Cuando dejó Argentina el 30 de diciembre de 2019, Joud Raad (35) jamás se imaginó lo que le esperaba. Periodista por vocación, Raad estudió dirección, realización y producción de cine y televisión. Sin embargo, desde 2013, creó su propia agencia de viajes “Voy por Mi Viajes” y con ella recorre el país y el mundo.
Cuando se originó la pandemia, Joud estaba liderando las vacaciones de un grupo de personas en las Filipinas. Para mediados de enero se movilizó hacia China, donde permaneció hasta el 3 de febrero. “En Beijing pudimos hacer algunas excursiones. Fuimos a Ciudad Prohibida y a la Gran Muralla, pero me llamó la atención que había poca gente”, apunta en charla con Infobae.
Unos días más tarde, Raad y sus pasajeros se trasladaron a Xi’an, la ciudad donde se encuentra el famoso Bingmayong, más conocido como el Ejército de Terracota. Para su sorpresa, el mausoleo donde están las más de ocho mil figuras de guerreros y caballos estaba cerrado. En ese momento, cuenta, escuchó hablar del coronavirus por primera vez. “Fue un caos”, sintetiza.
“Tenía a cargo un grupo de personas que esperaban realizar una actividad y tuve que decirles que no iban a poder hacerla porque había empezado una restricción por parte del gobierno local que, entre otras cosas, exigía el uso de tapabocas y el distanciamiento social”, cuenta Joud. Recién logró dimensionar la gravedad de la situación en Zhangjiajie.
"Llegamos a una ciudad súper turística y era una ciudad fantasma. Estaba todo oscuro: los edificios, imponentes, con las luces apagadas. No había gente en la calle. Lo único que se veía éramos nosotros, en un micro, con un patrullero que nos escoltaba camino al hotel”, recuerda.
Lo que siguió, dice, lo hizo sentir que protagonizaba una película de terror. “Las restricciones aumentaron y desde la Embajada Argentina en China no me daban información muy concreta porque no la tenían. Como si fuera poco, en el hotel nos pidieron que no saliéramos de las habitaciones. Incluso, hasta intentaron trabarnos las puertas con candados”, apunta Raad.
Al temor real, explica, se sumó el “miedo psicológico” fogoneado por las redes sociales. “Circulaban videos de, por ejemplo, una china que estaba parada en una estación de tren, empezaba a tener convulsiones y se moría”, explica.
Los primeros días de febrero, como tenía estipulado en el cronograma de su agencia de viajes, Joud dejó China para partir rumbo a Bangkok (Tailandia), donde lo esperaba un nuevo grupo de viajeros. Creyó, dice, que al salir del “ojo del huracán” el coronavirus sería un mal recuerdo pero, con el tiempo, entendió que el virus había llegado para quedarse.
“Llegamos al aeropuerto y nos trasladaron hasta a una sala, donde nos hicieron un hisopado y nos sacaron sangre. Quince minutos después nos dieron la Bienvenida: ‘Welcome to Tailandia'. No sé qué hubiera pasado si los resultados de los análisis daban mal”, reflexiona. Los tailandeses, dice Raad, no se manejaban con los mismos reparos que los chinos. "No había distanciamiento, pero sí usaban tapabocas”, agrega.
El 2 de marzo, nueve días antes de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara al COVID-19 como pandemia, Joud llegó a la India. Enseguida, dice, se declaró la cuarentena. “Los días previos fueron muy difíciles porque nos tenían miedo a los extranjeros. Creían que el que viajaba traía el virus. Veían un extranjero y se tapaban la boca con la remera”, describe Raad.
Tras la cuarentena estricta en Goa, (“Duró dos o tres semanas, no más”) Raad logró que casi todos los argentinos que habían viajado a través de su agencia regresaran al país. “Quedó solamente uno. Íbamos a volver en el mismo vuelo de Emirates: yo por Business y él por Economy, pero a él se lo cancelaron. Al final, decidí bajarme porque mi pasajero no hablaba inglés y no quise dejarlo solo. Él recién pudo volver en julio... yo todavía estoy acá”, explica Joud.
-¿Por qué no podés volver a la Argentina?
-Tenía un vuelo a Brasil, programado para el 1 de septiembre con la aerolínea Emirates, pero me lo cancelaron. Fue después de que los Emiratos Árabes y la India acordaran que solamente pasajeros con pasaporte hindú o emiratí podían tomar esos vuelos. La restricción, en principio, es hasta fin de mes: así que voy a probar en octubre. También estoy intentando por Qatar Airlines y One World, donde tengo millas, el problema es que pagar un vuelo a la Argentina es muy costoso y yo no estoy en condiciones de afrontarlo.
-¿De qué manera estás solventando tus gastos?
-Gracias a Dios, la vida aquí en la India es muy barata. Tuve suerte de quedar varado en Goa y no en Miami, Nueva York o Inglaterra. Por otro lado, acá hay un relajamiento total de la cuarentena. Hace rato que ya nadie la respeta: la gente sale a la playa o a dar una vuelta y si ven a la policía se alejan. Para solventar mis gastos empecé a dar clases de kung fu y de tango. También armé un grupo de WhatsApp que se llama “Goa Riders”, donde ofrezco servicios de guía visitando cascadas y paisajes imponentes. Lo hago dos veces a la semana y se suman entre 8 a 16 personas.
-Me interesan las clases de tango: ¿cómo manejan la distancia social?
-Aprendí a bailar tango hace como 15 años. Tengo varios alumnos de distintas nacionalidades: hay dos chicas que son de Inglaterra, dos hindúes, un chileno y tres rusos. Los dividí en dos grupos y, con los más avanzados, armamos bailes tipo milongas. Muchos de ellos también practican yoga y hacen meditación, la mayoría cree que las defensas del cuerpo del ser humano están vinculadas a estado psicológico. Hasta el momento, ninguno de los extranjeros que estamos acá tuvimos COVID-19 ni síntomas.
-En estos seis meses que pasaron, supongo que habrás tenido altibajos emocionales. ¿Qué fue lo que más te costó?
-En este tiempo me volví una persona mucho más espiritual y me encomendé mucho a Dios. Vivir en la India es tan diferente: son muy sencillos y agradecidos. Cuando empecé a enseñar tango, personas a las que yo les había dado una mano antes, se anotaron en las clases para darme una mano a mí. Lo más duro es estar tan lejos de mi hija, Gaia. Tiene tres años y la extraño mucho. Ella está con su mamá y hacemos video-llamadas todos los días, pero me está esperando. Cada vez que ve un avión dice: “Papá”.
Infobae se puso en contacto con Cancillería Argentina para consultar por el caso de Joud. Desde el organismo sostuvieron que, desde el mes de marzo, están en contacto permanente con Raad. “El pasajero que quedó varado junto a él logró regresar al país asistido por la Embajada”, indicaron voceros a este medio.
“Joud Raad tiene su vuelo cancelado con la aerolínea Emirates. Esta Aerolínea, si bien viaja desde India, por el acuerdo bilateral entre Emiratos Árabes Unidos e India, no permite que aborden pasajeros que se encuentren en tránsito. Sólo pasajeros con destino final Dubai. También informó tener millas con Qatar Airlines, pero esta compañía no está operando desde India. Si Raad fuera poseedor de visa de los Estados Unidos, podría retornar al país en vuelo de la compañía United, otra de las pocas aerolíneas que tienen autorizado el despegue desde la India", concluyeron.
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