En unos días, Graciela Batalla Gómez y Félix Vallejos, una pareja de jubilados que hoy vive en el barrio porteño de Barracas, se mudarán a un departamento de Palermo. Cuando las autoridades gubernamentales lo permitan, para estrenar el nuevo hogar harán una reunión con un invitado muy especial para ellos: Roberth Calla Soto, el voluntario que los ayudó con sus necesidades durante la cuarentena.
Graciela y Félix integran el grupo de personas consideradas de riesgo ante la pandemia de coronavirus. Cuando el gobierno nacional decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio a ambos les surgió la preocupación sobre cómo abastecerse, ya que además de su condición no disponen de familiares cercanos que puedan atenderlos.
“Mis dos hijos están en Europa hace 30 años. Y los hijos de mi marido, uno vive en San Luis y los otros en provincia de Buenos Aires”, cuenta Graciela, que es médica jubilada y tiene 70 años. En este contexto, a fines de marzo la mujer llamó al 147, línea telefónica del gobierno porteño, para pedir ayuda.
La pareja fue asistida por el sistema Mayores Cuidados, un programa orientado a ofrecer una solución para las necesidades de aquellas personas que no pueden salir de sus casas, como hacer las compras en los comercios de proximidad, ir a la farmacia o pasear a las mascotas. Así fue como conocieron a Roberth, uno de los 39.868 voluntarios que se ofrecieron para realizar estas acciones comunitarias vinculadas a la atención de 16.721 adultos mayores que lo solicitaron.
Roberth nació en Perú, tiene 32 años y vive en Argentina desde hace 10. En diálogo con Infobae, dice que se inscribió en el programa para ser útil a la sociedad. “Me enteré en Internet y me pareció una idea muy buena, de ayudar a personas grandes, de poder darles una mano. Me gusta sentirme útil. Una vez quise sumarme a voluntariado de comedores, pero al final no se dio”.
El voluntario y los jubilados, que viven a tres cuadras de distancia, construyeron un vínculo de confianza rápidamente. “Al principio tenía mis dudas, pensaba que me podía tocar una persona irritable o que por ahí su carácter era distinto al mío. Pero no: con Graciela y Félix hubo una buena química, me sentí muy cómodo con ellos. Congeniamos muy bien”, dice Roberth.
La mujer lo ratifica y cuenta que el voluntario es muy atento con ambos, que los llama y se muestra dispuesto a ayudarlos en cualquier momento. La dinámica de colaboración se mantuvo incluso después de que Roberth volviera a trabajar en una fábrica metalúrgica hace un mes y medio. “Nos hizo favores los sábados, los domingos, los días de lluvia. Tiene una gran voluntad y le puso tanta fuerza a lo que necesitábamos que realmente me quedé maravillada. Fue una mezcla de nieto con voluntario de primera calidad. Nos cayó del cielo”, expresa con felicidad.
Y agrega: “Es una persona muy educada, muy buena gente. Hasta lo llamó a mi marido para su cumpleaños y le regaló unos llaveros de Perú que guardamos con cariño. Espero que toda la gente haya tenido la misma suerte que nosotros con Roberth. Lo consideramos de la familia”.
El lazo de cariño y amistad que se forjó entre los tres es un ejemplo del objetivo al que apunta el programa de asistencia. “El 85% de los contagiados por el virus al día de hoy son menores de 60 años. Esto nos dice que los adultos mayores se están cuidando y en esto juegan un rol fundamental los voluntarios que los están acompañando. Nos llena de orgullo ver el vínculo que se genera y el espíritu de solidaridad. Hoy más que nunca, con una mayor circulación del virus, les pedimos a los adultos mayores que se queden en casa. Desde la Ciudad estamos para acompañarlos en todo lo que necesiten”, dice el jefe de gabinete porteño, Felipe Miguel.
La mudanza de la pareja de jubilados está planeada para la semana que viene. Ellos aseguran que quieren continuar el vinculo con Roberth a pesar de que estarán distanciados. “Ha sido una compañía muy importante. Valoro sobre todo el afecto, las ganas con las que nos ayuda, siempre con una sonrisa. Cuando termine todo esto voy a hacer una cena, los vamos a invitar a comer a él y a su esposa”.
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