Tenía leucemia y se sometió a un aborto clandestino que se complicó: “Mi mamá no puede venir a buscarme muerta”

En el Día de Acción Global por el acceso al Aborto Legal y Seguro, Micaela, una joven a quien la leucemia le ha provocado casi tanto daño como la experiencia de la clandestinidad, cuenta cómo atravesó un aborto con tres intervenciones quirúrgicas. En el #28S, la historia de un drama que permitió echar luz sobre un tabú familiar marcado por la interrupción de embarazos y el silencio

Guardar
Micaela tiene 28 años y cuenta su historia públicamente por primera vez
Micaela tiene 28 años y cuenta su historia públicamente por primera vez

Se celebra hoy el Día de Acción Global por el acceso al Aborto Legal y Seguro (#28S). Los feminismos se expresarán a favor de este derecho en las redes y a través de acciones de protesta virtuales. Micaela, una joven cordobesa de 28 años decidió que hoy era el día indicado para contar su historia. Siete años atrás vivió en carne propia lo que implica la clandestinidad: atravesó un aborto en completa soledad que incluyó tres intervenciones quirúrgicas y varias complicaciones médicas. Tenía 21 años y si bien su cuerpo era joven estaba golpeado por la leucemia, enfermedad que le diagnosticaron a los 14 años y a la que le había hecho frente con tratamientos y medicación.

El embarazo fue, en su caso, una sorpresa total. Micaela creció escuchando que por la leucemia no iba a poder tener hijos. Así, durante mucho tiempo no utilizó métodos anticonceptivos con su pareja estable y el embarazo no se produjo. Pero una noche, luego de un atraso de varios días, decidió hacerse un test.

Era diciembre de 2013 y al día siguiente su pareja viajaba a un pueblo del interior de Córdoba, donde pasaría sus vacaciones. “Antes de que yo entre al baño para hacer el test mi pareja me dijo ‘mirá que si sale positivo yo me voy a Jamaica’. Me hice el test y al segundo salieron las dos rayitas.

Se fue a un pueblo serrano a abortar en secreto y terminó con tres intervenciones quirúrgicas.
Se fue a un pueblo serrano a abortar en secreto y terminó con tres intervenciones quirúrgicas.

Las semanas siguientes a la realización de la prueba de embarazo, Micaela y su pareja fueron a un pueblo serrano de Córdoba. El plan era poder abortar en secreto y de manera quirúrgica. La recomendación vino de parte de la madre de su pareja: “Yo acompañé a una amiga a esta clínica para que abortara. Ella entró, estuvo un ratito y salió con la cartera puesta hacia su casa”, le dijo la mujer.

Micaela imaginó que a ella, con 21 años, le sucedería lo mismo: en uno o dos días estaría con la cartera puesta disfrutando de sus vacaciones. Pero, en cambio, durante el mes que siguió a la práctica clandestina tuvo que atravesar distintas complicaciones médicas en completa soledad.

“Conocí mucha miseria humana, mucha decepción. Me había desilusionado mi compañero, me había desilusionado el sistema, mi familia. Me preguntaba ‘¿en qué puedo creer?’, '¿qué me va a dar optimismo? Y ahí me reapareció la enfermedad. No podía conectar con las cosas de la vida. Nada tenía sentido”, recuerda.

Un año y medio antes del aborto clandestino a Micaela le habían dado el alta provisoria por su leucemia, lo que significaba que los controles médicos comenzaban a espaciarse. Pero la remisión duró muy poco. Luego del aborto clandestino, la leucemia regresó.

La leucemia estaba controlada pero regresó después del aborto inseguro.
La leucemia estaba controlada pero regresó después del aborto inseguro.

“Cuando se atraviesan situaciones de angustia, depresión e incertidumbre las defensas del sistema inmunológico bajan, porque dependen mucho de nuestro estado de ánimo. Y eso puede provocar el rebrote de una enfermedad” explicó a Infobae Gisela Stablun, médica especialista en medicina general y familiar e integrante del equipo de la Dirección de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires.

El aborto quirúrgico

La primera intervención que le realizaron a Micaela no resultó bien. “Cuando salí del quirófano el médico me trajo una bandejita de metal y me dijo que habían podido sacar eso -mientras le mostraba restos orgánicos- pero que la intervención no había salido del todo bien porque yo tenía como una pared: había algo que no les permitía llegar al fondo de mi útero”.

Lo que se descubrió en ese momento es que Micaela tenía la más frecuente de las malformaciones congénitas de la cavidad uterina: un útero bicorne o corazón, es decir dos úteros y un solo cuello. Esto obligaba a realizar una segunda intervención para asegurarse de que no quedaran restos.

