Desde hace 23 años, Enrique Soros -miembro del Movimiento Schönstadt y cercano a la Conferencia Episcopal en los EEUU- regresa a Buenos Aires cada primer fin de semana de octubre para colaborar en la Peregrinación Juvenil a la Basílica de Luján. Volver fue la promesa que le hizo a la Virgen, a modo de intercambio, si ella lo ayudaba a cumplir el sueño de radicarse en el país del norte.
Pero este año, por la pandemia del coronavirus, la tradicional peregrinación a Luján no se realizará. “Siempre para esta fecha se va acercando el día de la Peregrinación a Luján y ya nuestro corazón y nuestra mente se va preparando para peregrinar al santuario nacional de la fe, pero creo que todos advertimos que este año es distinto, ¿no?”, dijo el arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Mario Poli, a través de un video que publicó en las redes sociales para anunciar la decisión de no hacerla e invitó a los creyentes a que ese día hagan una oración “en el templo, en la parroquia o sencillamente en la casa”.
En Washington, Soros supo la noticia que lo consternó. Es un hombre de fe. A los 16 años se acercó al Movimiento Schönstadt y se unió a una de las manifestaciones de fe más importantes del país y del mundo. Quiso caminar, no hizo el recorrido completo -desde la Parroquia San Cayetano hasta la Basílica de Luján- pero peregrinó cuánto sus piernas se lo permitieron y descubrió un fuego interior inexplicable a la razón.
Amparado en ese sentir y su fe se quedó cerca de los peregrinos. Abrazándolos, escuchándolos, dejándolos que descansen cerca de sus palabras y contención. Nada de eso será posible este año, pese a ello comprende que es una oportunidad de reencuentro interior y “para volver a caminar en los brazos de María, nuestra madre”.
La historia de un peregrino de alma
“En 1986 me uní al proyecto Carpa de María, en el que más de 200 misioneros instalamos una carpa estilo circo en la estación de Álvarez (KM31) para recibir a los peregrinos que necesitan asistencia. Es emocionante porque allí podemos ver cómo pasa cerca de un millón de personas y caminan respondiendo a ese llamado de la Virgen", le dijo a Infobae desde su casa en Washington.
Este año involuntariamente faltará a aquella promesa, pero lo entiende y a la vez considera que será un buen momento para la reflexión y peregrinar interiormente.
Su promesa no tuvo como motivo nada “excepcional”, dice y cuenta: “Le prometí a la Virgen que si me ayudaba a llegar a los Estados Unidos yo volvería cada año para ser parte de las peregrinaciones asistiendo a los caminantes”.
A esos caminantes le dedica sus pensamientos todo el año porque luego de que cada evento termina comienza a pensar en el del año siguiente.
“Es que ese pueblo —asegura— está tan necesitado de un abrazo y de una guía que nosotros queremos ser como los brazos de María, porque la Virgen necesita instrumentos para hacer milagros”, añade y explica que esa carpa es una entre las decenas de puestos que se instalan a la vera de la ruta para acompañar el camino de los fieles. Allí ofrecen asistencia “desde lo físico a lo espiritual”.
Para Soros, “el tema principal de la peregrinación, y el por qué nosotros estamos hace tantos años con la carpa de María junto a 6000 voluntarios, no es sólo por una cuestión religiosa sino una cuestión humana”, asevera y agrega que “estamos totalmente inspirados en Jesús, que es a quien queremos llevar". Igual aclara: "Llevar a Jesús no significa necesariamente hablar de él todo el día sino dar testimonio de lo que significa vivirlo y transparentarlo en la vida de uno y esos seis mil servidores en la Peregrinación a Luján. Y eso es lo que muy humildemente tratamos de hacer”.
El hombre asevera que accionar pensando en Jesucristo “significa abrazar a un peregrino, escuchar al peregrino que está tan necesitado, significa sonreírle, darle la posibilidad de contar su drama porque hay una creencia social de que lo económico es lo más importante y es un error muy grave. Lo que tenemos que hacer es dirigirlos hacia la dignidad completa de la persona”.
