En 2015, cuando su hija murió de cáncer, una parte de Silvia Moreno se quebró. En pleno duelo, cuenta, sintió que necesitaba algo que la sacara adelante. A la semana empezó a darle forma a lo que, más adelante, llamó “Hospital de los juguetes”. Con el tiempo, ese espacio para reparar muñecas y camiones rotos, o darle vida a juegos de mesa en desuso, se convirtió en su medicina. “Acá dedico mi vida'‘, apunta Silvia en charla con Infobae, desde el galpón, donde pasa entre ocho y nueve horas por día.
Silvia dice que pensó en un “Hospital de los juguetes” porque “son lindos y alegres”. Además, explica, fue la manera que encontró para sobrellevar la tristeza y sentirse más cerca de su hija. “Mora quería ser mamá y no llegó a concretar su deseo, pero sus amigas sí. Entonces, se me ocurrió pedirles los juguetes que sus hijos ya no usaban y empecé a repararlos. Como Misiones es una provincia muy pobre, donde siempre hace falta mucha contribución social, comencé a llevarlos a comedores, merenderos, iglesias y escuelas”, apunta.
Silvia Moreno tiene 68 años y nació en Capital Federal. Mamá de tres, abuela de cinco, vive en Posadas desde hace cuatro décadas. Mientras estuvo en Buenos Aires, estudió la Carrera de Calígrafo Público y trabajó varios años en Tribunales. Una vez que se radicó en la capital de Misiones, Silvia se dedicó a criar a sus hijos y a acompañarlos en sus proyectos.
Tras la muerte de su hija Mora, se invirtieron un poco los roles y, ahora, son sus hijos varones quienes la acompañan con su proyecto. “Maximiliano, que vive en Corrientes, colecta juguetes allá. Carlos María, que está acá en Posadas, trata de conseguir donaciones como, por ejemplo, las bolsas para guardar los juguetes. Mi marido Carlos, que es carpintero, también me ayuda. Están todos muy comprometidos”, explica Silvia.
Aunque no todos los juguetes que reciben tienen arreglo, todo tiene su uso. “A veces necesitamos que se junten varias neuronas de distintas cabezas para que salga algo”, dice Silvia. “Lo que llega no siempre sale de la misma forma. Hay una transformación. Un muñeco transformer puede terminar siendo un auto. Lo mismo pasa con los juegos de mesa: algunos vienen sin piezas o les faltan cartas y se las terminamos inventando. La finalidad es siempre la misma: que los niños puedan jugar”, apunta la creadora del espacio ubicado en la Avenida Martín Fierro 3879, en Posadas.
Los destinatarios de los juguetes no son los únicos que se entretienen. En el proceso de reparación, tanto Silvia como los voluntarios del Hospital también de divierten. “Con la cantidad de cosas que llegan, me la paso jugando. El otro día descubrí una pistola que tiraba fichas y anduve ‘a los fichazos’ por todos lados. De alguna manera, este trabajo me da la oportunidad de recuperar mi infancia”, dice la mujer que, de pequeña, jugaba a esconderse en ruedas de tractores con su mejor amiga.
UN TRABAJO ARTESANAL
En el galpón donde funciona el Hospital está todo organizado y rotulado en cajas. En algunas hay ruedas de camiones y autos, en otras brazos derechos o piernas izquierdas de barbies y así sucesivamente. Nora Heber de Britto (72) es una de las primeras personas que se sumó como voluntaria del “Hospital de los juguetes”.
Como la mayoría de los que regalan su tiempo y sus ganas a este proyecto, Britto ya crió a sus hijos, vio crecer a sus nietos y tenía ganas de hacer algo que la mantuviera activa. Solo en 2019, explica, reparó 800 barbies. “Lo que hacemos es un trabajo artesanal y, también, una especie de rompecabezas”, dice en comunicación con este medio.
Después de recibir un juguete, el primer paso es lavarlo. “Para las barbies uso jabón de tocador y champú. Las refriego bien y, después, las cuelgo en el ténder. Algunas llegan con la cara manchada de esmalte: a esas les paso quitaesmalte o acetona”, cuenta Nora.
Las peores, dice, son las Barbies que vienen pintadas con marcador indeleble o birome. “Me puse a buscar en Internet y encontré una crema brasileña (Acnase Gel) que se los saca. Hay que untársela en la cara y dejarlas a sol”, revela.
Con respecto al pelo de las muñecas (“La peluquería”) Nora explica que muchas veces dedica horas hasta que logra emprolijarlo. “Uso un producto para pelo de bebés que les baja el frizz. Después les cepillo la melena con un peine para gatos”, cuenta entre risas. Los resultados son increíbles.
Pilar López tiene 90 años y es otra de las voluntarias. Viuda desde hace casi dos décadas, madre de 6 y abuela de 18, López es la encargada del vestuario. “Siempre me gustó coser: para mí es un placer y más aún si puedo llevarle alegría a los chicos”, dice. Uno de sus últimos desafíos fue idear el look de una bailarina tamaño XL.
Por su edad, Pilar López colabora con el Hospital, pero desde su casa. Lo hace con ayuda de una de sus hijas. “Yo le traigo las muñecas y ella les arma la ropa con su máquina de coser. Después las recojo y las vuelvo a llevar al galpón”, cuenta Carmen Alcaraz (65), que también es voluntaria.
UN ANTES Y UN DESPUÉS
Hace cinco años, cuando montó el Hospital en el galpón que le cedieron unos familiares, Silvia Moreno se propuso arreglar 600 juguetes para entregar el “Día del Niño” en el comedor de la Parroquia Medalla Milagrosa. Como estaba sola, llegó con el tiempo justo pero lo logró. Con los años, el proyecto se fue haciendo cada vez más grande y, gracias a que se fueron sumando voluntarios, pudo organizarse mejor.
La Pandemia, lejos de detener el trabajo del Hospital, lo potenció. Según Silvia, las donaciones aumentaron a raíz de la cuarentena. “Muchos padres, al estar más tiempo en las casa, se pusieron a hacer limpieza en los placares y eso nos vino muy bien”, cuenta.
Las entregas para el domingo 16 de agosto las cerraron hace una semana. “Sumamos cerca de 10 mil bolsas con tres juguetes por bolsa. El año pasado repartimos la misma cantidad, pero cada bolsa tenía cinco juguetes. Lo más lindo es verle la cara a los chicos cuando los reciben. Como nosotros somos una entidad intermediaria, les pedimos a los comedores o merenderos que nos manden fotos. De esa manera los donantes pueden saber dónde fueron los juguetes de sus hijos”, se despide Silvia.
*El Hospital de los Juguetes de Posadas funciona en Martín Fierro 3825, entre las Avenidas Tomas Guido y San Martín. Para acercar donaciones se puede ir de Lunes a Viernes, de 8.00 a 12.00 y de 14.00 a 16.00 horas. Los sábados atienden solamente por la mañana. Más info en la página de Facebook, Instagram o llamando al 0376 15-467-5750.
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