Son las 16.27 del lunes 28 de septiembre. En su casa de Lomas de Zamora, Vanina Catalá Ortmann (35) y Leonel Chainski (36) recién terminan de almorzar.
Desde el sábado 12 de septiembre, fecha en que las trigemelas dejaron la Clínica IMA de Adrogué, la vida de estos docentes del conurbano se convirtió en una especie de “tetris” en el que acomodan sus horarios a los de sus hijas.
Nada que una pareja de padres primerizos no haya atravesado salvo que, en su caso, todo está multiplicado por tres y potenciado por la pandemia del COVID-19.
“Hasta ahora viene siendo un caos. Lindo, pero una caos al fin”, se sinceran a dúo Vanina y Leonel vía audios de WhatsApp que envían a Infobae, mientras Victoria, Julieta y Delfina descansan en sus “huevitos” envueltas en una mantitas de lana blanca.
Por su excepcionalidad, la historia del embarazo trigemelar, que se da un caso cada 200 millones, fue una historia que llegó y emocionó a todo el mundo. Tras el nacimiento de las niñas, el 25 de julio, Vanina y Leonel accedieron dieron una nueva entrevista a Infobae, para detallar cómo había sido el parto y por qué sus hijas iban a tener que permanecer en la neonatología.
Hace poco más de quince días, y luego de estar internadas durante siete semanas, “las trige” (como las llaman cariñosamente, médicos, amigos y familiares) fueron dadas de alta. “Estábamos ansiando este momento de todo corazón: queríamos tenerlas con nosotros”, apunta Leonel y sostiene que la rutina de ir y volver desde su casa hasta la Neonatología se les había vuelto “muy cuesta arriba”.
“Lo más duro fue tener que tener que cumplir con el protocolo a rajatabla. Además de llevar puesto siempre un barbijo, no podíamos besar ni abrazar a las nenas, tampoco teníamos permitido ingresar los dos juntos: era uno o el otro. Eso también fue difícil porque no podíamos compartir momentos”, dice el papá de las trigemelas, quien tomará la posta de la entrevista.
Victoria, Julieta y Delfina nacieron con 32 semanas de gestación y pesaron 1,560 kg; 1,630 kg; y 1,490 kg. Para el momento de su salida, habían aumentado bastante de peso. Julieta, la del medio y la más “glotona”, llegó a los 2,140 kg. Victoria y Delfina, empataron con 2,085 kg.
Al principio, cuenta Leonel, habían armado una sola practicuna creyendo que las niñas iban a dormir juntas. Al día siguiente se tuvo que poner a armar la segunda y, al otro, la tercera.
“Esto es aprendizaje y error permanente. Todo el tiempo estamos probando estrategias distintas para su comodidad y la nuestra. Por el momento, la pieza de ellas no la usamos. Pusimos las practicunas en el comedor, que es donde estamos la mayor parte del tiempo, pero muchas veces se terminan durmiendo en cualquier lado”, cuenta Leo.
“Siempre hay alguna de las tres que molesta a las otras dos. Se turnan para hacer lío y llorar. Julieta, por ejemplo, grita y se pone toda colorada. Lo gracioso es que cuando despierta a las hermanas, se duerme automáticamente. Es como si necesitara escucharlas”, agrega.
Desde que volvieron de la clínica, Vanina y Leonel y sus bebés están cien por ciento confinados: solo salen para visitar al pediatra. Si bien recibieron a algunos familiares, la cantidad de personas que pasa por su casa es mínima.
“Todos vienen con barbijo y respetan al máximo las medidas de higiene que propusimos: nada de besos y lavado permanente de manos. Nuestro gran temor, más que el COVID-19, es la bronquiolitis”, dice Leo y trae a colación una anécdota poco feliz.
“Mis viejos viven abajo de nuestra casa y no están subiendo a ver sus nietas. ¿Por qué? Porque mi papá tiene problemas del corazón, se está atendiendo en el Sanatorio Güemes y teme traer algún virus. Así que, por el momento, ni él ni mi mamá están pudiendo ver a las nenas. Es muy duro”, dice.
-Dejaron de ser dos y pasaron a ser cinco. ¿Cómo es un día en esta nueva normalidad familiar?
-Hasta ahora viene siendo un caos. Lindo, pero una caos al fin. Por suerte las nenas son muy tranquilas: solo demandan brazos cuando tienen cólicos o reflujo. Las diferenciamos por su carácter. Victoria, la mayor, es la más dormilona. Delfina, la menor, es la más mimosa. Se pone feliz con cualquier caricia. Julieta, la del medio, es las más glotona y la más quilombera.
-A la noche, ¿se duerme algo?
-Esto es un minuto a minuto. Anoche no dormimos: ni de día, ni de noche. Dormitamos. Victoria, por ejemplo, tuvo algunos episodios de apnea (N. de la R.: se tata de episodios cortos de suspensión de la respiración. Algo común en los bebés prematuros). Entonces hay que hacerle maniobras para que respire y eso genera un nivel de estrés muy fuerte. Por suerte, de a poco, van disminuyendo. A veces viene mi hermano a darnos una mano y hacemos guardias.
-Ustedes, después de tanto años en pareja, ¿se están redescubriendo?
-Con Vani nos llevamos muy bien. A pesar de la falta de sueño, no hay gritos, ni discusiones. Además, las vemos y nos derretimos de amor. Disfrutamos mucho de estar los cinco juntos. Nos estamos conociendo y reconociendo.
-Pañales, leche y ropa: todo al cubo. ¿Económicamente cómo se las están arreglando?
-Es un presupuesto. Desde la Municipalidad de Lomas de Zamora nos han ofrecido todo tipo de ayuda y muchos emprendedores nos han hecho llegar ropita. Estamos muy agradecidos. Nuestro gran gasto está en la leche: algo que no teníamos contemplado porque las nenas necesitan una fórmula especial. Hace unos días iniciamos un trámite para ver si la obra social nos cubría parte de ese gasto y, bueno, estamos esperando una respuesta.
Seguí leyendo