Hoy se cumplen 30 años del crimen de María Soledad Morales, pero la Catamarca que supo reclamar justicia con sus históricas Marchas del silencio por el esclarecimiento de su causa parece haberla condenado al olvido.
Los Saadi, que habían gobernado la provincia durante medio siglo y fueron destituidos por encubrir a los hijos del poder sospechados de cometer el asesinato volvieron a gobernar la provincia de la mano de algunos de sus descendientes que condujeron y conducen los destinos de San Fernando del Valle de Catamarca.
La única que mantiene viva su memoria y no pasa un día sin recordarla es doña Ada Rizzardo (71) que contempla con dolor e impotencia como Luis Tula y Guillermo Luque, los condenados por el asesinato de su hija, caminan libres por las calles de la ciudad después de haber purgado sus condenas ante la mirada indiferente de sus comprovincianos, que pese a la trascendencia mundial que tuvo el caso parecen haberlo olvidado para siempre.
“Quizás porque muchos de los que fueron testigos de esa época ya murieron y porque los últimos gobiernos con el silencio cómplice de algunos medios colaboraron para eso”, sostiene un periodista local que por miedo a represalias prefiere omitir su nombre, a pesar de que ya pasaron tres décadas.
Solo cuando los turistas preguntan por el asesinato de aquella chica que conmovió a un país entero, algún mozo memorioso se atreve a contar lo que sucedió. El único vestigio que logró sobrevivir es el monolito, que se erige como un símbolo icónico de aquella época, que recuerda el lugar donde apareció el cuerpo de la joven desfigurado y comidos por las alimañas.
Los sueños truncos de María Soledad
El trigésimo aniversario, sorprende a Ada más sola que de costumbre como consecuencia de la pandemia. Esta vez, la hermana Marta Pelloni -ex rectora del colegio Nuestra Señora del Carmen y San José e impulsora de las Marchas del silencio- no pudo viajar para acompañarla personalmente, pero sí está vía zoom para brindarle su apoyo incondicional como lo ha venido haciendo desde que asesinaron a su hija.
“Aunque hayan pasado los años para mí sigue siendo ayer. Y cada tanto vuelve a mi mente aquella noche trágica. Cuando llena de sueños se subió a la camioneta con mi esposo y desde la cabina, se despidió diciéndome ’Chau ma, nos vemos mañana’”, me confió entre lágrimas alguna vez cuando aún vivía su esposo, Elías, su principal sostén, que más allá del amor que le profesaba prefirió llevar a la tumba el recuerdo de cómo había encontrado a su hija cuando apareció su cuerpo: “Él nunca quiso decírmelo para que no sufriera más. Pero yo sé que esa imagen lo fue matando de a poco”.
-Ada, ¿es cierto que el tiempo borra todo y da resignación?
-No, al contrario para mí el dolor se agiganta. Cuando me junto con las compañeras de mi hija siento una profunda tristeza, porque al verlas ya profesionales rodeadas de hijos, es de cierta manera ver los sueños truncos de Sole, que de vivir seguramente me hubiese dado nietos y estará trabajando de maestra jardinera, como tanto deseaba.
-¿Pero no encontró ni si quiera un poquito de resignación?
-No. La resignación en esta vida no la voy encontrar nunca, creo que sólo la voy alcanzar cuando cierre los ojos para siempre y me reencuentre con Sole en la otra vida.
-¿Después de tantos años, pudo perdonar a Luque y a Tula?
-Yo no soy Dios para perdonar. Los asesinos de mi hija, tuvieran que haberle pedido perdón a Sole. Yo no albergo odio ni rencor en mi corazón, porque aprendí que esos sentimientos se terminan volviendo en contra de uno mismo.
De entregador a abogado
El 17 de abril del 2006, Luis Raúl Tula (56) recuperó definitivamente la libertad, luego de haber cumplido los dos tercios de la condena (6 años) como partícipe secundario del crimen de María Soledad. Cuando ocurrió el asesinato, estaba casado en secreto con Ruth Salazar y mantenía una relación a escondidas con María Soledad por lo que se lo acusó de haberla engañado y entregado a sus violadores, entre los que estaba Guillermo Luque. Él siempre juró ser inocente: ”Yo creo que mi condena sirvió para dar respuestas políticas a intereses sociales”, le dijo a este periodista en uno de los pocos reportajes que concedió después de haber salido de la cárcel.
