Llega temprano a la sala de conferencias del Ministerio de Salud para dar el reporte diario. Mira los números en un papel escrito a mano. Repasa las cifras. Escucha la radio no solo para informarse, sino para estar atenta a la circulación de la información en la opinión pública. Habla sin quitarse la protección, ni tomar agua. Mantiene el tapaboca hasta que comienza la transmisión televisiva.
Habla con firmeza y sin rispídez. Contesta con humor pero sin bajar la guardia. Practica una pedagogía de la sencillez, el humor y la cercanía, pero sin ser condescendiente. Los datos no permiten bajar la guardia. El coronavirus se mantiene y se extiende por todo el país.
Ella monitorea los casos que le llegan desde la Patagonia hasta el norte argentino. Diferencia el cansancio de muchas personas y las reacciones de la juventud que está cansada del aislamiento con la de grupos a los que define con intereses políticos contra la cuarentena.
Rescata a las mujeres de los barrios populares que ponen el cuerpo todos los días para dar de comer a los vecinos aun a riesgo de infectarse y marca que la enfermedad siempre impacta peor en los lugares que más sufren las desigualdades sociales.
Carla Vizzoti, viceministra de Salud, destaca los esfuerzos en la Argentina para preservar la vida de las embarazadas y recién nacidos y evitar las muertes maternas. En diálogo con Infobae alerta: “Tenemos el virus en la mayoría de las provincias”.
-¿Cuál es tu postura ante la demanda de flexibilización y, por otro lado, la extensión de los contagios a cada vez más provincias y no solo al núcleo duro de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires?
-La situación es bien diferente a la de hace unas semanas. El epicentro ya no es solo el área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Tenemos muchas provincias con casos. Hay trece provincias con transmisión comunitaria. No hay ninguna provincia que no haya confirmado casos en los últimos catorce días. Y solo tres no tuvieron casos el lunes 10 de agosto.
-¿Cuál es la situación sanitaria actual a nivel federal?
-Tenemos el virus en la mayoría de las provincias.
-Mucha gente está cansada por la extensión de la cuarentena. ¿Pero el cansancio tiene que hacer bajar la guardia en relación a los cuidados?
-Es importante poner las cosas sobre la mesa y decir las cosas por su nombre. Convivir con el virus no significa acostumbrarse, ni naturalizar los números. Significa que tenemos que redoblar los esfuerzos para cuidarnos y minimizar la transmisión. Es una gran oportunidad para reformular el rol individual y el impacto que tiene en lo colectivo. Si realmente estamos de acuerdo con la sociedad que vamos a convivir con el virus tenemos que tomar medidas de prevención que, hasta ahora, es lo único que tenemos a mano al no existir una vacuna, ni un tratamiento.
-¿Cuáles siguen siendo las precauciones indispensables?
-Hay que estar a dos metros, usar tapabocas, lavarse las manos, airear los ambientes, limpiar los objetos que usamos frecuentemente y las superficies. Estas son las herramientas que tenemos a mano para convivir con el virus sin aumentar los casos.
-Tuviste reflexiones comprensivas con jóvenes que se juntaron en un bar en Recoleta. ¿Ves diferencias entre sectores de la sociedad que rompen la cuarentena por imprudencia a quienes han militado en contra de la distancia social en los medios de comunicación y en manifestaciones?
-Yo divido esos dos grupos claramente. Hay personas genuinamente muy cansadas con necesidad de encontrarse y, sobre todo, las juventudes. Y hay personas con otros intereses.
-¿Los llamados a terminar la cuarentena pueden haber impulsado a muchas personas a no cumplir con el aislamiento social y, por lo tanto, incidir en la cantidad de casos que hay actualmente con COVID-19?
-Las personas que tienen otros intereses pueden impactar negativamente en personas que están muy cansadas y que tienen una sensibilidad particular y se pueden enojar o ponerse en peligro.
-¿No es igual transgredir que boicotear la cuarentena?
-Se dividen perfectamente los grupos. Hay personas que tienen otros intereses que pueden ser intereses políticos o personales de ir en contra de una situación en donde se requiere que tengamos una mirada colectiva y compacta. En este momento es importante que la individualidad se preste al conjunto. Si solo pensamos en lo que nos gustaría hacer estaríamos en una situación muchísimo más complicada.
-¿Cómo se puede hacer, ya en agosto, para pedir el cumplimiento de la distancia social sin que caiga mal socialmente?
-Desde el rol del Estado la templanza y la constancia son importantes. Hay que trasmitir información para que la gente se pueda cuidar. La mayoría de la gente está asustada y tiene incertidumbre. El Estado tiene que atender a todas las áreas. La mayoría de la gente se está cuidando. Hay una parte de la población que genuinamente está cansada. Y hay una pequeña parte de la población que es más ruidosa y más visible que tiene otros intereses y no suman.
-Mucha gente dice “si soy joven, no tengo factores de riesgo y no me puedo morir, no me importa agarrarme coronavirus”. ¿Cuál es el efecto de este razonamiento?
-En principio, hay que tener solidaridad intergeneracional. Aunque a mí no me pase nada se lo puedo transmitir a alguien que sí le puede pasar algo o ser parte de una cadena de transmisión que haga que se desborde el sistema de salud y que genere que alguien que tiene algún problema de salud, por otro motivo, no tenga una cama en terapia.
-Otro temor es que todavía no se conocen los efectos a largo plazo del COVID-19. ¿Qué puede pasar con las consecuencias todavía desconocidas del virus aún en aquellos que no corren riesgo de muerte?