Movimientos de mujeres y de la diversidad se movilizan de Plaza de Mayo a Congreso contra los femicidios, por el aborto legal, seguro y gratuito (Candelaria Lagos/Télam/AMB)
Movimientos de mujeres y de la diversidad se movilizan de Plaza de Mayo a Congreso contra los femicidios, por el aborto legal, seguro y gratuito (Candelaria Lagos/Télam/AMB)

Micaela define a esa segunda intervención como “la más carnicera”. El médico insistió en introducir el espéculo hasta que logró romper toda la pared o tabique que había entre sus dos úteros. “Fue un dolor terrible. Esto fue peor que el trasplante de médula que realicé después, y eso que tengo el umbral de dolor muy alto”, compara Micaela.

Al salir de la intervención todo empeoró: los médicos no habían podido llegar en profundidad a la otra parte de su útero y esto significaba que debía someterse a una tercera intervención quirúrgica.

En la legislación argentina, el aborto es no punible cuando se realiza para evitar un peligro para la vida o la salud de la madre, entre otros motivos. Micaela, por su enfermedad podría haber accedido al aborto no punible, ya que de continuar con el embarazo su vida estaba en riesgo. Sin embargo, no lo hizo. En parte porque no estaba preparada para contar en su entorno su decisión y en parte porque creía que en su provincia no se podía acceder al aborto no punible.

La organización “El Portal de Belén judicializó el protocolo para la atención integral de abortos permitidos por la ley. De este modo, el poder judicial de Córdoba suspendió su vigencia. A partir de esto se construyó sentido para considerar que, como no había protocolo, no había derecho a interrumpir un embarazo de manera legal, lo cual jurídicamente es incorrecto”, explicó Soledad Deza abogada feminista reconocida por la International Association of Bioethics (IAB) y quien llevó adelate el caso Belén en la provincia de Tucumán.

El movimiento de mujeres peleó por la liberación de Belén, presa por un aborto espontáneo (Télam)
El movimiento de mujeres peleó por la liberación de Belén, presa por un aborto espontáneo (Télam)

Mientras estaba internada Micaela solo pensaba en una cosa, que se repetía como un mantra: “Mi mamá no me puede venir a buscar acá muerta, ¿quién la va a llamar y le va a decir? Después de todo lo que significó para ella acompañarme durante mi enfermedad, que muriera por un aborto clandestino era un sinsentido”, dice Micaela y se entristece.

Daniela es una de las amigas que la visitó en el pueblo serrano durante ese tiempo. “Recuerdo que tenía contracciones y se tenía que acostar por el dolor”, cuenta. “La discusión en torno al aborto no estaba tan presente como ahora, pero en ese momento yo pensé ‘hay que estar’ y por eso fui a verla. Micaela es muy fuerte pero estaba muy dolorida y yo veía que estaba en una situación de mucha soledad”.

En Argentina se realizan aproximadamente 54 abortos por hora, es decir 1.300 por día. Por año se calcula que la cifra oscila entre 370.000 y 520.000, de acuerdo a un trabajo realizado en 2005 para el Ministerio de Salud de la Nación.

La tercera intervención

En la tercera intervención había un anestesista, un ecógrafo, el cirujano y una persona que la monitoreaba. “Por la anestesia que utilizaron me desperté 24 horas después. Vomitaba dormida y boca arriba. Casi me ahogo. Estuve internada varios días y pasaba muchas horas sola”, recuerda la joven.

Después de poner contar su historia se enteró que la mayoría de las mujeres de su familia habían abortado.
Después de poner contar su historia se enteró que la mayoría de las mujeres de su familia habían abortado.

Casi un año después de todo ese episodio, Micaela estaba mal: se sentía desilusionada y sin un motivo válido para vivir. En ese momento, la enfermedad por la que había obtenido un alta provisoria, regresó.

Las cosas comenzaron a cambiar en septiembre de 2014, cuando recibió el llamado del Incucai para informarle que había un donante de médula. Cada 28 de septiembre se celebra el Día de Acción Global por el Derecho al Aborto, fecha que surgió en el año 1990 durante el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, realizado en Argentina. Sin embargo, en 2014 la fecha pasaba inadvertida, porque por entonces el aborto era un tema tabú.

La interrupción voluntaria del embarazo era también un tabú para la familia de Micaela: se hablaba poco y nada del tema. Y, cuando el asunto aparecía, era para expresarse en contra. Pero una tarde ella pudo hablar con su familia y contarles todo lo que había vivido en aquella clínica del pueblo serrano.

“Esa conversación fue liberadora, recuerda Micaela, quien se enteró que en su linaje femenino familiar la mayoría de las mujeres habían abortado. Al poder contar en su entorno la experiencia de la clandestinidad, Micaela logró romper con un tabú que pesó sobre varias generaciones. Hoy, en el Día de Acción Global por el Derecho al Aborto Legal el reclamo contra los abortos inseguros toma para ella otra dimensión: la de poder contar públicamente su propia experiencia para que nunca más niñas, adolescentes, mujeres y cualquier persona con capacidad de gestar tengan que pasar por lo que ella vivió.

(*) Esta crónica fue posible gracias a la beca para periodistas de Amnistía Internacional Argentina y el Women’s Equality Center (WEC)

SEGUÍ LEYENDO:

Guardar