-¿Hoy a la distancia, se arrepiente de haber conocido a María Soledad?
-No, bajo ningún punto de vista. María Soledad no tiene ninguna culpa de los tejes y manejes de la amoralidad de muchas personas.
-¿Dice que fue un error tener una relación clandestina con ella?
-Yo creo que fue un error porque hice daño, en este caso a personas que no tendría que haber hecho daño, como ser María Soledad y Ruth.
-Se dijo que usted y Guillermo Luque fueron y son amigos. ¿Cuál es la verdad de esa relación?.
-Luque fue mi compañero de celda. Nos metieron a vivir en la misma celda para mostrar ante la sociedad que ambos nos conocíamos. Durante los 2 meses que convivimos tuvimos una buena relación. Pero quiero dejar en claro que yo puedo hablar de Guillermo Luque desde la cárcel, pero a él en la calle nunca lo había visto antes. Lo que sí te puedo decir que era el interno más querido del pabellón.
-¿Usted lo llegó querer a Guillermo Luque?
-¡No me podés preguntar una cosa así! Son relaciones transitorias que se producen.
Durante su paso por el penal Julio Herrera, Tula aprovechó para comenzar a estudiar Derecho y en noviembre del 2009 juró como abogado en el foro local, después de haberse graduado en la Universidad de La Rioja: “Yo nunca me preocupé por estudiar, mi único contacto con las letras tenían que ver los suplementos deportivos de los diarios y la revista El Gráfico. Pero cuando caí preso, me comencé a preocupar por lo que me podía pasar y empecé a leer el Código Penal y fue ahí cuando emergió la vocación de abogado”.
Por estos días decidió dejar de lado el bajo perfil y eligió la radio de Valle Viejo para contar que está muy feliz ejerciendo su profesión de abogado y que después de haberse separado de Ruth Salazar formó pareja con una joven mendocina con la que convive y que además es padre de dos hijos. Sin embargo, el año pasado el diario El Ancasti reveló que su pareja lo había denunciado por violencia de género: “Fui víctima de violencia durante 10 años, desde siempre me golpeó y maltrató. Lo denuncié y sigo esperando el accionar de la justicia porque ahora temo por mi hijo, ya que lo amenazó de muerte”, aseguró frente al medio catamarqueño.
Sentencia a medias
El 27 de febrero de 2008, el tribunal integrado por los jueces Santiago Olmedo de Arzuaga, Jorge Álvarez Morales y Edgardo Álvarez condenaran a Guillermo Luque a 21 años de prisión por violación seguida de muerte agravada por el uso de estupefacientes y a Luís Tula, a 9 años por partícipe secundario. La sentencia también ordenaba seguir los casos de otras 33 personas por el supuesto delito de falso testimonio, entre los que estaban Luis ”Hueso” Ibañez y Luis “El Loco” Méndez, que fueron señalados por varios testigos como los acompañantes de Luque y Tula durante una fiesta privada que se realizó en el boliche Clivus en la que habría muerto María Soledad.
Pero la continuación de la investigación para determinar los falsos testimonios y quiénes habían encubierto el caso nunca llegó a juicio oral porque la causa terminó prescribiendo.
De hecho Ada Morales sigue sosteniendo que fue una condena a medias: “Para mí tuvieron que haberle dado perpetua. Condenaron solamente a dos y nosotros como padres sabemos que hubo más personas involucradas, gente de mucho poder que estuvo y participó en la violación y crimen de nuestra hija”.
“La justicia quedó en deuda con nosotros, porque nunca condenó a todos los que ayudaron a encubrir el crimen de mi hija, los policías, los miembros del poder judicial... Toda esa gente quedó impune. Nunca más se los volvió a investigar. Todos se olvidaron de María Soledad”.
SEGUÍ LEYENDO: