Eran las 17 horas del miércoles 26 cuando María regresaba a su casa luego de una extensa y agotadora jornada laboral en el hospital del centro de Neuquén, en momentos donde la pandemia no da tregua y el pico de contagios se hace sentir con fuerza en esa provincia.
Mientras caminaba por la calle Roca, tuvo que esperar a que el semáforo le diera el paso a los peatones para poder continuar. Pero cuando la luz se puso en rojo para los automovilistas, la joven se topó con un Ford Ka de color blanco que había frenado ante esa señal obstruyendo la senda peatonal.
“El hombre estaba hablando por celular, le hice un gesto de que estaba tapando la senda e inmediatamente bajó la ventanilla del auto y me dijo: ́Mové el culo, mamita, no te dan las piernitas ́. En ese momento me quedé callada y el tipo siguió con su agresión diciendo: ´muy bien agachá la cabeza como debe ser ́”, contó María al sitio Mejorinformado.com.
A pesar de que ella lo miró fijo a los ojos y su cara transmitía la furia que le habían generado esas palabras, el automovilista siguió ofendiéndola “solo por el hecho de ser mujer”, aseguró indignada. “No me aguanté más, estaba cansada, horas laburando para bancarme que me trate así un tipo que ni me conoce”, justificó María, quien reaccionó de una manera impensada ante esa agresiones verbales. Agarró una piedra que había en la calle y le reventó el parabrisas.
“En ese momento me vino la cara de mi viejo diciéndome ́‘hija, vos siempre te tenes que hacer respetar’ ́”, relató luego de su repentino accionar.
Visiblemente enajenado de la bronca, el hombre se bajó rápidamente del vehículo y encaró hacia donde se encontraba María. “Pensé que me iba a trompear, pero lo sorprendí porque le di un papel con mi número de teléfono y le dije: ’Si me llamas y me pedís disculpas sinceramente, yo te pago el arreglo del auto”.
Sorprendido por su respuesta pero furioso al ver el vidrio estallado, el hombre decidió dar por terminada la discusión y en silencio se subió a su auto y continúo su camino ante la atónita mirada del resto de los transeúntes y conductores curiosos.
Las historias inspiradas en la película “Relatos salvajes” cada vez son más frecuentes. Y así como hoy tiene como protagonista a esta profesional de la salud neuquina y a un automovilista, tiempo atrás fueron un taxista le destrozó el auto a un hombre que chocó en Villa Urquiza, un conductor que se atrincheró en su vehículo para evitar que sea remolcado por la grúa, alguien que sacó un arma en pleno peaje y disparó, u otro automovilista que se subió al capot de un vehículo para increpar a otro que lo había chocado.
Así, pareciera que la excepción se volvió regla. Y que nadie se asombra por los hechos de violencia que -cada vez más- copan las primeras planas de los diarios y las placas en los canales de noticias. ¿Es el estrés por el estilo de vida actual de los ciudadanos que vuelve violentas a las ciudades? ¿O al revés, un entorno violento predispone al estrés?
“Esto no se trata de estrés o nervios, estamos ante una sociedad traumatizada, que está reciclando viejos problemas a los cuales les suma los nuevos. Somos una sociedad que hace décadas está diciendo lo mal que andamos y eso tiene consecuencias psicológicas tremendas; es como una profecía autocumplida: reciclamos el malestar y entendemos que necesitamos una válvula de escape”, explicó a Infobae el médico psiquiatra y psicoterapeuta Enrique De Rosa (MN 63406).
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