La irrupción de la pandemia cambió el planeta tal cual lo conocíamos. En especial una tradición nacional como es el mate, ese que por definición se comparte a toda hora. La transmisión del virus hizo que ya sea imposible el pase de mano en mano de la calabaza y la bombilla.
Un grupo de cuatro amigos -Marcos Stubrin (28), Agustin Favre (24), Salvador Fernandez (28) y Mateo Losiewicz (28)-, tres argentinos y un uruguayo, pensaron una ingeniosa solución: Mate Caps. Se trata de una botella de plástico de consumo individual con sorbete metálico y dispenser para cápsulas de yerba.
En enero de 2017, Marcos se llevó a su mate bajo el brazo a Barcelona, donde fue a estudiar en la Universidad de Vigo. Allí compartió su costumbre se matear con sus nuevos amigos de facultad. No se sorprendió ante la curiosidad de sus compañeros de clase. “Les gustó. Empezaron a disfrutar de la energía mágica que lleva el compartir el mate. Incluso se maravillaron por la concentración que requiere la ceremonia comparación con la sensación de nerviosismo del café”, recuerda.
Pero para saber cebar el mate, hay que conocer muchos secretos. “Es un arte”, resume. Y para sus amigos extranjeros no era fácil incorporarlo. Marcos entonces buscó una solución para poder globalizar la experiencia matera argentina. Así empezó un largo proceso de investigación, con un poco de innovación y otro de creatividad. Y así pensó un sistema que ahorra el aprendizaje que requiere todo buen cebador.
De vuelta en la Argentina, Marcos invitó al compañero de facultad, Agustín Favre (Co-fundador y COO de su empresa), a trabajar juntos. “Mate Caps fue nuestro trabajo final con Agustín en la última materia de nuestra carrera de ingeniería industrial de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral (UNL)”, relata sobre el proceso de creación.
Al resto del los socios los conoció por un intercambio estudiantil que hizo allá por 2010. “Cuando surgió la idea, casi una década más tarde, los contacté para llevar a cabo este emprendimiento... el único problema es que cada uno estaba un lugar distinto”.
Pronto llegó la pandemia, convencidos de que el ritual de la calabaza y la bombilla no es compatible con el ritmo actual y es posible foco de contagio del virus, aceleraron el proceso de lanzamiento de su ingenioso producto. “Estaba contemplado para el próximo años. Si todo sigue así en diciembre sale al mercado”, agrega Marcos.
Hace apenas quince días dieron vida a la botella con un sistema autocebante que permite ingresar tanto yerba a granel como la posibilidad de colocar cápsulas de blends de diversas variedades. “La idea no es reemplazar al mate original sino presentarlo como una opción ideal para el auto, la oficina... y el momento actual donde no se puede compartir”, reconoce Stubrin.
En un contexto globalizado y sumado a las restricciones para viajar, estos cuatro socios nunca se reunieron de manera presencial. “Cada uno está en un rincón del planeta diferente: Mateo en Viena, Agustin en Montevideo, y Salvador es santafesino pero vive en Buenos Aires. Trabajamos a distancia con todo el equipo”, dice Marcos.
Por el momento se puede conseguir en Kickstarter, un sitio web para proyectos creativos que puedan recibir financiamiento para salir al mercado. En 15 días ya vendieron más de 300 a 33 dólares, que incluye la botella, 24 cápsulas, sticker, y envío a domicilio.
"El cuerpo de la botella es de tritán, que es un plástico con la resistencia del acero, ideal para el consumo de infusiones porque no se impregna el sabor. Es una novedad global que permite conservar el calor o frío durante una hora”, agregó Sturbin entusiasmado.
“Cada persona que lo probó, no nota la diferencia”, admite Mateo que sigue consumiendo su mate en calabaza. “El secreto está en el doble filtro y las cápsulas son 100% naturales y no tienen azúcar agregada, lo que las hace aun más saludables”.
Están disponibles en tres blends. Aurora (ideal para la mañana) con jengibre, menta, limón, canela y pimienta; Amazonia (para la tarde) con guaraná, açaí y berry; Serenata(noche) con jazmín, manzanilla, peperina y melisa.
Conciencia ambiental y social
La producción de la cápsula emplea materiales biodegradables compuestos por almidón de maíz y aceites vegetales. Una vez finalizada su vida útil, el dispositivo se vierte en la cesta de desechos orgánicos.
El sorbete metálico fomenta la transición de sorbete plástico descartable a uno permanente.
El packaging seleccionado para la venta y presentación del producto es una lata cilíndrica la cual se reutiliza como yerbera. El paquete seleccionado para el transporte diario es un estuche de TYVEK, un plástico irrompible y ecológico de muy alta vida útil,
A su vez parte de lo recaudado es donado a la ONG en Misiones, y un árbol es plantado en el Amazonas.
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