“¿Qué me van a hacer?”, preguntó el argentino Marcelo Lucero, de 45 años, a un grupo de ciudadanos mexicanos mientras realizaba un paseo nocturno en los caminos sinuosos y de abundante vegetación de las Termas del Chorro, en San José del Cabo, México.
Había conocido a sus acompañantes unas horas antes y se encontraba en medio de una travesía personal en la que pretendía unir con su moto las ciudades de Dallas y Mendoza. Eran las 2:30 de la madrugada del sábado 29 de agosto y pocos instantes después ya nadie lo volvería a ver.
Aún no se sabe si hubo un malentendido y se asustó de la gente que lo acompañaba esa noche o si se perdió en el medio del monte durante el camino de regreso. Lo cierto es que ni su familia en Mendoza ni el grupo de ciudadanos locales que caminaba junto a él durante ese paseo nocturno pudieron dar todavía con su paradero.
A cuatro días de su desaparición, la familia de Marcelo Lucero intenta desde Argentina por todos los medios dar con el paradero de este fanático de las motos y de la pintura.
“Mi hermano vive en Dallas desde el 2001. Se fue justo antes de que explotara la crisis y se radicó ahí. Su gran sueño para este año era unir en un viaje con su moto, su gran pasión, esa ciudad con Mendoza, nuestro lugar de nacimiento. No llegó a hacer dos semanas de viaje y ahora desapareció. No sabemos nada de él”, afirmó uno de sus hermanos, Mario Lucero, en una conversación telefónica con Infobae.
Marcelo Lucero, que tiene tres hijos en Mendoza de 24, 22 y 19 años y otros dos hijos en EEUU, de 13 y 8, había planificado durante dos años una travesía a lo largo de todo el continente americano en una moto.
“Se había comprado una BMW GS800 y había planificado todo. Su idea era arrancar el viaje en marzo. Para eso, había renunciado a su trabajo de ingeniero en telecomunicaciones, había abandonado la casa que alquilaba y se había mudado a lo de un amigo mexicano para salir desde ahí”, relató su hermano.
“Pero cuando explotó lo de la pandemia del coronavirus se le trastocaron todos los planes. Tuvo que trabajar pintando casas y haciendo changas para sobrevivir estos meses. Recién en agosto, cuando se liberó un poco todo en la frontera con México, decidió arrancar su viaje”, agregó.
Lucero inició así su travesía a bordo de su moto el último 20 de agosto. “Su plan era manejar 10 o 12 horas por día y buscar un lugar para dormir. Es que el viaje en moto es absolutamente desgastante. A veces dormía en carpa y otras se alojaba en habitaciones de hotel de la ruta”, explicó su hermano.
Al menos cada dos días, Marcelo y Mario se conectaban y el viajero se ponía al día sobre su travesía. Al no disponer de servicio de roaming, una vez cruzada la frontera hacia México, los contactos entre ambos dependían exclusivamente de la capacidad de conexión a wifi del motoquero.
“Durante el trayecto en EEUU fue todo bien. El único traspié que sufrió fue al cruzar el desierto de Sonora, con 50 grados de temperatura. Al llegar a la noche a un hotel, notó que se le había volado un bolso donde tenía todas sus pinturas. Es artista y se había llevado consigo todas sus telas. Eso lo golpeó bastante”, relató su hermano.
El 24 de agosto Marcelo Lucero ingresó a México. “Yo tenía mucho miedo porque pensé que lo podían detener o algo así debido a la pandemia de coronavirus, pero me dijo que pudo cruzar de un país a otro sin demasiado problema”, explicó su hermano.
Durante dos días estuvo con su teléfono roto y no pudo comunicarse con su hermano, hasta que finalmente el 26 llegó a la ciudad de San José del Cabo.
Después de viajar sin parar, ese destino sería el primer lugar de la travesía donde Marcelo pasaría unos días para descansar y retomar energías. Para eso, se hospedó en la casa de una señora llamada Juana Esther García Cortaza, ex esposa de su amigo mexicano con el que había convivido en Dallas durante casi todo el 2020.
