No es el Amazonas. No es Australia. No es California. Es la Reserva San Cayetano, en Corrientes. “Nos quemaron casi el 50 por ciento de la superficie de un parque provincial en un área protegida”, advierte el biólogo, investigador del CONICET y director de la Estación Biológica Corrientes (que depende del CONICET nordeste) Martín Kowalewski.
El Parque Provincial San Cayetano está ubicado a 20 kilómetros al sur de la Ciudad de Corrientes. Tiene 76 hectáreas compuesto por pastizales, montes, palmares y riachuelo. Hay flora y fauna nativa. Nicki Becker, de Jóvenes por el clima, contextualiza: “Al igual que en el delta del Paraná, Córdoba y Formosa, el Parque Provincial San Cayetano ardió toda la noche y el incendio destruyó la mitad de la reserva”.
El domingo 23 de agosto, a partir de las 11 de la mañana, el fuego arraso con la reserva en donde monos, zorros, aves, reptiles y otros animales encontraban protección. El lunes 24 de agosto los focos de fuego continuaron. En el incendio se quemaron pastizales, palmares y partes del monte. El peligro paso, pero el efecto no tiene vuelta atrás.
¿Por qué es más grave el incendio en un parque provincial? “No es un campo privado que se les salió de control porque no pidieron permiso para hacer la quema, sino que nos quemaron un área conservada donde se protegía la biodiversidad y donde hay muchos proyectos de estudio que se ven afectados”, denuncia Kowalewski.
La pérdida de la mitad de la superficie del parque provincial no se puede recuperar y menos de forma rápida. “La sequía va a complicar que vuelvan a crecer las plantas y los animales que sobrevivieron van a salir a buscar refugio fuera del parque donde se van a encontrar con cazadores y con perros”, enmarca el biólogo.
“Esta pérdida significa mucho”, lamenta la veterinaria Belén Natalini, becaria doctoral del CONICET en la Estación Biológica de Corrientes. Ella estudia la dinámica de las enfermedades infecciosas en el noreste argentino, pero frente a los incendios salió a apagar el fuego y a controlar en guardias nocturnas que las cenizas no fueran traicioneras y tuvieran nuevos focos de riesgo.
Ella describe los efectos de los incendios: “En la primavera comienza la época reproductiva de las aves. Así que no vamos a tener los pastizales listos para que puedan anidar”. Por su parte, el biólogo describe: “Cuando el fuego empieza a arrasar hay animales que no pueden escapar como las víboras, reptiles, lagartijas y cuis y se queman en el lugar; también los carpinchos que no corren rápido. Los aguara guazú y zorros se pueden escapar, pero no encuentran un hábitat a donde regresar porque está todo quemado”.
“Los monos carayá que viven en esta zona -y están amenazados de extinción- pueden escapar por los arboles pero, a veces, el estado de deforestación es tan alto que quedan atrapados en montes y el fuego los aturde. Además se estresan por el calor, por eso gritan y aúllan. Además en casi todas las hembras de los monos carayá hay crías de uno o dos meses y por el humo, las hojas quemadas y las cenizas (que son tóxicas para las crías) aumenta la mortalidad para los pequeños infantes”, diagnostica el biólogo.
El problema no es un foco, sino la extensión del fuego en todo el país. “Los incendios se están saliendo de control por la sequía y la bajante del río a lo largo del Paraná que amenazan los suelos y el banco de semillas y la biodiversidad de toda una región”, remarca Kowalewski.
“El incendio fue intencional y obedece a prácticas tradicionales de hacer quemas para tener un pasto un poco mejor para el ganado. Pero ahora los incendios son más graves por la sequía, el viento y la bajante del río. Por eso, se deben cumplir con las leyes y concientizar a la población sobre las consecuencias que tiene esta practica”, enfatiza el investigador del CONICET.
Y él remarca: “Si un propietario ganadero quema campos tiene que ser castigado aunque sea amigo de un intendente. Por eso, necesitamos que la gente le pida a sus gobernantes que hagan cumplir la ley y no encubra a los que ostentan poder en cada territorio”.
Mientras que Natalini apunta: “Se deben erradicar las quemas en los campos para el rebrote de las pasturas porque estamos en una época de extrema sequía y con una chispa que prende nos arrebata el ambiente que se viene cuidando hace años. Lamentablemente, creemos que el fuego fue intencional y que prendió por toda el área”.
En Corrientes hay sectores que dicen que el fuego no los afecta y se oponen al tratamiento de una ley de humedales. Sin embargo, Becker reafirma: “En Corrientes hay alerta roja por el peligro de incendios por las sequías. Es decir, no se pueden hacer quemas en ningún lugar, y menos sin permiso. Sin embargo, la provincia arde y los bomberos no dan abasto”.
