Para quien no suele transitar las calles del Once, el ruido del tráfico y la gente que camina por la avenida Pueyrredón entre Corrientes y la estación del Ferrocarril Sarmiento puede apabullar. Después de cinco meses de calles desiertas, parece que una multitud colmara esa zona. Sin embargo, para Guido, un comerciante del barrio de 39 años, es como “un sábado al mediodía”. Y sí, es mediodía, pero del jueves 6 de agosto. No quiere dar ni su apellido, ni hacer la entrevista en ninguno de los dos locales de electrónica que alquila. “No me gustaría ser el nuevo ‘abuelito de los 10 dólares'”, explicó en referencia al abogado marplatense al que Cristina Kirchner le colgó el mote de “amarrete” por interponer un amparo para comprarles dólares a sus nietos en 2012.
Hace 20 años que trabaja en la zona. Y 150 días que no podía hacerlo. Hoy tampoco lo habría podido hacer. A pesar de que en esta novena etapa de la cuarentena la Ciudad permitió la apertura de comercios en las principales arterias, la zona comprendida entre Rivadavia, Boulogne Sur Mer, Lavalle y Larrea sólo podría hacerlo en la modalidad de delivery. Sin embargo, unos 50 comerciantes se rebelaron y levantaron las persianas para atender al público. Entre ellos, Guido, que en su protesta destaca el papel que tiene el dólar en la debacle: “Yo vendo productos importados. Compramos a 100 dólares, vendemos a 150, el gobierno se lleva 30, y cuando vamos a reponer la mercadería nos cuesta 120. Perdemos plata permanentemente por la inestabilidad financiera”.
“Estamos cerrados hace 150 días -le cuenta a Infobae-. Son 150 días sin poder trabajar. No podíamos… Hoy volvimos a abrir de manera normal los locales”. ¿Cómo susbistió? “Consumiendo capital de trabajo, gastando ahorros. Tan simple como eso”, responde.
-No podrían haber abierto. ¿Por qué lo hicieron?
-Supuestamente no podemos por la regulación del gobierno de la Ciudad, ya que es una zona de alto tránsito cerca de la estación Once. La situación económica nuestra es alarmante. No hay manera de que una empresa sea sustentable sin poder trabajar, pagando cargas sociales, impuestos, doble tributación… Más los embates que nos da el dólar. Los momentos de mayor venta, como el Día de la Madre o el Día del Padre, o del Niño, los vamos a perder.
-¿Pasó algún inspector?
-Hay algunos dando vueltas, pero nosotros no queremos que nos molesten más. Hubo algún intercambio con algunos comerciantes, pero estamos tranquilos. Nos están dejando trabajar.
-¿Qué actitud van a tomar si los quieren cerrar?
-No los vamos a dejar. Ya lo hablamos entre los comerciantes. No queremos que nos clausuren y no nos vamos a dejar clausurar. Tenemos que subsistir. Hablando en criollo, a mi hija mañana no le puedo dar de comer una faja de clausura. Así que tengo que hacer lo que debo hacer como un padre de familia, que es proveerla. Y es lo que la Constitución me permite, el derecho a la libertad de trabajo. Eso es lo que estamos pidiendo. Somos conscientes de que hay un patógeno en el aire y que hay un riesgo. Pero consideramos que nuestros negocios no son más inseguros que los grandes supermercados. Muchos de ellos por esta zona están abriendo las 24 horas. ¿Ellos sí pueden y nosotros no? No le encontramos el sentido a esta medida.
-Lo que decís es que no solo venden alimentos…
-Los supermercados venden electrónica, calzado, indumentaria, que son los mismos rubros que vendemos acá en el Once.
-¿Cuánto cuesta mantener un local en esta zona?
-Para que te des una idea, un local mediano, sobre una avenida principal como es Pueyrredón, puede llegar a estar entre los 130 mil y los 160 mil pesos de alquiler. Sumale el costo de la llave inicial, que es en dólares. Un local promedio puede tener una llave de entre 30 mil y 65 mil dólares. No de los más grandes. Hay una inversión de por medio también. Y estamos pidiendo la protección de gente que está apostando al país y al trabajo.
