Mientras que en Italia es un santo más, San Cayetano convoca a millones de fieles en la Argentina. La imagen hipster con el niño y la espiga, tal como la conocemos acá, es un invento local. Los óleos y los retratos con los que se representa a este santo originario de Thiene, un pueblo a 90 kilómetros de Venecia, son diferentes. Y su devoción no nació en el barrio porteño de Liniers como muchos creen, sino de la mano de una mujer fuerte y rebelde, olvidada por la historia: María Antonia de Paz y Figueroa, más conocida como Mama Antula, la mujer laica que será la primera santa argentina.
En la Positio, el documento vaticano de la Causa de Canonización de Mama Antula, se aclara lo siguiente: “Vale la pena considerar que la parroquia de San Cayetano (calle Cuzco 150), si bien erigida en 1913, tiene un pasado que hunde sus raíces en la historia de la Santa Casa de Ejercicios”. Desde su fundación en 1795, en Independencia 1190, Mama Antula puso a San Cayetano como el protector del lugar.
En 1830, María Mercedes Cordova les donó unas tierras en Liniers a las Hijas del Divino Salvador, quienes habían quedado a cargo de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales tras la muerte de su fundadora. La congregación construyó en ese terreno una pequeña capilla donde comenzó a venerarse una imagen de 50 cm de San Cayetano, que solo tenía en sus brazos al Niño. Esta representación, realizada por los indios en madera policromada, consistía en una imagen que Mama Antula había traído de uno de sus viajes al norte argentino. Lamentablemente, esta importante reliquia está perdida. Tras el Concilio Vaticano II de 1965, y por una malinterpretación de los documentos conciliares, se perdieron objetos sagrados muy valiosos; entre ellos, esta primera imagen argentina de San Cayetano, con la que se inició la devoción en nuestro país. La última información que se tiene sobre ella es que podría estar en Esquina, provincia de Corrientes. Al ser parte del patrimonio histórico, esta imagen debería haberse preservado y exhibirse como una verdadera joya de la historia nacional.
Una nueva imagen a la medida de los argentinos
La imagen de San Cayetano tal como la conocemos hoy con las espigas es producto de una campaña de “marketing religioso” que nació tras la necesidad de sobrellevar la crisis social y económica que dejó el estallido mundial de 1929. Según refiere un documento publicado en la web del santuario de Liniers, el Padre Domingo Falgioni, el principal promotor de la difusión de San Cayetano, fue quien propuso agregar las espigas, en representación del pan, fruto del trabajo digno. A partir de ese momento, se empezaron a imprimir y a difundir las estampas con esa nueva imagen y la oración. Según la tradición oral, la imagen que hoy se venera en el santuario de Liniers fue fabricada en una santería prestigiosa que ya no existe, ubicada frente al templo.
Quien tuvo la posibilidad de visitar esa parte del barrio, pegada a las vías del tren Sarmiento, habrá visto cómo en las santerías de la zona se mezcla la gran devoción al santo del trabajo con el esoterismo. Los locales venden imágenes gigantes de San Cayetano, a la par que las del diabólico San la Muerte, Yemayá, y la divinidad de la fertilidad y el mar, entre muchas otras. También se ofrecen esencias para preparar “amarres del ser amado”, velas para rituales, sales para baños de limpieza energética, objetos para hechizos y jabones para la abundancia, el amor y el sexo. El aroma de los distintos inciensos se perciben al caminar por la vereda de estos comercios.
Si bien Liniers es la tierra de San Cayetano, también lo es del paganismo, a través de objetos para realizar magia negra y otras prácticas esotéricas. Por ello, es frecuente que algunos visitantes del santuario que oran al santo compren además los preparados para hacer hechizos caseros, con el fin de volver a enamorar a la pareja que los dejó o para atraer dinero y abundancia económica. La necesidad de obtener soluciones rápidas puede hacerles tocar distintas puertas. En estas escasas cuadras de la calle Cuzco, conviven las posibles soluciones mágicas con una auténtica devoción cristiana; esto da lugar a un hibridismo donde emerge a la vez la superstición, la religión y lo esotérico.
