En 1996 firmé contrato con FM Aspen, una emisora que pertenecía a la Corporación América de Eduardo Eurnekian. El Director de Noticias del grupo era José Ignacio López, uno de los periodistas más respetados y queridos del ambiente. Fue él quien me dijo, unos días antes del primer programa:
-Si precisás alguien para el móvil, tengo una persona que puede servirte… Es una chica joven, muy seria y muy trabajadora…
Como efectivamente teníamos que ocupar esa función, le dije que sí. De ese modo conocí a Lilian Castro, quien se incorporó de inmediato a nuestro equipo y salió al aire cuando debutamos.
Ahora, más de veinte años después y desde Valencia, ella evoca aquel momento:
-¡Ay Julio, yo tenía unos nervios aquella primera mañana! Porque si bien ya estaba trabajando en el informativo de Radio del Plata, ser movilera de un programa como el tuyo era algo distinto…
Lo hizo estupendamente bien, ese primer día y todos los demás. Tenía la condición principal que siempre le he requerido al cronista de exteriores: contar lo que ve, describir el ambiente, ser los ojos de la radio allí donde sucede el hecho.
Lilian fue un pilar del programa. Y pronto se convirtió en “la chica del móvil”, un personaje insustituible en nuestro sistema de trabajo.
Así fue que pasaron muchas mañanas. Se sucedieron los madrugones y las noticias, los reportajes y los mensajes de los oyentes. En definitiva, la incomparable aventura de la radio en vivo.
Hasta que años más tarde, me comentó:
- Hay un concurso de becas en la Radio y Televisión Española, para periodistas de toda América… Tengo ganas de presentarme… Seguramente se va a postular mucha gente, pero me gustaría intentarlo…
En el acto, pedimos en una oficina que nos dieran papel con membrete. Escribimos una carta de presentación, que Lilian incluyó en una carpeta con sus datos personales.
La envió a Madrid, con una enorme ilusión.
Ni ella ni nosotros imaginábamos que su vida estaba a punto de tomar un rumbo inesperado.
Pasaron varias semanas.
Una mañana, apareció en el pasillo muy agitada. La alegría no le cabía en el rostro:
- ¡¡¡Me salió la beca, me voy a España!!!…
Estaba feliz, Se habían presentado 120 periodistas de todo el continente y ella estaba entre los 15 seleccionados para cursar la beca en Madrid.
Por supuesto, su beca se convirtió en el tema central de nuestro equipo. Todos vivimos casi como propios los preparativos de su viaje, lo mismo que los movileros de las otras emisoras, que durante años habían compartido con Lilian el trabajo en la calle.
No hubo una comida de despedida.
¡Hubo varias, con distintos grupos de amigos y colegas!
Ya en Madrid, vivió las prácticas profesionales de TVE en Prado del Rey con periodistas de varios países.
Y también compartió el ambiente de la Ciudad Universitaria, con estudiantes de diversas carreras.
Poco a poco, se encontró a gusto con César, un muchacho que hacía un post grado de economía. El chico era valenciano, trabajaba en un gran banco en Madrid y tenía la posibilidad de seguir su carrera en los Estados Unidos.
Cuando Lilian terminó la beca en Madrid, volvió a Buenos Aires. La acompañaba César. Ambos venían a anunciar que se iban a vivir juntos a New York.
Lilian lo recuerda con toda precisión:
- Me fui en diciembre del 2000… Pasé ese Año Nuevo en New York.
La carrera profesional de él los llevó de La Gran Manzana a Washington, de allí a Madrid y después a Barcelona.
Hasta que se afincaron en Valencia, donde nacieron Aitana e Irene, que hoy tienen 15 y 13 años respectivamente.
Ahora aquella “chica del móvil” vive otra etapa de su vida, tanto en lo personal como en lo profesional:
- Durante algunos años tuve que dejar mi profesión, para ser mamá de tiempo completo… Estoy separada, pero con el papá de mis hijas tenemos una bellísima relación. Y hace unos años me reinventé, me reciclé aprovechando mis habilidades periodísticas.
Lilian se capacitó en información intercultural, para desempeñarse como educadora en temas de salud:
- Soy agente de salud de base comunitaria, en un sistema de promoción y prevención de la salud… Es una profesión que orienta a la gente para que haga un buen uso de los recursos sanitarios.
