Apenas empezó la pandemia, Bernardo Cenizo, su novia, Romina Rodríguez, y una amiga, Manuela Dicembrino, comenzaron a preocuparse al ver el evidente avance de la crisis económica. La gente en situación de calle, la clase media que se quedó sin trabajo, los pequeños comerciantes que tuvieron que cerrar sus puertas. “Cada vez más personas revuelven la basura para encontrar comida, corriendo el riego de contagiarse de COVID-19, y otras piden ayuda por la calle”, reflexionaron los amigos.
Ninguno de los tres -cada uno con su trabajo y su profesión- pudo mirar para otro lado y hacerse el desentendido: así fue como decidieron unirse para poner su granito de arena. Como no podían verse por la cuarentena, empezaron a reunirse a través de Zoom, hasta que finalmente surgió la iniciativa “Servir Un Plato Más”. A través de esta acción solidaria, se invita a quienes deseen participar a cocinar un plato de comida de más en sus casas y dejarlo en alguno de los 85 puntos, para que lo retiren quienes hoy no tienen para comer.
De repente, la Ciudad empezó a poblarse de pequeños cajones blancos de madera y muchos vecinos se dieron cuenta que un simple gesto solidario como preparar un plato extra de comida y en la comodidad de sus casas podía hacer que una persona no tuviera que irse a dormir con la panza vacía.
-¿Cómo surgió esta iniciativa?
-Empezó al principio de la pandemia y por Zoom, ya que no podíamos reunirnos por la cuarentena. A los tres nos empezó a preocupar la cantidad de gente que veíamos en la calle y su vulnerabilidad. Muchas personas cartoneando, pidiendo ayuda... Entonces, nos propusimos hacer algo y se nos ocurrió cocinar un plato de más cuando lo hacíamos para nosotros. Nos pareció una buena idea y muy sencilla para que la gente se sume, teniendo en cuenta todos los cuidados sanitarios que implica la pandemia.
-Una acción solidaria y alejada de la política...
-Si. Los tres somos apolíticos y sólo pensamos en ayudar. Nos criaron de esa forma y nos formaron para que tengamos un registro del otro. Vimos esa realidad y quisimos ayudar a todos los que la están pasando mal.
-¿Qué es el “punto plato”?
-Es un lugar inventado por nosotros con un cajón de verdulería, pintado de blanco, que se coloca en un punto y donde la gente puede dejar sus porciones de comida para quienes lo necesitan. El primer día, les contamos a las personas que se acercaban para conocer más nuestra propuesta y muchos se sumaron de inmediato. Al rato que dejamos la comida, la gente que la necesitaba se llevó cinco porciones. Luego, creamos una cuenta de Instagram y ya tenemos 85 puntos activos, donde las personas pueden dejar y llevarse un plato de comida. Son 84 barrios de la Capital Federal y uno en Florida.
-¿Alcanza o quieren expandir esos puntos?
-Todavía tenemos otros 50 puntos propuestos por personas que se postularon para encargarse de diferentes zonas, pero por ahora no damos abasto, porque los tres tenemos nuestras profesiones y trabajos, que de a poco se van reactivando. Tratamos que haya unas 4 o 5 cuadras de distancia entre un punto y otro, y que una persona se encargue de cada cajón y sea su responsable.
-¿Qué función cumple el responsable de cada cajón?
-El responsable del punto va a cocinar uno o varios platos de más, y va a supervisar todos los días. Debe poner algún precinto que se rompa de un cajón o reponerlo, si es que sufrió algún daño. Debe proveer los materiales descartables a aquellas personas que quieran participar con su plato de comida, pero que no tengan la posibilidad de adquirirlos. Entonces, un día a la semana, las personas se reúnen en el punto y reciben el material descartable de manos del responsable de ese sector.
-¿Cómo se puede participar?
-Hay varias maneras de hacerlo. La manera más importante es cocinar un plato extra en tu casa, cuando lo hacés para vos o tu familia y que lo pongas en un envase con cubiertos también descartables, cubierto en un film para que esté más protegido. Hay personas que lo comen en el punto, mientras que otras prefieren llevarlo a su casa. Nosotros convocamos a que la gente sirva un plato más, pero por supuesto que toda ayuda es bienvenida. Para el Día del Niño, los responsables de cada punto lo llenaron de golosinas, así que todo es bienvenido. Incluso, hay gente que deja ropa y les pedimos que no la pongan dentro del cajón por una cuestión de peso. Para nosotros, el cajón representa a quiénes están en la calle y reciben la comida, por eso es muy importante que esté en condiciones.
-¿Cuántas porciones entregan?
