Su mirada lo dice todo: está triste y perdida por no saber qué sucede. Eugenia no regresa y los días, ya sin sentido, siguen corriendo.
Bianca continúa sentada en el mismo lugar en el que cada día esperaba a la mujer que se fue sin decirle adiós y su corazón de perra no logra comprender qué es lo que sucede. Quizás no lo comprendan ni los vecinos que intentan sacarla de allí para darle resguardo y que saben que en la noche del martes 15 de septiembre, Eugenia se quedó dormida con un libro en las manos y no despertó.
La noticia de la muerte de la mujer octogenaria conmovió al barrio y las fotos de Bianca esperando por ella, a todo el país. “Eugenia tenía una librería al lado de mi negocio, sin dudas una de las personas más buenas y lindas que conocí. Hace unos días falleció y miren cómo su perrita la sigue esperando”, dice el texto que subió la usuaria @NIrrutia acompañada por las tristes imágenes a su cuenta de Twitter. Pronto se viralizaron y los interrogantes comenzaron en torno a cómo sigue la perra y quién cuida de ella.
“Todos la estamos cuidando porque Bianca, una perra viejita que se crió en la calle y que Eugenia adoptó, estaba acostumbrada a esperar a Eugenia en la puerta de la casa y quedarse con ella todo día”, contó Nerina Irrutia a Infobae aún emocionada por la pérdida de su querida vecina.
La conmovedora historia
Eugenia y Bianca protagonizaron una historia de amor tan sincera como solo puede serlo la de un humano con su animal. La mujer, que murió a los 80 años, era dueña de un comercio multirubro y, según contó Nerina Irrutia era una querida vecina de Tunuyán, Mendoza. Falleció la madrugada del miércoles de un paro cardiorrespiratorio luego de acostarse la noche anterior, libro en mano, a esperar que el sueño llegara.
Esa noche, Bianca había quedado afuera porque pese a los años que compartieron juntas nunca se acostumbró a dormir adentro y con el paso de las horas notaba que la mujer no salía de casa para ir juntas al comercio, que quedaba a 200 metros. La perra, una mestiza de pelaje beige oscuro y barba canosa, decidió esperarla en la puerta del comercio. No llegaba.
Desde esa mañana, Bianca la espera sentada y viendo con atención hacia la esquina derecha. “Mira para ese lado porque Eugenia vivía en esa dirección y siempre llegaba por ahí. Verla hoy haciendo lo mismo que hace una semana es muy triste”, admitió Nerina a Infobae.
Eugenia Franco era la propietaria de un comercio de estilo antiguo ubicado en la esquina de Las Heras y San Martín, en el centro de Tunuyán, al sur de la provincia de Mendoza.
Ese local se lo alquiló los últimos cinco años Nerina, de profesión contadora, que además tenía su estudio al lado. “Allí vendía productos de todo tipo, especialmente de librería, pero era un local muy lindo, prolijo, de esos en los que encontrás todo lo que se necesita”, aseguró sobre el comercio que pese a no tener nombre era visitado por todos los vecinos que sabían que ahí encontrarían lo que buscaban.
Hasta allí llegaba cada día la mujer con su perra: caminaban las dos cuadras que separan la casa de la librería. “Era una señora muy querida, coqueta, elegante y de andar muy distinguido. En el barrio era muy querida por todos los vecinos”, contó la joven contadora que viralizó la historia de la perrita que aguardaba con ojos tristes por la llegada de la mujer.
Nerina admitió que extrañará sus charlas diarias con su vecina comercial. “La última vez que la vi fue unos días antes de que muriera cuando le cobré el alquiler. Siempre tenía trato amable y era agradable conversar con ella”, aseguró conmovida.
Bianca no es la única perra que espera por la llegada de Eugenia. “Era una mujer a la que los perros del barrio la seguían siempre, ella les daba amor y comida. Mis perros también la extrañan porque ella siempre tenía algo para darles, a modo de mimos”, señaló y contó que Eugenia Franco vivía sola, no tenía hijos, pero sí muchos sobrinos que la amaban y que son quienes ahora se están haciendo cargo de la perra ya que también viven en el barrio.
“Mi tía adorada, eso es todo lo que construiste en tu vida, amor, puro amor. Viviste para todos los desprotegidos. Te llevo en mi alma”, escribió uno de los sobrinos de Eugenia en la publicación viral para dar cuenta de las palabras de la contadora.
Y ello agregó: “Para la tranquilidad de todos, la perrita tiene familia y la siguen alimentando los vecinos y mis primos”.
El comercio al que Eugenia le dedicó su vida seguirá abierto y será atendido por sus queridos sobrinos.
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