Se le nota que está orgullosa de pertenecer a esta actividad. Pero tuvo que adaptarse:
- Lo primero de todo es el idioma. España es un país de una enorme diversidad lingüística y aquí se habla el valenciano. Lo aprendí, por supuesto. Además, mis propias hijas son valencianas y viven aquí… Por eso mi vida ahora está aquí, mi vínculo a esta tierra son ellas, yo tengo que ser realista.
Ahora lo puede ver así, pero no fue fácil:
- Sí, sí, recién ahora… Pero antes se me llenaban los ojos de lágrimas… Eso de “ni soy de aquí ni soy de allá” no es sólo un dicho, te suele pasar… Y en el trabajo, a pesar de que tengas todas tus capacidades, tenés que demostrar que sabés… A veces te pesa… Se sigue siendo de afuera, sos un poco la extranjera.
Lilian Castro se recibió de periodista en el Instituto Grafotécnico de Buenos Aires:
- Dejé Filosofía y Letras en tercer año y entré al Grafo…
De esa época, guarda un recuerdo muy especial:
- Había allí un profesor que siempre lo recordaré, se llamaba Pedro Armano… Él decía que los periodistas no somos las estrellas. Era su norma de vida y un consejo: “la estrella es la noticia”. Eso es lo que siempre he intentado hacer, bien o mal, no lo sé. Pero siempre me guío por eso. Los periodistas no somos las estrellas.
En la actualidad, integra un equipo en el que hay gente de Brasil, Marruecos, Camerún, Rumania, Argentina, España y la etnia gitana:
- El nuestro es un programa de promoción y prevención de la salud. que se llama “mihsalud”… Eso significa mujeres, hombres, infancia, construyendo salud…
Veinte años después de haber sido “la chica del móvil”, Lilian Castro se propone nuevas metas:
- Yo quiero buscar otros caminos… Y volver a hacer periodismo, pero uniéndolo a mi trabajo de educadora en salud. Creo que entre tanto periodismo dedicado a la política, hay un hueco… Más social, dedicado a las personas que trabajan por la sociedad… Eso es lo que quiero visibilizar… En los medios y en las radios no se le da cabida a este tipo de noticias…
A 10.000 kilómetros de distancia, esta inmigrante argentina tiene un nuevo sueño:
-Mi objetivo ahora en la vida es hacer periodismo otra vez… Pero periodismo social, hablar de salud y de temas comunitarios en la radio. Sería un golazo, espero poder lograrlo.
Como aquella mañana en el pasillo de Aspen, un día de estos me va a decir que lo logró.
Estoy seguro.
(Si haces click más abajo, vas a ver y escuchar el video completo de la charla por Zoom entre Lilian Castro y Julio y su transcripción)
Texto de la entrevista completa:
—Ahí está, con su sonrisa de siempre. Lilian Castro. Hola Lilian, cómo estás.
—Hola, muy bien. Buenas tardes para mí, porque ya es la hora de la comida aquí.
—Sí, hay una diferencia horaria, pero hacemos click y nos juntamos otra vez. Ahí te veo con el fondo bien valenciano, porque estás en una zona que en realidad parece Puerto Madero.
—Bueno, si tuviera que hacer una descripción de esta zona te diría que sí, que equivaldría al Puerto Madero argentino. Es una de las zonas más bonitas, turísticas, increíble. Es un increíble plató que voy a intentar seguir con el móvil.
—Ahí va.
—Ustedes, si ven hacia el fondo, pueden ver... ¿reconoces esa especie de “arpa puente” que tengo detrás de mí?
—Por eso te decía que parece Puerto Madero, porque eso es de Calatrava.
—(Risas) Pues sí, estamos en la Ciudad de las Ciencias y las Artes de Valencia, uno de los lugares que fue inaugurado sobre finales de los años 90, que uno de los arquitectos, claro, creadores, es Santiago Calatrava, que es un arquitecto valenciano y el otro, su compañero, el arquitecto Candela, que es menos nombrado. ¿Y sabés cuánto costó esto, esta mega ciudad?
—Una moneda.
—Veinte mil pesetas. Es decir más o menos unos 120 mil euros.
—¿Nada mas?
