Fueron más de dos meses de angustia, miedo y desesperación. Tres guardias de hospitales, dos internaciones e incontables estudios con diversos síntomas y pocas respuestas. La mano de una madre aferrada a la de su hija de seis años, incapaz de mantenerse en pie por el dolor, que luego de varias semanas obtuvo un doble diagnóstico que desorientó a los médicos: la niña padecía el síndrome de Kawasaki y coronavirus al mismo tiempo.
Melina Tarantino recordó que el 6 de mayo su hija, Renata, comenzó a sentir un leve dolor de panza que la llevó a pensar en un probable “empacho, propio de alguna indigestión”. Dos días más tarde el malestar se volvió inflamación, para pasar a una peor etapa: la de la hinchazón. “La llevé al Hospital Thomson de San Martín. Le hicieron un análisis de sangre y al otro día volví a buscarlos. Me dijeron que tenía las plaquetas alteradas, que para ellos era dengue. Pero nada confirmado. Allí apareció la fiebre”, contó Melina a Infobae.
Renata llegó a tener 42° de temperatura y los especialistas le recomendaron a su madre que la medicara con paracetamol y no con ibuprofreno. A eso, Melina le sumó varias baños por día, un sinfín de paños fríos en su frente y una promesa que sólo las madres pueden cumplir: “Todo va a estar bien, hijita”.
“El 11 de mayo la volví a llevar a la guardia. Estaba pálida, inflamada, dormía todo el día. Cuando ingresamos le hicieron exámenes de sangre y orina. Allí nos dijeron que tenía una infección urinaria. Que posiblemente había contraído el dengue. Nos dejaron en observación, pero Renata no quería tomar agua ni comer nada. A pesar de sus síntomas, confusos por cierto, en ningún momento mencionaron la posibilidad de hisoparnos”, explicó Melina.
Renata, hermana de Gianfranco e Ivo, salió por última vez de su casa mucho antes del 20 de marzo. Su madre aseguró que con su marido decidieron “no asomar a ninguno de los nenes ni a la puerta”
El miércoles 13 de mayo se acercó un cirujano de adultos para cerciorarse de lo dicho por sus colegas pediatras: “Es el apéndice”. Pero como no había cirujano de niños, a Melina y Renata las derivaron al Hospital Posadas.
Allí fueron aisladas aunque no hisopadas. “Nos dejaron en observación, la vieron los cirujanos de pediatría, pero dijeron que no era el apéndice. Que no era para operar. A Renata se le empezaron a hinchar las manitos, estaba con todos los brazos pinchados. No podía caminar, todo el tiempo quería estar a upa. No podía ni sentarse del dolor que tenía en la panza”, recordó su mamá.
Para el jueves de esa semana, Melina y Renata estaban en la calle. “¿Cómo me dan el alta?”, preguntó la mujer. “Sos del partido de San Martín, tenés que atenderte en el hospital en el que te derivaron. Acá viniste por una cirugía”, cuenta que le respondieron.
Melina llegó con su hija hasta la casa familiar. Renata seguía sin poder sentarse: “Estaba pálida y ojerosa. No se sentía bien. El 15 de mayo, por mi cuenta, me fui al Hospital Gutiérrez. Inmediatamente nos aislaron y la hisoparon porque tenía todos los síntomas. Le hicieron una ecografía. En esa placa descubrieron que tenía neumonía”.
La mujer agregó: “A mí no me hisoparon porque no tuve síntomas. Como es un hospital de niños, la prioridad era ella. El resultado fue un falso negativo, pero como tenía tantos síntomas, daba todos los indicios. Mi hija tenía los pies tan hinchados que no la podía calzar. También pensaron que podía tener el síndrome de Kawasaki”.
La enfermedad de Kawasaki es una afección que causa inflamación en los vasos sanguíneos de todo el cuerpo. La fiebre es uno de sus primeros síntomas. El 15 de mayo, la Organización Mundial de Salud alertó sobre esta situación en niños y adolescentes de todo el mundo.
“Su causa es desconocida, aunque por su gran poder inflamatorio y sus características podrían señalar un origen infeccioso (virus, bacterias) que, asociado a una predisposición genética, desencadenaría este síndrome”, explicó a Infobae la doctora Celeste Celano, jefa del servicio de Pediatría en el Sanatorio Modelo de Caseros.
“Recientemente se han descrito grupos de niños y adolescentes en Europa y en Norteamérica que han tenido que ser ingresados en unidades de cuidados intensivos, aquejados de un cuadro inflamatorio multisistémico de características similares a la enfermedad de Kawasaki y al síndrome de choque tóxico”, redactó la entidad que responde a las Naciones Unidas en un texto llamado “Síndrome inflamatorio multisésmico en niños y adolescentes con COVID-19″.
“Fue por eso que tardaron tanto en detectar las dos cosas juntas. Los médicos se estaban informando de la compatibilidad del síndrome de Kawasaki con el coronavirus. Tras conocer ambos diagnósticos, seguimos aisladas. Me pedían que le tomara la fiebre, y continuaron con la medicación que nos habían dado en el Thomson; resultó efectiva para la neumonía”, sostuvo Melina.
Y continuó: “El 19 de mayo repitieron el hisopado, nos hisoparon a las dos. Ella seguía con malestar. A ella le dio positivo y a mi negativo. Para curar la enfermedad de Kawasaki le dieron una aspirina para que la sangre circule con más presión. Nos explicaron que el síndrome tapa las arterias del corazón. Ella tomó, durante dos meses, cada mañana, una aspirina. Y así se curó”.
“Las hipótesis iniciales, basadas en los resultados de pruebas realizadas en el laboratorio, apuntan a que este síndrome puede estar relacionado con la COVID-19. Los niños han sido tratados con antiinflamatorios, incluidos corticoides e inmunoglobulinas por vía parenteral”, comunicaron desde la OMS.
Melina reveló, por estas horas, que recibió en sus redes sociales mensajes de muchos padres, de diversas partes del mundo, que le pidieron consejos y también que les relatara su experiencia luego de padecer casos similares con sus hijos.
“Sufrí un montón. Esperaba que se durmiera para poder llorar. Pero ahora estoy feliz, y ella está de muy buen ánimo. Cumplió sus seis años el 30 de junio. Renata ama cantar, es muy expresiva, le encanta jugar con muñecas. Es simpática y muy fotogénica. Te pido por favor que pongas que quiere ser modelo. Ella sueña con salir en la tele”, completó Melina
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