El jueves 27 de agosto, Juana, una mujer muy amable de 55 años, lo invitó a pasar el día en las playas. “Esas playas son el lugar de descanso de muchísimos estadounidenses del sur de su país. Es como el destino turístico preferido por muchos norteamericanos de esa zona. Sale más barato que EEUU y las playas son paradisíacas. Y mi hermano, además de descansar, aprovechó para hacerle un service de rigor a la moto. Es importantísimo ese control en viajes tan largos”, afirmó Mario.
“Después de ese descanso, debía tomarse un ferry hacia la parte continental de México y luego sí seguir con su viaje”.
El viernes 28 por la noche, Juana invitó a Marcelo a la zona de Santiago, donde habría varias familias amigas y donde podría conocer otro lugar paradisíaco. En la cena estaban ellos dos, dos parejas más con sus hijos y otro amigo soltero, de nombre Micky.
Pasada la cena, Juana se quedó dormida y el resto de los locales invitó a Marcelo a darse un chapuzón en unas termas conocidas como las Termas del Chorro, adentrados en el monte de Santiago. Eran aproximadamente entre 15 y 20 minutos de caminata hasta llegar a las termas.
“Según hablé con esta gente, se metieron al agua, lo pasaron genial y después emprendieron el regreso. Algunas de las parejas tenían a sus hijos durmiendo en la casa donde estaba Juana”, relató Mario.
Fue en ese trayecto de vuelta a la casa donde todo se desmadró y donde ocurrió lo que nadie esperaba.
“Cuando hablé con Micky, me dijo que hubo un momento del regreso en el que el camino principal se topaba con una tranquera alta. Ahí, el grupo decidió tomar un atajo, para evitar tener que subirse a la tranquera; algunas de esas personas eran mayores”.
“Micky me dijo que cuando le dijeron de meterse en el atajo, mi hermano pareció sentirse asustado y les preguntó, con miedo: ‘¿Qué me van a hacer?’. Ellos se sorprendieron con la pregunta y me dijeron que siguieron con su viaje. Después de unos minutos, se dieron vuelta y notaron que Marcelo ya no estaba. Creían que había seguido por el camino principal”, explicó Mario.
Cuando el grupo llegó a la nueva unión con el camino principal y acudieron a la casa, vieron que Marcelo no había llegado. Eran cerca de las 2:30 de la madrugada del sábado.
“Ahí estuvieron gritando durante horas y mi hermano nunca respondió. Desde ese momento ya no se sabe nada. Mi hermano tiene la moto, los documentos, el dinero, toda su ropa y sus pertenencias en la casa de Juana. No pudo haberse ido a ningún lado”, detalló desesperado Mario.
El hermano del motoquero se enteró de la noticia después de que unos amigos de Marcelo de Dallas se pusieran en contacto con otro de sus hermanos para contarles lo que había ocurrido. “Mis hermanos pensaban que era una broma de alguien para tratar de hacernos el cuento del tío o algo así, pero cuando me dijeron el nombre de los amigos que los contactaron, yo sabía que eran sus amigos cercanos de allá. Ahí nos preocupamos”.
Según Mario Lucero, los lugareños lo buscaron a Marcelo durante todo el sábado y el domingo radicaron la denuncia en una comisaría de San José del Cabo.
Asimismo, recién en la mañana de martes, Mario aseguró haber podido contactarse con la Cancillería argentina para que se gestionen así las acciones en conjunto con la Embajada argentina en México.
“No sé si se asustó y se quiso escapar o si simplemente se perdió. Espero realmente que se haya perdido y que esté ahí en un lugar esperando que lo vayan a rescatar. Según las fotos que vi y lo que me contaron, es un lugar con muchísima vegetación y en el que es muy fácil perderse”, afirmó Mario.
“Pero cada hora que pasa sin saber de él es peor. Eso también lo tenemos claro. Por suerte, hablé con e director de la Guardia Civil del estado de Baja California Sur y me dijo que hay un operativo de 45 personas buscándolo en la zona”.
Desde Cancillería se le confirmó a Infobae que se tomó conocimiento del caso en las últimas horas y que ya se inició un procedimiento de colaboración con autoridades mexicanas y la Embajada argentina en el país norteamericano para intentar encontrar a Marcelo Lucero sano y salvo.
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