Las conmovedoras reflexiones de un héroe de Malvinas en cuarentena: “Nadie se salva solo, ni en la vida ni en la guerra”

Condecorado en tres oportunidades por sus actos de valor, Mauricio Fernández Funes habla del estrés que dejará la pandemia, de los héroes sin bronce que día a día hacen al país con su trabajo, de sus compañeros caídos y de la gran lección que le dejó el conflicto de 1982

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Mauricio Fernández Funes, de profesión
Mauricio Fernández Funes, de profesión y espíritu militar, como su padre. Hoy en cuarentena, extraña los abrazos (Belisario Fernández Funes)

Como tantos veteranos de Malvinas que después de largos años han alzado su voz, el personaje expone un heroísmo silencioso. Con mirada sensible y sonrisa amable, prefiere escapar a la primera persona. “Los héroes se construyen de la periferia al centro, son los demás los que te dan esa categoría. Me parece inútil hablar de uno”, expresa Mauricio Fernández Funes, a contracorriente de singulares personalismos que se vanaglorian a diario. Y tiene razón.

Sucede que, al mencionar a aquellos que ofrecieron “la vida por la Patria” en el sentido más estricto, es complejo no evocar la figura heroica. No es necesario emparentarla con el viaje del héroe mítico trazado por Joseph Campbell. Se trata de innumerables hombres y mujeres que en lo cotidiano promueven valores con su accionar, con sus decisiones, con lo que les toca. Éste cordobés de semblante y tono sereno es uno de ellos.

En medio de la cuarentena más larga del mundo, desde Pilar, provincia de Buenos Aires, a sus 69 años revive con Infobae algunos tramos de su camino. Lo del capitán de la Compañía de Comandos 602 en la guerra de Malvinas de 1982, General retirado del Ejército Argentino y actualmente Director Ejecutivo de Fundación Criteria, no son la mera narración de su vida pasada. Con calma, despliega su visión y emociones sobre la construcción del pasado que lo marco, del presente que lo mantiene encerrado en su casa por el COVID-19 y del futuro “posible y necesario”.

Esta situación disruptiva es un llamado a un cambio profundo. La pandemia llega cuando tenemos problemas estructurales a nivel planetario, el cambio climático a la cabeza, y la extrema diferencia entre pobres y ricos que deja a la mitad de la humanidad sin posibilidades de progreso. La llegada del virus es sintomática. Pero hay que tener una mirada esperanzadora: si uno ve la cantidad de esfuerzos desarticulados que hay en esta dirección encontraría una sensación de gran alivio y expectativas positivas”, se ilusiona.

Embarcando para a Malvinas, junto
Embarcando para a Malvinas, junto a los capitanes Ferrero y Vercesi.

Como para tantos argentinos, el aislamiento social, preventivo y obligatorio implementado para transitar la pandemia del coronavirus le generó efectos de todo tipo. Para alguien que llevó con orgullo sus condecoraciones de guerra, que escaló cinco veces el Aconcagua, fue enviado a la Guerra de los Balcanes en la ex Yugoslavia (1992/1993), a Estados Unidos para una misión de la OEA (2001/2002) o formó parte de la Primera Expedición Argentina al Polo Norte (2016), el contraste con este encierro obligado es abrumador.

El encierro es una condición necesaria pero somos seres gregarios, es la naturaleza humana, y afecta nuestra psicología. No estamos preparados. Las situaciones extremas no pueden no dejar estrés postraumático. En una guerra, por ejemplo, la probabilidad de no sufrirlo en alguna manifestación tiende a cero. Acá hay familias que no pueden verse. La tecnología otorga respuestas extraordinarias, pero la pantalla no reemplaza el abrazo”, afirma el marido de Grace y padre de tres hijos.

¿Las vivencias y el riesgo experimentado pueden preparar a alguien para enfrentar los traumas? De espíritu, formación y prolífica carrera militar, Fernández Funes, orgullosamente “Vecino Destacado de la Comuna 2” de la Ciudad de Buenos Aires (vivió gran parte de su vida en Recoleta), reflexiona y responde:

“No sé si las respuestas a determinadas experiencias son las mismas cuando cambiás el contexto. Creo que situaciones terminales como una guerra te enseñan y te educan. Ahí el dolor va creciendo en cada pérdida. Es tremendo lo que uno vive, salir diez compañeros y volver ocho... es un impacto que hay que asimilar y absorber. Esto es una prueba de carácter. He pensado que si Dios te diera a elegir desde chico entre inteligencia y carácter, siempre elegiría el carácter”.

