aerolíneas Argentinas”, se enorgulleció Masnata, quien está por cumplir 65 años en una semana y este jueves por la noche hizo su último vuelo de pasajeros.
El Airbus A330 matrícula LV-GKP despegó cerca de la medianoche desde la pista número 11 del Aeropuerto de Ezeiza rumbo a Nueva York: el destino quiso que se tratase de la misma ciudad que lo recibió en 1981 cuando le tocó debutar con su primer vuelo internacional. Pero además, la compañía a la que sirvió por tantos años le preparó una sorpresa.
“Fue un viaje especial porque además tuve el lujo de tener como copiloto a mi hijo, con el que ya había compartido otras rutas. La empresa me sorprendió al permitirle que sea él uno de los tres que me acompañara en este trayecto para que lo pudiera disfrutar de una manera más íntima y familiar”, contó Masnata durante una entrevista telefónica que tuvo con Infobae desde la habitación del Hotel Roosevelt, donde se encuentra alojado. “Aunque parezca increíble fue en este mismo hotel donde me hospedé en aquella oportunidad”, recordó, sorprendido todavía por semejante coincidencia.
La gran diferencia es que ahora cuenta con la compañía de su hijo Guillermo, todo un símbolo, ya que él es quien le dará continuidad a su legado en la empresa y tratará de dejar su propia huella; siguiendo los pasos de su padre pero haciendo su propia experiencia. Y la que le tocó vivir este fin de semana será, sin dudas, una de ellas.
Infobae se hizo eco de esta historia a través del Instagram @desdeelpatioblog, que publica noticias y crónicas sobre viajes, aviones y personajes del mundo aeronáutico y que también tiene una web llamada Desdeelpatio.com.ar. De hecho, fue la propia cuñada de Masnata, la encargada de postear en el blog sobre ese emotivo acontecimiento que tenía revolucionada a toda la familia y que traspasó la esfera de la intimidad.
Las medidas de aislamiento tomadas por casi todos los países del mundo para intentar frenar la difusión del coronavirus afectaron fuertemente la actividad y crearon un escenario inédito en los aeropuertos.
“Nunca imaginé terminar mis años de vuelos de una manera tan distinta a cuando recién comencé. Es muy raro viajar con apenas el 15% de los pasajeros, con tantas restricciones sanitarias y controles por el coronavirus. Pero era algo a lo que ya me estaba acostumbrando”, reconoció Masnata, entusiasmado por poder volver a hacer lo que más le gusta antes de abandonar definitivamente el comando de una aeronave.
“Este último viaje fue muy tranquilo. Teníamos previsto un desvío, porque es época de formación de tormentas tropicales y huracanes en el Caribe, y tuvimos que adentrarnos un poco más hacia la costa americana. Pero fue un trayecto placentero y por suerte no hubo ningún evento desafortunado”, contó el piloto.
Durante los primeros meses de la pandemia, cuando la actividad aeronáutica era casi nula, Masnata siguió trabajando y tuvo el orgullo de pilotear el primer Airbus que aterrizó en Miami, en busca de argentinos varados, una vez que el gobierno decretó el cierre de fronteras el 20 de marzo.
Otra de las experiencias que jamás olvidará fue cuando le tocó volar a China para traer toneladas de barbijos, respiradores, equipamiento médico y otros insumos para el coronavirus. "Estuve dos días y medio arriba de un avión, sin bajar en ningún aeropuerto. Solo aterrizaba para cargar combustible y seguíamos viaje. Fue algo emocionante y único donde estuve al servicio de mi país ", recordó el comandante, quien heredó la pasión por esa profesión de su padre y se la traspasó a su hijo.
“Mi papá era piloto, aunque nunca trabajó en una línea aérea. Siempre me gustaron los aviones, desde chico, y cuando era joven quería ser ingeniero aeronáutico. Pero después tuve la oportunidad de volar y decidí formarme en aeroclubes, como el de Don Torcuato y Saladillo, haciendo horas de vuelo”, contó Masnata, cuyo primer trabajo fue pilotear la aeronave de un banco.
Si bien nunca quiso entrometerse en la carrera que eligiría su hijo “Willy”, la historia familiar pesó y el apellido Masnata volvió a echar raíces en el mundo de la aviación. “Mi hijo se formó en una escuela de vuelo, se presentó en Aerolíneas y rindió examen como cualquier otro aspirante”, aseveró el piloto, para despejar dudas sobre un posible favoritismo. Hoy, con 32 años, Guillermo Masnata (Jr) ya lleva 10 años en la empresa.
La tradición aeronáutica establece que todos los pilotos que realizan su último vuelo deben pasar con el avión por debajo de un arco de agua, que los bomberos forman son su manguera en el medio de la pista; después de aterrizar en el destino final.
Padre e hijo arribarán a Buenos Aires este domingo a las 4 de la mañana, en el vuelo AR1301, y a pesar de que todas las expectativas están puestas en esa ceremonia de despedida, Masnata es consciente de que en tiempos de pandemia hay costumbres que ya no se pueden llevar a cabo.
De todas maneras, para él es un “hasta pronto”, ya que continuará trabajando como Secretario de Seguridad de la Asociación Argentina de Pilotos, con mandato hasta 2022. “Me quedan dos años y medio por delante y muchas cosas por hacer vinculadas a la seguridad y la carrera profesional de los pilotos. Y pasado ese tiempo sé que nunca me voy a poder desvincular de la actividad a la que dediqué más de la mitad de mi vida”, admitió el todavía piloto de pasajeros, que ya proyecta una vida menos ajetreada y en compañía de sus nietos, Camilo (5) y Guillermina (1), que son su debilidad.
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