-Hay un estudio que mostró que de cien personas ochenta tenían una inflamación cardíaca o pulmonar. Hay un 80% que en las biopsias se ve que tienen edema en las células, miocarditis o neumonitis. Realmente no tenemos en claro cuales son las secuelas y el impacto del virus a largo plazo. No hay que subestimarlo. Es un virus nuevo. Hay muy poca información.
-¿Cuáles son los objetivos hoy desde el Ministerio de Salud?
-Nosotros tenemos que tratar que no se desborde el sistema de salud y, aunque logremos eso, que se infecte la menor cantidad de gente.
-¿Y quienes piensan que es mejor agararrse el virus para tener anticuerpos?
-No es una estrategia que nosotros recomendemos, para nada.
-¿Qué pasa con la mortalidad materna, en embarazadas y puérperas, por COVID-19 en Argentina?
-En Argentina, hasta ahora, de más de 250.000 casos confirmados, hay 1.639 casos en mujeres embarazadas. De estas personas gestantes el 2,8% (33 casos) requirieron cuidados de terapia intensiva y cuatro se han reportado, al sistema nacional de vigilancia, como fallecidas, tres en la Provincia de Buenos Aires y una en la Ciudad de Buenos Aires.
-¿Qué cuidados hay que tener con las embarazadas?
-Es importante aclarar que el embarazo no es un factor de riesgo para el coronavirus como sí lo fue en la pandemia de Influenza. Pero, por supuesto que en la medida que aumenta la transmisión comunitaria, la posibilidad de infección de las personas gestantes aumenta y si esa persona tiene alguna comorbilidad el riesgo aumenta. Nosotros venimos monitoreando muy de cerca el impacto en las personas gestantes y en los niños. Por supuesto, se ve un impacto mucho mayor en los mayores de 60 y en las personas con co-comorbilidades.
-En la Argentina hay quienes sostenían discursos pro vida, pero hoy se oponen a la cuarentena aunque esto pueda generar riesgos de muerte en la población, incluso en embarazadas y en recién nacidos. ¿Qué se hace en Argentina?
-No encontramos en la Argentina un cambio del patrón en relación a los niños y a las personas gestantes. Estamos esperando información en relación a la mortalidad materna y a los partos prematuros. Sabemos que ha disminuido muchísimo la circulación de bronqueolitis en los recién nacidos. Esperamos que esto tenga un impacto positivo en los prematuros. Y no hay casi circulación de gripe. Por lo tanto va a disminuir el impacto en las personas gestantes.
-En Brasil tienen la proporción más alta del mundo de mortalidad materna, según estudios publicados por la médica Melania Amorim y equipo, por COVID-19. Pero además comprobaron que las mujeres negras tienen el doble de probabilidades de morir por coronavirus por condiciones estructurales de racismo. ¿Cómo es la situación en Argentina en relación al mundo? ¿Cómo se busca preservar la vida?
-La verdad es que priorizar la salud en Argentina implica el cuidado de la vida. Realmente, la prioridad es utilizar todas las estrategias para preservar la vida. Aunque no son grupos de riesgo todas las personas gestantes tienen licencia. El marco legal que se ha generado en Argentina para favorecer a las personas gestantes ha sido claro aunque no sean un grupo específico en riesgo por el coronavirus.
-¿Cómo es la atención de embarazadas y recién nacidos?
-Los controles del embarazo y la vacunación también están autorizados para acompañar esa etapa tan importante de la vida. Las personas gestantes son una prioridad para la Argentina.
-¿Cómo es el impacto del virus en relación a las desigualdades sociales en Argentina?
-Siempre el impacto de las enfermedades golpea más en las zonas más pobres y en las personas con los derechos sociales más vulnerados. Por eso trabajamos también con el Ministerio de Desarrollo Social con el programa “El barrio cuida al barrio” y con el Ministerio de Mujeres, en los casos de violencia, para identificar las desigualdades y que el Estado esté más presente y brinde más apoyo.
-¿Cómo es la presencia del Estado en los barrios más vulnerables?
-Hay apoyo con alimentos, con elementos de higiene, con capacitaciones y con controles de salud.
-¿Qué rol cumplen las mujeres que trabajan para ayudar a sus vecinos en los barrios populares?
-Las mujeres en los comedores y en los barrios populares son la primera línea. Están trabajando todo el día, todos los días, poniendo el cuerpo y con riesgo de infectarse.
-Las médicas, enfermeras y trabajadoras sociales son mayoría mujeres dentro de los trabajadores de la salud. ¿Cómo se valoriza el trabajo que están haciendo en la primera línea de esfuerzo y riesgo en Argentina?
-Hay alrededor del 7% del personal de salud infectado. A medida que aumentan los casos ese 7% es un número absoluto más grande. Son casi 17.000 las trabajadoras y trabajadores de la salud infectados y el 60% son mujeres.
-¿De qué sirvió una cuarentena anticipada?
-El aislamiento de los primeros meses sirvió para reformular la producción nacional y producir barbijos, camisolines y máscaras en Argentina para comprar y distribuir y que el personal de salud pueda tener equipos de protección personal, entrenarse y trabajar. Pero, en este momento, están sometidos a un stress y una tensión muy importante. Las mujeres son mayoría entre las médicas, enfermeras y kiniesiólogas. Así que el reconocimiento inmenso desde antes de la pandemia, durante la pandemia y después de la pandemia. El gracias siempre.
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