-¿Alguien llegó desde el Estado para darte ayuda, o ver cómo estabas y qué necesitabas?
-No, no. Los comerciantes no tenemos ninguna prebenda. La maquinaria fiscal del gobierno nacional y del de la Ciudad sigue funcionando. El contador sigue haciendo las declaraciones normales y seguimos pagando todos los impuestos. No hay salida. Nadie vino y nos dijo “por cinco meses no van a pagar IVA, Ingresos Brutos y Ganancias”. Nadie tomó esa medida. Me pregunto cómo van a hacer este año con los anticipos. Los que no trabajamos cinco meses cómo vamos a hacer. ¿Igual la AFIP va a presumir lo que vamos a ganar si no trabajamos durante cinco meses? No nos pueden pedir a los comerciantes que sin trabajar paguemos impuestos, salarios y cargas sociales. Es ridículo, no tiene gollete.
-¿Tenés empleados a cargo?
-Cuatro. Y subsistimos con la colaboración de ellos también, que hacen mucho esfuerzo para venir a trabajar, porque tienen limitaciones en el transporte, los bajan de los colectivos, les cancelan la SUBE. Esa gente que trabaja para nosotros, lo necesita porque tiene familia. Entonces la solución no es perseguirlos, todos tomamos conciencia de la situación. Me parece que el control del gobierno llegó a un punto que es excesivo.
-En este rato que abriste, ¿cómo fueron las ventas?
-La demanda está por el piso. Debe estar al 20%. No hay ni el tránsito habitual que hay en esta zona. Esto es un sábado al mediodía. No un día de semana en plena hora pico. La facturación debe estar al 15% o 20%. Además, nosotros hacemos hincapié en que tampoco podemos seguir vendiendo con tarjetas de crédito. No podemos cobrar a 5, 10 o 15 días y cuando vamos a reponer tenemos que pagar más caro porque aumentó el dólar. Y encima, sin trabajar. Es medio difícil subsistir en esta zona. La verdad es que no tenemos ganas de bailar el can can todo el tiempo. Queremos trabajar, comprar y vender, lo que hacemos todos los días.
-¿Pensaste en algún momento en bajar la persiana definitivamente?
-Un montón de veces. Pero como te decía, no estoy renunciando a mis sueños.
-¿Cuál es tu posición frente a la cuarentena?
-Esto es personal, no hablo en nombre de los comerciantes. Lo manejaron mal. Se empezó temprano, cuando había que ajustar la cuerda la liberaron, hay gran cantidad de contagiados… No desconozco la cantidad de muertos ni de infectados que hay. Yo estoy corriendo riesgo en este momento.
-¿Sos grupo de riesgo?
-Por el sobrepeso que tengo. Pero vivo en Once: también soy grupo de riesgo para cruzar la calle y que me pise un colectivo, o que me roben.
-¿Aumentó la inseguridad en estos días?
-No tengo la estadística. No me consta. Este barrio fue siempre una zona caliente. Ese no es el foco de nuestro reclamo.
-¿Tenés preparado un protocolo para la apertura de tus locales?
-Lo tenemos desde siempre. Es el mismo que tienen otros comercios. No está entrando gente al local, los atendemos en la puerta, hay un escritorio de por medio. Hay alcohol en aerosol y en gel disponibles. Todo el personal tiene barbijo. No hay contacto mano a mano. Hacemos lo mismo que cualquier local, gran cadena o comercio que preserva la salud de su personal y de los clientes. No estamos en contra de las medidas de salud. Solamente queremos trabajar.
-¿Te sentiste desamparado en este tiempo?
-Sí, porque no tuvimos ninguna prebenda. A mí el Estado no me regala la plata. Yo tengo que seguir pagando todo. Acá no vino ningún representante del gobierno nacional ni de la Ciudad a decir “señores comerciantes, ¿qué necesitan?”. Nos ponen prohibiciones y no nos dan ningún beneficio tampoco.
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