—Bueno, es donde empezó el presupuesto. Pero esto luego, mira, luego se fue ajustando y le cuesta muchísimo a la comunidad valenciana y a los que vivimos aquí en Valencia.
—Ella es Lilian Castro, durante un tiempo la chica del móvil. Pero yo quiero saber algo de tu propia historia, tu historia de emigrante. ¿Cuánto hace que te fuiste de Argentina?
—Mira, que me fui en diciembre del 2000, pase año nuevo en Nueva York porque mi primer destino fue allí. Viví dos años en Estados Unidos. Es decir, ya llevo veinte años fuera de Argentina. Y a partir del 2002, previo paso por Argentina para arreglar unos asuntillos, como por ejemplo alquilar mi departamento, arreglar algunas cosas laborales, vivo aquí en distintas ciudades de España. Viví en Madrid, ¿recordás? Salíamos para Radio Lagos desde Barcelona. Y ahora en la ciudad donde nacieron mis hijas y donde estoy yo también.
—Claro, Valencia ¿Cuánto hace que estás?
—Trece años, desde el 2007. Es una ciudad muy bonita. Cuando yo la conocí, a principios del 2000, me pareció una ciudad que no tenía mucho atractivo para mí. Pero es una ciudad que está al lado del mar, el Mediterráneo. Es una ciudad que no tenía el despegue que ha tenido en estos últimos diez años. Es la tercera ciudad de España, está a 400 kilómetros de Barcelona y de Madrid. Es una ciudad que está teniendo un empuje terrible. Pero bueno, como sabemos, desde principio de año todos estamos bastante fastidiados con esta situación. Es una ciudad muy linda. Y tiene un sol y una luz que unos de los pintores emblemáticos de aquí, que es Joaquín Sorolla, sabe transportar en sus pinturas. Es muy bonita, siempre tenemos buen tiempo.
—¿Dónde naciste vos?
—En la Ciudad de Buenos Aires, un 5 de Diciembre.
—Bien. Y tu primer salto fue a Nueva York a España y en España varias ciudades, ahora Valencia. Vos aquí en Argentina hiciste una gran carrera en el periodismo y en la radio. Antes que nada, ¿por qué te fuiste de Argentina?
—Tuve la suerte de estudiar y en esa época por promedio me dieron a elegir qué medio quería y yo dije la radio, porque a mí siempre me gustó la radio. Hice una pasantía de tres meses y luego me contrataron en Radio del Plata, en el servicio informativo. Luego tuve el honor de trabajar en tu programa, y no lo digo de pelota, sino que yo aprendí muchas cosas en el informativo y siendo movilera de tu programa La Mañana de Julio Lagos. Y en eso surgió una posibilidad, una beca de intercambio de periodistas de toda Latinoamérica con España, concretamente con Radio Televisión Española. Y no cualquiera se puede postular, sino personas que tengan una cierta trayectoria y una experiencia laboral en el medio. Es para que vos vengas de Latinoamérica y aprendas las tecnologías, las maneras de trabajar en un medio como Radio Televisión Española. Éramos quince periodistas, me acuerdo que nos presentamos 120 personas y fui seleccionada. La verdad que no lo podía creer. Tenía que ver mucho el curricular, lo que hacías, tus habilidades, tu trabajo,,, yo estaba trabajando como movilera en ese momento de Radio del Plata y en La Mañana de Julio Lagos. Creo que todo ese cachet me dio la posibilidad y la oportunidad de venir a hacer ese intercambio a Radio Televisión Española. Lo que pasa es que, nada, al poco tiempo de llegar conocí a un chico y la verdad que no pensé que iba a ser más que eso, ¡y mirá! Con el chico nos seguimos viendo, vino tres veces a Buenos Aires y es el papá de mis nenas, es César. Con quien tuve una relación preciosa. Y seguimos teniéndola, claro. Fue por amor digamos.
—Eso te iba a decir: te fuiste por amor y ahí estás. Cuando vos llegaste a España, tanto en Madrid, en Barcelona y ahora en Valencia, ¿has seguido con tu carrera periodística o estás haciendo otra cosa?
