José Pérez vive en la ciudad de Río Gallegos, tiene 48 años y desde hace 21 años se desempeña como enfermero en el Hospital Regional. La pandemia lo sorprendió con problemas de hipertensión, pero en ningún momento se le pasó por la cabeza pedir licencia por estar dentro de la categoría de “personal exceptuado”. Ni siquiera cuando lo derivaron al sector COVID-19, donde actualmente asiste como mínimo a 20 pacientes por día; tampoco cuando contrajo el virus.
“No pienso abandonar en este momento cuando más nos necesitan”, aseguró a Infobae con entereza y convicción a pesar de haber sufrido en carne propia los embates de esa enfermedad que mantiene en vilo a todo el país.
Su bondad, humildad, honestidad y entrega llevaron a sus amigos -todos ex alumnos del Colegio Salesiano de Río Gallegos- a rendirle un verdadero homenaje con la excusa de que este año la promoción 90, de la que forman parte, cumple 30 años de egresados.
Si bien en un primer momento pensaron en una fiesta para recordar anécdotas y conmemorar la época en que compartían recreos y salidas, luego coincidieron en la necesidad de devolverle a “Tono” (así lo llaman sus conocidos) parte de lo mucho que él hace por su comunidad.
La iniciativa de armar una movida solidaria para regalarle un auto surgió de su amigo Víctor Flores, que es taxista y cada vez que se lo encontraba caminando rumbo al hospital -incluso con temperaturas de 15 grados bajo cero- lo subía a su auto para darle un aventón.
Como “Tono” era el único de la camada que nunca había tenido auto -tampoco su padre había podido comprar uno ya que siempre fueron una familia muy humilde-, decidieron destinar el dinero recaudado a obsequiarle un Volkswagen Polo modelo 2006.
“Antes de entregárselo, lo restauramos por completo. Le compramos un estéreo, le cambiamos las butacas y le hicimos el motor a nuevo. El auto quedó OKM”, contó a este medio Alejandro Fernández, otro de sus amigos más cercanos.
En total, fueron unos 25 los ex alumnos del Salesiano que se comprometieron con la causa para recaudar los $160 mil que valía el auto. Guardaron el secreto durante meses, pero cuando tenían todo organizado para entregarle las llaves del vehículo, “Tono” contrajo coronavirus y tuvo que permanecer aislado 20 días.
Finalmente pudieron hacer el homenaje el domingo 20 de septiembre. Los amigos le pusieron como excusa que, como ese día iban a ir los medios locales para hacerle una nota por su trabajo como enfermero, estarían junto a él “para hacerle el aguante”.
Como no tenía la menor sospecha de las verdaderas intenciones detrás de ese gesto, la sorpresa de “Tono” fue mayúscula cuando una caravana de autos irrumpió a bocinazos en la puerta de su casa, en el Barrio Gregores. “Fue todo muy movilizante, lo filmábamos, le sacábamos fotos y él se agarraba la cabeza. Lloraba de la emoción porque no lo podía creer. Nosotros buscábamos hacerle un mimo con ese regalo y agasajarlo por estos 30 años de amistad”, señaló Fernández, consciente de que fueron los protagonistas de “una noticia positiva en medio del bombardeo constante de desesperanza, muertes e inseguridad”.
Eran las 15 horas del domingo cuando José, su mujer y sus dos hijos (una de 21 y otro 18 de años) se vieron imprevistamente rodeados de amigos a los que no veían desde hacía más de 6 meses. La tranquilidad del pasaje Cabo Vírgenes a esa hora de la siesta se vio interrumpida por los festejos, a los que se sumaron varios vecinos curiosos que querían averiguar qué estaba sucediendo en la puerta de la casa de “Tono”.
“Fue un día muy especial, de mucho sol y poco viento; algo atípico en esta época. Tengo 48 años y es el primer auto que tengo en mi vida. El domingo me dieron las llaves y este martes me vinieron a traer los papeles y el 08. Solo me falta aprender a manejar”, admitió el enfermero frente a ese nuevo desafío.
“Es muy loco todo lo que pasó porque me llamó hasta gente de la municipalidad para pasarme el número de teléfono de personas que, al enterarse de la noticia, se ofrecieron para darme cursos de manejo y acompañarme a sacar el registro. No sé manejar. Tengo 48 años y es el primer auto que tengo en mi vida”, comentó “Tono” al enterarse de que la invitación también se la hicieron extensiva a su hijo adolescente que ya está en edad para sentarse al volante.
A pesar de que el santacrueño vive a tan solo 25 cuadras del hospital, su trayecto se torna complicado porque además de trabajar de noche -en el horario de 22 a 6- no hay ninguna línea de colectivos que lo acerque hasta allá y depende de que algún compañero de trabajo lo pase a buscar, sobre todo en los días más fríos del invierno. Muy de vez en cuando suele darse el lujo de tomarse un remise o un taxi, pero ahora podrá hacerlo en su propio vehículo.
“Somos un grupo de amigos en los que la educación cristiana salesiana hizo mucha mella y tenemos muy arraigado el sentido de la solidaridad y la voluntad de servicio. Heredamos un legado muy fuerte en cuanto a eso. Consideramos la vida como un don de Dios y desde ese lugar edificamos nuestro camino”, destacó Alejandro, quien además se animó a parafrasear a San Juan Bosco. “No se espere la ayuda de la Divina Providencia, estando nosotros sin hacer nada. Ella se moverá cuando haya visto nuestros esfuerzos generosos por su amor”, concluyó.
La situación epidemiológica en Santa Cruz está bastante complicada y desde el inicio de la pandemia, la provincia registró 51 muertos y un total de 4383 casos positivos; entre los que figura el propio “Tono”.
“De los 100 casos diarios, el 90% se registra en Río Gallegos y el Hospital Regional está colapsado con casi la totalidad de las camas de terapia ocupadas. Necesitamos más médicos y enfermeros porque no damos abasto. Cada vez hay más pacientes y más bajas de profesionales”, alertó este profesional de la salud, que la pelea a diario con la esperanza de no seguir lamentando víctimas a pesar de que muchas veces no cuenta con los insumos, el equipamiento y los elementos de protección necesarios para darle batalla al virus.
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