El destino de Matías tal vez hubiera sido otro. Hijo buscado y deseado de padres primerizos, nació de 40 semanas por parto natural hace 25 años en una clínica de General San Martín. Pero una complicación inesperada durante el nacimiento hizo que le faltara oxígeno en el cerebro derivando en una parálisis cerebral.
La condición de Matias es rara, se conoce como hemiparesia derecha, ya que la lesión ocurrió en el hemisferio derecho. Este trastorno no es progresivo y se da entre 1 en 1.000 nacimientos.
“Hoy no consigo trabajo y sé perfectamente que es por mi condición. Voy a las entrevistas laborales, las paso y a la hora del preocupacional empiezan los problemas. Desde noviembre de 2019 que estoy desempleado. En el último mes me pasó en dos cadenas de supermercados”, le cuenta a Infobae, Matías Acosta Y Lara.
Una persona con hemiparesia suele presentar un tono muscular alterado, observándose flacidez (hipotonía) o rigidez (espasticidad). En el caso de Matias tiene menor control y destreza en su movilidad. Sin embargo, hasta que no cumplió el año de vida, y empezó a presentar dificultades para aprender a caminar, ni sus padres ni sus médicos notaron los síntomas. “Recién recibí el diagnóstico preciso al año y medio. En mi casa siempre me sobreprotegieron y me motivaron a lograr mis metas”, relata.
Hasta los 12 años recibió todo tipo de tratamiento kinesiológico y de rehabilitación motor para lograr mejorar su manera de caminar, y mitigar las secuelas neuromotoras que dificultan su desplazamiento.
A los 25 años, de novio, sigue viviendo en la casa de su madre en San Martín con sus hermanas gemelas. “Me quiero independizar, pero sin trabajo es imposible. Durante años -por mi condición- solo conseguí hacerlo en los locales familiares que tenían mis padres. No quiero tramitar el Certificado Único de Discapacidad para recibir un subsidio, sé que hay gente que realmente lo necesita, y no es mi caso porque puedo autovalerme.”
Su lucha para insertarse en el ámbito laboral es incansable, no sólo tienen ganas sino que se prepara constantemente para hacerlo. “Al terminar el colegio secundario hice un terciario en auxiliar de farmacia, también un curso como estilista canino y me encanta vender. Tengo predisposición para lo que sea, siempre estoy buscando cursos o talleres para aprender y tener herramientas”.
Pronto vino la pandemia y los días de encierro se hacen largos y monótonos. “No creo que la dificultad para encontrar un trabajo formal sea por la cuarentena, estoy en la búsqueda y he enviado mi currículum desde 2019. Es llamativo saber que paso las entrevistas y a la hora de hacer los exámenes clínicos generales preocupacionales para el ingreso, me rechazan sin ningún tipo de justificación. Durante mi infancia, tanto en la escuela primaria como secundaria, jamás sentí la mirada del otro o los obstáculos que se me presentan en la actualidad. Es muy duro”, confiesa.
Matías inventa excusas frente a los desconocidos para justificar su forma de moverse: ”Trato de caminar derecho o decir que me duele la pierna y que por eso estoy caminando chueco. O escondo mi mano, la que tiene poca movilidad, porque es agotador tener que explicar”, reconoce.
Los obstáculos están siempre. “Me gustaba una chica, que hoy es mi novia, y le oculté durante bastante tiempo mi hemirepsia, porque me costaba abrirme por temor al rechazo o incomprensión. Son situaciones con las que me enfrento a diario, la incomprensión o la falta de conocimiento lleva a esto, por eso es importante visibilizar y decir las cosas por su nombre”.
A pesar de los obstáculos que se le presentan en el camino, Matías no baja los brazos. “No pido que me regalen nada, solo trabajar para superarme y progresar”, dice con su meta en claro.
Su sueño se aleja de lo material, radica en la simpleza del progreso. “Estoy dispuesto a aprender, y hacer lo que sea para evolucionar. Quiero ser independiente, lograr la autonomía, formar mi familia y tener mi hogar”.
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