—Bien. Cuando me fui a Nueva York y a Washington, que son las dos ciudades donde viví con este chico, con César -porque había que probar en terreno neutral-, pude seguir desarrollando mi actividad periodística. También aproveché para aprender inglés. Luego sucedió lo de las Torres Gemelas, nos volvimos aquí a España, yo volví a Argentina, él volvió allí. Luego estuvimos en Washington, seguí desarrollando mi actividad y saliendo como corresponsal y hasta tuve la oportunidad de escribir para un portal en aquella época, te estoy diciendo 2001, 2002. Aquí en España quizás no había tantos medios online como hay ahora, entonces tenía la oportunidad de trabajar y enviar informes escritos, que no era mi especialidad, para un portal. Claro, cuando llego aquí luego a Madrid en 2002 me dijeron: “Es que nosotros ya tenemos personas aquí, usted nos servía desde Estados Unidos”. Pero bueno, yo seguí mi carrera tanto para tu programa y para Radio del Plata, hacía eventuales informes para Radio del Plata y como corresponsal de Radio Lagos ¿no? Madrid es una ciudad donde hay muchísimo movimiento político, cultural. Luego seguí en Barcelona. Pero ya a partir de 2007, 2008 estaba en maternidad plena con las dos nenas, que se llevan muy poquito tiempo, un año y medio casi, entonces mamá veinticuatro horas. Quizás dejé allí un poco más estacionada, o aparcada, como se dice aquí, mi profesión y me reinventé en otras cosas que tienen que ver también con las habilidades que tiene uno como ser periodista ¿no? Con todas esas habilidades de saber comunicar. Y entonces me reciclé primero en formación intercultural y ahora soy educadora en temas de salud, agente de salud de base comunitaria.
—Es una nueva profesión que vos tenés entonces.
—Sí, sí. Es decir, soy una persona de la comunidad, no soy médica ni enfermera, pero me han formado dentro de un programa de promoción y prevención de la salud para, con mis palabras, desde la horizontalidad que da el tema de ser una vecina más de Valencia, en este caso latinoamericana o argentina, poder hablar a mis iguales en temas de salud para que la gente utilice bien los recursos sanitarios españoles porque nos tenemos que acostumbrar a otro estilo de ingresar y utilizar esos y otros tipos de recursos como los educativos, judiciales, ¿no? Entonces es explicarles cómo tienen que utilizarlos bien y con sentido común. Y no solo la población inmigrante sino también a la población autóctona española, que a veces hace una mala utilización de los servicios sanitarios. Para mi es algo muy lindo.
—Ahora estás en Valencia, un poco de camarógrafa porque nos está mostrando ese lugar precioso, la Ciudad de las Ciencias y las Artes, un símbolo de Valencia, con mucho Calatrava por todas partes.
—¿Sabés donde estoy, Julio? Estoy en el cauce de un rio. Esto que alberga toda esta Ciudad en realidad son más de 12 kilómetros. Es un río que está lógicamente vaciado, que su curso ha sido desviado hacia otra parte porque a finales de los 50 hubo una gran inundación, la riada o la riuá como se dice en el idioma valenciano, que inundó a toda la zona céntrica de Valencia, por lo tanto ese río fue desviado a otro lugar que ahora circunda la ciudad de Valencia. Y esto, que quedó seco, ha sido convertido en un gran pulmón que es precioso, tiene distintos tramos. Y éste es uno de los tantos tramos de esos más de 12 kilómetros que tiene éste cauce que atraviesa toda la ciudad de Valencia.
—Se te nota el entusiasmo valenciano. ¿Hablás valenciano?
—Sí, lo aprendí y me gusta. Me gusta porque al final es inversión, ¿no? César es valenciano, parla valenciá, o sea que les habla valenciano a sus hijas desde todo el tiempo. Aquí se utiliza, es una lengua co-oficial, porque no olvidemos que España tiene varias lenguas oficiales. Lo que a mí me pasó es que cuando vine la primera vez y fui a Sanz, porque quería ir a Girona, yo decía Gerona, claro, en castellano. Ellos me decían: “Girona”. Luego me hablaban y yo decía: “¿Qué es esto? ¿Italiano?” No entendía. Entonces te vas dando cuenta que hay una diversidad lingüística importante en España, son lenguas co-oficiales que bueno, que hay que respetarlas también. Y uno que vive aquí también aprende ¿no? Porque yo quiero aprender.
—¿Y tus hijas son españolas? ¿Son nacidas dónde?
