El caso de Solange Musse, la joven de 35 años que padecía un cáncer de mamas, vivía en Alta Gracia y esperó hasta sus últimas horas el abrazo de su papá, conmovió al país entero. En medio de la pandemia por el COVID-19, su padre, Pablo Musse, se vio impedido de llegar a Córdoba para darle el último adiós.
Las autoridades provinciales le negaron el ingreso y lo obligaron a regresar a Plottier, en Neuquén, donde vive, después de haber manejado durante doce horas, en un frustrado intento para despedirse de Solange que, finalmente, falleció el viernes 21 de agosto. Incluso después de la muerte de la joven, Pablo Musse tuvo que recurrir a la justicia para poder ingresar a Córdoba, ya no para abrazar a su hija, sino para organizar su sepelio.
Sobre este tema habló hoy el padre Fabián Oliva, Rector de la Capilla Santísima Trinidad del ex Hospital de Niños y Capellán del Colegio Escuti.
En un audio que circula por WhatsApp, y que dura casi 5 minutos, el sacerdote da su opinión acerca del caso y pide a las autoridades de la provincia de Córdoba que “den la cara” y “pidan perdón”. “No sé qué protocolo siguen, que los deshumaniza tanto. ¿Acaso un protocolo puede ser más grande que la humanidad, que la humanización de las relaciones, que el trato?”, arranca Oliva.
A continuación, algunos de los fragmentos más fuertes de las palabras del sacerdote:
“Nadie habla de violar una ley, pero nunca la letra fría de una ley puede cubrir lo que son las necesidades y las expectativas del corazón humano, las necesidades concretas de la gente. El gran San Pablo ya lo ha dicho en sus cartas: la ley por la ley sola mata, lleva a la muerte. La ley tiene excepciones, la ley tiene circunstancias que hacen que un acto moral sea más grave o menos grave”.
“Ayer fue Blas Correas, hoy es esta niña Solange, este padre desesperado, acompañado por patrulleros, haciendo el ridículo. Un padre que tuvo que manejar 40 horas hasta llegar a Neuquén sin poder parar a hacer sus necesidades básicas. Así de rudimentarios, así de... No sé qué calificativo usar”.
“Nos denigran a todos cuando hacen esto. Que alguien se haga cargo, que el Gobernador hable y pida humildemente ‘Perdón’. Dejen de fingir, déjennos de mentir. Alguna vez en la vida sean decentes y practiquen la doctrina social que invocan, que jamás la aprendieron”.
“¿A dónde estaban las cabezas mientras sucedía esto? ¿Qué falta de comunicación hubo para permitir a este ciudadano, a un argentino, un compatriota, poder despedir a su hija? Qué vergüenza. Estas son las cosas que nos hacen retroceder siglos en la madurez como pueblo. Qué miserables, qué obtusos, que hablen, que den la cara, no nos callemos. Que pidan humildemente perdón y disculpas a una familia atropellada no solo por el virus, sino por el cáncer de su hija y la indescriptible actitud de las autoridades y los servidores públicos una vez más mancillados por la estupidez de una ley, por la ley que lo único que hizo fue matar la relación de un padre con su hija”.
“Para los que tenemos Fe, sabemos que no es así. Sabemos que Dios va a suplir. Pobre Dios: siempre tiene que estar supliendo la infelicidad que tienen los que nos gobiernan, los que nos presiden. La gente no se come más la estupidez de ustedes señores. Tenemos los ojos más abiertos que nunca. La pandemia nos ha hecho estar más alertas que nunca, más inteligentes que nunca. No van a joder con nuestra inteligencia”.
“Dejen de usarnos como ratas, no somos ratas. Ustedes son servidores públicos y ustedes son nuestros empleados. Les pagamos y los sostenemos en el poder a través de los legítimos representantes. No la pierdan a la legitimidad, no la pierdan con estos hechos, con estos actos y sino váyanse si son ineptos, si no saben o no pueden o no quieren. Renuncien. Tengan la altura cívica de renunciar. Delincuentes. Ustedes son los delincuentes número uno. Los primeros que tendrían que ir presos por abandono de personas”.
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