En la serie The Moorning show se muestran dos formas de abuso de poder: el abuso sexual y los incendios en donde los sectores de mayor poder adquisitivo contratan a bomberos privados (en California, Estados Unidos) y la noticia pretende ser encubierta por quienes son dueños de las casas caras y las señales de televisión.
En el relato de la serie el acoso sexual sistemático a las mujeres en la televisión se tapaba con la cobertura de los incendios. Pero lo que en realidad tapan las imágenes de los incendios es que no se trata de azar, sino de la causa intencional de las llamas. Desde Jóvenes por el clima están juntando firmas para la petición: “No es Australia, no es el Amazonas. Es la Argentina que se está quemando toda”, en donde reclaman mayor presupuesto para el Sistema Federal de Manejo del Fuego.
En la petición explican: “Este año una histórica sequía en la Cuenca del Plata afectó al delta del Paraná incrementando incendios a lo largo de todo el territorio cercano al río. En lo que va del año, solamente en el delta del río Paraná se registraron más de 25 mil focos de incendios y hemos perdido más de 90,000 hectáreas con todo el daño que esto conlleva hacia las personas que viven en estos lugares y la biodiversidad que alberga este sistema de humedales”.
La organización alerta sobre los incendios forestales en Córdoba, Formosa, reservas naturales de Santa Catalina, Laferrere, Ciudad Evita e Isla Verde, en el Área Metropolitana del Gran Buenos Aires: “El origen del fuego está enmarcado en acuerdos y negocios ilegales entre las autoridades locales y las industrias inmobiliarias, maniobras denunciadas por los consejos vecinales ya que no contemplan un aprovechamiento sostenible del ecosistema ni prioriza la salud pública de los habitantes”.
La extensión de los incendios generó un gran problema en Rosario invadida por el humo. En ese sentido, se pide una ley que proteja a los humedales. El diputado Leo Grosso es uno de sus impulsores y plantea: “Las quemas del Delta del Paraná y los desarrollos inmobiliarios de barrios cerrados en el segundo cordón del conurbano bonaerense están destruyendo los humedales en el país”.
“Se calcula que el 70 por ciento de los humedales del mundo están destruidos o en proceso de degradación. La Argentina no es la excepción. Necesitamos que el Estado proteja a los humedales que son grandes reservorios de agua dulce y mitigan el calentamiento global porque absorben los gases del efecto invernadero y son grandes reguladores de las inundaciones porque son esponjas que absorben el agua cuando hay muchas lluvias o desbordan los ríos”, destaca el diputado.
“Por eso, tenemos la voluntad que en el 2020 se sancione la ley de protección de humedales en la Argentina. Es hora de que nos hagamos cargo de la deuda pendiente”, sostiene Grosso. “Hay que generar reinversiones para proteger a estos ambientes de forma más intensiva en la ley de humedales”, propone Kowalewski.
“Los fuegos que se están dando en todo el país son ilegales e intencionales. Los montes quemados quedan a disposición de productores o agentes inmobiliarios. No son incendios espontáneos o casuales en la mayoría de los casos. Son un ejemplo del agronegocio con una explotación inadecuada del ambiente y con una forma de capitalismo insostenible”, advierte el biólogo.
En Corrientes, en el Parque Provincial San Cayetano, los incendios fueron controlados por la intervención de guardaparques, bomberos, los y las investigadores del CONICET, la gente del pueblo, el área de Evaluación de Impacto Ambiental del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el área de incendios forestales de la región NEA del Ministerio de Seguridad de la Nación.
El incendio en San Cayetano no tuvo peores consecuencias gracias al trabajo de las y los guardaparques de Corrientes Adriana Vallejos, Conrado Holzer y Francisco Sánchez Gavier. “Ellos salen a poner el pecho al fuego”, agradece Martín Kowalewski. El trabajo pudo evitar peores consecuencias.
Pero el daño es irreversible. Y doloroso. Las fotos y los videos tomados durante el incendio muestran que, mientras el humo tapaba el aire los monos observaban desde los árboles la involución del ser humano. El fuego paro, pero la destrucción no tiene vuelta atrás.
El área protegida es una isla donde pueden vivir y reproducirse especies que, fuera de esa orbita, son atacados o corren riesgos. Por eso, el fuego arraso con esa protección. Natalini relata: “Vimos reptiles calcinados y aves muertas. No solo mata el fuego, sino el humo que queda en el ambiente que hace que los animales no puedan respirar o que tengan que huir y que sean atropellados, cazados o atacados por perros”.
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