—Aquí en Valencia, las dos valencianas, parlan valenciá. El castellano también, lógico. Vamos cada dos o tres años a Buenos Aires pero siempre en agosto, claro, cuando aquí empiezan las clases. Hace tres años hice una apuesta muy importante y fuimos a pasar las navidades, que no pasaba hace más de quince años... diecisiete, ya perdí la cuenta. Una navidad como las conocemos, con calor, con clericó, con un asadito ¿no? Y para ellas fue alucinante. Ahora son más grandes, entonces esto ya lo van tomando de otra manera. Para ellas es muy importante. Están imbuidas en esta cultura, pero mamá les muestra la cultura que ella quiere, extraña y bueno, añora también, por qué no decirlo.
—Claro, claro. Seguramente. La añoranza es inevitable pero al mismo tiempo hay un crecimiento tuyo, un ahora, una realidad que no tiene nada de melancolía porque hay una vigencia profesional que te lleva a buscar nuevas metas. ¿Cómo se vive ese equilibrio entre la evocación y el empuje de esto que estás haciendo?
—Ahora puedo decir que es fácil Julio. Ahora lo puedo decir eh, 2020. Hace unos años atrás se me llenaban muchísimo las... Cuando nació la primera nena, fue el vinculo que me hizo madurar y asentar que por un buen tiempo, no sé cuánto tiempo, mi vida está aquí. Yo tengo que ser realista: mis hijas son españolas, viven aquí, ésta es su cultura principal. Ahora que van siendo grandes, ellas van adquiriendo otros conocimientos y quieren ir a Argentina, tienen ese otro tipo de curiosidad que antes no la tenían. Y mi vínculo a esta tierra ahora son ellas. Lo que pasa es que empieza a aparecer ese “ni soy de aquí ni soy de allá”, que no es un dicho sino que te suele pasar cuando estás mucho tiempo fuera de tu país y tenés que aceptar que allí yo era la chica del móvil, yo trabajaba, esto, aquello, y aquí tenés que adaptarte porque no soy la hija de, ni tengo el enchufe de, no, sino que yo con mis propios méritos, así como lo hice en Argentina, aquí también tengo que buscar otros caminos y buscar el hueco donde me pueda insertar. En este momento, ahora, veo que puedo insertarme en el periodismo poco a poco. Hablar de Sánchez, de Podemos, del rey, eso ya lo está haciendo gente que lo hace bien o mal, no sé, pero yo quiero hablar ahora de este periodismo más social. Yo me relaciono con las personas que trabajan por la comunidad y quiero visibilizar eso. Porque si te ponés a ojear los medios de comunicación o cualquier periódico, incluso radio, no se le da la cabida que se le da a otro tipo de noticias.
—Es que Lilian, eso que estás diciendo con tanta claridad, es lo mismo que pasa aquí, es exactamente igual. Aquí todo es bla, bla, bla político, y las historias de las personas, las historias, lo que vos decías, el periodismo de tipo social que tiene que ver con la vida de la gente, no es tan frecuente. Me parece extraordinario.
—Y de hecho, Julio, hay huecos donde uno se puede colar o generar interés. Hay revistas culturales, hay revistas sociales en donde estoy escribiendo o radios comunitarias, que si vieras las instalaciones que tienen vos dirías: “No, pero ésta es la CNN” Y no, es una radio comunitaria. Hay recursos.
—Esto te quería preguntar. ¿Pagan? ¿Es profesionalmente conveniente para alguien como vos?
—Hay de las dos cosas, primero tenés que demostrar. Porque también voy a hacer un inciso. También tengo que decir que a pesar de toda la cualificación que cada vez uno va adquiriendo, sos de afuera, sos el extranjero, y tenés que demostrar que sabés. Yo no tengo problema, lo hago. Pero a veces te pesa estar siempre demostrando que sabés, ¿no?
—Esto que has dicho me parece un común denominador. ¿Se sigue siendo de afuera pese a tanto tiempo estando?