Una tradición bruscamente interrumpida
Siempre quiso ser la primera en tocar al santo de su devoción. Hace 24 años que a fines de julio, el 29 o 30, Marta arrastra una voluminosa valija y carga unos bolsones, sube al colectivo, toma el tren y fatigada llega a destino: el Santuario de San Cayetano. Dispone el contenido de sus bártulos prolijamente en la vereda, en el punto más cercano al ingreso de la iglesia. Primero arma la improvisada carpa donde se quedará hasta el 7 de agosto, la que le permitió soportar la intemperie, el frío, la lluvia y el granizo más de una vez, durante casi un cuarto de siglo. Por eso no puede faltar un bracerito de lata que al atardecer se llena de carbón. Con él cocina, hierve agua y, acurrucada debajo de su frazada, se calienta durante la noche oscura. Almacena los víveres con mucha pericia, tienen que alcanzar hasta el día de la fiesta. Y aunque no todos los años lo logró, los otros fieles que como ella llegan con una semana de anticipación siempre le han brindado algo.
Marta se enteró de la existencia de San Cayetano por la televisión. No solía pisar iglesias, pero empezó a hacerlo a partir de que perdió su trabajo. Sintió que la imagen de este hombre joven y bello, de pelo castaño, que cargaba al niño Jesús con unas espigas de trigo le hablaba directamente a ella: “Vení, pedime un trabajo y te lo daré”. No dudó y fue. Un mes después, estaba trabajando como ayudante de cocina en un restaurante, una profesión que sigue al día de hoy dándole de comer; por eso no puede faltar a esta cita. Y mientras espera para entrar en la iglesia, año tras año teje una bufanda para algún familiar o amigo al que se la haya prometido. El 7 de agosto, ya terminada, la hace bendecir y luego la entrega. Pero este agosto no podrá regalar la bufanda que tenía apalabrada; muy a su pesar, se interrumpirá la tradición.
Este 2020 no habrá fiesta grande
Será un agosto raro. No se verán las kilométricas colas de espera, tampoco las carpas improvisadas en la vereda. Los vendedores de estampas con espigas no trabajarán este año ni los voluntarios entregarán el matecocido caliente con el clásico pan de San Cayetano. Se aguó la fiesta en el momento en que más se necesitaba al santo. Este 7 de agosto las celebraciones serán virtuales, como tantos otros encuentros y celebraciones en estos tiempos.
El Padre Miguel Ángel Moreyra, uno de los sacerdotes colaboradores del templo, explicó a Infobae contó se organizó la celebración en plena pandemia: “Es la primera vez que sucede celebrar la fiesta de San Cayetano sin gente. Este año San Cayetano va como peregrino a la casa de cada uno de sus devotos”.
Explica y da detalles: “Si bien el templo está cerrado, el santuario ha estado latiendo. Seguimos atendiendo a través del servicio social a todos los que ya venían, más los que empezaron a venir a pedir un plato de comida de lunes a domingo. Antes era de lunes a viernes, pero por la pandemia lo extendimos. El servicio social ayuda con ropa, medicamentos, bolsa de comida. Lo tremendo es que viene mucha gente del Gran Buenos Aires. No solo es gente de la zona ni en situación de calle, sino gente que se quedó sin trabajo y viene con mucha vergüenza a buscar la ayuda porque nunca se imaginaron hacerlo”.
Al final de la conversación telefónica, el Padre Moreyra cuenta emocionado: “Aquí confesaba el Papa Francisco cuando era arzobispo de Buenos Aires. De alguna manera, uno prolonga esta presencia espiritual de Francisco, que seguro va estar unido a nosotros el 7. Siempre está presente con detalles. El año pasado nos regaló para el santuario un cáliz y un vaso sagrado, para que los usemos en las celebraciones más importantes. Su cercanía es muy grande”.
Este viernes 7 de agosto se abrirán las puertas de la Iglesia de San Cayetano simbólicamente, a través de las redes sociales. Como se lee en la página web del santuario, es una “Fiesta en modo Covid 19”. A las 11 de la mañana el arzobispo Poli oficiará una misa. El tradicional camino del peregrino, que se inicia en la puerta donde está el santo y se recorre por todo el templo, se realizará virtualmente. Cada hora habrá bendiciones virtuales. Se pide a los devotos que no asistan al santuario, ya que estará completamente cerrado y vallado en los alrededores para evitar las aglomeraciones.
Facebook: Santuario de San Cayetano Liniers
Página web: www.sancayetano.org.ar