Y agrega: “Yo creo que sin dudas estas vivencias vitales, tan duras, dejan huellas imborrables que tu metabolismo de alguna manera expresa. Por supuesto, esto no exonera los miedos, las dudas. Cuando un contexto como el que estamos viviendo no te toma a los 30, y ya sos una persona grande, pensás cuánto tardaremos en volver a un mundo parecido o, quiera Dios, mejor”.

La reinterpretación de Malvinas

El escenario planteado vía Zoom exhibe detrás del entrevistado retratos vinculados al conflicto armado del Atlántico Sur, un tema obligado. Un motivo que, si atraviesa a todo un país, indefectiblemente se apoderará de la presente conversación.

“Debemos hablar de Malvinas como gesta, porque las gestas son hacedoras y constructoras de nacionalidad”, define. Y argumenta: “Es la única circunstancia capaz de darnos una unidad genuina. Me gustaría pensar que hoy, en el jubileo de los 40 años, ha habido un proceso de reinterpretación. Se ha logrado porque aquellos jóvenes, muchos de ellos impulsados por circunstancias que les eran ajenas, hoy se convirtieron en padres y abuelos que quieren ser vistos como lo que son, hombres capaces de las más lindísimas valentías”.

A Malvinas se sumó con
A Malvinas se sumó con la Comisión 602 de Comandos, el máximo nivel de preparación militar en el país. Regresó 37 años después.

Hace unos 38 años, Fernández Funes llegó a las islas como capitán de la Compañía de Comandos 602. “Las guerras siempre son feas. Es una situación terminal de la condición humana, donde la razón se acaba. Pero en el trance de tener que vivirla, es bueno saber que hoy se habla del valor del soldado en la trinchera, de 18 o 19 años. Lo dijeron los ingleses, 30 años antes, destacaron el valor promedio del soldado argentino. La política debe hacer lo propio para que nuestras islas vuelvan a estar bajo soberanía irrestricta argentina pero, mientras tanto, qué importante crecer con la sensación de que valió la pena. Hay héroes que dejaron su vida y nos están reclamando esta mirada”, remarcó.

Su lectura de lo sucedido y el recuerdo de sus compañeros desembocan naturalmente en la identificación de los caídos en el Cementerio de Darwin, uno de los actos de reivindicación, y humanidad, más importantes desde que terminó la guerra. El reemplazo de la leyenda “Soldado argentino solo conocido por Dios” por el nombre de cada héroe comenzó formalmente en 2018 pero se gestó mucho antes, a partir de una labor en conjunto e implacables convicciones.

Mauricio se unió el año pasado al segundo viaje humanitario y vuelve a recordarlo: “Hubo un extraordinario trabajo de actores que son bien conocidos. Gabriela Cociffi (directora editorial de Infobae), el ex combatiente Julio Aro, a la cabeza de las voluntades de individualidades con el soporte de la Cruz Roja internacional, Antropología Forense, la Embajada Británica, nuestra propia Cancillería. Una acción sumamente sanadora para las partes involucradas. Los familiares de los caídos han tenido la oportunidad de regenerar y reconstruir su duelo. Es una lindísima imagen de lo que puede hacerse a partir de una mirada bondadosa de la sociedad y el mundo”.

En marzo de 2019, en
En marzo de 2019, en el Segundo Viaje Humanitario a las islas, junto a familiares del Sargento Primero Mateo Sbert, muerto en combate. (Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur)

Posteriormente comparte su concepción sobre quienes durante el enfrentamiento en armas son “enemigos”, pero una vez concluido dejan de serlo. Lo manifiesta con claridad: “La condición de enemigo dura en la guerra. En términos políticos debe haber otra perspectiva desde el momento en que las hostilidades se cierran y para un soldado profesional la emoción se hace neutra, no hay odios. No puede haberlos. En el largo y arduo proceso de identificación de las tumbas en Darwin, el capitán británico Geoffrey Cardozo, enemigo en combate, fue una figura relevante”.

