“El COVID nos fulminó": el drama de una joven que perdió a sus padres, a su abuela y a su tío en 20 días

Sasha Ávila tiene 18 años y vive en Ingeniero Budge. El mes pasado casi toda su familia murió por el coronavirus. Ahora ella, con su hermana de 19, tiene que velar por los dos menores y necesita ayuda. Además, publicó un video en las redes donde llama a concientizar sobre la gravedad de la enfermedad. “Esto es en serio. Este virus existe y mata”, dijo a Infobae

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El video en que Sasha relató su dramático momento en las redes sociales

Primero murió mi abuela Flora, el 4 de septiembre. Después fue mi mamá el 12, le siguió mi tío el 22 y finalmente mi papá, el 24”. Así, con una entereza que sorprende, resumió Sasha Ávila en diálogo con Infobae los trágicos 20 días que le cambiaron la vida para siempre y de la manera más cruel. Tiene apenas 18 años y por culpa del coronavirus, perdió a casi toda su familia. “Fue en nada de tiempo. El COVID no fulminó instantáneamente. Ahora sólo quedamos mis hermanos y yo", lamentó la joven.

Sasha lo describe como una ola que arrasó con su familia y no les dio oportunidad de nada. Por eso se indigna y le duele cuando se pone en duda la gravedad de la enfermedad o cuando hay algunas manifestaciones que ponen en riesgo a la mayoría de la población. “Esto no es invento de Bill Gates. Esto es en serio. Este virus existe y mata. Por eso no puedo creer que haya gente en las calles quemando barbijos”, criticó.

Mabel y Javier, los papás
Mabel y Javier, los papás de Sasha

El contagio masivo dentro de su familia comenzó con su abuela Flora, una mujer de 93 años, que no pudo aguantar los embates de la pandemia y murió. Carlos (68), el tío, fue el segundo en contraer la enfermedad. El hombre vivía junto a Flora y según describió Sasha, el coronavirus lo golpeó también de manera brutal. “Mi tío se caía y no se podía parar. Mi abuela, por su parte, tosía y le daba frío”, contó la joven a Infobae.

El tercer lugar en esta trágica e imparable serie de infecciones fue para Mabel Levandosky, su mamá. Una mujer de 50 años, maestra jardinera, pero con un serio antecedente de salud. Padecía de fibrosis pulmonar idiopática. Al igual que su tío, fue internada en la clínica Medical Center de Avellaneda pero ninguno de los dos pudo soportar el daño del COVID-19 y fallecieron. Casi como una crónica anunciada, Javier Ávila, su papá, también se contagió de la enfermedad. Al igual que su esposa, este profesor de historia de 64 años, contaba con antecedentes que agravaron su cuadro. Sufría de Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) y asma.

Apenas se enteraron de que estaban enfermos, los padres de Sasha fueron a atenderse a la Unidad de Pronta Atención (UPA) de Camino Negro y Recondo, en Villa Fiorito, Lomas de Zamora, con gran preocupación por sus patologías preeexistentes. Nunca más volvieron. La mujer fue llevada a Avellaneda, el hombre permaneció en la Unidad hasta fallecer.

Mabel y Javier vivían en Ingeniero Budge junto a Sasha, otras dos hijas de 19 y 16 y un pequeño, de nombre Mijail, de apenas 12 años. Todos se contagiaron. De hecho, por ese motivo Sasha no pudo despedirse ni de su abuela, ni de su mamá ni su tío. Apenas pudo llegar a ver al papá detrás de un vidrio mientras peleaba por su vida, en medio de tubos y aire artificial. “Nosotros también tuvimos coronavirus y el Estado ni estuvo. Nunca nos hicieron ningún hisopado. Yo en lo personal lo padecí con varios síntomas. Fue duro y lo sentí. Yo empecé con un dolor de cabeza tremendo, diarrea, mareos y una presión en los ojos como si se me fueran a salir, decaimiento, no me quería ni mover de la cama. Pero a mis padres les pegó más fuerte”, relató la joven.

Carlos, el tío de la
Carlos, el tío de la joven

La joven de 18 años también aprovechó para denunciar que mientras la familia transitó la enfermedad en Lomas de Zamora, se sintieron abandonados y lamentó la situación por la que tuvo que atravesar su padre especialmente, a quien según dijo no le brindaron la atención que merecía. “Yo no critico ni a los médicos ni a los enfermeros. Me quito el sombrero por ellos. Hacen lo que pueden, con lo que poco que tienen a su mano. Acá los responsables son los que están más arriba. Además, siempre la atención de los pobres tiene problemas. A la gente rica nunca le pasa nada”, dijo la joven. De acuerdo con Ávila, pasaron horas al principio para que el personal del UPA lo atendiera debido a la gran cantidad de gente que venía minuto a minuto.

No fue lo único. El viernes 25 de septiembre pasado, cuando la familia, los amigos y los vecinos esperaban el coche fúnebre para despedirlo a Javier, desde la casa velatoria se comunicaron con uno de los hermanos del hombre fallecido para informarle que desde la UPA no les habían el acta de defunción. Sin ese papel, era imposible llevarse el cuerpo. Cuando el tío de Sasha se hizo presente -relató- la coordinadora de Enfermería le indicó que “estaba viendo qué médico tenía que firmar el documento”. Es decir, sufrió retrasos en la entrega de los restos por un trámite que debió solucionarse de manera sencilla.

Flora,su abuela, y Carlos, el
Flora,su abuela, y Carlos, el tío

“Mi padre ha sido el amor de mí vida, a pesar de todo, siempre estuvo para todos, no solo para mí, y cuando falleció decidimos despedirlo de la mejor manera junto a vecinos, amigos, compañeros del partido, y familiares, pero existió una gran dificultad al momento de despedirnos, una dificultad que no debería de haber estado, y por ello yo, junto a mí familia, decidimos que el secretario de salud del Municipio”, expresó Sasha, quien además subió dos videos en las redes sociales contando su situación y que tuvieron una amplia repercusión.

Antes de la pandemia la vida de la joven era como la de cualquiera otro de su edad. Aún no sabía si estudiar periodismo o ser profesora de Historia. “Yo estudio en el colegio José Luis Delpini de Villa lugano, frente a la villa 20. Y quiero agradecerles porque desde la institución hicieron una colecta y nos están ayudando. Yo ahora no pudo seguir los estudios. Me siento triste y deprimida. Cuando uno se siente así, es muy difícil concentrarse. Estamos devastados pero muy agradecidos por las muestras de cariño y ayuda de muchos lugares. Eso hace que sea más fácil”, señaló.

La denuncia de Sasha contra la Municipalidad de Lomas de Zamora

Mijail, su hermano menor, en cambio fue el más impactado. La muerte de sus padres por la enfermedad despertó en él un sentimiento de culpa que genera preocupación en sus hermanas. Es que según cuenta Sasha, el pequeño cree que Mabel y Javier perdieron la vida por su culpa y comenzó a lamentar todas las veces que discutieron.

Sasha trata de hacerle entender que no es así pero por ahora no hay caso. “Estamos preocupadas porque dice que se quiere suicidar. Le pegó muy fuerte esto y siendo tan pequeño, sus padres están bajo tierra. Queremos buscar ayuda porque no podríamos perder otra persona en esta familia”, sentenció.

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