—Sí. Pero en el sentido que antes, cuando no tenía ese anclaje o esa cercanía o conocimiento incluso de la idiosincrasia de esta tierra, no podés decir que el español es así. No, el español tiene muchísimas maneras de ser de Norte a Sur, Este a Oeste. Entonces sí, sos un poco la extranjera todavía eh, lo que pasa es que claro, por eso creo que una de las habilidades o herramientas es si tú hablas valenciano, si tú le dices, no sé, como ellos le dicen la mitjdiada, o el almorzar, el almorzar a lo que se hace ese corte de la media mañana, yo tengo que saber cuáles son las pautas culturales. Yo me tengo que adaptar. Sin dejar de ser lo que yo soy.
—Ahora, yo me imagino que de todas maneras a tus amigos valencianos, y aquellos que viven en Valencia que no son valencianos, tampoco argentinos, cuando vos los invitas a comer empanadas se anotan todos.
—Sí, y además una cosa, mirá lo que me preguntabas si se es de afuera. Tenemos distintas costumbres a pesar de los años, porque por ejemplo en mi casa los compañeritos de mis hijas tienen 13, 15 años y vienen a merendar a casa, tenemos una terraza comunitaria que nos permiten hacer encuentros, fiestas. Mi casa está abierta para todos, yo no te voy a invitar a tomar un café -a menos que sea una urgencia- a un bar como se hace aquí. Yo te voy a hacer la picadita en casa, o las empanadas, o lo que tenga. Porque a mí me encanta como nos gusta a nosotros. Y la gente, mira los años que vivo aquí, hablo por los españoles, no tienen esa costumbre, para ellos la vida pasa por el bar, la vida está en el bar, que también es algo lindo que nosotros no tenemos. Pero en cambio mis amistades latinoamericanas, que aquí he conocido gente de Nicaragua, de Honduras, de Venezuela que yo no conocía a nadie, de Colombia, de Cuba, o de Pakistán y Marruecos, esos sí, me invitan a su casa y yo los invito a mi casa, mira qué diferencia, es cultural también. Y no por eso está mal, ni peor ni mejor, es diferente. Pero esto te lleva tiempo entenderlo.
—¿Hay algún proyecto, hay algo para cuando pase todo esto?
—Sí, estamos preparando. Mira, a raíz de esto que es ser agente de salud de base comunitaria, es decir persona de la comunidad que habla a sus iguales, comparte información de salud, estoy trabajando en un proyecto ya hace cuatro, cinco años, que pertenece a la Consejería de Sanidad, es como si fuese el Ministerio de Salud pero de Valencia, que nos ha formado y trabajamos conjuntamente con los centros de salud en los barrios. Entonces ahora un grupo de esa gente formada hemos creado una asociación que se llama “Red Agentes de Salud Comunitaria” y lo que queremos hacer es poner en valor la figura del agente. Tenemos una formación que está certificada, pues ahora lo que nos falta es dar el paso siguiente que es reconocerlo como una profesión. Así como cuando yo vine en el 2000, me pareció curioso que había mediadores interculturales, porque cuando se produjo esa llegada importante de inmigración de todas partes, que veníamos por distintas situaciones, había que gestionarlo, porque esa es la palabra, el verbo que utilizan aquí en España, todo se gestiona.
—Todo se gestiona.
—Todo, gestionamos. Entonces ahora lo que se está haciendo y se está apostando, no solamente por esta causa desgraciada de la pandemia, sino por otras, es que la salud es un lugar donde convivimos y compartimos todos, tanto autóctonos como los que somos de cualquier parte del mundo, por lo tanto hay que utilizarla bien, y ahora es un bien preciado.
—La chica del móvil, se fue por amor, ahí está en Valencia, lleva casi veinte años fuera de casa. Ahora se pondrá el barbijo y seguirá con sus proyectos. Lilian querida, muchas pero muchas gracias, seguimos en contacto en cualquier momento.
—Bien Julio, si me permitís un abrazo grande a todas las personas que he conocido en la calle, a la gente que no conozco detrás de los micrófonos y tuve la oportunidad de hacerlo a través de tu programa. He aprendido muchísimo de una persona como vos que…
—Bueno, bueno, bueno.
—No, no, dejame terminar por favor. Que sos una persona que utilizas, y yo creo que con visión futurista, los medios de comunicación y todos los artilugios y apps que hay ahora. Esto es la radio ahora, se ha transformado. Lo que no transforma, y esto lo decís muy bien vos, es el que está detrás, que es el oyente, al que tenemos que respetar.
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