“La palabra que nos queda es ‘resistir’. El virus ya está delante nuestro en la carrera con varias cabezas de distancia. Nosotros en su momento, en los primeros 14 días, estuvimos por delante, pero ahora nos saca varias cabezas de distancia. Ahora hay que esperar, resistir y punto. No nos queda mucha más historia”.
Las palabras pertenecen al doctor Carlos Kambourian, ex presidente del Consejo de Administración del Hospital Garrahan y actual "director itinerante" del Hospital de Traumas y Emergencias de Malvinas Argentinas, donde reemplaza nada menos al titular, Diego Pérez, quien se encuentra internado en terapia intensiva por un contagio de coronavirus.
Así como se mostró el último jueves en el programa de televisión “Animales Sueltos”, del periodista Luis Novaresio, el especialista de la salud no se cansa de repetir que la situación de la pandemia de coronavirus en la Argentina todavía es grave y aduce una sensación mezclada de bronca, preocupación, agotamiento y tristeza.
En un diálogo telefónico con Infobae, el especialista analizó la situación actual del manejo de la pandemia por parte de las autoridades sanitarias nacionales y exigió que se abran más los ojos respecto a la situación que se vive en los diferentes hospitales de todo el país.
“Es difícil de definir lo que siento. No sé si es bronca. Yo trabajé con la epidemia del H1N1 y la verdad que fue diferente. Lo vivimos como un batalla heroica, pero creo que ayudó mucho que fuera más corta”, indicó.
Y agregó: “Para decirlo de una manera coloquial, esta pandemia nos está haciendo mierda básicamente. Este virus te hace pedazos, te deja 14 días fuera de juego y además, incluso hay riesgo de que puedas volver a contraerla”.
- ¿Está bien reflejada la realidad que se vive en los hospitales en este momento de la pandemia?
Sólo en esta semana, me pasó que tengo a siete colegas amigos internados contagiados de Covid. Tres de ellos están en terapia intensiva. Uno ya falleció. Vos ves caer a los colegas al lado tuyo y decís, el próximo soy yo. Y no es gente que ya estaba enferma o tenía algo preexistente. Estaban todos sanos. El tema es que la carga viral a la que nosotros estamos expuestos implica que te contagiás y el virus te hace pedazos.
- Si bien desde las cifras oficiales se remarca que todavía hay disponibilidad de camas en las zonas más afectadas, ¿cuál es el estado real de saturación?
Cada hospital hace lo que puede y la verdad que puede poco. No cambió la estructura hospitalaria a raíz de la pandemia. Está exactamente igual pero con algunas camas más. El porcentaje de ocupación de hoy es un número que puede ser real, pero no condice con la realidad de lo que pasa acá abajo. Hay hospitales que están en un 100 por ciento de ocupación y hay otros con un 30 por ciento y no se hace un ‘desagote’ de hospitales, no se equilibra la balanza entre uno y otro.
- Y al problema de las camas, se suma el de la falta de terapistas para los cuidados intensivos, ¿No es así?
Es que no hay más terapistas. Y no es que no conseguís porque no quieren. Todos los que están son los que ahora están laburando. No hay más. Además, hay muchos jugadores fuera de juego. Yo tengo el hospital con menos de la cantidad de gente trabajando, que redoblan su esfuerzo, pero nunca es suficiente. A esta altura, hay entre 17 o 18 mil de personal de la salud que están infectados o aislados.
- ¿Y había manera de evitar eso?
Esto sucedió porque se tardó mucho en cuidarnos. Primero, los equipos de protección no llegaban, después eran defectuosos, recién ahora estamos teniendo el material apropiado. También durante mucho tiempo no se testeó al personal de salud en su totalidad, de ningún modo. Y eso habría que haberlo hecho porque nosotros fuimos focos de contagio de la enfermedad durante mucho tiempo. Fuimos los responsables de contagiar a mucha gente porque nos enfermábamos más y contagiábamos más.
- En el aspecto estrictamente de los profesionales de salud, ¿cuáles considera que podrían ser las vías para que se puedan mejorar las situaciones de trabajo?
Hoy no hay estrategia que pueda corregir lo que sucede. Hay que esperar que el tiempo cure un poco esto y asumir también que estamos trabajando sobre números que no son los actuales. Creo que hay que corregir la carga de datos. Y nada mas. Ya es imposible trabajar con la trazabilidad y testeos. A esta altura, hacer la trazabilidad es imposible, tendrías que estar testeando la mitad de la población del país
No se armó un circuito o una especie de censo de medicos intensivistas como para pder trasladarlos -continuó Kambourian- o un sistema de derivación único descentralizado como para decir, tengo a esta persona con necesidad de ser internado, ¿Adónde voy? Tampoco hoy actúan en conjunto el sector público y el privado. Estamos igual que antes de la pandemia, pero con la pandemia en el medio.
- Y al resto de la sociedad, dadas las cifras de las últimas semanas ¿se le puede reclamar un cambio de actitud?
A esta altura, a la gente hay que decirle que haga lo que pueda. Si no pueden salir, que no salgan, que se pongan el tapaboca. El fin de semana estuve en el río, era un escándalo de gente. La mayoría sin tapabocas. Hay una falta de respeto al germen increíble, pero bueno, ya pasaron cinco meses y hoy hay que pedirles que hagan lo que puedan. También es entendible la situación económica de algunas personas.
- Hasta la aparición de la vacuna, ¿hay manera de poder controlar el crecimiento de contagios y muertes diarias?
Yo estimo que pasado septiembre vamos a tener seguramente una leve mejoría. Ya habrá muchas personas que hayan atravesado la enfermedad y eso hará que el número de infectados sea menor. En las terapias intensivas estimo que habrá una menor ocupación. Pero de todas formas, hasta que no esté la vacuna, seguramente tendremos picos, pequeños rebrotes, como ahora en Europa, y que supongo que podrán ser controlados porque serán específicos. Creo que nos queda al menos un mes de mucha intensidad y espero que después se calme un poco
Pero de todos modos -agregó- ahora no estamos en el mejor momento, ni mucho menos.¡ (...) Escuchás un montón de barbaridades para quedar bien. Y me hago cargo de lo que digo. Dicen que todo está bien, que la curva está aplanada, que el Número R, y no pasa nada de eso. Se olvidan de bajar a los hospitales y ver lo que realmente sucede, donde tenés casi todas las camas ocupadas y hacés literalmente malabares para internar a esa viejita que está en la ambulancia esperando.
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