El 27 de agosto de 1981, hace 39 años, en Mar del Plata, Silvia Angélica Cicconi, de 17, fue violada y asesinada de 32 puñaladas. Por el femicidio detuvieron al “Pacha” Pérez, un linyera que estuvo 13 años preso, pero era inocente, al punto de que la madre de Silvia -Adela Constantini- le llevaba comida a la cárcel y cuando fue liberado lo recibía en el restaurante de la familia.
El caso quedó impune, aunque Adela está convencida de quién fue el asesino. Al cumplirse otro año de esa pérdida irreparable, envió una carta a Infobae que -dice ella- escribió con el corazón.
La carta
Mi nombre es Adelina Constantini, pero todos me conocen por Adela Cicconi, la mamá de Silvia, la adolescente asesinada hace 39 años en la ciudad de Mar del Plata, en una noche fría de agosto.
La noche más fría de mi vida.
La noche que me arrebataron mi corazón.
El de Silvia, mi hija, es otro crimen impune, en la Argentina.
Impune, por la inoperancia y la desidia, de los que debían resolverlo, debían encontrar al asesino.
Impune, porque se empeñaron en culpar a un inocente.
Todos conocen la historia, de Silvia Cicconi, la adolescente asesinada.
Pero no todos conocen, a Silvia, nuestra Silvia.
Mi nena, a la que le arrancaron la vida.
A la que le truncaron los sueños.
A la que no le permitieron, ver más el sol y las violetas que tanto amaba.
Y digo nuestra, porque Silvia, no era un adolescente más.
Era generosa, lo que se proponía, lo lograba.
Era compasiva y esa empatía que tenía con las personas, de todas las edades, la llevó a ser muy amada.
Y el recuerdo de su memoria, perdura hasta hoy, en los que la conocieron.
Era muy buena alumna, no le gustaba faltar a clases, estudiaba inglés, organizaba desfiles benéficos.
Era simple, le gustaban las cosas sencillas, le dolía el dolor ajeno.
Les cuento algo, que no recuerdo, haberlo contado antes.
Una tarde, pocos días antes de que le quitaran la vida, visitó un lugar de los tantos con los que colaboraba, con alegría, esa alegría que da, ayudar a los demás.
Y cuando regresó me dijo: “mamá, entré a la capilla, y Dios me habló, pero no entendí lo que me dijo”
Yo le respondí te habrá parecido y no le presté mayor importancia.
Pero ahora, me pregunto: ¿Qué le habrá dicho Dios?
Así era mi hija, con una sensibilidad a flor de piel.
Por eso, hoy, en un nuevo aniversario de su muerte, impune e injusta, quiero y les pido de todo corazón, que cuando la recuerden, no lo hagan más como la adolescente asesinada en Mar del Plata, sino como una nena, a la que no dejaron crecer, a la que le cortaron los sueños.
Una nena simple, con ganas de vivir, con una alegría que contagiaba a todos a su alrededor.
Y también les digo, a los padres, familia y amigos, que han pasado por una tragedia como la nuestra… Que se puede.
Se puede salir adelante.
Se puede seguir.
No es fácil, se los aseguro.
Cada día de mi vida, quise morir con ella.
Pero me salvaron.
Me salvaron mis hermanos, mis sobrinos.
Me salvó mi hija Daniela. Me salvaron mis nietos.
Me salvó el amor.
Me salvó Dios.
Me salvó la memoria de Silvia, ella hubiera querido que yo siga adelante, que no baje los brazos.
Muchas veces me he preguntado… ¿por qué?
Pero, me salvó Dios, con su consuelo, con su paz, que sobrepasa todo entendimiento.
Me dio otra oportunidad y la estoy aprovechando con gratitud.
Mi nena, estará siempre en mi corazón, duele, pero me salvaron.
A mí, me salvaron, déjate salvar.
Adela, la mamá de Silvia.
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