Completa su explicación con lo que puede ser una metáfora de aplicación cotidiana, a las batallas de todos los días: “La camaradería, que es una expresión extraordinaria de la amistad entre militares, se da también en más espacios, porque hay posibilidad de crecer con otros, es la única manera de salir adelante. Nadie se salva solo, uno se salva con el que está al lado. Esta es la visión que hay que fomentar. Entre todos hacemos cosas extraordinarias, hay que mirar al otro como si fuera uno”.

La dignidad humana como motor de cambio

El 22 de Abril del 2016 -diez días después de la partida- la primera expedición 100% argentina al Polo Norte plantó bandera en la latitud 90 00″ 00′ N. Recorrieron 120 kilómetros caminando sobre hielo y nieve, con temperaturas de hasta 38 grados bajo cero y una geografía hostil para alertar sobre las consecuencias del cambio climático. Fernández Funes participó como noveno integrante encargado de enlazar comunicaciones y eventuales acciones de rescate. El sueño de un grupo de hombres comprometidos se hizo realidad y la hazaña en el punto más boreal del planeta significó el lanzamiento de Fundación Critera.

Fernández Funes es el director ejecutivo de la organización desde donde se impulsan diversos programas orientados a la seguridad humana y el desarrollo sostenible, al crecimiento económico acompañado de cuidado ambiental e inclusión.

“Es impacto social positivo. Cuando uno mira a la sociedad observa diferencias que tienen que ser salvadas. Cuando pensamos en seguridad humana, hablamos de dignidad humana, la dignidad de los más vulnerables. Hay muchísima gente que necesita de nosotros y debemos trabajar juntos para cambiar el mundo”, asegura.

Entre otras iniciativas, visibilizan la causa de Malvinas y sus veteranos (Criteria coprodujo en 2016 la película “Soldado Argentino sólo conocido por Dios”), contribuyen con la integración del Barrio 31 de CABA o coordinan capacitaciones, como una Tecnicatura de Seguridad Humana para el Desarrollo Sostenible junto a UCEMA en la que forman “líderes de diferentes ámbitos con conciencia social y ambiental”.

Por la Patria y el otro, todo

Su desempeño en Malvinas y en el Polo Norte le valió sendas condecoraciones. Ante la insistencia de Infobae, devela el origen de una tercera. Fue por el rescate de cuatro médicos argentinos a quienes daban por perdidos en el área de los hielos continentales. En medio de una travesía de norte a sur de la Escuela Militar de Montaña, dieron con ellos y pudieron guiarlos de vuelta. “Son pequeñas misceláneas de la vida que han quedado en casa. Yo era el jefe de la expedición y por eso seguramente recibí la palmada de agradecimiento más fuerte, pero éstos son equipos”, resume.

Junto a su esposa, Grace,
Junto a su esposa, Grace, durante un desfile de veteranos del 9 de Julio.

Las últimas palabras reflejan la esencia del protagonista, que no guarda recuerdos materiales de sus misiones sino “imágenes imbatibles en la memoria” y transmitió su legado en organizaciones educativas del Ejército:

“He vivido en la más tranquila y serena conformidad porque volví de la guerra teniendo la sensación de que no le debía nada a nadie, que había hecho todo lo que podía hacer en medio de mis miedos. No me imagino cómo habría vivido estos casi 40 años con una deuda a mis amigos. Me hubiera negado la posibilidad de ser feliz. El horror de la guerra y el miedo a la muerte es nada al lado del horror de fallarle al amigo o la Patria”, sentencia.

“Los compañeros caídos merecen no solo el respeto y el recuerdo permanentes, sino devolverles el sacrificio extremo con vidas inspiradoras. Cada día hay que ser mejor que ayer. Y no solo los héroes de Malvinas, sino los héroes cotidianos, que se levantan todos los días para construir un mundo y una Argentina mejor. Algunos van al bronce y otros no, pero yo creo que de esto se trata”.

Tal vez las teorías sobre el heroísmo se hayan agotado y, por suerte, la realidad las desbordó. Si es necesario reescribirlas, éste sincero final podría ser el comienzo.

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