En sus palabras, ser parte de un acto de fe de esta magnitud y que requiere de un compromiso físico es importante aunque “de una forma o de otra, todos los peregrinos sienten mucha pasión de sentirse parte del pueblo de Dios y después regresan a casa. Lo que anhelamos es que para ellos no sea simplemente decir: ‘llegué al Santuario de Luján y cumplí mi promesa’. Trabajamos para que la peregrinación sea cambiar el corazón y que la peregrinación sea interna porque esa es la principal".
Opinando sobre lo que sucederá el próximo domingo 4 de octubre, asegura que “haremos una peregrinación de oración que podemos resumir, quizás, en cuatro palabras: queremos hacer este año una peregrinación de solidaridad para ver dónde podemos servir a un hermano, a una hermana, que está en necesidad especialmente en este tiempo porque es esencial ser solidario. Queremos hacer una peregrinación de tolerancia y esto es excepcional, porque estamos encerrados en casa y eso nos pone muy nerviosos. Es difícil tolerarse en la vida normal y más difícil es tolerarse cuando uno está encerrado. Entonces ejercer excepcionalmente la tolerancia este año es decir: No puedo salir a caminar, pero voy a hacer la comida. ¿Tenemos menos comida? Entonces no voy a protestar a mi familia... La peregrinación vale muchísimo, sí, ¿pero acaso no vale muchísimo también los sacrificios que estamos que hacemos y por los que estamos cambiando en nuestra vida y nuestro entorno? Cuando hay tolerancia y no hay reproches la vida es totalmente distinta, porque contagia a los demás con esa actitud de paz interior entonces”.
A ello agrega: “Haremos una peregrinación de amor, ese amor que se transmite a todos. Tenemos que ver dónde alguien nos necesita, dónde puedo sonreirle a alguien que está sufriendo porque debemos saber que una sonrisa puede cambiar el día de una persona. Finalmente, la oración. Orar por nuestra familia, por nuestro futuro, por el país, por la unión de nuestro país, por nuestros políticos... La oración tiene un valor muy fuerte”.
Al recordar sus participaciones en cada peregrinación, dice: “Cada retorno es con gran emoción y con ganas de seguir evangelizando… Nunca se sabe qué corazones se tocan. Muchas veces nos pasó que, de pronto, viene alguien y nos dice ‘hace unos años vine y pasé por esta carpa…’ y cuenta algo que vivió y por qué regresa”.
Consultado sobre cuál es la motivación para caminar más de 60 kilómetros, casi sin descanso, durante toda una tarde y toda una noche —la peregrinación suele insumir unas 17 horas— Soros dijo: “Es imposible encontrar una razón lógica. Es la Virgen la que llama. Lo hizo primero con un grupo reducido, lo armó de a poquito y fue tomando vida hasta que se convirtió en una explosión de fe que no se puede explicar”.
La historia de las Peregrinaciones
El 29 de octubre de 1893 se realizó la primera peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Luján, organizada por el padre Federico Grote, fundador de los Círculos Católicos de Obreros. Lo acompañaron unos 400 hombres con banderas argentinas y prometieron concurrir todos los años para pedir a la Virgen protección para la obra. Tres años después, los peregrinos llegaron a ser unos 3.000.
Pese a que el día de la festividad de la Patrona nacional es el 8 de diciembre, la Peregrinación Juvenil es la más multitudinaria, tanto así que se conoce a nivel mundial. Cada año se camina con un lema diferente, pero con el mismo candor. La marcha a pie arranca desde el santuario de San Cayetano en Liniers, sigue por avenida Rivadavia hasta la Basílica de Luján, donde llegarán con el amanecer, cansados, algunos muy agotados y con los pies llenos de ampollas, pero todos con el corazón rebosante de felicidad por haber cumplido con un acto de fe imposible de explicar.
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