“No te voy a dar mi celular”, le respondió desafiante su hija de 10 años cuando le pidió el celular para revisar la tarea del colegio. Sorprendida ante semejante reacción desmedida, la mujer le explicó que no la iba a retar si no la había hecho. Pero ella insistió con su negativa y se encerró en su habitación sin hacer caso.
“Como no había forma de convencerla para que me diera la clave de su teléfono mi hija mayor, de 16 años, habló con ella y me trajo el celular desbloqueado mientras su hermana lloraba desconsoladamente”, relató a Infobae Laura, quien pidió utilizar ese nombre ficticio para no exponer a la menor, que en esta nota llamaremos “Olivia”.
Laura, que no podía salir de su asombro, quedó atónita cuando al abrir el Whatsapp de su hija encontró que mantenía conversaciones con personas desconocidas. “Se trataban de características que no eran de Mendoza y los perfiles tampoco tenían fotos. Por los códigos de área comprobé que eran números de Uruguay, Córdoba y Buenos Aires”, detalló la mujer, quien vive junto a sus hijas en el departamento mendocino de Lavalle, situado al norte de la capital provincial.
A uno de esos contactos lo tenía agendado como Cristian. ”Olivia me contó que era su amigo nuevo y al momento me di cuenta que la situación era muy grave. Estoy convencida de que es un adulto que se hace pasar por un nene de 12 años”, aseguró Laura, quien inmediatamente se fue al inicio de la conversación para leer en detalle el intercambio de mensajes.
“Ahí veo que él le había enviado un video a ella. Era una recopilación de sus fotos de perfil de whatsapp. Las compaginó y las subió a un video. Era algo inocente y Olivia me dijo que estaba contenta porque su nuevo amigo había hecho eso con sus fotos”, recordó la mujer indignada por la forma en que ese desconocido intentaba ganarse la confianza de su pequeña.
Cuando su mamá le preguntó quién era Cristian y de dónde era, Olivia respondió que vivía en Uruguay y que se lo había presentado su amiga Kiara, que tampoco es de su entorno social más cercano. “No es del colegio ni del barrio. Era otro de los teléfonos que apareció en su chat sin foto de perfil. Ella me juró que Kiara es buena y que Cristian nunca le pidió nada raro pero yo no le creo porque cuando empieza a hablar del tema se pone nerviosa y se larga a llorar”, se preocupó.
Laura está convencida de que Cristian le hizo borrar algunos de los mensajes que le envió y que su hija tiene temor de contarle lo que realmente hablaron entre ellos: “Siento que me oculta la verdad”.
Otra de las situaciones que también le llamó la atención es que Olivia se negara a hablar de los sucedido en su casa. “Me pidió que la llevara a la casa de su abuela. Ahí se tranquilizó y se soltó un poco más. Me contó que la habían agregado a un grupo de Whatsapp llamado ‘manden fotitos’ y que sus integrantes mandaban fotos y video cochinos. Eran de gente grande desnuda tocándose y masturbándose”, especificó la mujer.
Debido a su insistencia, Olivia finalmente le confesó que había permanecido en ese grupo apenas dos días. “Me dijo que no lo pudo soportar porque recibía ese material pornográfico todo el día, todo el tiempo. Y que cuando abandonó el grupo, varias personas empezaron a escribirle por privado para preguntarle los motivos de su decisión y tratar de persuadirla para que volviera, contó.
Hasta el día de hoy, Laura no pudo determinar fehacientemente cómo fue que su hija terminó en su grupo porque le dio versiones contradictorias. “Primero me dijo que había sido Kiara quien la agregó pero después cambió de versión y aseguró que fueron sus primas. Yo hablé con la mamá de ellas pero como lo tomó a mal no pude continuar con la charla. Le echó la culpa a mi hija por todo lo que estaba pasando, así que me cansé de hacer conjeturas y decidí hacer la denuncia”, resaltó confiada en que la justicia le dará las respuestas que está buscando.
El caso de grooming quedó asentado el miércoles 26 en la Oficina Fiscal de Lavalle Nº 7, del poder Judicial de Mendoza, y lleva al firma de la doctora Elena Alcaraz, Secretaria de la Procuración General.
Lo que sí pudo corroborar Laura es que un tal Joaquín, que también se hacía pasar por un menor, la llamaba “gordita” y la acosaba sexualmente. “Si vos no me mandás una foto desnuda voy a tener que matar a tu mamá”, la amenazó el pedófilo. Según lo relatado por la nena, nunca accedió a esa petición y le respondió: “Yo no hago esas cosas”.
Hacía apenas dos meses que Olivia había empezado a utilizar el celular. Era usado y se lo regaló su hermana cuando ella decidió cambiar el suyo. “Lo vi como una forma de que estuviéramos comunicadas ya que me voy a trabajar a las 8 de la mañana y vuelvo a mi casa a las 8 de la noche. No la dejo tener redes sociales, lo que menos me iba a imaginar es que podía pasar esto por Whatsapp. Accedí porque es una aplicación más privada, solo tiene el contacto de sus amigos y encima la utiliza para estudiar ahora que no va al colegio”, se justificó Laura luego de mostrarse culpable por este aberrante desenlace.
La mujer está separada desde hace 4 años y el mes pasado decidió mudarse con sus hijas a un departamento alquilado en las afueras de la ciudad. “Como todavía no pude conectar el wi-fi y el teléfono de Olivia lo tuve que dejar en la fiscalía no llegó a entregar ninguna de las tareas de esta semana. La maestra me llamó el jueves preocupada y al ponerla al tanto de los sucedido se mortificó mucho. Mi hija nunca se lo contó a nadie, ni siquiera a sus amigos. Mantuvo todo en secreto”, se lamentó la mujer, quien se arrepiente de no haber tomado capturas de esas conversaciones. “Como fue todo tan rápido e hice todo en el momento no pude sacar ninguna foto. Igual había muchas cosas borradas que espero que se puedan recuperar”, confió Laura.
A pesar que la mujer está más tranquila porque la investigación ya está en manos de la justicia, Olivia continúa preocupada y eso desató su peor sospecha: “Mi conclusión es que éste Cristian la fue endulzando para en algún momento encontrarse. Yo le pregunté si él le dijo que la quería conocer pero ella me respondió que no. Igual no le creo porque la actitud de que no quiere estar en nuestro departamento y sólo quiere estar en la casa de mi mamá significa algo que tengo que averiguar. Para mí ella le contó donde vivimos y por eso tiene miedo. Y cuando le dije si quería que nos mudáramos a otro lugar y alquiláramos otro departamento para que ella se sintiera más segura me respondió que sí”.
Desde la fiscalía le adelantaron que es probable que la menor tenga que declarar, por lo que estuvo hablando con ella y explicándole “es la única víctima en esta situación” y que no tenga miedo en contar su verdad. “Estoy trabajando mucho el tema para que tenga confianza en mí y poder ayudarla. Ella es muy dada y muy amiguera, y ahora me preocupa verla así. Me paso las noches pensando qué es lo que puede pasar por su cabecita y me da mucha bronca. Necesito saber cómo fue que cayó en ese grupo de pervertidos”, concluyó esta madre desesperada que pudo actuar a tiempo y frenar un desenlace mucho más perturbador.
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