A los once meses, Alejandro (6) tuvo tres paros cardíacos debido a una cardiopatía de nacimiento. Sus papás, Natalia y Sebastián, empezaron a notar ciertos retrasos en su desarrollo y pensaron que había sido a raíz de esa condición de salud. Pero pronto otras señales alertaron la atención de su familia y sus médicos.
Antes de cumplir tres años el niño fue diagnosticado con Trastorno del Espectro Austista (T.E.A) ya que tenía con un cuidado seguimiento médico desde siempre por sus problemas de salud. Sus padres habían habían percibido dificultades en la comunicación verbal y cierta desconexión con el mundo exterior. “Al principio se lo atribuimos a esa situación, aunque finalmente derivó en otro diagnóstico que por suerte fue temprano y pudimos encarar distintos caminos para potenciar su desarollo”, le cuenta Sebastián a Infobae.
Previo a la pandemia, los días de Alejandro estaban llenos de actividades: por la mañana iba al mismo colegio que sus hermanos mayores, acompañado de una maestra integradora; por la tarde, seguía su tratamiento en una institución con musicoterapia, fonoaudiólogo, psicología y terapias cognitivo-conductual. “Desde marzo no va a la escuela, y no se queja ...”, admite su papá. “Está más relajado sin horarios, toma su desayuno con calma, comparte la tarea con su hermana mayor, después jugamos a los rompecabezas o bloques en familia”, agrega.
El autismo se manifiesta en diferentes formas. Un diagnóstico puede escalar de leve a severo, y aunque los niños que lo tienen suelen mostrar rasgos similares, también son tan individuales “como los colores de un arco iris, cada uno manejando una bolsa de sorpresas de capacidades y dificultades”, dicen sus padres. Ale, es inteligente e inquieto. No tiene un desarrollo verbal amplio, solo habla cuando quiere algo como, por ejemplo, comer o pedir un juguete.
“Cuando algo lo aflige puede desencadenar en crisis o escapes, que necesitan ser contenidas”, cuenta su papá. También le cuesta dormir solo: “Lo hace con su hermano mayor que lo calma hasta que concilia el sueno, pero eso no puede seguir siempre”. Por eso, esta familia mendocina buscó todo tipo de tratamientos para mejorar el día a día de su hijo.
En esa investigación dieron con la ONG Bocalán Argentina, con sede en Buenos Aires, que se especializa en entrenar perros que acompañan a personas con discapacidad en sus tareas cotidianas, desde salir a caminar, tomar un transporte público, abrir una puerta o colaborar ante crisis emocionales como las que a veces vive Alejandro.
Desde marzo esperaban el reencuentro con Ainda, una labradora color manteca de dos años, entrenada como perra de asistencia por la Bocalán Argentina. “Está comprobado que mejoran notablemente la calidad de vida y la integración social, ya sea de personas con discapacidad física como de niños con autismo”, resaltó Margarita Ziade directora de la ONG.
El encuentro que quedó frustrado por las restricciones impuestas por la cuarentena, y no hubiera sido posible sin un trabajo en equipo, pero sobre todo por la solidaridad de un piloto de Argentina Jets que se enteró de la historia y ofreció desviar un viaje de Tucumán a Mendoza para dejar a Ainda en su nuevo hogar.
Ainda y Ale: compañeros
Se conocieron en 2019, en una serie de entrenamientos previos, para generar el ansiado acoplamiento, que en este caso fue casi instantáneo. “Teníamos que buscarla en marzo todos juntos en familia, pero no se puedo. Empezamos a buscar opciones aunque todas eran complejas y costosas”, explica Sebastián. “Por eso estamos agradecidos con la empresa que mostró su costado más humanos para hacer este encuentro posible”.
Alejandro fue un niño muy buscado. Su diagnóstico, sorpresivo, no cambió los planes de la familia. “Creo que somos bastante atípicos porque desde el día uno nos propusimos que su trastorno no modificara los proyecto de cada miembro. No dejamos de trabajar, ni tampoco de viajar por el mundo, algo que hacemos seguido. Fuimos al Machu Picchu o a Europa siempre preparando a Ale para que nada impactara de manera negativa”.
A partir de ahora, Ainda y Alejandro van a convivir las 24 horas, y la mascota llevará su chaleco azul puesto cuando esté “modo trabajo” como perro de asistencia para acompañarlo en sus actividades. “Una vez que se lo quitamos, adopta el modo de mascota”, resume el papá del niño.
Esta familia viajera sueña también con poder llevar Ainda a sus recorridas. “Podrán ir juntos al colegio, salir a pasear e inclusive dormir juntos, que es algo que le cuesta mucho. Sabemos que Ainda le va a cambiar la vida a Ale”.
La llegada de Ainda a Guaymallén
No solo Alejandro tuvo que prepararse para recibir a su nueva compañera, sino toda la familia. “Viajamos varias veces a Buenos Aires para recibir el entrenamiento necesario. A Ale los cambios le cuestan mucho, entonces desde hace meses le contamos de a poco todo lo que implica su nueva vida, y que la pueda aceptar. En su cuarto le pegamos fotos de Ainda, del avión, de ellos juntos para que él pueda tener imágenes de cómo será su futuro”.
“Generalmente, los perros no se trasladan solos, sin embargo en este caso excepcional ningún integrante de Bocalán pudo acompañarla”, detalló Ziade. “Viajó bien, y llegó tranquila a su nuevo hogar”, agregó.
En total ya entregaron 28 perros de asistencia, y las restricciones por la cuarentena no detuvo las ganas de seguir acompañando en este proceso fundamental para los pacientes
Los perros de asistencia necesitan entre 16 y 24 meses desde que nace el cachorro hasta que llega a la etapa de “acoplamiento” junto a una familia. Una vez terminado el entrenamiento básico, en el que se les enseña a comportarse y aprenden habilidades estándar (no tirar de la correa, abrir y cerrar puertas y levantar objetos del piso), ya están listos para desenvolverse en los espacios públicos.
Para este tipo de tratamientos se eligen perros Labradores Retriever o Golden Retriever porque poseen determinadas características (como una mordida blanda y predisposición a traer objetos) y su carácter amistosa y sociable facilitan su labor.
El entrenamiento que realiza Bocalán se centra en el refuerzo positivo, un método basado en premios. Esto significa que el perro siempre es recompensado por sus acciones correctas.
La Ley N° 26.858, busca “asegurar el derecho al acceso, deambulación y permanencia a lugares públicos y privados” y a “los servicios de transporte público” de toda persona con discapacidad, acompañada por un perro guía (usados por los ciegos) o de asistencia (como este caso).
Bocalán quiere seguir ayudando a familia de todo el país, así como Ainda se reencontró con Alejandro, ahora están en el mismo proceso para lograr que el labrador Preto pueda reencontrarse con Bruno, un niño de cinco años con autismo que vive en Posadas, Misiones.
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