Cuando tenía cinco años, Agustina Pavón fue con su jardín de infantes de visita al cuartel de bomberos de la ciudad de La Calera, en la provincia de Córdoba. Allí se quedó impactada: los trajes, las herramientas, los vehículos y la actividad que realizaban los oficiales le llamaron mucho la atención y le despertaron el interés. Tanto que de esa excursión terminó surgiendo el deseo de seguir sus pasos y servir como ellos, algo sin antecedentes entre sus familiares.
Hoy en día Agustina tiene 20 años y desde hace poco más de uno que es bombera voluntaria. Por estos tiempos su rol es esencial: forma parte del despliegue de recursos humanos que combaten los incendios que azotan a las sierras cordobesas, en el noroeste del Valle de Punilla.
Puntualmente, ella trabaja -junto a otros cinco compañeros- en el abastecimiento de agua de los aviones hidrantes que operan desde el Aeroclub de La Cumbre. Se encarga de conectar las mangueras del camión a las aeronaves que van y vienen hacia los sectores comprometidos. La tarea es desgastante y le ocupa gran parte del día: “Once o doce horas aproximadamente -contó a ElDocetv-, desde la mañana tempranito hasta que se oculta el sol”. Después de eso las obligaciones aun continúan, ya que deben alistar las cosas para la jornada siguiente.
Pero además de luchar incansablemente contra las llamas, Agustina también tiene tiempo para seguir desarrollando su vida y, con mucho esfuerzo, dedicarse a sus estudios. Actualmente cursa el primer año de la carrera de Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba y desde el lunes pasado empezó a recibir muchos mensajes de felicitaciones por un logro muy destacable: rindió un examen desde la base de operaciones en La Cumbre, mientras cumplía sus labores para apagar el fuego.
La joven reveló que no quiso pedirse el día por la compleja y extenuante situación que enfrentan junto a sus colegas. “Hay que seguir, a pesar de todo hay que seguir con esto, estamos con la lucha diaria en estos días”. Por eso, en la última semana se preparó aprovechando el poco tiempo que disponía: estudiaba por las noches en su casa de La Cumbre después de largas jornadas de trabajo. A veces una hora, a veces un poco más; hasta que el cuerpo y la mente le decían basta y se iba a dormir.
El examen de la materia Niñez comenzó a las 14 y duró 20 minutos. Como el resto de sus compañeros de clase, Agustina realizó el parcial de manera virtual. En su caso, lo hizo a través de su teléfono celular, con la previa autorización de su superior. “Necesitaba WiFi y acá la señal no es muy buena, así que cuando le dije a mi jefe que tenía que rendir, me autorizaron a hacerlo adentro de la unidad y los hombres muy amables me brindaron la contraseña”, contó.
Los problemas, sin embargo, se presentaron inesperadamente en la página de la facultad: cuando estaba por comenzar el parcial se cayó el sistema. La estudiante pensó entonces en dejar la materia para más adelante. “Dije ya está, no rindo. Ya no tenía tantos nervios”, recordó. Pero enseguida se reestableció la conexión.
Finalmente, la entrega pudo más que la fatiga y tuvo recompensa: Agustina se sacó un 7 y explotó de felicidad. “Cuando me di cuenta que aprobé empecé a gritarles de alegría a mis compañeros”. La joven festejó unos minutos y enseguida volvió a sus actividades. Es que el fuego por ahora no da tregua y continúa ardiendo en las sierras.
Desde que comenzó el año en Córdoba se reportaron 51 focos de incendios forestales y todavía permanecen activos cuatro, en La Cumbre, Alta Gracia, Alpa Corral y Falda del Carmen. El total de superficie afectada ya es de 48.410 hectáreas, según el último informe del Servicio Nacional de Manejo del Fuego.
En este contexto Agustina y todos sus compañeros dan pelea casi sin descanso. Hacia futuro, la joven piensa en seguir siendo bombera y obviamente se imagina ya recibida de psicóloga. Incluso le gustaría vincular ambas labores y dedicarse "a la psicología de niños y de la emergencia”.
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