-En la última semana, se entregaron más de 1.900 porciones de comida. Hay muchas porciones que no se contabilizan, porque hay gente que las deja directamente y otra que se las lleva. Pero esa es, aproximadamente, la cifra que hoy manejamos. Espero que más adelante podamos llegar a toda la Provincia de Buenos Aires: esto es como haber tenido un hijo, estamos pendientes de todo, le ponemos muchas horas y queremos que todo salga bien.
-¿En lo personal, qué es para ustedes Servir Un Plato Más'
-Ayudar es muy gratificante, es decirle al otro que estás pensando en él. Hay gente que se emociona cuando ve que puede retirar una porción de comida y a nosotros se nos pone la piel de gallina... Nosotros solo somos tres simples ciudadanos, que pudimos poner esta iniciativa en práctica y la repercusión que tiene es maravillosa. Nos llamaron de Israel, de los Estados Unidos, de España, de Ecuador y de muchos otros países para replicar la idea: para nosotros, esto es mágico.
-¿Qué le dice la gente que se lleva su plato de comida?
-Hay gente de clase media que se quedó sin trabajo, algunos durante la pandemia, y otros que ya venían desocupados desde antes. También, hay mucha gente que vive en la calle. El otro día, me emocioné mucho. Iba caminando cerca de un punto y me llamaron por mi nombre. Cuando me di vuelta, eran cuatro jóvenes que me dijeron que estaban esperando a que pasara la pandemia para poder darme un abrazo y agradecerme. Fue muy fuerte.
-¿Cómo sustentan la iniciativa? ¿Reciben dinero?
-No recibimos dinero en absoluto: la gente que quiere participar y colaborar, lo mejor que puede hacer es cocinar. Y si no cocina, puede donar los insumos que utilizamos, como envases descartables de tamaño 103 -que es la medida más indicada para una porción de comida- o la pintura exterior blanca para los cajones de madera, o los precintos de color transparente o blancos de 30 centímetros, que son los que usamos para colgar los cajones. Y si no pueden colaborar con nada de eso, sólo nos ayudan difundiendo lo que hacemos. Pero no queremos dinero. Ni siquiera tenemos una cuenta para eso.
-Y del otro lado, ¿qué te dicen aquellas personas que se acercan a colaborar con la comida?
-Están muy contentos de poder ayudar y nos dicen que es muy simple poder hacerlo, porque a veces es complicado llegar a un comedor. En cambio, acá pueden cocinar y dejar un plato a metros de su casa. Mucha gente grande se pudo sumar a la iniciativa, que de otra manera no podría haberlo hecho por el temor a contagiarse. La franja de edades de las personas que se ponen a cocinar es muy grande, porque hasta tenemos nenes que colaboran y sus padres nos mandan las fotos vía Instagram. Hay gente que nos cuenta que aprendió a cocinar por esta iniciativa. Otras nos dicen que tienen que estar aisladas por la edad y que viven solas, pero que cocinan varias porciones de comida y les piden a alguna persona joven que las lleve hasta el punto, que pueden chequear donde se encuentra si entran a nuestra cuenta de Instagram.
-¿Qué fue lo primero que los movilizó, lo que buscaron?
-Lo que buscamos es llenarle la panza y sacarle una sonrisa a una persona que la está pasando mal. Ya con eso, nuestra misión está cumplida y nos sentimos muy felices. Para nosotros, es fundamental ponernos en el lugar del otro y generar empatía. Hay mucha gente que la está pasando feo y nosotros tenemos las herramientas para darles una mano. Sin querer logramos que un acto individual se transforme en un acto colectivo. Conseguimos que mucha gente participe y eso es maravilloso.
-¿Qué sentís cada vez que una persona, que tal vez no prueba bocado hace uno o dos días, se lleva una porción de comida gracias a tanta solidaridad que aunaron entre los tres?
-Toda mi vida, a nivel personal, tuve al otro muy en cuenta. Me toca muy de cerca ver la realidad tan triste que están viviendo muchos compatriotas argentinos: los que están en la calle, los que están cartoneando, los que se quedaron sin laburo por la pandemia... Haciendo esta acción, siento una gratificación increíble y estoy muy contento de que la gente se haya sumado y nos de una mano: porque así podemos ayudar aún más. Estoy feliz con los que hacemos los tres. Todas nuestras familias y amigos también se sumaron... Sentimos que la solidaridad nos rebalsa el corazón.
-¿Cuál es tu mayor deseo?
-Mi sueño es que nunca más alguien tenga que revisar un container de basura para buscar comida. Sabemos que no vamos a frenar el hambre en el mundo, pero este es nuestro granito de arena para que las cosas empiecen a cambiar.
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